El periodista independiente Iván García denuncia el proceder de agentes de la seguridad cubana que han intimidado a otras tres personas en busca de "pruebas" para incriminarlo.
Iván García, periodista independiente
Cuando llegó la citación para una entrevista con un oficial de la policía, entre el asombro y la incertidumbre, la familia de la joven pensó que se trataba de un error.
Les llamaremos Kenia, Pedro y Camila. Son vecinos del barrio y prefieren el anonimato. Pedro está jubilado, Kenia es cuentapropista y Camila ya terminó sus estudios.
A Kenia la citaron a una dependencia policial en la calle Finlay, en el Reparto Sevillano, muy cerca de donde radica el cuartel de la Seguridad del Estado cubana conocido como Villa Marista.
“Al llegar, el hombre comenzó a acosarme y amenazarme, diciendo que andaba con extranjeros. Luego quiso recabar información sobre Iván García, ‘connotado contrarrevolucionario al que hace cinco años estamos investigando’. Quería saber detalles de su vida privada, de dónde sacaba dinero para reparar su casa. También, mi opinión sobre su trabajo como periodista independiente. En un momento lo calificó de 'terrorista' y aseguró que tanto él como su madre eran conspiradores. Estaba bajo un estado de shock. Le respondí que él es amigo mío y de mi familia, y si eso que ustedes dicen es cierto, por qué no lo meten preso. El oficial que me entrevistó, joven, antipático y rasurado a lo militar, me respondió que por ahora no tenían pruebas, que contaban con gente como yo para que colaborara con ellos y les brindara más informaciones. Me negué a ser informante”, cuenta Kenia.
Con Pedro fueron más incisivos. “Me acusaron de darle información confidencial a Iván García, les dije que estaba jubilado hace cuatro años. Me amenazaron que podrían abrirme un expediente por colaborar en algunas de las notas periodísticas escritas por Iván. Al terminar la cita, me advirtieron que tuviera cuidado de no decirle nada a Iván, pues 'él puede salir ileso, pero tú, Pedro, viejo así como estás, puedes parar en la cárcel'”.
Sin aportar pruebas, a Camila le levantaron un acta de advertencia por acoso al turismo y prostitución. “No la firmé. Pero me dijeron que si sigo teniendo trato con Iván me van a procesar por prostitución. Me acusaron de proxenetismo y junto con Iván, de controlar a varias prostitutas quienes a cambio de dinero ofrecían datos de su trabajo. Todo eso es una mentira escandalosa. Por miedo, les prometí que borraría el teléfono de Iván de mi lista de contactos”.
A todos les advirtieron que próximamente volverían a citarlos. Les dije que cuando los citaran, me avisaran con antelación, para ir con ellos. Si quieren saber de mí, cítenme, es una bajeza amedrentar a personas inocentes.
En marzo de 1991, cuatro años antes de comenzar a escribir como periodista independiente en Cuba Press, estuve dos semanas detenido en una celda de Villa Marista, sede del Departamento de Seguridad Estado. Me acusaban de 'propaganda enemiga' y no llegué a ser enjuiciado. Pero a partir de 1991, por cualquier motivo era detenido.
Luego de un tiempo sin molestarme demasiado, el 22 de octubre de 2008, mientras en Prado y Teniente Rey un colega colombiano me entregaba unos libros enviados por Ernesto McCausland, prestigioso periodista, escritor y cineasta de Colombia (fallecido en 2012), tanto el colombiano como yo, fuimos detenidos por la policía y montados en un carro patrullero. A él lo liberaron enseguida, pero a mí me condujeron a la unidad de Zanja y Lealtad y durante 11 horas permanecí en un calabozo. Lo conté en Estado de Sitio.
Dos años más tarde, en agosto de 2010, se produciría el primer acoso por parte de la Contrainteligencia Militar. Entonces escribía para El Mundo.es/América, que publicó tres denuncias, la primera se titulaba Citación oficial. Tres años después, nuevamente sería acosado por los servicios secretos. El 18 de febrero de 2013, Diario Las Américas en primera plana publicó "Periodista de Diario Las Américas acosado por el gobierno cubano". A modo de testimonio quedaría este post en el blog Desde La Habana.
La Seguridad del Estado sabe donde encontrarme. Tienen mis teléfonos y la dirección dónde vivo. Espero por ellos.