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De: CUBA ETERNA (Mensaje original) |
Enviado: 15/07/2017 15:35 |
Hemos pasado la tarde con Álvaro, un brasileño de 45 años que ejerce la prostitución y que nos cuenta en primera persona lo que se siente y cómo ha evolucionado el trabajo.
NUEVOS DATOS OFICIALES La prostitución masculina desde dentro: "No soy chapero, soy escort"
Adrián López - El Confidencial Es brasileño, tiene 45 años y escort. Lleva diez años en España, y ha decidido hablar con nosotros con la condición de salvaguardar su anonimato. Le llamaremos Álvaro, como él mismo ha decidido. Cuando muchos imaginan el mundo de la prostitución masculina, piensan en hombres fornidos, musculados, atractivos... Pero nos encontramos ante un hombre normal: alto, delgado y vestido en chandal, muy de estar por casa. Para nada el estereotipo de trabajador del sexo que muchos tendrían en mente.
Juan Moreno, un integrador social que trabaja en la ONG Imagina Más, nos ha puesto en contacto con él. Acudimos a su domicilio en pleno centro de Madrid, cerca de Callao, porque además Juan debía entregarle unas cajas de preservativos para repartir en las saunas. Contactar con él no ha sido fácil, sus horarios no están estipulados y casi nunca sabe cuando podrá: "Este trabajo es lo que tiene, que no sabes cuándo puedes quedar con amigos o hacer planes", nos comenta. Cuando nos ha recibido en casa, ha sido muy hospitalario y ha intentado en todo momento que nos sintiéramos cómodos. Tiene una casa muy ordenada con cocina americana y una habitación con un armario empotrado enorme. Álvaro nos sienta en su cama para comenzar la entrevista; a Juan lo tenemos apoyado en una mesa donde destaca una corona con plumas.
Hay meses que he podido ganar entre 3.000 y 5.000 euros y otros casi nada, por lo que el mes que es mucha cantidad lo tengo que administrar bien
Nada más aterrizar en nuestro país, estuvo 8 meses trabajando en un restaurante sin papeles, pero tras una demanda tuvo que dejarlo. Una noche de lujuria fue a una sauna para divertirse (locales exclusivos para hombres donde puedes tener relaciones, tomar algo, ver cine X...) y le confundieron con un escort. Él prefiere llamarlo así, "el término chapero no me gusta", nos comenta. Allí, le preguntaron cuánto cobraba -aunque nunca lo había hecho- y confiesa "no fue fácil", al verse necesitado y sin trabajo, aceptó y ahí comenzó todo. La mayoría de los hombres que trabajan en las saunas madrileñas son latinoamericanos (53,9%), sobre todo brasileños (25,3%). Después, españoles(13,6%), rumanos y búlgaros (13%) y africanos (15.6%); del 3.9% restante se desconoce su cuya nacionalidad. La edad de los hombres atendidos en estos locales se concentra entre los 25-35 años (81%), 18-24 años (18%) y por último 36-45 años (1%), según datos del área de gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo del Ayuntamiento de Madrid.
Cuando comenzó su andadura en el difícil camino de la prostitución vio que "la cosa era muy difícil". No encontraba trabajo en otros sitios, y sin papeles era imposible cerrar un contrato. "Empecé a depender de ese dinero al que llaman fácil, y al haber tanta competencia busqué una franja en la que apenas había otros chicos para que me salieran clientes. Así que decidí hacerlo por la noche, donde tampoco había mucha gente, pero los que estaban me los llevaba yo", asegura.
Sus primeros anuncios los puso en chueca.com y fue creándose una clientela. Tuvo que organizarse con sus compañeros de piso para cuadrar y poder tener sus citas en casa. Ahora lleva 8 años solo y trabaja en su propio domiciliocerca de Callao dando diferentes tipos de masajes, que se adaptan al cliente y sus petición particulares.
"Antes la gente sí acudía a tener sexo, pero ahora se lo piensan dos veces, ya que prefieren gastar su dinero en sus necesidades básicas. La crisis la hemos sufrido todos. Hay meses que he podido ganar entre 3.000 y 5.000 euros y otros casi nada, por eso cuando es mucho debo administrarlo bien".
El público que utilizaba sus servicios era principalmente gay, pero con las crisis, y tras disfrazarse en el Orgullo Gay en 2009 de transformista por primera vez, su clientela creció notablemente. "No lo tenía pensando, simplemente surgió. Tras ese día puse anuncios para heterosexuales y bisexuales y me empezaron a llamar. Mi nombre para ese personaje es Samantha, y desde entonces me he ido olvidando del público homosexual yme centro en el hetero".
