Las incógnitas del asesinato de Versace, la herida que no cierra
20 años después del asesinato del diseñador hablamos con su hermana Donatella, con Giorgio Armani y con su expareja Antonio D'Amico sobre los misterios del caso.
Versace fue asesinado el 15 de julio de 1997
GIANNI VERSACE, EL MITO CRECE 20 AÑOS DESPUÉS DE SU MUERTE
"Han pasado 20 años desde la muerte de mi querido hermano. Ese día, al planeta le robaron un artista genial en el pico máximo de su creatividad y mi familia perdió un alma valiente, sin miedo y llena de amor. Gianni siempre me dijo que debía ser fuerte y creer en mí misma. Hace mucho que no está a mi lado, pero todavía sigo sus consejos”, me escribe Donatella Versace.
El 15 de julio de 1997 el mundo de la moda sufrió un terremoto. Andrew Cunanan, un asesino en serie del que la policía estadounidense ya había tenido noticia, acabó con dos disparos con la vida de Gianni Versace a las puertas de Casa Casuarina, su mansión de Miami. Eran las 9:30 horas y el diseñador volvía de comprar la prensa en un local cercano a su residencia llamado News Café, como hacía cada mañana. Poco después, el cuerpo de Cunanan fue encontrado sin vida. Aparentemente, se había suicidado. La investigación posterior reveló que Cunanan, un prostituto muy conocido en la ciudad y autor de otros cuatro crímenes cometidos en las semanas anteriores, había sido el responsable de la muerte del creador. La policía realizó un informe de 700 páginas, con 30 horas de vídeo y más de 1.300 fotografías del caso. Sin embargo, no fue capaz de aclarar el móvil del crimen ni tampoco encontró pruebas de que Versace y su ejecutor se hubieran tratado antes del asesinato. Las preguntas de entonces siguen en el aire: ¿Por qué la investigación se cerró en tan solo cinco meses y medio? ¿Por qué la familia de Versace, sus hermanos Santo y Donatella, dieron por buena la explicación del FBI?
Sentado en una mesa de su oficina en el centro de Milán, con ropa informal y sin perder una pizca del atractivo que enamoró al desaparecido diseñador, me recibe Antonio D’Amico (Apulia, 1959). Lleva dos décadas apartado de los focos. Solo hizo una excepción cuando en 2007 publicó el libro It’s Your Song, en el que contaba su historia de amor durante más de 15 años con el modisto. Su momentánea vuelta a la vida pública fue también su particular vendetta hacia los Versace. Fueron ellos quienes, según D’Amico, le obligaron a dejar la empresa familiar poco después de la muerte del diseñador y a renunciar a la pensión vitalicia de 25.000 euros mensuales y al uso de las casas que Gianni Versace poseía en Milán, Nueva York y Miami y que este le había dejado en el testamento. “Me han tratado de borrar de todos los modos posibles. Pero el tiempo ha pasado y aquí estoy… Sin necesidad de hacerme retoques exagerados”, me dice sin poder reprimir una carcajada irónica.
—¿Por qué la familia Versace mostró esta actitud contra usted? ¿Cómo era su relación con ellos? —Sinceramente, nunca me sentí rechazado. Yo era un empleado de la sociedad, era afectuoso con sus sobrinos. Era la familia de Gianni, pero también la mía. Los problemas aparecieron cuando él murió y el notario me llamó también a mí. Todo lo que vino después fue una sorpresa amarga.
—¿Se arrepiente de haber renunciado a la herencia? —Si volviera atrás, lucharía; pero en aquel momento no era capaz de entender nada, estaba hecho polvo, tenía miedo. Hoy no lo haría, pero no por avaricia, sino por una cuestión de principios.
A pesar de que ha pasado mucho tiempo, la herida, asegura, continúa abierta. “He necesitado ocho años para recuperarme. Si en ese momento hubiera muerto yo también, no me habría importado...”, susurra. Pocos días antes del quinto aniversario de la muerte de Gianni, un cóctel de fármacos le llevó a un hospital milanés. Fue entonces cuando decidió abandonar Milán y refugiarse en una casa cercana al lago de Garda. Un pozo del que solo consiguió sacar la cabeza cuando hace 12 años conoció a otra persona “excepcional”. “Encontrar a alguien a quien amar me ha aliviado el dolor de alguna manera —asegura con una media sonrisa—. Pero incluso ahora, 20 años después, pienso en Gianni todos los días”.
