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General: A un año de la muerte de nuestro ícono gay, Juan Gabriel
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 28/08/2017 18:33
animated gifs gay 10
Sus amaneramientos eran contestatarios al sistema,  era una contradicción en sí mismo. Era parte del sistema pero contrario a él.
  
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¿Por Qué Juan Gabriel Es Ícono Gay Latino?
A un año de la muerte de nuestro ícono gay mexicano
            Por Karen Gonzalez
El popular cantante y compositor mexicano falleció el 28 de agosto del 2016, por un ataque cardíaco en su residencia de Santa Mónica, California, a los 66 años.
 
¿Cómo no recordar la frase más famosa de Juan Gabriel? “Lo que se ve no se pregunta” Pues bien, aunque el cantante mexicano nunca se declaró oficialmente gay tampoco era un secreto que tuviera bien guardado.
 
Pese a que cientos de reporteros le preguntaron indirectamente sobre su homosexualidad, el “Divo de Juárez” siempre buscaba como responderles y salir bien librado. Es esto y muchas cosas más, JuanGa es considerado por muchos latinos como un ícono gay emblemático.
 
Expertos en el tema de la comunidad gay han catalogado a Juan Gabriel como una persona que inspiró a muchos gays a salir del clóset, “Por muchas generaciones, los homosexuales en México pudieron verse reflejados en él y descubrir que ellos no eran los únicos”, señala Ricardo Baruch, investigador sobre temas de la diversidad sexual.
 
JuanGa no tuvo necesidad de asistir a marchas gays o mandar mensajes positivos para la comunidad LGBTI, pero su música fue el medio por el que se expresaba y muchos se llegaron a sentir identificados. Ahora sus canciones son escuchadas en bares gays.
 
“Juan Gabriel siempre envió un mensaje universal sobre el amor y el desasosiego pero al mismo tiempo cantaba y escribía canciones desde la perspectiva de un hombre con una sensibilidad feminizada y sobre el tormento de tener un amor inalcanzable, con el que muchos de nosotros nos identificamos”, explica el politólogo Genaro Lozano.
 
Y añade explica lo valiente que fue el Divo al expresarse libremente sin necesidad de dar más declaraciones de su vida privada.
 
“Lo hizo en una época en las estrellas de su nivel temían admitir o demostrar su homosexualidad por miedo a perder contratos o fans. Todavía hay muchos que lo ocultan, pero casos como el de Ricky Martin nos habla de que existe un cambio enorme. Algunos considerarán esa frase de Juan Gabriel como un acto de valentía, otros siguen creyendo que quedó a deber una respuesta más contundente”.
 
A un año de la muerte de nuestro ícono gay mexicano Juan Gabriel quisimos recordar un poco de su polémica vida amorosa. Si bien siempre fue reservado en su vida privada, su homosexualidad nunca fue un secreto.
 
Con el tiempo, mientras más famoso se hacía más rumores de supuestos romances aparecieron y aunque él nunca declaró quienes fueron sus parejas sentimentales, lo cierto es que gracias varios escándalos nos enteremos de más de uno.
 
¿Recuerdas la canción “Amor eterno”? Pues aunque muchos creen que es un himno dedicado a las madres mexicanas, la verdad es que detrás de esa letra conmovedora existe una triste historia de amor.
 
De acuerdo con el ex manager de Juan Gabriel, aquella canción está dedicada a un joven llamado “Marco” con quien vivió por dos años pero que lamentablemente murió cuando el cantante estaba en Acapulco.
 
Sin embargo, el gran escándalo dentro de la vida amorosa del “Divo de Juárez” fue el supuesto amor que sintió por Antonio Morales, pareja de la española Rocío Dúrcal, con quien el cantante tenía una gran amistad pero que de un momento a otro se alejaron. Se dice que fue por un supuesto amorío que JuanGa tuvo con Antonio. Obvio, ambos negaron todo.
 
Un romance que si fue muy popular fue con el español Jas Devael, a quien le llevaba 35 años. Todo comenzó cuando Juan Gabriel lo conoció e hicieron tanta química que él interprete mexicano le promovió un disco. Por su parte, Devael siempre dijo estar enamorado de JuanGa, pero al parecer las cosas no funcionaron entre ellos.
 
Como olvidar a Efraín Martínez, el supuesto último galán del Divo, con quien aparentemente se encontraba en la hora de su muerte. El joven jamás dio declaraciones pero algunos medios señalan que tuvieron un gran romance.
  
¡Te seguimos recordando JuanGa!
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 28/08/2017 18:43
animated gifs gayQué significó Juan Gabriel para la comunidad homosexual mexicana.
"Nadie nació para mí" hablaba de lo que es vivir hacia la marginalidad.
 
juangab.jpg (956×538)
"En un país machista como éste nadie podía ocultar su gusto por él"
animated gifs gay 13Juan Gabriel sigue, un año después de su muerte, muy presente entre seguidores y amigos, quienes recuerdan al 'Divo de Juárez' como alguien que "dio la vida por su música".
 