Redes sociales Este escort culpa también a las aplicaciones móviles y páginas de internet de la disminución del trabajo. El sexo es más accesible, los precios han bajado y los trabajadores sexuales tienen que esforzarse más por encontrar su público. Normalmente, Álvaro no elige a sus clientes en la primera toma de contacto, pero si no le ha gustado o se ha comportado mal y le vuelven a llamar, prefiere que no haya una segunda cita.
"Me gusta estar con personas mayores o discapacitados. Ellos tienen susnecesidades sexuales igual que los demás. La gente piensa que por estar en una silla de ruedas o en una cama no tienen ganas de sexo, y no es así. Todos las tenemos. Los más jóvenes buscan dinero fácil y solo piensan el cliente para el momento. No se fijan en el futuro y en que ese cliente quizá algún día, si has trabajado y comportado bien, quiera repetir. Los de 20 años son los peores, son unos maleducados y no saben comportarse; ante todo hay que tener una actitud correcta. Hay muchos que se pelean entre ellos por conseguir un cliente, y estos no son de nadie, son ellos los que eligen, no tú. Algunos roban, sobre todo en las saunas, y por su culpa muchos tenemos la lacra de ladrones, pero no es así", explica
"Hace poco he estado dos semanas con un hombre de Dubai que me arregla el mes, sus peticiones son un tanto inusuales y siempre voy transformado de Samantha, pero con lo que me paga podría tirarme varios meses sin trabajar, así que decir no es imposible", asegura.
Soledad Estos últimos días se ha hablado mucho en la prensa sobre la soledad gay. Álvaro asegura que la padece muchas veces. "Quedas con mucha gente pero no puedes enamorarte, estás completamente solo. Tener pareja es imposible, el 90% de las que he tenido también se dedicaban a esto y al final no sale bien, y cuando te presentan a alguien y te preguntan a qué te dedicas, la mayoría no quiere saber más por sus prejuicios: masajista y brasileño, mal. Así que al final no salgo y estoy en casa sin hacer nada".
Álvaro se ha convertido en toda una referencia para otros escorts más jóvenes. Le tienen respeto y le piden consejo cuando tienen dudas sobre sexo,relaciones o métodos anticonceptivos, y por eso colabora con la Asociación Imagina Más, una ONG que tiene como objeto principal trabajar en la salud, educación, formación, prevención, reducción del estigma y discriminación, exclusión social y laboral, así como fomentar la igualdad y diversidad principalmente en los colectivos más vulnerables.
Su función se llama educador de pares (figura de educador con componentes semejantes al público al que ayuda), por lo que reparte condones, aconseja y deriva los problemas más graves de los chicos a la asociación. Además, suele acoger en su casa a algunos hombres que lo necesitan. "A veces unos días y otros unos meses, depende, les dejo estar aquí sin pagar nada, solo por ayudarles, y porque si no al final querrían tener derechos sobre la casa, y eso tiene que quedar claro que es mía", explica
Asimismo suele acercarse a los locales nocturnos para dar profilácticos a los chicos, la mayoría latinoamericanos, un total del 79%, un 37% más que el año anterior, procedentes de Brasil, República Dominicana, Venezuela, Cuba y Colombia. Los siguientes son los españoles con un 14,29%, aumentando tres puntos en cuanto al año anterior. En relación a la edad de los hombres atendidos en locales, casi la totalidad tiene una edad comprendida entre los 25-35 años (93%), seguidos de los de 18-24 años (7%).
Hay muchos chicos que trabajan en pisos independientes y que pagan parte de sus beneficios al casero o donde estos saben de las actividades de sus inquilinos y aunque no se lucran directamente de ellos, se aprovechan y les cobran más por ejercer dentro de sus casas. En los pisos privados, en 2016 ha descendido el número de hombres procedentes de Latinoamérica (38,74%), aunque dentro de este grupo destaca el aumento de los hombres procedentes de Venezuela, seguidos de españoles (19,08%), países africanos (1,49%) y un grupo de nacionalidad desconocida (40,69%).
Recurso residencial de Imagina Más La asociación presentó varios proyectos en diferentes convocatorias de empresas privadas y subvenciones que da el Estado y este recurso residencial (el primero dirigido a este colectivo en España) está financiado por las ayudas del IPRF y consta de cinco plazas más una de emergencia. Está destinado a personas en riesgo de exclusión social que viven en la calle o se van a quedar sin casa y que ejercen la prostitución. Hombres y mujeres transexuales con un mínimo de independencia económica pueden convivir en este piso de 6 a 9 meses con el alquiler, luz, agua y necesidades básicas pagadas además de una ayuda con una compra mensual.