Durante nuestra conversación, D’Amico no pronunciará nunca la palabra muerte, asesinato o crimen. Tampoco el nombre de Donatella, a quien se refiere continuamente como “la hermana” o simplemente “ella”. “Cuando sucedió, escuché de todo y llegó un punto en el que me enfadé. ¡No sabéis quién era Gianni, hacéis conjeturas que no tienen nada que ver con la realidad! —exclama visiblemente molesto—. Su hermana sí estaba en ese mundo turbio. Gianni no”.
UN CRIMEN SIN RESOLVER Andrew Cunanan (California, 1969) tenía una personalidad camaleónica. Era una especie de doctor Jekyll y señor Hyde. Así lo definieron todas las personas de su entorno que fueron interrogadas por la policía de Miami. Hijo de un inmigrante filipino y una italiana, con apenas 18 años huyó al país de su padre para escapar de las deudas. De vuelta a EE UU comenzó a trabajar en un restaurante en San Diego. Le gustaba inventarse vidas paralelas con las que encandilar a los hombres ricos y poderosos con los que mantenía relaciones sexuales a cambio de dinero. Cuándo y por qué dio el paso de chapero de poca monta a asesino en serie es algo que todavía hoy nadie ha conseguido explicar.
El 25 de abril de aquel año había matado en Minneapolis a un antiguo cliente, Jeffrey Trail, exoficial de la marina americana. Cuatro días después, disparó contra David Manson, un famoso arquitecto que había sido su amante. De allí se dirigió a Chicago, donde acabó con la vida del promotor inmobiliario Lee Miglin. Y pocas fechas después repitió su trágico ritual contra un vigilante, William Reese, a quien le robó la furgoneta con la que condujo hasta Miami, donde acabó asesinando a Versace.
Ocho días después, Cunanan apareció muerto en una casa flotante, propiedad de Matthias Ruehl (un pequeño delincuente local de origen alemán), donde se había escondido para huir de la policía. Según el informe policial, se había pegado un tiro en la cabeza con la misma arma que había utilizado contra Versace. Para entonces, las cenizas del diseñador ya habían sido enterradas en la casa familiar a los pies del lago de Como.
La investigación de la policía de Miami insinuó que el asesino habría conocido a Versace en una discoteca gay de San Francisco años atrás. Incluso se creyó que el joven californiano podría haber descubierto que tenía sida poco antes del asesinato. Sin embargo, la autopsia al cadáver de Cunanan lo desmintió.
Descartada la venganza y el robo como móviles —Versace llevaba encima 1.200 dólares en efectivo que aparecieron junto a su cadáver—, la policía consideró otras hipótesis, como que el asesino hubiese sido contratado por una tercera persona o que se tratase de un desequilibrado que solo quería hacerse famoso. Cinco meses y medio después del suceso, Richard Barreto, el jefe de la policía de Miami, concluyó que el asesino había actuado solo y reconoció que no habían sido capaces de descubrir la causa del crimen.
La casa flotante fue adquirida después por el productor y empresario italiano Enrico Forti, conocido como Chicco, con la intención de rodar un documental sobre la muerte de Versace. La película, La sonrisa de la Medusa, que fue emitida por las televisiones públicas italiana y francesa, cuestionaba la investigación llevada a cabo por la policía de Miami y aseguraba que Cunanan había sido asesinado en otro sitio y su cuerpo, ya sin vida, transportado a la casa. El documental ponía al descubierto la corrupción existente dentro de la policía y las instituciones locales, que estaban muy preocupadas por cómo el suceso podría afectar al turismo y a la economía de la ciudad. Tres meses después de la emisión, Forti fue acusado del asesinato de Dale Pike, hijo de Anthony Pike, propietario del Hotel Pikes de Ibiza. A pesar de que no existían pruebas, Chicco Forti fue condenado a cadena perpetua en una cárcel de Florida en el año 2000.
“Seguramente fue a meter la nariz en una cuestión más grande que él”, me dice D’Amico sobre el caso Forti. La rapidez con la que la policía cerró la investigación y el poco interés de la familia del diseñador por ir más allá le enfadaron profundamente. “Estoy convencido de quién fue la persona que mató a Gianni, pero todavía no sabemos quién ordenó su asesinato —asegura—. He tenido siempre mi teoría, pero, como no hay pruebas, no puedo decir lo que realmente pienso. Lo que es completamente falso es que Gianni le conociera de antes”, dice tajante.
