Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
¡ Feliz Cumpleaños dodo zawzaw !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: Dura realidad: Los cubanos que deambulan por la Calle Ocho de Miami
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 19/03/2017 16:36
calle_8_tienda_de_miami.jpg (780×520)
                                                                                                                                                                                                                                               Una tienda en la calle Ocho, en Miami          
¿Y TÚ QUE HACES AQUÍ?            
                 José Hugo Fernández | Miami |  Diario de Cuba
Un amigo de la niñez en Cuba, que ahora vive en Europa, llamaba mi atención en estos días sobre la notable cifra de compatriotas locos y alcohólicos que se ven al caminar por la calle Ocho de Miami. Me comentaba, medio en broma, que se había sentido tentado a preguntarle a cada uno de esos enajenados: "¿Y tú, qué haces aquí?"

No es difícil conjeturar en torno a las respuestas que darían ellos, teniendo presente, sobre todo, el estado en que se encuentran. Lo difícil es aceptar sin más el supuesto de mi amigo, según el cual todos los cubanos que huyeron rumbo al exterior durante el último despelote migratorio debieron hacerlo motivados por las ganas de prosperar o al menos de cambiar las bases de su existencia.

La verdad es que luego de haber nacido y vivido hasta la adultez bajo las ruedas de ese devastador cilindro que es el totalitarismo fidelista, lo anormal no es que pulule este tipo de cubanos, tanto en la Isla como en Miami, sino que la mayoría de nosotros sigamos siendo normales, más o menos, o pasemos como tales. 

Sin embargo, víctimas ineludibles de aquella máquina de moler cabezas y corazones, hasta los normales nos acostumbramos a ver como normal lo que es anómalo. Y también vemos frecuentemente como anómalo lo que es común y corriente.

Claro que suelen ser corrientes en Miami las historias de paisanos que en Cuba no trabajaron nunca, ni se preocuparon por nada que no fuese sentarse en las esquinas desde la mañana a la noche, a contar chistes y chismes o a discutir sobre pelota. Pero les bastó poner un pie en tierra extranjera para que la fuerza de las circunstancias les obligara a darle un giro radical a ese comportamiento.

Y de igual modo son comunes los casos de otros que no se adaptan a las reglas del juego en el mundo real. Entonces, en lugar de asumir como es debido el nuevo escenario, pretenden ajustar el escenario a las reglas de su malformación. Y como aquí ya todo está inventado, terminan por lo general presos o alcohólicos o locos o queriendo irse de vuelta a su tierra de inmundicias. 

Somos dos caras de la misma moneda, por más que nos pese reconocerlo. Y los motivos por los cuales reaccionamos en forma distinta y a veces opuesta, se relacionan tal vez con las enseñanzas que nos impartieron nuestros padres, a contrapelo de la educación oficial, o con algún que otro legado de antiguas tradiciones familiares, o hasta quizá con el misterio de la memoria genética, pero nada tiene que ver, en modo alguno, con la vana presunción de que somos superiores, humanamente hablando, a esos pobres diablos, locos y alcohólicos.  

A ellos, como a nosotros, no les fue permitido en Cuba, ni por una vez, conocer la felicidad. Y el hecho de que nosotros hayamos dispuesto de una mejor preparación o de mayores recursos espirituales o mentales para enfrentar la tragedia, no nos acredita suficientemente para erigirnos en jueces de los más débiles, y no nos concede patente —porque ningún ser humano la tiene— para mostrarnos despreciativos o indolentes ante su desgracia, que también es nuestra.

No siempre el derecho legal, o el formal, son suficientes para validar las razones de quien los ejerce. Y menos cuando tales razones, racionales o no, contrarían el derecho de las personas a la vida, por más anormal que sea su estado.

Por lo demás, a nadie debería sorprenderle que ante la pregunta: "¿Y tú, qué haces aquí?", alguno de esos enajenados de las calle Ocho respondiera: "Lo mismo que tú, huyendo de la catástrofe, pero inútilmente, pues llevamos la catástrofe por dentro".
  
img-20120426-002241.jpg (1568×1168)
 
Vía Diario de Cuba     


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados