La revista de Magazine Cuba publica este interesante artículo. ¿Cuánto hemos logrado en la lucha contra la homofobia?.. Un tema polémico, necesario y que pone relieve la madurez social (o no) de Cuba.
SER GAY EN CUBA
Hace unos días yo ironizaba en Facebook para escándalo de mucha gente sobre cómo nuestros machos remachos llevan ahora con mucho orgullo no pocas modas que los gays presumen de haber lanzado a la palestra pública, desde los estampados de flores o el color rosa, hasta la sexy barba masculina.
Esa tendencia mundial también presente en Cuba de considerar lo gay, lo homosexual en sentido general, como una vida de alegrías y diversión, del buen gusto y el consumo, es por supuesto otro estereotipo que nos quiere imponer el mercado para asimilarnos y vender más a costilla nuestra.
Pero lo cierto es que luego de una historia oscura de discriminación que duró décadas y cuyos rezagos aún subsisten con relativa fuerza, hoy en nuestro país existe una mayor aceptación social de la diversidad sexual, aunque no consigamos todavía garantizar ante la ley importantes derechos humanos que lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex no pueden disfrutar en pie de igualdad como las personas heterosexuales.
El reconocimiento jurídico de las parejas del mismo sexo —llámese o no matrimonio—, la adopción y la reproducción asistida, la igualdad de oportunidades educativas y laborales, la penalización de la homofobia y la transfobia, entre otros múltiples reclamos de la comunidad LGBTI, resultan, sin dudas, asuntos mucho menos simpáticos y aceptables para el poder heterosexual dominante que vestir ropa floreada o arreglarse la barba.
Ser gay en Cuba, por tanto, no es una fiesta: por largo tiempo será todavía tremenda bronca.