—¿Por qué la familia no ha querido continuar con la investigación del caso?
—Porque probablemente no les interesaba. Digámoslo así.
LA SOMBRA DE LA MAFIA El crimen ha inspirado cientos de teorías y varios libros. Uno de los más polémicos fue The Spying Game, escrito por Frank Monte, quien aseguraba haber formado parte de la seguridad personal de Versace y afirmaba que tras la muerte de este se encontraba la mafia italiana.
Según el escritor, Johnny Gatto, un amigo íntimo de Paul Bec, el marido de Donatella Versace, habría exigido a la familia cinco millones de dólares para no hacer públicos unos documentos en los que se reflejaba cómo Versace utilizaba su red de boutiques para reciclar dinero negro procedente del crimen organizado. Gatto murió atropellado por un autobús en el centro de Milán en 1996. La familia Versace interpuso una demanda al escritor y consiguieron parar la publicación del libro. Además, Monte fue condenado a pagar 600.000 euros por difamación.
Versace fue asesinado para saldar las cuentas pendientes que había contraído con los padrinos de la ‘Ndrangheta”. Eso es al menos lo que aseguró en otro libro Giuseppe Di Bella, un pentito (mafioso arrepentido) que se dedicaba a gestionar una red de extorsiones a empresarios y participaba activamente en el tráfico de armas y drogas bajo las órdenes del capo Franco Coco Trovato.
Estas declaraciones fueron confirmadas más tarde por Filippo Barreca, otro arrepentido de la organización criminal y colaborador de la Justicia. Barreca afirmó que el diseñador mantenía una relación estrecha con dos de los más importantes capos de la ‘Ndrangheta, Franco Coco Trovato y Paolo De Stefano. “Entre nosotros se decía que Coco Trovato daba dinero a Versace para ‘limpiarlo’, para blanquearlo. Eso no significa que Versace supiera de dónde venía el dinero que recibía, ni siquiera que su amigo Coco era uno de nosotros, de la ‘Ndrangheta”.
Y no solo dinero. También obras de arte y cuadros de Dalí o Picasso… De hecho, en 1992, la Fiscalía de Milán requisó a la familia Versace un cuadro y varios bienes arqueológicos de la época grecorromana de los que el creador no pudo justificar su propiedad. En 1996, la policía financiera italiana descubrió numerosas irregularidades fiscales en las cuentas de la familia. También, que se habían ingresado 20 millones de dólares en el seguro de vida del diseñador a favor de sus herederos. Y todo eso tan solo un año antes de su desaparición. Lo cierto es que Versace nunca estuvo investigado por colaborar con la mafia y la familia ha ganado en los tribunales todas y cada una de las demandas que ha impuesto para limpiar el nombre del diseñador.
“En un país como Italia parece que si uno es del sur y tiene algún problema seguro que está en medio la mafia. Son absolutas tonterías. Como la historia de que no estaba realmente muerto. Versace antes de dejar la empresa en manos de Donatella habría venido del más allá”, me dice Giusi Ferré, una de las más importantes gurús de moda transalpinas y amiga del diseñador desde los años setenta, “casi en la prehistoria”.
DONATELLA, LA HEREDERA El 23 de julio, el funeral del diseñador en el Duomo de Milán reunió a los nombres más conocidos del mundo de la moda, la cultura y el espectáculo. Diana de Gales, quien perdería la vida pocas semanas después, se sentó en primera fila junto a Sting y Elton John. “Fue completamente exagerado. Había gente que buscaba el puesto en primera fila, como si fuera un desfile. Recuerdo a Armani, con el que siempre existió una especie de rivalidad, muy afectado”, comenta Ferrè.
“La mentalidad italiana se alimenta de contradicciones. Armani y Versace encajan en este juego, empezando por nuestros apellidos: uno al comienzo del alfabeto y otro al final —asegura Giogio Armani—. Nuestros estilos fueron también opuestos en el espectro: uno minimalista y otro exuberante, lo cual ayudó a definir dos filosofías claramente distintas. De hecho, no nos conocíamos bien, solo coincidíamos en ocasiones oficiales, y lo que sabíamos el uno del otro era gracias a la prensa. Aunque nunca lo llegamos a admitir, manteníamos una curiosidad por el otro, y al final de cada desfile preguntábamos: ‘¿Qué ha hecho Versace? ¿Qué ha hecho Armani”.
