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Los sutiles síntomas de los trastornos tiroideos
Por Jane E. Brody — The New York TimesLos problemas de estrógeno y de testosterona, las principales hormonas sexuales del organismo, tienden a despertar un amplio interés público. Sin embargo, nos convendría prestarle mayor atención a un trastorno endocrino mucho más común: los niveles anormales de la hormona tiroidea. Los trastornos tiroideos pueden afectar una amplia gama de funciones corporales y provocar una serie de síntomas confusos y, a menudo, mal diagnosticados.
Debido a que la tiroides, una pequeña glándula que se encuentra en el cuello por detrás de la laringe, regula la producción de energía y el metabolismo en todo el organismo —incluyendo el corazón, el cerebro, la piel, los intestinos y la temperatura corporal— el exceso o la escasez de sus hormonas puede tener un impacto importante en la salud y el bienestar.
A pesar de ello, en una cantidad significativa de personas con deficiencia tiroidea los exámenes de sangre de rutina no detectan la insuficiencia de la hormona tiroidea, lo que deja a los pacientes sin una explicación exacta de sus síntomas.
Estos pueden incluir fatiga excesiva, depresión, pérdida del cabello, aumento inexplicable de peso, estreñimiento, problemas del sueño, confusión mental y ansiedad. Para las mujeres en edad reproductiva puede ser difícil quedar o mantenerse embarazadas.
Aunque los trastornos tiroideos son más comunes en los adultos, los niños —cuyo desarrollo cognitivo y físico depende de una función tiroidea normal— no necesariamente están libres de tener este problema. En un artículo publicado el año pasado en JAMA Pediatrics, los médicos del Hospital Infantil de Filadelfia instaron a los especialistas de atención primaria a reconocer la enfermedad tiroidea en la infancia y comenzar el tratamiento desde la segunda semana de vida para asegurar un desarrollo normal.
Los síntomas de la disfunción tiroidea varían ampliamente de una persona a otra y tienden a desarrollarse de forma gradual, por lo que es posible que ni los pacientes ni los doctores los reconozcan como un problema que debe ser estudiado y tratado.
Esto sucede particularmente con el hipotiroidismo —niveles hormonales bajos—, que con frecuencia se diagnostica mal, pues sus síntomas se parecen a los de otras enfermedades o se toman como si fueran efectos “normales” del envejecimiento. El riesgo de presentar hipotiroidismo, de hecho, aumenta con la edad. El 20 por ciento de las personas de más de 75 años, principalmente las mujeres, carecen de niveles suficientes de la hormona tiroidea; esto, entre otros problemas, puede provocar síntomas de confusión que a menudo se relacionan con la demencia.
Los síntomas de una tiroides demasiado activa, o hipertiroidismo, incluyen pérdida de peso, aumento del apetito, ansiedad, insomnio y palpitaciones cardiacas, incluyendo la fibrilación atrial, un factor de riesgo de infarto. Sin embargo, al igual que cuando hay muy poca hormona tiroidea, los ancianos pueden no presentar síntomas obvios y por lo tanto permanecer no diagnosticados.
“Desafortunadamente, los adultos mayores experimentan una menor cantidad de síntomas y signos típicos asociados con el trastorno tiroideo. Esto puede dificultar el diagnóstico”, señala Jeffrey Mechanick, un endocrinólogo que pertenece a la Facultad de Medicina Icahn del Hospital Monte Sinaí de Nueva York.
Las pruebas completas de la función tiroidea incluyen tres mediciones: de las hormonas tiroxina (T4) y triyodotironina (T3), producidas por la tiroides misma, y de la hormona estimulante de la tiroides (tirotropina o TSH, por su sigla en inglés), producida por la glándula pituitaria para regular la tiroides.
La producción de las hormonas tiroideas requiere de yodo en la dieta, el cual se encuentra en grandes cantidades en la sal yodada, los huevos, los vegetales marinos como las algas, el pescado y los mariscos de agua salada, además de los productos lácteos sin pasteurizar.
Incluso cuando los niveles en sangre de la hormona tiroidea son normales, si el nivel de la hormona estimulante de la tiroides es bajo (en lo que se llama hipertiroidismo subclínico), se pueden presentar problemas serios. En un estudio suizo realizado con 70.298 hombres y mujeres a quienes se dio seguimiento durante una década, entre los 2219 con hipertiroidismo subclínico el riesgo de fracturas —en especial de cadera— fue significativamente elevado.
De igual manera, el hipotiroidismo subclínico (niveles normales de la hormona tiroidea pero demasiada hormona estimulante de la tiroides) puede aumentar el riesgo de problemas cardiacos, en especial en los adultos jóvenes y de mediana edad. El tratamiento de esta afección con el medicamento levotiroxina puede reducir este riesgo, según un estudio realizado en el Reino Unido.
Aunque las Fuerzas de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos todavía no encuentran evidencia suficiente para recomendar una chequeo de rutina de tiroides para las personas sin síntomas obvios, la Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos cree que los niveles de tiroides deberían medirse por rutina en la gente mayor, en especial en el caso de las mujeres. Además, esa asociación recomienda practicarse pruebas de TSH a partir de los 35 años, que deben repetirse cada cinco años.
Los expertos creen que entre el 40 y el 60 por ciento de las personas con enfermedad tiroidea no saben que la tienen. No obstante, incluso en los trastornos subclínicos un diagnóstico apropiado y un tratamiento relativamente simple de los niveles tiroideos anormales pueden mejorar la calidad de vida.
La gente a la que se le detecten niveles bajos de la hormona tiroidea puede tratarse fácilmente con una pastilla diaria de hormona sintética, levotiroxina (comercializada con nombres como Synthroid y Levoxyl), comenzando con una dosis baja y aumentándola gradualmente (o disminuyéndola) según determine un monitoreo cuidadoso. Con frecuencia los pacientes presentan una reducción en los síntomas después de dos semanas de tratamiento hormonal.
Sin embargo, diagnosticar el hipotiroidismo subclínico puede ser engañoso. Robin P. Peeters del Centro Médico Erasmus en los Países Bajos señaló recientemente en The New England Journal of Medicine que cerca del 75 por ciento de los pacientes con esta enfermedad tuvieron resultados en las pruebas que sugerían solo una falla tiroidea leve, lo que los doctores pueden no considerar serio.
De hecho, en un estudio reciente en el que participaron 700 adultos de 65 años o más con hipotiroidismo subclínico no se encontraron beneficios del tratamiento con hormona tiroidea.
Cualquier efecto secundario del tratamiento debe discutirse con el médico que lo haya recetado, pues puede indicar una dosificación inadecuada. Hay que señalar también que el uso frecuente de antiácidos puede interferir con la absorción de los medicamentos tiroideos. Para prevenir un efecto similar, si se está tomando suplementos de calcio, deben consumirse en un momento distinto del día.
Si el cuerpo está sobreproduciendo la hormona tiroidea, lo que puede ser el resultado de crecimientos anormales llamados nódulos tiroideos, un medicamento antitiroideo como el metimazol (Tapazole) puede bloquear la producción excesiva. También el yodo radioactivo, tomado oralmente en forma líquida o cápsulas, puede usarse para destruir las células tiroideas.
Si como resultado del tratamiento la glándula deja de funcionar, el tratamiento de por vida con la hormona sintética se vuelve fundamental.
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