La empresaria fue la primera en permitir que las mujeres mujeres bailaran juntas. Una biografía publicada este año la reivindica como símbolo del París de entreguerras.
El director Roberto Rossellini, Marlene Dietrich y Frede en Carroll’s.
Frede, la amante de Marlene Dietrich y reina de las lesbianas de París
Por Diego Parrado - Vanity Fair Lo malo de hacerse famoso en un cabaré o una discoteca es que uno deja de serlo casi tan pronto como las luces se encienden y la gente empieza a desfilar hacia la salida. Es el caso de Frede, que organizó algunas de las fiestas más divertidas del París del siglo pasado. Nuestras noches palidecen al lado de las veladas que ofreció en su club de los Campos Elíseos. El nombre de Frede, sin embargo, dejó de escucharse al tiempo que el jazz pasaba de moda: murió con la música disco de Guy Cuevas.
Olvidada por los propios parisinos, el recuerdo de Frede sobrevivió no obstante en las memorias de los famosos y socialités que visitaron su cabaré y quedaron fascinados con su apariencia masculina. Errol Flynn, por ejemplo, habla en su autobiografía de que Frede “vestía mejor que cualquier hombre que yo haya visto. Producía el efecto de un colegial inglés sofisticado. Su corte de pelo lucía mejor en ella que en cualquier hombre”. Pitito Gamir se refiere a ella como “la mujer-chico más guapaque he conocido”. También aparece Frede en la correspondencia deMarlene Dietrich, su amante.
Fue, sin embargo, una novela de Patrick Modiano la que cautivó a Denis Cosnard, el periodista que este año ha escrito una biografía sobre la escurridiza Frede. “Una morena de cabello corto, figura grácil y tez pálida”, la describe Modiano en Remise de peine. “Vestía trajes de hombre ajustados a la cintura, que yo pensé que eran chaquetas de montar”. Era la época de las garçonnes, aquellas mujeres que, para conquistar los derechos de los hombres, se vestían como ellos.
Una amazona a ritmo de jazz Frede, nacida Suzanne en 1914 de un agente de seguros y una artesana que arreglaba plumas, estudió diseño industrial y empezó a trabajar pintando los decorados del Folies Bergère, el famoso cabaré en el que debutaronJoséphine Baker o Maurice Chevalier. Una auténtica revelación para Frede, que quedó enamorada de ese ambiente: eran los años de Paul Dervaly el music hall. En el Folies Bergère, le ofrecieron trabajar como figurante, pero no duró mucho: era demasiado delgada, y parecía un chico. Había, sin embargo, un lugar para las chicas como ella: Le Monocle.
Fundado en 1932, Le Monocle era un cabaré para mujeres en el que, sin embargo, abundaban las prendas e ítems masculinos. Por ejemplo, el esmoquin, verdadera arma feminista de la época, o el monóculo, de que el cabaré tomó su nombre. También gustaban a las clientas del Monocle los relojes de caballero, las pitilleras e incluso los bastones. Vestirse degentlemen era su manera de borrar las diferencias de sexo, escandalizando de paso a las casas de moda, que temían la ruina si a todas les daba por vestir trajes de fina raya diplomática, y a las parisinas, que, confundidas por los fuertes perfumes que muchas de estas mujeres usaban, se iniciaban sin quererlo en el safismo.
En Le Monocle, Frede dejó de ser Suzanne y empezó a cultivar su look masculino, cortándose primero el pelo y cambiando después sus blusas y faldas por camisas de seda blanca, pajaritas de afiladas puntas y chaquetas de traje de color negro. Con el tiempo, se convertiría en la mujer-chico más conocida y elegante de todas las de París.