"Juanga" nunca se declaró homosexual. Cuando (en la década pasada) Fernando del Rincón estuvo al frente de Primer Impacto tuvo oportunidad de entrevistarlo. Entonces le preguntó abiertamente: "¿Juan Gabriel es gay?". A lo que él respondió: "¿A usted le interesa mucho?.  Dicen que lo que se ve no se pregunta, mijo". Todos hemos visto la entrevista.  Y si no, aquí está.

Con esa respuesta no sólo usaba inteligentemente el famoso refrán "El que calla otorga" sino que manifestaba lo incómodo que resultaba que sus preferencias sexuales estuvieran por encima de su talento. "Uno no vale por las personalidades que otras gentes le pueden achacar, que esto y que el otro. Porque, hombre, todo lo que uno hace es lo que se queda, lo que vale. Los hechos son los más importantes", dijo El Divo de Juárez en aquella entrevista.

Oficialmente, Juan Gabriel nunca "salió del clóset". Sin embargo, la comunidad homosexual mexicana lo abrazó como uno de ellos. El día de su muerte, publicaron en redes sociales que, durante su adolescencia (a finales del siglo 20), él se convirtió en su único referente de un hombre gay en México.

José Raúl Zúñiga, escritor de televisión y teatro, nos cuenta: "A los 12 o 13 años empiezas a darte cuenta de tus preferencias sexuales. Entonces ves a un personaje como Juan Gabriel en la TV y te identificas de inmediato. Sientes que él y tú son los únicos gays en el mundo". Todo esto ocurría a finales de los años 90, cuando internet no tenía el peso de ahora y tampoco existía esta sensación de comunidad, y menos la oportunidad de "conectar con otra gente gay".

Sin embargo, para Joserra, es difícil considerar al personaje que creó Alberto Aguilera Valadés como un ícono gay "porque él nunca se declaró", aunque sí "era un hombre evidentemente amanerado e increíblemente grandilocuente".

Basta con buscar sus presentaciones en YouTube para verlo usando lentejuelas o vestuario brillante, haciendo movimientos suaves y dando vueltas en el escenario. Pero no cualquiera podía darse esas licencias. "Los amaneramientos de Juan Gabriel eran contestatarios al sistema. Era una contradicción en sí mismo. Era parte del sistema pero contrario a él".

Porque, insistimos, en aquellos años era difícil ver a un personaje como éste en la televisión mexicana, una TV que se consideraba parte de "la gran familia mexicana" y que cada 12 de diciembre transmitía Las mañanitas a la virgen, a quien él también le cantó.

Sus amaneramientos eran contestatarios al sistema. Era una contradicción en sí mismo. Era parte del sistema pero contrario a él

La comunidad LGBT también lo adoptó como uno de ellos cuando lo escuchó cantando Yo no nací para amar, nadie nació para mí: "Era una expresión de lo que es vivir hacia la marginalidad". Joserra nos explica que, además, ese verso reflejaba la "sensación de que te iba a ir mal. Quizá tus padres no tenían problemas con que fueras gay pero, tras escucharlo, el hecho de serlo implicaba que te iba a ir mal".

Más allá del género, sus canciones hablaban de amor. Sin embargo, "cuando en la adolescencia escuchabas a esa figura homosexual cantando eso, terminabas diciendo: 'ni de chiste salgo del clóset'".

Para Joserra no es difícil deducir por qué Juan Gabriel nunca se declaró homosexual: "Entiendo que una persona de una generación distinta no haya encontrado la palabra adecuada para referirse a sí mismo como parte de la comunidad LGTB, un término con el que se sintiera cómodo".

Por otro lado, el consultor de temas LGBT, Enrique Torre Molina, se declaró no fan de Juan Gabriel: "sí ubico sus canciones y sé lo que representa para lo comunidad pero no siento una conexión personal con su música"; sin embargo, nos contó que el domingo 28 de agosto, día de la muerte del cantante, le llamó la atención ver tuits de varios políticos que decían cosas como "La muerte de Juan Gabriel es una pena para México" pero que se oponen a la aprobación de leyes en favor de la igualdad de la comunidad.

Es gente que lamenta la muerte de un hombre gay pero que se opone a quienes son como Juan Gabriel.