Para acceder a este recurso hay que pasar una entrevista previa con los educadores y una psicóloga. Estos hacen visitas semanales al piso donde controlan la convivencia y crean y supervisan planes de acción con trabajadores del sexo. También, periódicamente, se hacen visitas sorpresapara controlar que todo está correcto y que no hay droga en el piso, algo que está totalmente prohibido.
Gracias a ellos, algunos tienen la oportunidad de ejercer su profesión sin estar en la calle, pero esa suerte no la tienen la mayoría que ejercen en la Puerta del Sol y acaban haciendo sus trabajos en los baños de los centros comerciales.La mayoría de ellos son de Rumanía (84%). Le siguen los procedentes deColombia (4%), Marruecos (4%), España (4%) y República Dominicana (4%). El número de hombres de Europa del Este, concretamente rumanos, continúa siendo el mayor, mientras que se ha detectado un descenso de hombres de otras nacionalidades respecto al año 2015. En cuanto a las edades, estas oscilan entre los 25-35 años (54%), seguidos de los 18-24 años (33%) y 36-45 años (13%).
Principalmente los trabajadores del sexo son latinoamericanos (53,9%), españoles (13,6%), Europa del Este (13%) y africanos (15,6%)
Además, esta asociación, junto con el Ayuntamiento de Madrid, lleva desde 2013 un programa de atención llamado Prostitución Masculina y Transexual Madrid mediante el cual se ha perseguido reducir las desigualdades en la salud dentro del colectivo que ejerce prostitución, a través de la implementación de una serie de medidas dirigidas a facilitar el acceso al sistema sanitario de este colectivo especialmente vulnerable, en el que coexisten realidades como la inmigración irregular, usuarios de drogas y el ejercicio del sexo.
Esta iniciativa es pionera en todo el territorio nacional, supone una respuesta innovadora y efectiva por la igualdad de oportunidades para un colectivo duramente estigmatizado. Se ofrece una carta de servicios sociales y sanitarios para cubrir las necesidades básicas que pudieran agudizar la vulnerabilidad y exclusión de las personas en situación de prostitución masculina y transexual (personas sin hogar, sin recursos económicos, en situación administrativa irregular, con VIH y/u otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), diversas problemáticas de salud como tuberculosis o enfermedades mentales, consumo de sustancias o ludopatía).
NOTA:
Chapero: Hombre que se prostituye con otro hombre.
Escort : Acompañante remunerado, un cliente paga por acudir con él a reuniones, fiestas, salidas a otra ciudad, etc. La contratación puede incluir o no sexo. Pingueros, o Jineteros: En la jerga del mercado sexual cubano, pinguero es el sujeto masculino ligada al turismo, que se involucra en relaciones sexuales —fundamentalmente con extranjeros— por dinero, bienes materiales u otros beneficios.
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Prostitución masculina a escala industrial en La Habana Papito hace reales las fantasías sexuales de los turistas extranjeros en Cuba
Por Ernesto Pérez Chang “No es prostitución. Se prostituye el que quiere”, me aclaró Jorge Lázaro, alias “Papito”, cuando me describía en una conversación por el chat el negocio que creó hace pocos años y que dirige desde Ecuador, en asociación con personas en La Habana.
A Papito lo contacté a través de la página web de su “empresa” y me atendió como al posible cliente que creyó que yo era. Le escribí que era mexicano y que pensaba ir de vacaciones a La Habana, también que buscaba pasarla bien, muy bien, y no hizo falta explicarle nada más para hacerle saber qué tipo de placeres buscaba en Cuba. Me preguntó en qué fecha pensaba viajar, cuántos días estaría y cuáles eran mis gustos. Le inventé algunas fantasías sexuales con hombres jóvenes y entonces, aunque me aclaró que él solo proporcionaba guías de turismo, prometió enviarme por correo un catálogo de sus mejores “mercancías” (así, literalmente, los describió) para que yo decidiera a cuál o a cuáles “alquilar”.
Efectivamente, a las pocas horas contaba en mi correo con una decena de fotos de hombres semidesnudos, acompañados de una breve descripción de sus roles sexuales, de sus “habilidades” como sujetos de compañía y de sus honorarios.
