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General: Alcohol, drogas y reguetón, la opción de algunos cubanos para la depresión
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 19/04/2017 17:49
Alcohol, drogas y reguetón:
Opción de algunos cubanos para evadir la depresión
El sistema implantado por el castrismo es un corsé de hierro que inmoviliza al ciudadano. Las campañas políticas, movilizaciones y la parafernalia propagandística del régimen contribuye a adormecer, adoctrinar y domar a la gente.
 
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 Miles de jóvenes bailan en la playa de Jibacoa, durante el Festival Rotilla
             Martinoticias.com
Habla a una velocidad alucinante, en una jerga que se reinventa cada día en el bajo mundo habanero. Asesina el castellano con frases imposibles de descifrar para alguien que no resida en Cuba. Mientras conversa, mueve las manos como aspas de ventilador. Viste a la moda. Vaquero ceñido al cuerpo repleto de parches, gafas onda retro, zapatillas de puntera afilada y un peinado estrafalario, con el pelo teñido de caoba y una cresta de gallo alisado con un cepillo caliente.

Tatuajes en brazos y piernas. Y con su galimatías verbal, intenta vendernos un análisis en blanco y negro de la vida. Le llamaremos Adrián. Es mestizo y pese a su pinta de alero de la NBA, su 10mo. grado no le alcanza para terminar de leer los subtítulos de los filmes estadounidenses pirateados que los sábados por la noche trasmite la televisión estatal.

Para él, leer libros es cosa de viejos, intelectuales o bipolares. "Leer es desperdiciar el tiempo", dice. Y recuerda la vez que estando en Cuba Sí, prisión de máxima seguridad en la provincia de Holguín, a casi 800 kilómetros al noreste de La Habana, “a un ecobio le pagué dos jarros de leche en polvo y media cajetilla de cigarros Populares para que me escribiera una carta a la jevita”.

Un lápiz o un bolígrafo es un objeto extraño para Adrián. Lo que se le da es el “bisne por la zurda, fiesta y pachanga y cuadrar locas”. La política, el futuro de Cuba y la superación personal, bien gracias. Sus temas de conversación se limitan al fútbol, reguetón, mujeres y cómo hacer dinero en las duras condiciones del socialismo tropical.

Pese a vivir como un gitano, comer lo que aparezca y beber más alcohol del recomendable, confiesa no saber qué es la depresión. “Pa’ escapar, lo mejor es andar volao. Fumarte un prajo de maní, sexo y no estresarte. Total, uno no va arreglar el país”, aconseja Adrián.

Como Adrián, en cualquier barrio de La Habana usted se encuentra con personas que viven en la marginalidad y aseguran que nunca se han deprimido ni han tenido intenciones suicidas. Uno de ellos es Gerald (nombre supuesto).

A sus socios de farándula, los espera a la entrada de la discoteca El Túnel, antiguo refugio antiaéreo reconvertido en centro nocturno en la barriada de La Víbora, al sur de la capital. Escondido en el pantalón lleva dos cajas de ron Planchao, un gramo de melca y varios cigarros de mariguana, “pa’ hacer un yayuyo”. Y añade: “encima porto dos pesetas, pa’comprarme unos tanques y luego ligar una canchanfleta barata. Cuando salgamos de la disco, nos vamos pa’ la playa a descargar y formar nuestra riquera”.

Según Gerald, la mejor opción para alejar la depresión es vivir a toda mecha. “La vida es una sola, asere. No se puede coger lucha. Lo mejor es vacilar, arrebatarse y mucho sexo. Claro que si pudiera largarme de Cuba me iría. Pero en La Habana, Hong Kong o Miami, la ecuación es la misma: la gozadera. Todo el tiempo que puedas”.

Lo que queda del Hombre Nuevo, aquel delirio del Che Guevara y Fidel Castro, es una combinación de zombi con robot, a la cual, si le añades un poco de banalidad, el resultado es un estilo de vida ligero de equipaje, lleno de preceptos machistas y de indiferencia hacia el entorno que le rodea.

Por supuesto, un elevado porcentaje de cubanos se sienten frustrados, angustiados y deprimidos por disímiles razones: desde la falta de futuro hasta la manera de encontrar una estrategia que les permita sobrevivir en el manicomio verde olivo.