Para la periodista y amiga íntima del diseñador, Versace tenía dos cualidades que le hacían único: no seguía las tendencias, “que es lo que tiene que hacer un gran talento”, y era capaz de reinventarse con cada colección. “No creo sinceramente que tenga herederos. Galliano me recordaba un poco a él. Y entre los italianos, Fausto Puglisi, por eso Donatella no lo soporta. Es una mujer muy complicada”.
La relación entre Gianni Versace y sus hermanos vivió muchos altibajos. Cuando en 1996 al diseñador le fue diagnosticado un cáncer de oído, decidió hacer un testamento y nombrar heredera a la hija de Donatella, Allegra, quien entonces era menor de edad. La colección de arte fue a parar a su sobrino Daniel. El testamento no nombraba a Donatella ni a Salvo.
En los próximos meses, Versace —y con él todos los interrogantes que rodean su desaparición— revivirá en el cine y la televisión. Antonio Banderas se pondrá en la piel del diseñador en un biopic dirigido por Bille August. Además, la serie American Crime Story dedicará su tercera temporada al caso con Penélope Cruz como Donatella y Ricky Martin en la piel de Antonio D’Amico. Quien fuera pareja y mano derecha del genial diseñador durante casi dos décadas no esconde su desconfianza hacia el proyecto. “Creo que cualquier cosa que hagan será una basura”. Y no quiere despedirse de mí sin resaltar que dos décadas después de la muerte de su pareja son más las incógnitas que las certezas. “Todavía no sabemos lo que pasó —insiste D’Amico—. Por lo tanto, para mí, el caso no está cerrado. Y estoy seguro de que, antes o después, la verdad saldrá a la luz”.
GIANNI VERSACE, EL MITO CRECE 20 AÑOS DESPUÉS DE SU MUERTE Rafael Muñoz — Han pasado veinte años de su muerte, dos décadas en las que la casa que fundó en 1978 ha vivido momentos dulces y agrios. Gianni Versace murió asesinado por Andrew Cunanan el 15 de julio de 1997. El diseñador recibió dos disparos en la cabeza en la puerta de su mansión de Miami, Casa Casuarina cuando tenía 50 años. Había hecho testamento en 1996, después de que le detectaran un cáncer de oído. En dos folios dejó claro a quién quería y a quién no.
Sentía pasión por su sobrina Allegra, a la que llamaba 'la mia principessa'. Fue la hija que nunca tuvo y su principal benefactora: tan solo tenía 11 años cuando se convirtió en una rica heredera. Gianni le dejó una gran fortuna, el 50% de la empresa y tres mansiones situadas en el lago Como, Nueva York y Miami.
El 30% de la empresa recayó en su hermano Santo y el 20%, en Donatella que además gestionó la herencia de su hija hasta 2004, cuando Allegra cumplió 18 años.
El diseñador dejó su colección de arte, con cuadros de Léger y Picasso, al hermano de Allegra, Daniel. Y a su novio, Antonio D´Amicco, le dejó una mensualidad de 33 mil euros y la opción de quedarse el tiempo que quisiera en varias de las casas que Gianni tenía .
Allegra ha mantenido una actitud discreta en todos estos años y tan solo ha sido noticia por sus problemas de salud. Su madre ha contado que ha tenido que estar en tratamiento para superar la anorexia y ahora parece vivir una nueva, y saludable, etapa en su vida.
Contra todo pronóstico, no ha querido dedicarse a la moda y vive en Los Ángeles. Ha estudiado Historia, Francés e Interpretación, porque su sueño es ser actriz. De la medusa se ha encargado su madre.
Donatella ha logrado mantener en pie, haciendo a veces difíciles equilibrios, la empresa familiar, una de las más importantes y representativas de Italia. Es vicepresidenta del consejo de administración y directora creativa de la firma. Se encarga de las colecciones de prêt-à-porter y alta costura y ahora, de nuevo, de la línea Versus.
