“Estoy decidida a hacer periodismo en Cuba”
Cubanet conversa en exclusiva con Karla María Pérez González, estudiante expulsada de la Universidad de Las Villas
Pedro Manuel González Reinoso |Cuba|Cubanet
Apresurándome a conocer —y ofrecer el abrazo solidario de este otro expulsado 37 años atrás— a esta muchacha hoy infamada de cuerpo tan menudo, me creo, de buenas a primera, que con el entusiasmo y la torpeza pueda conseguir quebrarla. Nada más lejano de la exactitud: Karla María Pérez González es, a sus 18 años, como esos juncos altos de río que oscilan con las corrientes todo el tiempo, pero jamás —siquiera cuando se reseca el lecho— pueden partir los vientos.
Karla nos esperó paciente en su Cienfuegos natal, inmersa en un neo Club (divisable) del barrio de Punta Gorda, muy cercano al Hotel Jagua. En la zona prohibitiva para cubanos de “apéame uno”, donde nos cruzamos con vehículos antiguos disfrazados de rechupete y turistas esnob desfasados bajo el cambiante clima, había amanecido con sol pero llovía y aventaba a intervalos feroces.
Escogimos conversar allí y no en su casa, porque la joven aspirante a periodista recién expulsada de la UCLV (Universidad Central de Las Villas) por decir con llaneza —a quien pudo interesar— sobre sus convicciones políticas y personales, prefiere el aire libre y el cielo abierto de la poluta bahía cienfueguera a los salones cerrados que nos asfixian. Y adora, por demás, la ubicua transparencia del agua.
Se bañaba feliz en la piscina del club rodeada de amigos, quienes por acompañarla andan desafiando sin miramientos a acuciosos vigilantes. Ninguna de mis milimétricas paranoias pareció importunarles (demuestran estos chicos, que no arriban aún a la veintena, un desenfado admirable).
No precisamos introducción Karla y yo, como tampoco ahondar en lo sabido: que fuera víctima (palabreja aborrecible) de otra treta grosera, desarmable hasta la matriz investida de “democracia participativa” por la FEU (Federación de Estudiantes Universitarios) y otras desorganizaciones comunistoides, para desterrarla del claustro tranquilo en que cursaba el segundo semestre de la única plaza otorgada a su provincia, con el visto bueno (y cobarde) de la rectoría que al cabo fraguó la farsa por inducción olímpica, etc.
Y aunque no se hará firme la separación hasta este lunes 24 de abril a las diez de la mañana en el decanato cuando le entreguen el papel, ya Karla constituye el caso más llevado y traído por las redes mediáticas mundiales, por haber provocado la indignación de intelectuales, académicos y gente ordinaria de toda horma ideológica o pertenencia política, pues como nos es habitual, la prensa nacional no existe ni puede existir para informar al soberano de semejantes desvergüenzas. Mucho menos abrir somero debate público. Así que me atrevo apuntar que el 80 % de los cubanos absortos en la miseria de sus lentos días junto al suelo, nada saben de la estelarizada Karla.
En uno de los momentos más reveladores del proceso para su expulsión, nos cuenta Karla cómo fue llamada a la facultad a fines del 2016 para conversar con el agente del DSE (Departamento de la Seguridad del Estado) encargado en velar por la “rectitud revolucionaria” de los estudiantes. Obedecía claramente a la calcada consigna fidelista —y resumida en el exergo de— “conmigo o contra mí”. Karla, que no conoce del miedo en el medio y sabe precozmente de qué habla, explicó al oficial, obstinado en recordarle debida gratitud a la orden suprema tributaria, sobre puntos de vista y comprometimiento militante con el Partido Somos+ que fundara Eliécer Ávila.
La sola aceptación de estos preliminares más la mención del ingeniero que pasó página desde su ciber-cuartel en la UCI (Universidad de Ciencias Informáticas) con argumentos templarios a Ricardo Alarcón hace una década, pudo haberla arrancado de raíz sin otros admitidos. Pero no fue así. La espontaneidad corajuda manifiesta despertaba en el agente apetencias sombrías, quien suplió con cordialidad la ira que suele desencadenarse—con apego a los manuales de instructivos—sin exteriorizaciones.
La clara “declaración”que pareció no enfurecer en el acto al inquisidor, le cambió de actitud un mes más tarde cuando la presionó con correos y llamadas telefónicas apelando al chantaje de entregar sus conversaciones “privadas” al rectorado, y registrarlas (como si ya no lo estuvieran) en expediente policial anexo, a cambio de que “colaborara” con el aparato en forma de doble agente.
Una extraña casualidad quiso que ella y este reportero compartieran un mismo represor salvando las distancias. En 2013 esa persona que no es más que el brazo y el rostro público del oscuro poder, me obligó a asistir a la dirección provincial que combate crímenes contra la seguridad del estado, empleando una burda artimaña denunciada en su momento. Cuando la joven le preguntó el nombre completo, este respondió: “Me conocen por Riverón y eso basta”. Al menos dijo un apellido, pero negándole el resto que aporté yo. Porque es caibarienense el treintañero y su familia vive muy cerca de la mía. Le complementé la suerte de sumisión ciega al dogma, el historial de chapucerías, torpezas y deshonestidades “profesionales” que le desbordan, pero promovido continuamente en un ramo donde no abundan contendientes. Ignoramos el apreciable modus vivendi o las pequeñas ventajas.
El abuso del poder más el desconocimiento legal de los derechos primordiales de los cubanos para defenderse —y cito los que recoge en su letra la impertérrita constitución cubana — ha permitido que el “abogado” del MININT (Ministerio del Interior) Yandry Riverón González, actúe con absoluta impunidad, enmascarando el discutible cariz moral de la institución que “representa al pueblo” y asegura proteger.
¿Qué habría sido de los escritos “traidores” de Karla (Oriana) en el blog del grupo opositor, si hubiese accedido a ayudarle anotándose un tanto con el título de periodista-oficialista que aquel ser omnipotente le otorgaría? ¿Se creerá la burrada de que la muchacha podría comunicarse bilateralmente con coherencia sin levantar sospechas? ¿Alcanzaría la fatalidad de otra Mata Hari, o como se traduce en malayo: sería “ojo del día”? ¿La convencerían en el lavatorio de la necesidad de continuar aparentando —a cualquier precio— “gusana mercenaria” a cambio de la verdad que niegan todo el tiempo en sus vacuos medios desinformativos?
Nunca antes conocí a jovencita tan resoluta e indemne —en un país sin distinción entre legisladores y ejecutivos—ante las miserias constatables del poder rastrero.
Vean y escuchen lo que Karla desea que sepamos acerca de la sopapeada educación “gratuita” y los actuales reduccionismos becarios con el tema “¿nuevo? periodista en Cuba”.
Para los cubanos de dentro: esperen a que este video se redistribuya en el semanal/seminal PKT, para poder apreciarlo con el KMPlayer de sus computadoras. Porque será incluido en las noticias foráneas y los censores apenas lo notarán.