Así habla el mejor árbitro de rugby a sus jugadores para dejarles claro quién manda: "Esto no es fútbol"
"No sé si nos han presentado antes, pero yo soy el árbitro de este campo, no tú. Limítate a hacer tu trabajo y yo haré el mío. Si vuelves a gritar algo, lo que sea, voy a castigarte. Esto no es fútbol, ¿te ha quedado claro?". Este discurso, que podría abrir una secuencia de acción en una película de Jason Statham, es la seña de identidad de Nigel Owens, un árbitro de rugby tan famoso como poco ortodoxo. No admite discusiones, no le gusta el juego sucio y más te vale -si eres jugador- que no se te ocurra plantarle cara sobre el terreno de juego.
Owens, galés de 44 años,también es muy activo en las redes sociales. Presenta un programa de televisión, es un defensor de la lengua galesa, es monologuista cómico en sus ratos libres. Oh, y es el primer profesional del rugby en declarar abiertamente que es gay. Pero, ¿cómo consigue un árbitro despuntar así?
"Esto no es fútbol"
Primero, porque el rugby "no es fútbol". La palabra del árbitro es ley. No puedes intimidarle, no puedes echarle encima al equipo o la afición, y hasta te puedes ganar algo parecido a un penalty si se te ocurre pedir una tarjeta para el equipo contrario. El juego sucio -que no duro-, el histrionismo, las perrerías a las que nos tiene acostumbradas el fútbol de alto nivel no tienen cabida en el rugby.
Owens lo dejó claro cuando saltó a la fama (fuera del rugby. En ese deporte está considerado uno de los mejores árbitros del planeta) en un partido entre el Munster y el Treviso, en enero de 2012. El jugador Tobias Botes intentó reclamarle un lance del partido y Owens se plantó con el vídeo que abre este post.
"¿No os gusta la melé? Porque si no os gusta, entonces estáis jugando en el puesto equivocado"
Pero es una seguridad ganada a pulso: Owens ha tenido que lidiar con la presión de arbitrar frente a masas enfurecidas de hinchas... Y con la de ser gay, algo que casi le hace suicidarse a los 26 años. Pero que ha podido normalizar, con el apoyo de los jugadores y las ligas, hasta el punto de incorporarlo a su repertorio de chistes en el campo.
Desde entonces, especialmente desde que declaró públicamente su condición sexual en 2007, Owens se ha implicado en todo tipo de proyectos de apoyo a la comunidad LGBT. Ahora mismo apadrina a una ONG, Bullies Out ["Fuera Abusones"], en la que pide a los colegios galeses que se impliquen más a la hora de cortar los abusos homofóbicos en las aulas.
Y predicando con el ejemplo: Owens está acostumbrado al ciberacoso ("no me afecta demasiado, estoy curtido ya"), pero ante los avisos de sus fans de un ciberacosador particularmente insistente, el árbitro tomó otra decisión poco ortodoxa:
"Podría haber ido a la policía, pero decidí conocerle en persona. Sólo tenía 18 años, ¿qué sentido tenía arruinarle la vida? Se disculpó en persona y online. Y lo más importante es que se dio cuenta de lo que había hecho, y la gente que le denunció ayudó a que fuese consciente de ello."
El rugby es diferente
Lo de Owens es sólo un ejemplo de como uno de los deportes más "machos" -en palabras del propio árbitro- pueden ser un modelo a seguir de integración en el campo.
En vez de imponerse a lo macho ("aquí estoy yo"), Owens ha popularizado un estilo propio, con grandes dosis de humor galés ("vuélvelo a intentar en dos semanas, pero esa entrada no te la perdono hoy") y un punto irrenunciable de cabaret, poniéndole música al crudo espectáculo.
A sus 44 años, y pese a seguir recibiendo abusos verbales en el campo y en Twitter, Owens confiesa que por fin se siente no sólo respetado sino "querido". A los 26, sin embargo, creyó haber llegado al fondo del precipicio. Intentó suicidarse con una mezcla letal de pastillas y alcohol; llevaba una pistola para rematar la faena. Un helicóptero de la policía le descubrió a tiempo y aplazó la decisión. Se salvó por cuestión de minutos.
Todo esto lo cuenta el propio Owens en Medio tiempo, la autobiografía con la que decidió salir literalmente del armario (eso fue lo que hizo cuando la promocionaba en programas de televisión). Dos años después, el internacional galés Gareth Thomas siguió sus pasos y entre los dos han contribuido a quitarle al rugby el estigma de deporte para homófobos.
Su afición por el deporte, recuerda Owens, empezó en el colegio en Mynyddcerrig. Jugaba como zaguero (defensa), pero tras fallar una decisiva "conversión" en un partido crucial, su entrenador le dijo medio en broma: "¿Por qué no te metes a árbitro?". Y eso fue lo que hizo...
"Desde entonces he tenido la suerte de ver algunos de los mejores partidos de rubgy de la historia y he podido pitar muchos de ellos", presume Owens. "Como cualquier árbitro, he tenido que tragar mucho. Pero con el tiempo, he aprendido la manera de hacerme respetar, o eso creo... Si eres gay y quieres hacer deporte, son los matones quienes deberían tener miedo de ti, y no al contrario".