No es casual el parecido entre las calamidades anunciadas
por Martí y la situación que afronta actualmente el pueblo cubano
“Solo la libertad trae consigo la paz y la riqueza”
Por Orlando Freire Santana | La Habana | Cubanet Por estos días en que todos los cubanos conmemoramos el 164 aniversario del natalicio de José Martí, a los gobernantes de la isla se les podría aplicar aquello que reza “dime de qué presumes, y te diré de qué careces”.
En efecto, ya casi se pierde la cuenta del número de actividades que ha organizado el castrismo a propósito de la efeméride. Marcha de las Antorchas la noche del 27 de enero en todos los municipios del país; Semana de la Cultura en el municipio de Habana Vieja, teniendo como centro a la casa natal del Apóstol; Seminario Nacional Juvenil de Estudios Martianos en Camaguey (dedicado esta vez a Fidel Castro); visitas a la Fragua Martiana; exposiciones en el Memorial José Martí….
A lo anterior se suma la existencia de tres instituciones de alcance nacional dedicadas al estudio y la investigación de la obra martiana. Es posible que ni las propias autoridades sepan con exactitud dónde termina la competencia de una y comienzan las de las otras. Se trata del Centro de Estudios Martianos, la Oficina del Programa Martiano dirigida por Armando Hart, y la Sociedad Cultural José Martí, cuyo vicepresidente es el ex espía René González.
Sin embargo, a pesar de semejante avalancha cuantitativa, el oficialismo no puede acreditarse en lo cualitativo ningún rasgo que lo haga heredero del ideario martiano. Porque Martí era, en esencia, un liberal demócrata apegado a los métodos republicanos de gobierno. Nunca debemos olvidar que para él “una república no se fundaba como se mandaba un campamento”. Un punto de vista que, según los historiadores, mantuvo Martí en la reunión que sostuvo en el ingenio La Mejorana con Maceo y Máximo Gómez en mayo de 1895.
Aunque conoció las ideas de Carlos Marx, jamás el Apóstol simpatizó con ellas. Al contrario, señaló los peligros de la doctrina socialista, debido a las lecturas extranjerizas que traía consigo, y a los modos equivocados o excesivos con que pedía la justicia social.
Y hasta en una de las facetas menos estudiadas del legado martiano, la económica, es posible advertir sus diferencias con las políticas que hoy implementa la cúpula castrista.
Contrario a la estrategia de autarquía del gobernante Raúl Castro, manifestada en la política de “sustitución de importaciones”, Martí siempre fue partidario de la Teoría de las Ventajas Comparativas de David Ricardo, que aconsejaba importar todo lo que fuese más costoso producir en el país.
El investigador camagüeyano Rafael Almanza, en su libro En torno al pensamiento económico de José Martí(Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990), cita un fragmento del artículo “Libertad, ala de la industria”, escrito por nuestro Héroe Nacional en 1883 durante su exilio en Estados Unidos.
Al referirse al mantenimiento, a toda costa, de industrias nacionales ineficientes, Martí apunta que esa acción “ahoga la industria, hincha los talleres de productos inútiles, altera y descalabra las leyes del comercio, amenaza con una tremenda crisis, crisis de hambre y de ira, en los países en que se mantiene. Solo la libertad trae consigo la paz y la riqueza”.
Por supuesto que no es casual el parecido entre las calamidades anunciadas por Martí y la situación que afronta actualmente el pueblo cubano.
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