DESCANSA EN PAZ
Espantoso asesinato homófobo de un chico de 18 años en Malasia
Una vez más, una de esas noticias espantosas que nos hielan el corazón. Tenía 18 años, y al día siguiente iba a viajar a Kuala Lumpur para iniciar sus estudios universitarios. Un grupo de indeseables, que ya antes lo habían acosado, se cruzó en su camino hace ahora una semana. Lo golpearon, lo quemaron, lo violaron analmente con algún objeto rígido y lo dejaron en coma. Este jueves se ha anunciado su muerte. El odio homófobo se ha llevado por delante la vida de T. Nhaveen.
La brutal agresión ocurrió en la noche del pasado viernes en Gelugor, un suburbio dee George Town (en la isla de Penang, en Malasia). T. Nhaveen había dejado ese mismo día su trabajo en un centro comercial. Al día siguiente se trasladaba a Kuala Lumpur, la capital del país, para iniciar sus estudios universitarios de Composición Musical. Se encontraba tomando algo en una hamburguesería con T. Previin, un amigo, cuando dos de sus antiguos compañeros, que ya lo habían sometido a acoso homófobico, los vieron y comenzaron a molestarlos.
Lejos de cesar su acoso, los dos agresores llamaron a varios jóvenes más, que llegaron al lugar en varias motocicletas y ya fuera del local comenzaron a golpear a los chicos con sus cascos, mientras gritaban insultos homófobos. T. Previin pudo escapar, aunque con fracturas en los huesos de la cara de las que ha necesitado ser operado. T. Nhaveen no tuvo tanta suerte, y los agresores, de edades comprendidas entre los 16 y los 18 años, lo arrastraron hasta un parque cercano y allí se ensañaron con él.
La paliza fue brutal. Golpes, quemaduras en las espalda, una herida sangrante en la ingle… T. Nhaveen presentaba incluso desgarro anal, señal de que sus agresores lo sodomizaron con algún tipo de objeto rígido. Nada se pudo hacer ya por su vida. Cuando fue trasladado al hospital el joven se encontraba en coma, consecuencia de la brutalidad de los golpes recibidos, que le produjeron hemorragias internas en el cráneo y en el abdomen. Este jueves, de hecho, se anunciaba su fallecimiento.
Cinco de los agresores han sido ya detenidos. De hecho, según se desprende de los medios locales que hemos podido consultar, la muerte de T. Nhaveen ha causado un gran impacto en el país por su brutalidad. La ministra de Mujer, Familia y Desarrollo Comunitario, Rohani Abdul Karim, ha declarado, tras entrevistarse con su madre, que es voluntad de su gobierno que los asesinos sean juzgados como adultos, pese a su edad, lo que podría suponer incluso que se les aplicara la pena de muerte.
Malasia: economía emergente… y LGTBfobia política y social
Malasia, una de las economías emergentes del sudeste asiático, es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes. Las relaciones homosexuales, en cualquier caso, son ilegales y se castigan con penas de hasta 20 años de cárcel. De hecho, allá por 2011 nos hacíamos eco de las intenciones de varios líderes musulmanes malasios de endurecer las medidas contra la homosexualidad y en 2015 el primer ministro, Najib Razak, comparaba a las personas LGTB con el Estado Islámico, alegando que carecen de derechos humanos.
La LGTBfobia social y política imperante en Malasia ha llevado, de hecho, a situaciones que rozan el absurdo, y que hemos recogido en esta misma página. El pasado mes de febrero, en un vídeo promovido por el Departamento de Desarrollo Islámico de Malasia, se sugería a los homosexuales que “aprender” a ser hetero es igual que iniciarse en la equitación. Otros ejemplos son el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales; la censura de una escena de La Bella y la Bestia y de una canción de Lady Gaga o la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual. Especialmente preocupante fue lo sucedido en 2012, cuando un joven gay musulmán recibió amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario.
Ante este escenario, podría pensarse que un suceso tan terrible como el que hoy recogemos debería servir de acicate para que el respeto a la diversidad gane posiciones en Malasia. Mucho nos tememos que no será así, a la vista del hecho de que los mismos medios locales y autoridades que han reaccionado con horror ni siquiera precisan que el acoso que el joven sufría era de naturaleza homofóbica.
Esperemos, al menos, que se haga justicia con los asesinos de T. Nhaveen.
Descansa en paz