“Mi hijo es revolucionario”, dice el padre de
José Batista Silva, el último cubano en entrar a EEUU bajo “pies secos, pies mojados”
Jose Antonio Batista Silva, rompe en llanto al llegar en el momento de entrar por la frontera estadounidense La historia oculta del último “pies secos”
Alberto Méndez Castelló | Cuba | Cubanet
“Soy fidelista hasta que me muera”, dice. Se llama Lidia Silva Cedeño. Tiene 80 años, pero no aparenta esa edad, se muestra enérgica, interrogante.
“¿Usted es mexicano?”, me pregunta Lidia, haciéndome recordar lo advertido por una fuente: “Un mexicano ha llamado, pero José también llamó desde Estados Unidos y dijo a su mujer que no conteste.”
“No, no soy mexicano”, digo.
“¿A qué usted viene, por qué hace tantas preguntas?”, dice Lidia, interrogándome con una mirada acerada.
“Ya le dije, soy escritor, quiero contar la historia de su hijo”, digo.
“Él es revolucionario, igual que yo”, dice el viejo. Se llama Antonio Saturnino Batista Fidalgo, padre de José Antonio Batista Silva, de quien han informado los medios:
“José Antonio Batista Silva se convirtió la noche de este jueves en el último cubano en entrar en Estados Unidos antes del fin de la política que concedía residencia automática a los isleños. Las cámaras de Univisión entrevistaron a Batista Silva cuando salió de las oficinas de Inmigración del cruce fronterizo de Laredo, Texas, limítrofe con México. ‘¿Qué te dijo el oficial?’ le preguntaron, a lo que respondió: ‘Que soy el último’. Agregó que le explicaron que la nueva ley había entrado en vigor a las cuatro de la tarde del jueves, lo que ocasionó que otras personas que habían entrado después de él se habían quedado retenidas en la frontera, sin posibilidad de entrar. Según el periodista de la cadena, Batista Silva se iba a dirigir a Kansas City, donde le esperaban algunos familiares”. (El cubano que logró entrar en EE UU antes del fin de ‘Pies secos, pies mojados’: “Soy el último”)
José Antonio Batista Silva, antes de viajar a Estados Unidos, residía junto al camino de La Julia, zona rural próxima al poblado de San Manuel, perteneciente al municipio Puerto Padre, en la provincia Las Tunas. Según dijeron sus padres a este corresponsal, Batista Silva nació el 17 de marzo de 1981, es licenciado en Informática, desempeñándose como profesor y en labores agrícolas en la finca paterna, adquirida en los años 50 del siglo pasado.
“¿Usted va a ir a la casa de José?”, me preguntó antes una fuente, y agregó: “Yo no se lo aconsejo, su mujer es tremenda come candela (alineada con el régimen castrista).”
José Antonio Batista Silva está casado con Neleida Castro Polo, una militante del Partido Comunista de Cuba (PCC), que es la delegada del Poder Popular (gobierno municipal) en la zona. De profesión maestra, Castro Polo es directora de tres escuelas rurales en la localidad, y fruto de su matrimonio con Batista Silva, es Deleni, una niña de nueve años de edad que ahora cursa el cuarto grado.
Pero Neleida no se encontraba en su casa el pasado sábado, cuando este corresponsal la visitó, pretendiendo entrevistarla. Sus suegros alegaron que ella se encontraba en la escuela de Santa Bárbara, otra localidad rural distante del lugar.
Lidia y Antonio, padres del ahora emigrado José Antonio, dijeron que nada debían declarar para ser publicado, pues su hijo había encomendado la dirección de la familia, incluso la de los trabajos agrícolas a su esposa Neleida. “Una persona muy integrada (al gobierno), ella sabe”, dijo Lidia.
En consecuencia, este corresponsal no tomó fotografías, ni de la familia Batista Silva ni del lugar donde ellos residen por encontrarse dentro de una propiedad privada y no contar con autorización de sus dueños, pero antes de llegar al sitio, ya había sido advertido por una de sus fuentes diciendo: “No se deje engañar por lo que verá”.
“La casa nos la tumbó el último ciclón (Ike, 2008),” dijo Lidia, cuando pregunté si “¿es en aquel cobertizo donde usted y Antonio viven?”
El cobertizo donde los octogenarios Lidia y Antonio viven es algo así como fueron los gallineros de una granja familiar estadounidense de allá por los años 40 o 50 del pasado siglo. Y no es mucho mayor el sitio donde Batista Silva residió con su esposa y su hija.
“Pero no pueden decir que viven en esas condiciones por falta de recursos, él y ella (José Antonio y Neleida) además de sus salarios de maestros, hicieron muy buenas cosechas, y usted sabe que eso da dinero”, dijo una persona del lugar, pidiendo anonimato.
De que las tierras del viejo Antonio Saturnino son fértiles no caben dudas, sólo hay que caminar por ellas y ver los rastrojos de las cosechas para conocer de su abundancia; y con su hijo José Antonio ahora en Estados Unidos, no resulta difícil imaginar qué camino tomaron los dineros de esos frutos.
Difícil de creer resulta apegado al concepto de moral, que después de haber firmado y haber hecho que otros firmaran el “concepto de revolución” en los funerales de Fidel Castro, una militante del Partido Comunista de Cuba y directora de escuelas, sea partícipe de una empresa donde un joven cubano, su esposo, va por el “sueño americano”, mientras ella, en terreno labrantío fértil, administra la sobrevivencia de dos ancianos en las ruinas de su casa desguazada hace más de 10 años por un ciclón.
Pero no, tal incongruencia no es difícil de imaginar: este sólo es un ejemplo de cómo los comunistas ejercen su “papel dirigente” sobre sus familias y sobre el pueblo de Cuba.
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