El sistema implantado por el castrismo es un corsé de hierro que inmoviliza al ciudadano. Las campañas políticas, movilizaciones y la parafernalia propagandística del régimen contribuye a adormecer, adoctrinar y domar a la gente.

En "Lo importante es recibir ayuda", texto aparecido el pasado 9 de abril en el periódico Trabajadores, el tema de la depresión era abordado. Se ofrecían datos internacionales (300 millones de personas en el mundo padecen depresión y ansiedad, el 16% de los casos en Latinoamérica), pero no se daban cifras nacionales.

Junto a opiniones de cuatro especialistas médicos, se reportaba que en la Isla existen 136 departamentos municipales para el cuidado de la salud mental en el primer nivel de atención, mientras en el segundo nivel cuenta con 17 servicios de psiquiatría en hospitales generales y clínico-quirúrgicos, 15 en hospitales pediátricos y 19 en hospitales psiquiátricos de todo el país.

También se aclaraba que Cuba dispone de un servicio de consejería telefónica, el número 103, que es gratuito, confidencial y anónimo, atendido las 24 horas por un personal calificado que "aún cuando brinda orientación acerca del manejo de las adicciones, un número considerable de las llamadas solicita ayuda psicológica por trastornos depresivos".

“Alarmante. Más del 67% de la población cubana muestra síntomas de ansiedad, depresión y tristeza. Así lo revela un estudio solicitado por la dirección del país al Grupo Nacional de Psicología del Ministerio de Salud Pública ”, escribía Juan Juan Almeida en un artículo publicado el 13 de abril en Martí Noticias.

Conversé sobre el tema con un experto. “Sí, la extensa crisis económica, bajos salarios y un futuro impredecible, deprime a cualquiera. La pirámide invertida en nuestra sociedad, donde algunos profesionales ganan salarios más bajos que los de un basurero, frustra a muchos de ellos que, o dejan de ejercer sus labores y se dedican a oficios mejor pagados, buscan cómo obtener una beca en el extranjero o planifican emigrar de Cuba”.

Un funcionario de salud pública expresa que “además de los factores conocidos que provocan estrés, depresión y un modo de vida poco saludable, hay que hablar del suicidio. La tasa de muertes autoprovocadas en Cuba es la segunda del continente americano y está entre las diez primeras del mundo”.

Las penurias y ajetreos cotidianos no son aconsejables para aquellos cubanos puntuales y formales, que valoran el slogan 'el tiempo es dinero'. El caótico servicio del transporte público, las extensas colas, el desgaste provocado por la escasez de alimentos, la necesidad de alimentar a la familia con al menos dos platos calientes al día, las billeteras vacías o semivacías y, encima, tener que soportar el bombardeo a mansalva de medios informativos que manipulan o desvirtúan el acontecer nacional e internacional, desquicia al tipo más sensato.

A esa realidad, súmele el calor de infarto, ausencia de libertades políticas y vivir bajo un mismo techo con tres generaciones diferentes. Siempre queda la opción de cerrar los ojos y taparse los oídos. Evadir la realidad con ron o drogas y bailar reguetón hasta que amanezca. Como aconseja Adrián.
 
Drogas y reguetón en la noche habanera.
Drogas, sicotrópicos y reguetón forman parten de la vida nocturna habanera. Cada cual consume según las posibilidades de su bolsillo.
Los de cartera amplia como Yosbel (nombre ficticio), músico reguetonero, recorren cada noche diferentes puntos clandestinos de venta en busca de cocaína.

Los precios se han disparado. Si hace un año el gramo de polvo costaba entre 45 y 50 pesos convertibles (cuc), en este invierno tropical, un gramo de ‘melca’ bien puede valer 80 o 100 cuc. Y no siempre se encuentra.

Yosbel suele tener buenos contactos. Pero la policía antidrogas no descansa. Medios oficiales cubanos acaban de informar que en 2012, los tribunales condenaron a 273 personas con penas de 6 a 10 años de privación de libertad, por delitos relacionados con las drogas. Un total de 3,045 kilogramos de sustancias estupefacientes fueron decomisados el año pasado. Según las autoridades, la mayoría era marihuana.

