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De: CUBA ETERNA (Mensaje original) |
Enviado: 28/06/2017 17:31 |
1978: El PRIMER «ORGULLO» DE MADRID
Más de 7.000 personas secundaron la primera manifestación «oficial» de gays, lesbianas y transexuales en la capital
Sara Medialdea — ABC Madrid se «estrenó» oficialmente en la manifestación del Orgullo Gay en junio de 1978. Este fue el primer año en que se produjo una manifestación en la que participaron, según la prensa de la época, más de 7.000 personas -que llegaron a las 10.000, según algunas fuentes-. Convocada por el Frente de Liberación Homosexual de Castilla (Flhoc) -Madrid no era aún Comunidad Autónoma-, tuvo un carácter eminentemente reivindicativo, por un cambio legal que dejara de considerar delito determinadas opciones sexuales.
La fecha elegida no fue al azar: seguía la estela de lo que venía produciéndose en otras ciudades de todo el mundo desde que, el 28 de junio de 1969, se produjeran los incidentes del pub neoyorquino de Stonewall Inn: un local frecuentado por homosexuales que sufrió una redada policial, algo bastante frecuente en la época pero que en esta ocasión culminó con importantes manifestaciones de rechazo en las calles.
Con la caída de la dictadura de Franco, España se fue incorporando a esta ola internacional. En 1977 hubo ya manifestación del Orgullo en Barcelona, y al año siguiente se unió Madrid, además de otras ciudades como Sevilla o Bilbao. En la prensa se registran algunas marchas previas a la de 1978, pero siempre muy minoritarias. Como contaban algunos de sus protagonistas, «íbamos 50, 60 o 70 personas por Preciados y nos decían de todo menos bonitas».
Hasta 1978, en que ya fueron varios miles los reunidos. «No somos peligrosos», se leía en algunas pancartas, mientras otras protestaban porque el Código Penal aún considerara delito ser homosexual, y hubiera presos en las cárceles por esta causa.
Los participantes recordaban años después en la prensa cómo aquello acabó en carga policial, y los travestis y transexuales, a quienes se había querido relegar a posiciones más discretas, no dudaron en ponerse al frente de la reivindicación.
Al año siguiente, se repitieron la manifestación y sus protagonistas, aunque el escenario fue la Casa de Campo. Cuando ya abandonaban el lugar, relataba un teletipo de Europa Press en aquella fecha, «grupos de desconocidos armados con pistolas y porras atacaron a varios de los congregados, uno de los cuales resultó herido de consideración en la cabeza, al ser alcanzado por un objeto contundente».
Los últimos presos por homosexualidad en España fueron liberados en 1979. Pero la batalla legal siguió durante mucho tiempo: en 1988, continuaba habiendo manifestaciones de gays y lesbianas pidiendo una ley contra la discriminación por comportamiento sexual, que incluyera modificaciones de varios artículos del Código Penal.
MADRID CAPITAL DEL ORGULLO GAY 2017
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1977: El día en que la homosexualidad española salió de la clandestinidad para tomar la calle
La marcha por las Ramblas de Barcelona reunió multitud de militantes políticos, no sólo gays y lesbianas, y sufrió la represión de los grises. La homosexualidad formó parte de la Ley de Peligrosidad y Reforma Social hasta el año 1978.
Asistentes a la primera manifestación homosexual en España, organizada por el FAGC el 26 de junio de 1977 Hablamos 40 años después con quienes organizaron la primera manifestación del movimiento gay en España
A los pocos días de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco, una organización clandestina convocó una manifestación en las Ramblas de Barcelona que sería también histórica. Era el Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), que por primera vez en España tomaba la calle para reivindicar los derechos de gays y lesbianas. "Teníamos que conseguir libertad en el momento en que el resto de la población alcanzara libertad", recuerda Eliseu Picó, uno de los fundadores del FAGC. Por eso después de la llamada a las urnas del 15 de junio de 1977, organizaron su primera manifestación el domingo 26.
El movimiento, por supuesto, no nace en ese momento. Desde 1970 se había ido articulando una respuesta a la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que aprobarían ese año las Cortes franquistas. Era una evolución de la Ley de Vagos y Maleantes, que provenía de la República pero a la que en 1954 se incorporó la homosexualidad. En ese contexto se organiza lo que más tarde vendría a ser el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH), y sus impulsores envían primero cartas anónimas a los obispos presentes en las Cortes y más tarde, con el apoyo de la revista francesa Arcadie, hacen llegar a todos los miembros de la cámara información sobre homosexualidad y ley.
"Fue el primer éxito que nos dio coraje para seguir, porque hubo un debate en las Cortes y la ley ya no perseguía a los homosexuales por el simple hecho de serlo, sino a quienes cometieran actos, en plural, de homosexualidad", explica Armand de Fluvià, uno de los impulsores de ese movimiento. A partir de ahí el MELH siguió su trabajo, y en 1972 empezó a publicar una revista, Aghois, que se enviaba por correo desde Francia a los "valientes suscriptores" y pretendía romper con la soledad de los homosexuales.
Si bien las fuerzas del orden no perseguían activamente a los homosexuales de la misma manera que a los militantes políticos, sí había detenciones, y cárceles destinadas a este fin en Badajoz y Huelva. "Básicamente a partir de denuncias de familia y de vecindario", explica Jordi Petit, fundador de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya y más tarde secretario general de la International Lesbian and Gay Association (ILGA). "Ese período significó problemas de autorechazo y autohomofòbia, de no aceptarse, y más en una cultura nacionalcatólica donde la iglesia imponía una determinada moral", apunta. Él mismo aceptó la recomendación de ponerse el silicio para "educar la voluntad".
