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General: Cubazuela en Venezuela amenaza la seguridad regional
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 09/05/2017 14:25
La injerencia política e intervención militar extranjera en
Venezuela no son posibilidades teóricas. Ya existen; no provienen de Washington, sino de La Habana
 
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Cubazuela amenaza la seguridad regional
            Juan Antonio Blanco | Diario de Cuba
El tema venezolano —como también el cubano— no es exclusivamente un asunto moral por la violación brutal y masiva de derechos humanos. La actuación concertada de ambos países representa una amenaza a la seguridad regional que requiere ser priorizada como tal.

Estamos en presencia de un conflicto interno entre la población y un Estado dictatorial. Pero ese enfrentamiento endógeno se ha internacionalizado por el activo apoyo de miles de asesores militares y de la inteligencia cubanos a los narcopolíticos venezolanos en ese país. A ellos se suma la presencia de otros miles de narcoguerrilleros de las FARC, y la concertación con terroristas islámicos e Irán.

Después del escándalo por tráfico de drogas en 1989, los hermanos Castro decidieron "externalizar" progresivamente los riesgos de seguridad que esa actividad le suponía. Para ello traspasaron esas operaciones y los vínculos directos con otros Estados y grupos terroristas, latinoamericanos e islámicos, al territorio venezolano.

El Gobierno cubano ha implantado un genuino outsourcing del crimen y terror. Venezuela devino en el nuevo Departamento MC de Cuba. Desde allí también —con lo que parecía una fuente inagotable de petrodólares— se conspiró para promover y/o apoyar gobiernos afines a La Habana en el resto del hemisferio y sustituir las instituciones panamericanas por otras antiestadounidenses.

En realidad, la batalla por reelegir —contra la Constitución— a Manuel Zelaya era un conflicto entre carteles por el control de Honduras para el tráfico de drogas hacia EEUU. La expulsión de la DEA de Bolivia  —así como la complicidad de Correa con las FARC, a las que permitió usar su territorio y de las que recibió 100.000 de dólares para su campaña electoral, según los documentos de la narcoguerrilla ocupados a Raúl Reyes—, se hacía agitando banderitas antimperialistas, pero respondían a una oscura alianza continental entre la política y el narcotráfico que se concibió en La Habana y se financió por Caracas.

Castro necesita del régimen venezolano para sobrevivir, no solo por el petróleo y los subsidios, sino por el oscuro flujo multimillonario de recursos provenientes de diversas actividades criminales. Esos no están contabilizados por los expertos y economistas. El centro criminal que genera esos ingresos está en Caracas. Por eso —no por consideraciones ideológicas— es que Raúl Castro no vacila en impartir la orientación a sus títeres venezolanos y asesores en aquel país para que masacren sin titubear a los que pretendan denunciar la naturaleza colonial y criminal de ese Estado. 

El tema cubano-venezolano no resulta secundario, ni puede esperar para atender primero otros focos de amenazas a la paz y la seguridad internacionales. Estamos en el umbral de un importante conflicto regional y toca a los gobiernos democráticos del hemisferio lanzar de inmediato una iniciativa para ponerle coto, comenzando por la retirada de toda fuerza extranjera, militar o de inteligencia, de Venezuela.

General Castro: ¡esos venezolanos asesinados son responsabilidad suya! No lo olvide, porque las víctimas no lo van a olvidar.  
 
JUAN ANTONIO BLANCO
  
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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 10/05/2017 20:05
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          Maduro: '¿Elecciones para qué?'
               Roberto Álvarez Quiñones | Diario de Cuba
La convocatoria de Nicolás Maduro de una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución similar a la de La Habana tiene, entre otros propósitos, oficializar el sueño de Fidel Castro y Hugo Chávez de extender a Venezuela el modelo castrista y oficializar la unión de Venezuela y Cuba como un solo país "revolucionario".
 
Y digo oficializar porque esa unión ya existe. Cubazuela, o más bien Venecuba, pues Venezuela es un país mucho más grande y con el triple de habitantes, funciona hace rato en forma encubierta. La salvaje represión contra los manifestantes venezolanos es dirigida desde La Habana, incluso con la participación in situ de fuerzas especiales del MININT vestidas de civil o con el uniforme de la Guardia Nacional Bolivariana.
 
En Venezuela hay cubanos en los puestos claves del Estado, el Gobierno, las fuerzas militares y represivas, y en la inteligencia y contrainteligencia del régimen, incluyendo la seguridad personal de Maduro.
 
El dictador chavista quiere saltarse las elecciones presidenciales de 2018, desmantelar la Asamblea Nacional y las instituciones del Estado y gobernar igual que Raúl Castro. Es más cómodo y no hay que hacer teatro para aparentar ser lo que no se es.
 
Con la Constituyente los chavistas echan abajo la fachada democrático-occidental que hasta ahora vendían al mundo y se disponen armar un sistema político de "poder popular" de "democracia directa" o "participativa". Así le llaman los marxistas a las dictaduras comunistas pese a que son, precisamente, los sistemas políticos más excluyentes y menos participativos del mundo.
 
Tomemos el caso cubano. No hay votación directa de los ciudadanos para elegir al jefe de Estado y de Gobierno. Las circunscripciones comunitarias en Cuba, parecidas a los Consejos Comunales en Venezuela, están controladas por el Partido Comunista (PCC), que es constitucionalmente la máxima instancia de poder político, por encima del Estado y del Gobierno. Pero la cúpula partidista y su líder nacional (el jefe de jefes de la nación) no son elegidos por el pueblo, y la membresía total del PCC no llega ni al 10% de la población del país.
 