Versus la creó su hermano para ella en 1989 y Donatella la mantuvo hasta 2005, cuando tuvo que cerrarla. Cuatro años después la reflotó con la ayuda del diseñador Christopher Kane. Kane estuvo tres años y luego llegó Jonathan Anderson que se mantuvo hasta 2013. En diciembre de ese año se contrató a Anthony Vaccarello y Versus volvió a tener éxito llegando a desfilar en la semana de la moda de Nueva York con una colección see now, by now. En estos años ha contado con colaboraciones especiales que han hecho colecciones cápsula. Entre ellos, estrellas de la música como M.I.A. y Zayn Malik o de la moda, como Bella Hadid.
La Medusa casi se ahoga en un mar de números rojos en la década del 2000 el destino cambió su suerte con la oferta de H&M para hacer una colección cápsula. Fue en 2011 y tuvo un gran éxito. Tanto ,que meses después la casa volvía al calendario de la alta costura, y el rojo dejó de ser tendencia. Los Versace mantienen el 80% de la empresa desde 2014, año en el que Blaskstone, el mayor fondo de inversión del mundo, se hizo con el 20%.
Tras años de bonanza parece que las cuentas empiezan a dar quebraderos de cabeza a Donatella. Su casa cerró el ejercicio de 2016 con un aumento de los beneficios pero no los suficientes para cubrir los gastos ocasionados por la expansión de Versace y Versus en Asia y Norteamérica, y con la apertura de un gran número de tiendas en todo el planeta.
En el documento mercantil de la empresa se dice: "El año 2016 ha significado un paso positivo en términos de facturación, un 3,7%, pero no es suficiente para absorber totalmente lo invertido en el desarrollo de la red y los costes no recurrentes relacionados con cambios en la organización”.
Versace fabrica, distribuye y vende distintas líneas: prêt-à-porter, alta cotura, una línea infantil, Versus, joyas, objetos para el hogar, gafas, relojes, perfumes… Tiene 200 tiendas y está presente en cerca de 1500 espacios multimarca. Además tienen el lujoso Palazzo Versace, un hotel-spa con sucursales en distintas partes del mundo, como Australia y Emiratos Árabes.
Donatella lucha para mantener su casa a flote y cuenta con la ayuda de sus incondicionales amigos, gente tan influyentes como el diseñador Riccardo Tisci, que la contrató como modelo para Givenchy, la actriz Angelina Jolie y cantantes como Jennifer López o Beyoncé. Versace arrasa en las alfombras rojas con sus espectaculares vestidos de diosa, es símbolo de poder y de lujo. No es casualidad que dos mujeres, con un pasado que marcaba su presente y del que querían desprenderse, escogieran esta firma para el momento más importante de sus vidas.
Una es Camilla Parker Bowles. La otra, Caitlyn Jenner. Carlos de Inglaterra hizo pública su relación con Camilla en el año 2000, meses después de que su madre la reina Isabel II la recibiera en palacio y tres años después de la muerte de Diana. Ese día Camilla se dejó ver junto al príncipe Carlos con un vestido blanco de Versace.
También de blanco y también de Versace era el vestido que llevó Caitlyn Jenner para recoger el 'Premio Arthur Ashe al Coraje' en la ceremonia de los ESPY awards de 2015. Ese día mostró al mundo su feminidad, enterró al hombre que una vez vivió dentro de su cuerpo y ofreció un discurso sobre tolerancia y respeto que emocionó a todos los asistentes y se hizo viral en cuestión de minutos.
De Versace era el vestido que Penélope Cruz llevó en 2007 a la gala de los Oscar.
Un diseño que encumbró a la actriz en las listas de la elegancia y en 2010 se coronó a la española ‘la mejor vestida en veinte años’ por ser la que mejor había representado “el estándar de la moda de los Oscar”.
Penélope , que mantiene una estrecha relación con la firma, es una de las protagonistas de la serie que se ha rodado sobre el asesinato de Gianni Versace. Interpreta a Donatella, a la Donatella de 1997, antes de que su rostro se transformara por completo por la cirugía estética. Algo que lo que se mofan cómicos como Virginia Raffaele en la televisión italiana.
La serie y el libro que Donatella, que tiene 62 años ha escrito sobre su vida pronostican la llegada de una nueva versacemanía. Veinte años después de morir Gianni, su medusa vuelve a mover sus tentáculos, ¡y con más rabia que nunca!
SORAYA MELGUIZO — RAFAEL MUÑOZ
Gianni Versace, con Liz Taylor, una de sus musas
Fuente Vanity Fair & RTVE |