Si un tiempo atrás, en la intercesión de las calles Neptuno e Industria, en la parte vieja de la capital, no era difícil hacer un trato sigiloso en pleno día y adquirir un gramo de cocaína, ahora ya no es posible. Consumidores habituales rastrean el polvo como si en ello le fuese la vida. En La Habana se rumora que muchos de los vendedores de drogas trabajan para la ‘meta’ (policía).

Supuestamente, les permitiría vender a cambio de información que permita atrapar a pejes gordos. La ruta de la droga en Cuba es alimentada por los recalos de pacas de cocaína o marihuana colombiana que llega a las costas debido a accidentes marítimos o el acoso de guardacostas gringos o cubanos a traficantes internacionales.

Ésa es una vía. Pescadores o gente de la zona al chocar con un paca saben, por los altos precios de la cocaína, que tienen un botín en sus manos. Se corren riesgos. Si te atrapan en el trasiego de drogas las sanciones son elevadas.

De 20 a 30 años. Y si eres reincidente cadena perpetua. Pero las carencias materiales y la posibilidad de ganar sumas elevadas de dinero, empuja algunos a intentar colocar drogas en un mercado lucrativo como es el habanero.

También por los aeropuertos cada año la Aduana decomisa una buena cantidad de estupefacientes. Generalmente no vienen destinados al mercado cubano, aún minoritario y poco lucrativo, por el escaso poder adquisitivo y el número reducido de consumidores.

A falta de datos oficiales, se desconoce el real alcance del consumo de drogas en la isla. Aunque no es solo ‘un poco de marihuana’, como señalara el General Raúl Castro en la Cumbre del CELAC, el pasado mes de enero en Santiago de Chile.

Cuba está muy lejos de ser una plaza fuerte en el consumo de drogas duras. Pero existe un sector de intelectuales de calibre y personajes de éxito que son fans de la cocaína. Y la pagan al precio que sea.

Las juergas habaneras no siempre terminan cuando se apagan las luces de las discotecas de moda. Después de bailar reguetón desaforadamente, faranduleros consuetudinarios siguen de farra, tomando cerveza en un café a tiro de piedra del malecón, en las arenas de las playas del este o forman una espectacular orgía con drogas y lesbianas en su propia casa.

A estas personas los cubanos les llaman ‘hijos de papá’. Son jóvenes entre 17 y 35 años, con autos y abundante plata en sus billeteras. Tienen fama de halar más polvo que una aspiradora. Sus padres suelen ser funcionarios de alto rango.

Si el segmento que consume ‘melca’ es de lujo, el de los enajenados por los sicotrópicos y la marihuana es mayor. No es raro que un adolescente no haya probado una vez marihuana, pastillas de parkisonil o metilfenidato, conocido como metil, una anfetamina con propiedades similares a los efectos de la cocaína.

Los precios de sicotrópicos y marihuana varían según la calidad del producto, el lugar y el barrio. Una pastilla de parkisonil o metil te puede costar 30 pesos en un sitio nocturno donde cante algún ídolo reguetonero.

En los barrios del Vedado o Miramar la marihuana y sicotrópicos cuestan a veces el doble que en barriadas marginales de Mantilla o La Corea, en San Miguel del Padrón. Si en La Habana no hubiese una apreciable cantidad de personas enganchadas con las drogas y los sicotrópicos, no tuvieran razón de ser las clínicas para desintoxicarse ubicadas en varios municipios de la ciudad.

Tampoco la campaña propagandística emitida por la radio y televisión nacionales, censurando el flagelo de las drogas. Por supuesto, hay numerosos jóvenes que los fines de semana bailan reguetón sin siquiera tomar alcohol. Pero es cierto que el consumo de estupefaciente y pastillas va en aumento.

Si el fenómeno de las drogas no se conoce a fondo y en toda su dimensión, es por el síndrome del misterio con el cual la prensa estatal maneja ésa y otras noticias sobre la realidad de Cuba hoy. La Habana no es Medellín. Pero los gobernantes no se pueden jactar de que estamos libres de drogas.
 
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Festival Rotilla


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