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| De: CUBA ETERNA (Mensaje original) |
Enviado: 12/03/2017 16:40 |
Señorita María, la reivindicación de una mujer que nació en cuerpo de hombre
Un documental de Rubén Mendoza exalta la vida de una campesina colombiana marginada por su identidad
Imagen de la cinta Señorita María, un personaje de la vida real, que el director retrató en la cinta
Una señorita que conmovió a Cartagena
Sally Palomino - El País CulturaLa señorita María era un rumor. Usaba falda, tenía el pelo largo y se rasuraba la barba todas las mañanas. La señorita María cuando montaba en su caballo lo hacía sentada de lado, como dicen que lo hacen las damas. También se le veía caminando con animales por la carretera hacia Boavita, un pueblo en Boyacá. Rubén Mendoza (1980) había escuchado de ella desde que era niño y su papá lo llevaba a esas montañas frías en donde su abuela vivía. Siempre le causó curiosidad. Cuando la vio, muchos años después, frenó en seco su carro y le preguntó cualquier cosa. Quería detallarla. El rumor estaba ahí, llevando un par de vacas, vestida con una falda y un par de trenzas tejidas en su larga melena.
Después de una beca que lo mantuvo lejos de Colombia, Rubén regresó. Se reencontró con la señorita María y empezó la historia, que diez años después conmueve a quienes ya vieron el estreno del documental Señorita María, la falda de la montaña. En el Festival de Cine de Cartagena, en donde se presentó la semana pasada, Mendoza se llevó el premio a mejor director y María Luisa Fuentes supo qué era caminar sin recibir burlas y ser reconocida como una mujer, a pesar de que haber nacido en el cuerpo de un hombre.
No fue fácil derribar los muros que, sin querer, había levantado su apariencia en el pueblo conservador en el que nació (de allí son los Chulavitas, el primer grupo armado de derecha). “Después de unos meses de grabación se me escondió. Estuvo dos años negándose, evitando hablar con nosotros”, cuenta el director. María se ocultaba en la punta de la montaña y desde ahí veía cuando el equipo de producción llegaba, la buscaba, esperaba, se iba. Mendoza, a punta de mensajes, empezó a acercarse. Se volvieron amigos. La relación trascendió a la de un director frente a un personaje. “Logré su confianza con sinceridad, con admiración genuina. Nunca la quise filmar para mostrar miseria. ¡Para eso me voy al Congreso!”, dice, directo como siempre. La historia de María Luisa va más allá de mostrar a una campesina transexual. Es un retrato de una fuerza descomunal y femenina, en palabras del director, que descubrió en ella la que podría ser una radiografía universal. En María hay soledad, dolor, pero también humor, ternura, luz. No fue de otra manera que el proyecto logró mantenerse por seis años. Fue una grabación larga y de mucha paciencia.
Rubén y su equipo se sentaron durante horas con calma en el patio de la casa de María; es decir, en la montaña, a esperar un eclipse, a que se asomara un arcoíris, a que se corriera una nube, a que saliera ese rayo de sol que terminó iluminando sus palabras cuando recordaba los dolores que había sufrido, las ausencias con las que había crecido o las veces que había dejado en manos de Dios el castigo para los que la ofendían. “La fuerza de María está en su alma, en su amor por los animales, en su fe”, dice Mendoza.
María Luisa tiene 45 años y está viva de milagro. Colombia es un país violento con el que piensa diferente o el que se sale de la norma. Su pueblo, conservador y católico, la apartó. Tuvo que marginarse y aferrarse a que ocurriera un milagro. Soñaba que tenía un hijo. “Un niño. ¡Ay, esa es alegría para mí!”, exclama con naturalidad. Pudo ser lo que quiso. En medio de su soledad encontró la fuerza para no quebrarse, para ser digna y valiente en un país en donde ser mujer y campesina es de por sí motivo de exclusión.
Mendoza se mantiene en un cine documental que logra un retrato que supera un simple personaje. Pone frente a la pantalla a personas de intensa humanidad y a través de ellas muestra qué tan cruel puede ser el mundo, pero sobre todo en dónde está la fuerza para no dejarse caer. “María empieza a entender el sentido de la dignidad. Es una persona que estaba convencida de que tenía que avergonzarse por ser lo que sentía, pero que descubre que su historia es valiosa, que su vida importa, que la quieren escuchar”. Y abrazarla. Como si con el contacto se pudiera contagiar algo de la fortaleza de la que está hecha María.
“Mi Dios hizo de todo: feos y bonitos, pero para Él todo es bonito. Para mi Dios somos iguales. Esa es la belleza”, dice ella. Cuando sonríe, casi siempre que habla de Dios, se le forman dos hoyuelos en las mejillas.