El negocio de Papito no es único. Es uno de los tantos que existen en Cuba y que dicen proporcionar guías turísticos a los visitantes extranjeros para de ese modo disimular los verdaderos servicios que ofertan. La isla se ha convertido en uno de los destinos claves en la región para el turismo sexual gay y, en consecuencia, un alto por ciento de la población masculina ha encontrado en la prostitución una vía para obtener ingresos importantes, sobre todo al involucrarse en este tipo de “asociaciones comerciales” que le aseguran cierta estabilidad con los clientes y hasta protección, como nos asegura Hansel, un joven de 23 años que desde los 19 forma parte de varias empresas de “guías turísticos”:
“Encuentras seguridad porque en la calle estás expuesto a que la gente te vea y descubra que estás jineteando, incluso que te metan preso por acoso al turismo o te pongan un acta de advertencia por prostitución, pero lo peor, al menos para mí, es que me descubra mi mujer o mi papá y entonces me enredo en tremendo problema porque yo siempre digo que el dinero me lo gané arreglando una computadora o apostando o que vendí un celular. En la calle tienes que pasarte el día caminando de un lado para otro, sudado, con hambre; en esto [en la empresa] yo no tengo que hacer nada. Me llaman cuando aparece algo, incluso cobro más y en la casa todos están más tranquilos porque parece que me llaman para un trabajito, y como soy informático, nadie sospecha nada”.
Vladimir tiene 52 años y fue bailarín de varios centros nocturnos de La Habana pero un padecimiento crónico lo obligó a retirarse a inicios de los años 90. Vivió durante mucho tiempo de prostituirse hasta que en el 2009, junto a su pareja que vive en Italia, decidió abrir un negocio clandestino de guías de turismo y nos cuenta sobre las ventajas de su iniciativa:
“Es un negocio y es prostitución, en eso estoy claro, pero la prostitución no la inventé yo, ni la alta demanda, la prostitución está aquí en Cuba en todas partes porque somos un país de turismo sexual, y yo, para decirlo de algún modo, solo he organizado un poquito la calle y le he resuelto la vida a unos cuantos muchachos que no tienen otra forma de ganarse la vida y que al final estaban en la calle haciendo lo mismo o peor. Aquí ganan más, la policía no los acosa, ellos ponen sus reglas y yo, con el perfil que me dan, les busco los puntos [los clientes]. En ningún momento se les dice que tienen que acostarse con nadie, pero ellos saben que ningún tipo viene a Cuba buscando machos como guías de turismo simplemente para pasear y saber en qué año se construyó el Capitolio, para eso mejor contratan a Eusebio Leal [historiador de La Habana] y ya. En la calle cualquier muchacho de estos haría en el día entre 5 y 10 [dólares], aquí se van con 30 y hasta 50 y a veces más por cada cliente, con suerte hasta hacen su vida y alguien los saca [del país] porque al final son jineteros pero no son de la calle. Aquí yo tengo de todo, menos menores de edad. Sé que dan dinero y que son muy buscados pero yo no me meto en esa candela. Aquí hay universitarios, policías, deportistas, travestis, lo que quieras. Aquí hay muchos que han llegado a La Habana como policías y han terminado en la pasarela del cine Payret”.
En páginas de clasificados en internet constantemente aparecen anuncios convocando a jóvenes cubanos para “aplicar” como guías de turismo, sin embargo, ninguna de las convocatorias exige conocimientos culturales, históricos o de idiomas, solo enviar fotografías algo sensuales y poseer un físico atractivo. Ernesto, un joven graduado universitario que no encontraba trabajo en Holguín, su provincia natal, llegó y se instaló a vivir en La Habana hace dos años no gracias a su currículum académico sino a un par de imágenes de su cuerpo desnudo:
“Me las vi negras y sin pensarlo mucho mandé las fotos”, cuenta Ernesto. “Enseguida me llamaron y aquí estoy. Decía [el anuncio] que era para guías de turismo pero cuando te piden fotos ya uno sabe lo que están buscando. En Holguín es difícil jinetear porque te conocen, la gente habla y, además, no puedes cobrar mucho como aquí en La Habana. Yo nunca luché [prostituirse] en el Parque Central ni en el Bim Bom [punto de prostitución en El Vedado], desde que vine fue para esto y ya me consiguieron el cambio de dirección y hasta me pagan mi alquiler porque, modestia aparte, soy bueno en lo que hago y siempre me llaman. Soy ingeniero eléctrico y después del servicio social me mandaron para un laboratorio donde solo ganaba 365 pesos [unos 15 dólares] al mes. Por un amigo que tenía internet en la casa a veces chateábamos con extranjeros para ver si algo se pegaba pero todo era infladera [palabrería], hasta que vimos el anuncio y los dos mandamos fotos. A los dos nos escogieron y en eso estamos. Mi amigo es ingeniero, igual que yo, y los padres son médicos pero eso no sirve para nada”.