Cuba tiene 11,2 millones de habitantes y de ellos 8,2 millones son adultos. Sin embargo, el PCC tiene solo 720.000 militantes. O sea, el 92,1% de la población adulta cubana no es comunista. El otro 7,9% de los cubanos militantes es el que puede ocupar los cargos públicos del Estado, las Fuerzas Armadas, el dizque Parlamento y todas las instituciones de la nación hasta el nivel de departamento y de sección. No hay jefe de mediana importancia en Cuba que no sea miembro del PCC.
 
En China hay 1.382 millones de habitantes (en 2016) y el Partido Comunista cuenta con 88 millones de miembros. Es decir, el 93,6% de la población china no es comunista. En Vietnam hay cuatro millones de militantes comunistas en una población de 91 millones de habitantes. En la URSS en sus mejores tiempos apenas el 6,5% de la población pertenecía al Partido Comunista.
 
En Venezuela no sería diferente, las últimas encuestas revelan que el apoyo al Gobierno chavista no llega al 20% de los ciudadanos. Ya es sabido que los delegados a la Constituyente serán escogidos a dedo por el Gobierno en los sindicatos y las comunas, controlados por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). En Cuba la actual Constitución la redactó una pequeña comisión escogida a dedo por Fidel Castro. ¿Coincidencia?
 
   Los "soviets" castrochavistas
Vale aclarar que la Constitución cubana fue copiada al carbón de la vigente en la Unión Soviética. Fue así que surgió en las Américas la figura del Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, en vez de Presidente de la República. Todo importado de Moscú. Ese Consejo de Estado, que en la URSS se llamaba Soviet Supremo, en Cuba es "elegido" por los diputados, todos miembros del PCC, que sin chistar deben aprobar para Presidente al jerarca designado previamente por el dictador (Primer Secretario del PCC).
 
Todo esto es una versión nostálgica del "congreso de los soviets" que dio paso al primer país comunista en la historia, hace 100 años. A Maduro solo le faltó lanzar la consigna de Lenin en 1917: "¡Todo el poder a…" las comunas (soviets en ruso) chavistas!
 
O también pudo reeditar la consigna de Fidel en 1959: "¿Elecciones para qué?", luego de haber prometido elecciones generales desde la Sierra Maestra.
 
Como la sobrevivencia del castrismo depende de que el régimen chavista siga en el poder, La Habana insiste a Maduro y su cohorte de criminales que no pueden entregar el poder, porque irán a la cárcel. Que no se rindan aunque haya que masacrar a los venezolanos, cosa que en buena medida ya se hace.
 
Lo que pasa es que esta maniobra llega muy tarde. No solo porque el general Castro se retira como presidente dentro de nueve meses, sino porque tratar de imponer a estas alturas el modelo castrista no es viable por tres factores:
 
el rechazo del pueblo, que ya es casi una insurrección nacional
la devastadora crisis económica, social y humanitaria, la peor de Venezuela en 206 años, solo tiene solución con el fin del chavismo
el fracaso absoluto del castrismo, el modelo a copiar, que convirtió a Cuba en puras ruinas y una cárcel gigante
Además, el régimen de Caracas no es una dictadura tradicional como tantas ha habido en Latinoamérica, ni un régimen estalinista clásico bajo la máscara de una utopía paradisíaca (como la describe el himno La Internacional). Se trata de una pandilla de vulgares delincuentes, criminales, ladrones, y narcotraficantes buscados por la justicia internacionalmente. El de Venezuela es un narcoestado.
 
Con Fidel sepultado en Santa Ifigenia, Hugo Chávez en su tumba del Cuartel de la Montaña (Caracas) y Raúl Castro con 86 años (el mes próximo), cansado y al frente del PCC sin muchas energías, el pretendido modelo social castrochavista está muerto. El discurso hipnotizador tipo Mussolini con el que Fidel Castro engañó a muchos cubanos, a la izquierda mundial y a tanta gente en el planeta, es historia antigua. El populismo de Hugo Chávez, también. Lo que queda es la tiranía químicamente pura, a golpe limpio, tiros, hambre, miseria. Y rebelión popular permanente.
 
La revolución "de los humildes, por los humildes y para los humildes" que vendió el Castro mayor, y que le compró Chávez bien caro, fue otra "Gran Estafa" como la narrada por Eudocio Ravines a mediados del siglo pasado.
 
Por eso es inadmisible el silencio que guarda la mayoría de los gobiernos del mundo, y muchos de América Latina, ante la salvaje represión de las manifestaciones y la violación de los derechos humanos en Venezuela. En la OEA no se acaban de alcanzar votos suficientes para aplicar la Carta Democrática al régimen chavista, o para acordar el rompimiento masivo de relaciones diplomáticas con Caracas, cosa que solo ha hecho el Gobierno de Perú.
 
El Gobierno de EEUU hasta ahora no ha hecho nada en apoyo al pueblo venezolano. Maduro y sus esbirros deben sentir presión internacional y sanciones efectivas. Sus crímenes deben ser denunciados en el Consejo de Seguridad de la ONU, en la OEA, en todos los foros internacionales. La injerencia castrista en Venezuela debe ser duramente denunciada.
 
Y choca sobremanera la posición del presidente español Mariano Rajoy, quien se apresta a realizar una amistosa visita al dictador Raúl Castro, artífice de la tragedia venezolana.
 
En cuanto a la Constituyente madurista la moraleja es clara: copiar la Constitución de otro país no es aconsejable, sobre todo si la original no sirve.
  
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