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Una señorita que conmovió a Cartagena
Por Juan David Umaña - El ColombianoCon la misma sonrisa y sencillez que mostró ante la cámara, María Luisa Fuentes entró el viernes a la sala 5 del Cineplex de Boca Grande a recibir el aplauso de quienes hacía pocos minutos habían visto Señorita María, la falda de la montaña.
Ella, una mujer que vive en el cuerpo de un hombre, habitante de la vereda Río Arriba del municipio de Boavita, Boyacá, dejó por unos instantes su casa en las montañas para subirse por primera vez a un avión y acompañar al director Rubén Mendoza en el estreno mundial del documental que protagoniza.
Los dos respondieron preguntas, se tomaron fotos con los asistentes y recibieron la gratitud de los espectadores, momento especial para esta película que tardó seis años en terminarse.
¿Cómo encontró la historia de María?
“Mi abuelo era árabe y vivió en Málaga, Santander, muy cerca del norte de Boyacá. Luego, decidió irse de su casa y montó en Boavita una tienda y su propio hogar. Allí cuando lo visitaba con mi abuela hablaban de María, de la señorita, lo que me causó curiosidad. Un día que iba en carro la vi, me detuve y desde ese momento inició el proceso para ganarme su confianza y poder hacer que ella creyera que lo que quería hacer no era para burlarme. Hasta se nos escondió como por dos años (risas). Tiempo después me confesó que nos espiaba desde un árbol cuando íbamos a buscarla y tocábamos la puerta de su casa (risas)”.
¿El documental inicia con la cámara detrás de María, no muestra su rostro hasta después de varios minutos en una escena en la que se está afeitando. Además, durante el documental pasa lo mismo en otras escenas y el final termina con ella de frente al lente. ¿Qué trata de decir?
“No te puedo responder esto como autor porque va con el instinto y no quiero dictarle a la gente las lecturas. Ahora, pensando como espectador, aquellas escenas pueden decir muchas cosas. Primero, y la más sencilla de todas, es que voy a esconder su identidad unos minutos hasta que se afeite. Que uno se sienta viendo una mujer, que es lo que yo siento al verla a ella. Segundo, cuando la conocí era una persona que se escondía, daba la espalda, no quería ver a nadie, se movía de noche y ahora da la cara. Tercero es parte de la labor del cineasta: ir, ver y desaparecer, mientras queda ahí atrás consumida en su letargo”.
En el documental se nota desde el inicio la fe que tiene María, su religiosidad, mientras que usted fortalece su creencia con escenas en la iglesia, en las procesiones de Semana Santa...
“Dios es algo fundamental en ella, es su fuerza, no podría ignorarlo. Yo solo puedo envidiarla y respetarla por eso. Tratar de tapar su fe es como si intentara tapar su cara. Queda muy claro en el documental cuál es la posición religiosa de ella y del pueblo. El documental es un retrato de lo que es María”.
Antes de Señorita María, había hecho la película Tierra en la lengua, donde se muestra a un hombre machista. Con el documental de María se observa un lado más femenino...
“A mi me parece que Tierra en la sombra es también femenina, entre otras porque le están cantando a la naturaleza, a la madre tierra, al valle, que para muchos es el hombre y para otros es al revés. Yo siento que es lo mismo, que estoy mirando algo que me interesa. También pienso es que hay una transformación. Toda mi vida siempre he sido muy sensible con el lado femenino y no solo en el sentido sentimental, es decir el de pareja, sino que también he sido muy cercano a mis abuelas. Ahora con Niña errante, la última película que acabo de hacer, muestro a cuatro hermanas medias atravesando un país de machos. La Señorita María fue como el pivote: qué mejor que una mujer que fue hombre para mostrar un poco lo que siento con una parte de mis sentimientos”.
Ya que nombra a Niña errante, cuéntenos de esos filmes que está terminando o en los que viene trabajando.
“Acabo de terminar el rodaje de Niña errante, una película que tendré lista más o menos en un año y que tuvo un durísimo rodaje de costa a costa, es decir: desde la Costa Pacífica Sur a la Costa Atlántica Norte en la baja Guajira. Pasamos por las tres cordilleras. Un rodaje maravillos y difícil. Por otra parte, tengo un proyecto en el que vengo trabajando que se llama Blanco y otro que en el momento no tiene nombre y se trata sobre un señor que tiene una relación muy especial con los caballos” .
PARA SABER MÁS:
EL DIRECTOR, RUBÉN MENDOZA
Director, guionista y montajista. Egresado de la Escuela de Cine y Televisón de la Universidad Nacional. Dirigió los largometrajes La sociedad del semáforo (2010) ganadora Mejor película en el Ficci 51, Memorias del calavero y Tierra en la lengua (2014), esta última ganadora como Mejor largometraje Competencia oficial de ficción en el Ficci 54 y con la que ganó también como Mejor director en la Competencia de cine colombiano y El valle sin sombras (2015).
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