“Este tipo de negocios existe en todas partes, hasta en los Estados Unidos, en España, en África, para nada es exclusivo de Cuba”, nos dice Lian, más conocido como “Romance”, una travesti que dirige un pequeño negocio de acompañantes y masajistas masculinos. Según ella, este tipo de empresas en Cuba llaman la atención “porque aquí siempre se ha negado que existe la prostitución aun cuando la respiras hasta en las alcantarillas. Desde que te bajas del avión la hueles hasta en los [oficiales] de la aduana, en los taxistas. Lo que nos diferencia de otros países es que el gobierno piensa que al no hablar de eso, simplemente no existe. Es penada por la ley pero es tanta que no hay manera de mandar a tanta gente a la cárcel y, lo mejor de todo, no constituye un problema moral para las numerosas familias que dependen de la prostitución. Hay mucha gente hipócrita que piensa que prostituirse solo es estar en una esquina fleteando [insinuándose], pero prostituirse también es acostarse con el jefe por un viajecito o por unas vacaciones en Cayo Coco, por un módulo de aseo; prostituirse es dejarse toquetear por el profesor para que te dé 5 puntos [aprobar con sobresaliente] o casarse con un extranjero para no pasar el mismo trabajo que pasan los pobrecitos proletarios de patria o muerte venceremos. El gobierno tiene que dejarse de bobería porque se sabe que si este país ha resistido tanta hambre ha sido a base de sexo y no de consignas. No creo que la ONAT jamás nos reconozca como cuentapropistas, a pesar de todo el dinero que aportamos a este país, pero llegará el día en que nos hagan un monumento”.
Con los más diversos y sugestivos nombres, que casi siempre evocan famosas zonas de tolerancia de La Habana como el Parque Central, el Almendares, el cabaret Las Vegas, la playa Mi Cayito o el centro cultural El Mejunje, en Santa Clara, hoy en Cuba se cuentan más de veinte las pequeñas empresas, algunas con páginas web en internet, que solapadamente viven de promocionar el turismo sexual gay en la isla, uno de los “productos” que más visitantes extranjeros atrae y, quizás, de los que más aportan si no a las arcas del Estado, al menos a las economías familiares.
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Prostitución masculina en La Habana, cruda realidad de la que se habla poco. Lo peor y más triste es que hay muchos menores de edad prostituyéndose, lo mismo niños que niñas, con el consentimiento de sus padres.
MUSCULOSOS Y FRÁGILES
Por Juan Antonio Madrazo Luna En la década de los 80 nacieron los jineteros, que primero fueron hombres, luego vinieron las jineteras, en esa misma década. Los pingueros surgieron en los 90. Desde siempre hubo en Cuba homosexuales, pero es a partir del 2000 que cogen fuerza los shows en El Mejunje y casas particulares, los concursos de bellezas y desfiles de moda. Ya antes de Mariela la jefa del Cenesex, los gays habaneros habían empezado a apropiarse de distintos sitios de la capital. Hoy la gran pasarela gay se concentra en el Malecón, pero otros prefieren ‘hacer el pan’ en sus municipios y barrios. No todos son discretos y educados, cada vez más abunda el desparpajo, la vulgaridad. y la falta de respeto. Lo peor y más triste es que como hay muchos menores de edad prostituyéndose, lo mismo niños que niñas, esos depravados que forman parte del llamado ‘turismo sexual’, aumenta por año.
