Jinetero,... ¿y qué?
El intercambiador de sueños
Dado el número creciente de admiradores del sistema cubano en todo el mundo y la ceguera política de aquellos malos cubanos que dentro de su país no alcanzan a ver la gran crisis de valores en que vive el mundo occidental, se me ha ocurrido la solución perfecta para una y otra parte. Propongo crear una sociedad intercambiadora de sueños.
Bajo este principio, cambiaríamos cada cubano descontento dentro de la isla (uno por uno) por aquellos que viven en España descontentos por no tener las ventajas de vivir en el Caribe. (No es que discrimine otras nacionalidades, pero así nos quitamos de arriba los problemas del aprendizaje de nuevos idiomas que tan difícil puede ser pasado los 30).
Esto es ventajas para todos. Los sistemas y gobiernos de ambos países se quitan de arriba la presión de charlatanes descontentos, opositores y detractores de esquina. Y ambas personas llegarán a disfrutar de la sociedad con la que siempre habían soñado. Uno toma y asume el lugar del otro y todos felices y comerán perdices… (Bueno en el caso de los que vayan a parar a Cuba, si pueden serán felices; porque lo de las perdices lo veo difícil).
Los cubanos tomarían las condiciones de su contraparte en España, incluyendo deudas e hipotecas, multi-empleo y largas jornadas laborales. Sufrirán también la discriminación, tendrán que volverse competitivos, pagar su seguridad social. En fin, plegarse ante la sociedad de consumo, sobrevivir en esa selva llamada España.
Los agraciados que acaben en la isla tendrán todas las bondades del socialismo cubano. Escaparán de la sociedad de consumo (no tendrán nada a consumir). Escuela y medicina gratis (aunque no libreta, libros ni medicinas). Ah coño, sí libreta si tendrán: La libreta de abastecimiento, que regula y distribuye de forma equitativa lo que no tendrán para comer cada día. Seguridad toda la que quieran: un policía en cada esquina que le importa más que no le compres un pollo robado para tus hijos, que si los matan para quitarles la bicicleta. (A fin de cuentas, el policía también tiene que comer). No serán considerados extranjeros en Cuba. Asumirán la nacionalidad cubana con todo lo que implica. Salarios de entre 10 y 15 euros, perderán el derecho a la huelga y a exigir, asumirán su cuota de sacrificio con tesón. Su tarea es trabajar y trabajar y trabajar y trabajar…. Olvídense de vacaciones de por vida, olvídense de poder tener una casa o alquilarla o mejorarla o repararla o permutarla o regalarla. Olvídense de dinero para fiestas, cumpleaños, guateques y güiros de sábado en la noche. Olvídense de cines. Olvídense de viajes al exterior por mero ocio. Su pasaporte valdrá menos que nada, se convertirán en posibles saltadores de muros de embajadas, espaldas mojadas en potencia. No importa si tienen madre o 15 hijos, conocerán que siente una cucaracha cuando la mirada del Cónsul español en La Habana se posa sobre ustedes. Sus peticiones de Visas terminarán engavetadas con el cuño: Posibles emigrantes.
Este contrato como todo contrato podrá ser derogado o anulado con el explícito acuerdo de ambas partes. Si dentro de 45 años no pueden más, si se dan cuenta de que ese mañana por el que trabajan se perdió hace ya mucho tiempo en el pasado y no quieren terminar con una pensión miserable, teniendo que vender maní por las esquinas de La Habana más allá de su 80 cumpleaños, con el sobresalto de que un policía les meta una multa por enriquecimiento ilícito, traten de convencer a su contraparte de que les devuelva la insana manera de vivir a la española, con drogas, con hipotecas e infinitas jornadas laborales incluidas.
Si este aún así no acepta quizás al menos acepte mandarles unos dólares para paliar sus necesidades cotidianas. Comprenderán que no vale lo que hagas, o si trabajas o no trabajas. La solución a tus problemas de alguna u otra forma está fuera de la isla. Comprenderán entonces por qué a pesar del paraíso socialista, cada año son más los cubanos que se largan casados con un viejo o se arriesgan a cruzar el estrecho de la Florida en una balsa.