La represión durante el franquismo, sin embargo, no afectaba de igual manera a hombres y mujeres. "Como siempre, las mujeres tenemos una sexualidad que no es reconocida, que se considera subsidiaria de la masculina, y por tanto en el caso de las lesbianas quedaba todo más escondido, sin nombre, también en cuanto a la persecución, y aún hoy cuesta conseguir la visibilidad lesbiana", apunta Mercè Otero, militante feminista y miembro de Ca la Dona.
La necesidad de salir a la calle En este contexto, el cerco alrededor del MELH se fue estrechando. En 1973 Armand de Fluvià recibió una llamada de alguien que decía que quería recibir la revista Aghois. Reconoció la voz de Vicente Juan Creix, de la Brigada de Investigación Social de la policía, y supo que ya habían descubierto de dónde salía la publicación. "Les dije a los chicos que nos habían pillado y que teníamos que disolver los grupos, y sólo mantuvimos el que editaba la revista, que duró hasta el año 75, poco antes de morir Franco", explica.
Con la muerte del dictador el movimiento hizo un cambio importante. "Si bien el MELH era un movimiento reformista, con muchos de los que éramos y muchos más que reunimos, fundamos el Front d'Alliberament Gay de Catalunya (Frente de Liberación Gay de Catalunya), que era un movimiento revolucionario, con un manifiesto todavía muy vigente que fue la base para todas las otras organizaciones que se formaron después en toda España", explica Fluvià. El cambio de nombre representaba la adopción de una perspectiva antipatriarcal y anticapitalista, y una estrategia frentista, que acabaría llevando el movimiento a salir a la calle.
Eugeni Rodríguez, que fue portavoz del FAGC desde 1985 y hoy preside el Observatori Contra l'Homofòbia, explica el carácter de esta nueva organización: "El emblema del FAGC es muy claro, tenemos el triángulo equilátero invertido, que era el símbolo que se ponía a los homosexuales en los campos de exterminio nazis, para recordar de dónde venimos; tenemos las cuatro barras, porque nos reivindicamos de una tierra oprimida, que es Catalunya; y el puño alzado, porque es una lucha que se hace desde una perspectiva obrera".
El FAGC empezó a salir a la calle para acompañar las otras luchas sociales del momento. La primera vez fue en la manifestación por la amnistía convocada por la Assemblea de Catalunya en 1976. "Salimos con miedo, con una pancarta tapándonos hasta los ojos, y en cambio nos encontramos aplausos en todas partes, ningún insulto ni nada, todos nos aceptaban, y eso nos alentó", recuerda Armand de Fluvià. A partir de aquí el FAGC empezó a hacer acto de presencia en el Día de la Mujer, el Primero de Mayo, en la Diada de Catalunya y mítines por la mayoría de edad a los 18 años o por el derecho al divorcio. Hasta que con las redes de apoyo tejidas con todo tipo de movimientos se vieron con fuerzas para convocar su propia manifestación.
Una manifestación unitaria En la primera marcha por los derechos LGTB que tenía lugar en el Estado, lo que pedía el FAGC, en ese momento todavía una organización ilegal, era la derogación de la Ley de Peligrosidad y Reforma Social, y a pesar de la represión la respuesta fue muy amplia. "La convocaba el FAGC pero nos añadimos enseguida movimiento feminista, movimiento vecinal, sindicatos y partidos, y allá no había sólo militantes políticos y gays y lesbis, también matrimonios y parejas heterosexuales, porque se había contagiado mucho esta lucha antirrepresiva, y la gente respondía", explica Empar Pineda, militante feminista lesbiana y en ese momento dirigente del Movimiento Comunista. "Fue una manifestación muy unitaria y te sentías muy acompañada, y vale la pena recordarla aunque se haga una cada año", añade Mercè Otero.
La marcha subió las Ramblas de Barcelona casi enteras. "No nos lo pensábamos y llegamos casi hasta el final, en la Fuente de Canaletas", recuerda Eliseu Picó. Fue entonces cuando la policía dispersó la manifestación con golpes y balas de goma. "La presencia de los grises hacia la mitad de las Ramblas hizo que la gente se empezara a dispersar, y quien hizo de escudo y nos protegió fueron transexuales y travestis, a quienes no habíamos dejado ocupar la cabecera de la manifestación porque nos preocupaba la imagen", lamenta Pineda. "Las feministas decían que aquello era una caricatura de la mujer objeto y los gays decían que esto nos sacaba la seriedad, sólo después hemos visto que aquello fue un error", remacha Jordi Petit.
Una vez el movimiento tomó la calle ya no paró, y este 1 de julio se celebrará la 40ª manifestación por la liberación LGTBI en la ciudad de Barcelona, que resiste con un fuerte carácter político a la sombra del Pride. Al año siguiente el FAGC sufrió su primera escisión, con la formación de la Coordinadora de Col·lectius per l'Alliberament Gai (CCAG), de carácter más libertario, y las pocas lesbianas que militaban abandonaron la organización para integrarse en el movimiento feminista. Por otra parte, la manifestación de 1978 tuvo réplicas también en Madrid, Bilbao y Sevilla y a finales de ese año se consigue la retirada de la homosexualidad de la Ley de Peligrosidad y Reforma Social.
En 1979 el FAGC convocará la manifestación reivindicando la legalización de las organizaciones gays, que finalmente se conquista en 1980. Desde entonces el movimiento ha tenido altos y bajos con multiplicidad de organizaciones y reivindicaciones, pero todos los que lucharon entonces coinciden en reivindicar la importancia de ese momento histórico y que hoy todavía queda mucho por hacer para combatir la LGTBfobia.
Este reportaje se ha realizado en el marco del proyecto El Fil Rosa. Periodismo contra la discriminación y celebrando la diversidad.
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