Su affaire con Marlene Dietrich Fue a ella, para empezar, a la que Marlene Dietrich invitó a su mesa y escogió como amante. Se conocieron en Le Monocle una noche de 1936. Después de su papel en Marruecos, película en la que la alemana lució esmoquin y sombrero de copa, Marlene se había convertido en la reina de lasgarçonnes, y es de suponer que consideraba el cabaré de Montparnasseuna especie de embajada que debía honrar con su visita cada vez que pisaba París. Al fin y al cabo, unos años antes, Chiappe, el prefecto de policía de la ciudad, había amenazado con detenerla si se paseaba vestida de hombre. Con sus monóculos y su trajes negros, Frede y las demás chicas de Le Monocle eran sus partners in crime.
Esa noche, sin embargo, la Dietrich vestía un elegante abrigo de mujer, confeccionado con la piel de 32 zorros blancos. En su muñeca, llevaba un brazalete con la forma de una serpiente, que se retorcía alrededor del dorso de su mano y se enrollaba a lo largo de su dedo índice. La joya, según le dijo a Frede, le servía para ahuyentar a los hombres que querían besarle la mano. Luego, en el hotel Lancaster, dejó que la joven espantara a la víbora y se la besara. Empezaba así un romance que duraría cuatro años, interrumpido por la guerra y los rodajes de la estrella.
También amó Frede a la escritora Anaïs Nin, a la actriz Lana Marconini, y a la legendaria Zina Rachevsky, una princesa rusa que intentó suicidarsedespués de que Frede rompiera con ella. Como ni consiguió matarse ni que Frede volviese a su lado, se metió a monja tibetana. Con Maria Felix, la relación fue igual de tormentosa y terminó en los tribunales, cuando la actriz mexicana reclamó judicialmente a Frede las joyas que le había regalado. También, un cuadro que Leonor Fini había pintado de las dos mujeres, y que, una vez recuperado, la Doña pidió que modificase, cambiando el rostro de Frede por el suyo.
Frede, 'belle de nuit' Aprendidos los secretos de la noche, Frede decidió probar suerte y abrir su propio negocio. Tuvo varios clubs. El primero, inaugurado en Montmartre en 1938, fue La Silhouette, llamado así en homenaje al cabaret que Adolf Hitler había clausurado en Berlín después de subir al poder, el favorito de la Dietrich en la época de El ángel azul. Fue ella quien lo patrocinó. Después, cuando los nazis ocuparon París, Frede huyó a Biarritz y creó el Touch-Wood, un bar de jazz que permitió que los franceses y exiliados siguieran divirtiéndose al ritmo de La conga blicoti. Lo de “tocar madera” dio resultado, y una vez que los nazis perdieron la guerra, Frede regresó a París y abrió en los Campos Elíseos el que sería su club más exitoso: Carroll’s. Corría el año 1948.
Carroll’s se convirtió en el lugar favorito de la jet-set internacional. Allí se divirtieron diplomáticos sudamericanos, banqueros libaneses, princesas egipcias, cantantes de moda y estrellas de cine de la altura de Orson Welles,Lana Turner, Marlon Brando, Gary Cooper o Errol Flynn. Una noche,Rita Hayworth llegó del brazo de François Miterrand, todavía un joven ministro. Carroll’s, además, fue el primer club que permitió que las mujeres bailasen juntas, y aunque hacía años que el pelo largo había vuelto, Frede siguió abogando por el corte a lo garçonne. Las lesbianas de París deberían llevar un ramo de violetas al número 36 de la rue de Ponthie.
A finales de los años cincuenta, sin embargo, el éxito de Carroll’s se vio amenazado por la moda de las discotecas. Cerró en 1960, y aunque solo un año después Frede abrió un segundo Carroll’s, prescindiendo esta vez de la orquesta y rindiéndose al tocadiscos, ya nunca logró el esplendor de antaño. Enferma de leucemia, decidió vendérselo en 1970 a Fabrice Emaer, su sucesor en la noche de París y creador del mítico Le Palace. Empezaban los años de Grace Jones y Mick Jagger. Pasaban de moda los de Mistinguett yNoel Coward.
Finalmente, Frede murió el 13 de febrero de 1976 en una granja de Mareil-le-Guyon a la que se había retirado. Falleció a las diez de la noche, poco antes de que el nuevo Carroll’s abriese sus puertas.
|