Por estos días de temporada alta turística, muchos visitantes foráneos ven a La Habana como la ciudad poblada por machos amables, en la cual se dan el gusto de darle vacaciones a la conciencia y satisfacer deseos reprimidos. Una ciudad donde se pueden negociar, a precios módicos, las mejores fantasías. La prostitución masculina es desde hace años una cruda e incómoda realidad que el narcisista machismo revolucionario trata de ocultar. El simulacro, la ilusión y el maquillaje son parte de la oferta de la industria habanera del placer rentado. Aunque mucho se habla del “jineterismo” y las “jineteras”, la prostitución masculina -el “pinguerismo”- también florece en el circuito turístico y es para muchos jóvenes cubanos “un deporte extremo de alto rendimiento”. A través de esta peligrosa actividad, varones jóvenes, de entre 15 y 20 años en muchos casos, acceden al glamour y a “una vida mejor”, negociando sus cuerpos. Entre la fauna de esta ciudad los visitantes pueden encontrar de todo, desde muchachos que se resisten a vestirse de novias, vaqueros de la noche, machos “sin plumas”, seductores de billeteras que intentan salvar a su familia del precipicio, hasta otros que negocian su sexualidad utilizando las ventajas del color de su piel. Pues en esta economía de placeres y estereotipos, el sujeto negro y mestizo es objeto de alta oferta y demanda. La raza es un capital simbólico para negociar dentro de este tipo de intercambio. Muchos de ellos vienen de provincias del interior del país, donde se sienten asfixiados. Particularmente proceden de las zonas más deprimidas económicamente como Guantánamo, Santiago de Cuba y Granma, pero también de zonas menos en las márgenes, como Cienfuegos y Ciego de Ávila. Son seres nómadas, sin territorio fijo, y a muchos no parece incomodarles el modo en que se ganan la vida, pues han escapado de zonas de alto riesgo. Para Tristán, un joven de 22 años, graduado en Informática y natural de la provincia de Camagüey: “Mucho de los hombres con que voy tienen hijos y una familia “adorable”. Me es difícil acostarme con ancianos que huelen mal. Para nada es fácil seducir a un extraño, pero la necesidad me obliga. Para mí, los europeos son mejores clientes que los latinos, respetan a los hombres y no se ponen con eso de querer besarlo a uno y cogerle la mano en publico; hacen lo suyo y ya”. Añade Tristán que: “Nadie imagina las bajezas que los clientes pueden pedir, pero al menos esto me permite pagar deudas, y darme gustos que van desde enviarle dinero a mi madre, enferma de leucemia en Nuevitas, hasta comprarme un perfume, o invitar a una chica a comer o a bailar en una discoteca. Esto es muy duro para la autoestima, pero hay que vencer las dificultades que son muchas, hasta que pueda salir de esta asfixiante isla”. La prostitución masculina, al igual que la femenina, alimenta una larga cadena de corrupción, que va desde el proxeneta hasta el policía. Según Pablo, un investigador social: “El pinguerismo genera una cadena en la que todos quieren aprovecharse del pinguero. Es un circuito en el que nadie te respeta, desde el policía que quiere chantajearte, humillarte, quitarte el dinero y tomar ventajas que van desde sexo gratis hasta pagarle algún capricho. La necesidad de algunos cubanos los obliga a prostituirse. La prostitución masculina es más rentable y barata, pues entre hombres el sexo lo mismo se puede hacer en una escalera, que en una azotea, un parqueo o un baño, hasta en un cementerio. Según Hanny, un travesti rubio, de 18 años, la prostitución es una forma de vida: “En este oficio me he acostado con gente de todos los colores y de casi todos los rincones del planeta. Podemos llegar hasta donde la imaginación nos lleve, de su parte y la mía. Mis clientes son de todas las edades, desde 20 hasta 75 años. No discrimino, pero los cuerpos oscuros me subyugan. Tengo un amigo de Bahamas que dice ser mi novio, y eso, como fantasía, me encanta. Me encanta prostituirme, pues el trabajo sexual es una manera creativa y divertida de ganarme la vida, la manera sobre la cual tengo más control. Es un oficio tan honorable y respetable como otro. Me gusta compartir soledades, la del cliente y la mía, lo veo como una relación humana”. Beyonce, un travesti habanero de piel negra, del barrio de Pogolotti, en Marianao, sostiene: “Me gusta invitarlos a mis gestos reposados. Mis clientes preferidos son los italianos, son muy amables conmigo y esa ecuación de macho-hembra los vuelve loco. Con esta nueva reforma migratoria pienso pasarme unos meses en Milán, el próximo año, pues Giovanni, el más fiel de mis amantes, quiere un compromiso más serio. No queda más remedio que dedicarme a esto, pues aquí no hay esperanzas, ni sueños. También tengo que sacar a mi familia de la pobreza, somos 17 en una cuartería”. Muchos de estos chicos viven en barrios marginales de La Habana, que el turista que los contrata no ve, y para ellos la exagerada masculinidad es a la vez camisa de fuerza y coraza que les permite sobrevivir en ese medio. Muchachos viriles, musculosos, pero muy frágiles simultáneamente.
Un cubanito fotografiado por Kevin Slack
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