La realidad de los futbolistas gays, hasta ahora oculta, es un tema cada vez más presente, desde las declaraciones de Griezmann a ser el argumento central de obras como ‘El gol de Alex’, que se representa en Madrid este mes en el contexto del World Pride.
Fútbol y homosexualidad, el gran tabú que empieza a quebrarse
Un equipo de fútbol gay australiano antes de un partido durante la celebracion del Mardi Gras en marzo de este año
Ignacio Gomar - El País “Los futbolistas no salen del armario porque tienen miedo”, respondió sin rodeos Antoine Griezmann esta misma semana en una entrevista a una cuestión que se viene planteando cada vez más ante la ausencia de novedades. ¿Cómo es posible que a estas alturas ningún futbolista se haya declarado abiertamente homosexual? La explicación del astro francés expone una realidad, la de los deportistas de élite que compiten en un entorno marcadamente masculino. Miedo a los insultos, al rechazo de los propios compañeros, en definitiva, a tirar su carrera por la borda por el simple hecho de vivir con normalidad sus preferencias afectivas. Algunos dirán que no hay ningún futbolista gay, aunque la estadística hace pensar que, como en todos los ámbitos, el fútbol también tiene su cuota LGTB. Pasan los años y las conquistas del colectivo gay se amplían. Pero quedan muros por derribar, como la educación desde el colegio, una mayor visibilidad de las lesbianas, y la casi necesidad de que un ídolo de masas del deporte emerja como pionero y héroe de la diversidad sexual. A las puertas de la celebración del orgullo mundial en Madrid, algunas citas del macro evento tienen al fútbol como protagonista. Desde un torneo a una obra de teatro, El gol de Alex, que plantea cómo sería la salida del armario de un jugador famoso y los motivos que le llevarían a no querer contarlo, hasta decidirse finalmente a dar el paso.
Cartel de la obra El gol de Alex
El estreno de El gol de Alex ha coincidido con la entrevista de Antoine Griezmann. Lo primero que llama la atención de la obra es que es una comedia romántica, prueba de que las historias gays hace tiempo que no tienen que terminar en tragedia. Su autor, Antonio Hernández Centeno, es abiertamente gay. La primera pregunta es si esto de los futbolistas homosexuales no acaba de ser una fantasía proyectada de los gais hacia los iconos de la masculinidad de esta sociedad. “Puede haber parte de fantasía sexual, pero el tema es que la homosexualidad en deportes donde la testosterona tiene un peso importante está arrinconada totalmente. Lo que plantea la obra es lo interesante que sería que un jugador con cierta notoriedad diera un paso adelante y dijera que es gay. Serviría para muchas cosas, porque las personas crecemos con referentes que te ayudan a crecer, en aquello que te gusta, en el cine, en la música o en el deporte. SI ves a alguien con una tendencia sexual como la tuya, eso te ayudaría también a dar el paso y vivir tu sexualidad abiertamente”, asegura Centeno. “No estamos diciendo que tenga que salir nadie del armario, ojo”, puntualiza Alejandro Albarracín, protagonista de la obra. “Pero con la cantidad de gente que mueve el fútbol, ayudaría mucho a mejorar las cosas. Sería increíble. Su compañero de reparto y amante en la historia es Pepe Ocio, actor que participa en la serie Las Chicas del Cable, que tiene claro que “es imposible que no haya ningún futbolista gay, por pura lógica debe haberlos.”
La obra narra la relación amorosa que surge entre un delantero conocido y un cronista de deportes, y el punto álgido es el momento en que se plantea la salida del armario del jugador, una recreación ficticia de algo hasta el momento nunca visto. “Si lo hace una superestrella sería menos problemático que si fuese un jugador de un equipo más modesto”, opina el autor. “Futbolistas conocidos por todo el mundo mas deben ser veinte o menos. Pero si el que sale del armario es un jugador que solo lo conoce la gente futbolera, de repente pasaría a ser famoso para la gran masa por algo que no es su juego. ¿Qué pasaría con su capacidad goleadora? Su vida cambiaría muchísimo”. Pero cabe la posibilidad de que no cambiase nada, de que la reacción del público fuese de total normalidad. “Quién sabe, el caso es que sería buenísimo, porque mucha gente aún reacia hacia los homosexuales podría cambiar de opinión al ver que uno de sus ídolos y referentes de masculinidad es gay y no por ello menos hombre”.
El centrocampista del Liverpool Jordan Henderson luciendo un brazalete en apoyo de los
jugadores e hinchas homosexuales durante un partido de la Premier League inglesa en noviembre pasado
Por último se plantea si también es responsabilidad de los propios gays la tradicional brecha entre fútbol y homosexualidad, y si deberían ser ellos los que también se acercasen más al fútbol. “Por supuesto, por eso mi aportación con esta obra. El fútbol es algo maravilloso, y está lleno de belleza, de inteligencia, de momentos artísticos sublimes. La construcción de las jugadas, las tácticas… Pero sí, los homosexuales deberían ser más futboleros”, afirma Centeno, confeso hincha del Celta de Vigo. Pepe Ocio cree que muchos no van porque no se sienten bien recibidos en el estadio. “En un estadio de fútbol el insulto que más se escucha es maricón. Hay un punto casposo aún que tiene que superarse”, sentencia. La comedia, con final feliz, deja un último mensaje. El amor también es un deporte, una competición con mucho que ganar y mucho por perder también. En un momento al final se dice que “hay que apostar siempre por el juego, seguir apostando a pesar de la derrota. El juego es el fútbol, pero también el amor, la vida, donde un empate es un eterno letargo hacia la infelicidad”.
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