 
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Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 28/08/2017 18:48
UN AÑO DE LA MUERTE DEL 'DIVO DE JUÁREZ'
Alberto Aguilera está muerto, que viva Juan Gabriel
 
una_vida_a_oscuras.jpg (787×787)
Un recorrido por la noche de Ciudad Juárez y El Paso (Texas), donde la leyenda del artista mexicano fallecido hace un año sigue viva
                           POR ELENA REINA - EL PAÍS
flag5.gif (2426 bytes)Una joven menuda aprieta el paso por una de las oscuras calles del centro de Ciudad Juárez. Es la única alma que deambula por sus aceras, desoladas. Si uno no supiera que se encuentra en la que fuera hace años la localidad más peligrosa del mundo —3.000 homicidios en 2010—, podría pensar que es un lugar aburrido, un pueblo fantasma. Pero en cualquier momento, en cualquier esquina, puede pasarle lo peor, en su mente están grabadas las Muertas de Juárez, y aunque grite, no servirá de nada. En las casas aledañas ya no hay nadie, la violencia expulsó a los vivos. Así es el Juárez de hoy, mejor que el de hace 10 años, pero nunca como antes. Muy cerca de ahí hay una calle que conserva las huellas de otro tiempo, aquel del carmín, luces de neón y glamour. En ese pedazo de asfalto sigue vivo Juan Gabriel.
 
Cuesta imaginarse la avenida Juárez como un "Las Vegas chiquito". Por esta calle, que desemboca directamente en Estados Unidos, concretamente en El Paso (Texas), cruzaban los soldados estadounidenses para beber y bailar poco antes de ser enviados a la guerra de Vietnam. Sus locales, abiertos las 24 horas, se entregaban para satisfacer las necesidades de aquellos que venían a disfrutar las últimas noches de sus vidas. Y había rock and roll, había jazz, pero también había mariachis.
 
A este rincón llegó Alberto Aguilera Valadez (Parácuaro, Michoacán, 1950) cuando era solo un niño. Y ahí nació Adán Luna primero, y después Juan Gabriel, su nombre artístico definitivo. Un cantante y compositor precoz que logró tocar el alma mexicana como muy pocos en su historia. Y no fue fácil. Su presencia felina, con ademanes delicados, vaporosas camisas, le hacían el candidato perfecto para estrellarse contra el muro de los prejuicios, en un país de canciones de pelo en pecho, de bigote negro y espeso, de "machos". Por encima de todo aquello, Juan Gabriel hizo de sí mismo un sentimiento compartido, un espejo donde todo México se reconocía. Después, lo haría en América Latina.
 
En esta ciudad fronteriza, que pasó de ser un rincón cosmopolita a golpe de dólar hasta una localidad cercada por el terror de la narcoviolencia, se creó la leyenda de Juan Gabriel. Un año después de su muerte en Santa Mónica (California) a los 66 años, las calles que quedan y aquellos que lo vieron crecer reviven su historia.
 
La noche triste y La Meche
Por una de las calles del centro camina fatigada La Meche, Mercedes Álvarez. Se sienta sola a descansar en uno de los pocos bancos que encuentra en su camino. Y se niega a hablar "de gratis" de su amigo de la juventud, Alberto. Los que los vieron juntos cuentan que Aguilera, que se había escapado del orfanato donde fue abandonado por su madre, se quedaba a dormir con ella en el Hotel Ritz, ubicado entonces en la avenida Juárez. Álvarez era una de esas mujeres de la noche juarense, bailarina de cabaret según la versión oficial. Hoy, cuenta, está quebrada, aquejada por los dolores de rodillas y columna. Las arrugas del tiempo no logran esconder la mujer atractiva que un día fue, pero aquel rostro se ha vuelto duro: "Cuento lo que quieran si me dan una lana. Oiga, una no vive del aire". A unas calles de ahí, se ubica La noche triste, un tramo del centro donde desaparecieron la mayoría de chicas en los peores tiempos de feminicidios de Ciudad Juárez.
 
Los Bencomo y el Noa Noa
El empresario David Bencomo habla orgulloso del bar que fundó su padre, el Noa Noa, título también de una de las canciones más coreadas de Juan Gabriel y nombre de su película autobiográfica. "Un lugar de ambiente / donde todo es diferente", reza el tema. El local ya no existe, se incendió en 2004 y el heredero se encuentra en plena batalla legal por el nombre, quiere abrir uno como el original y, a un año de la muerte del artista, se encuentra en plena promoción. Una lona gigante en plena avenida Juárez anuncia su apertura "próximamente", él precisa que será en dos meses.
 
"Él fue un muchacho de la calle, lo dice en sus canciones. Los de Juárez de aquella generación teníamos algo de eso y aquello nos marcó. Todos estamos estamos frente a una copa de vino", cuenta Bencomo. Recuerda a Aguilera cancelando una cita en China solo por quedarse a charlar con un cantante local en una de las mesas del Noa Noa, que se llamó así en honor a la esposa de un Sha de Irán de la época. El nombre se repite porque el local antes se llamaba Río Bar y necesitaban seis letras para completar el cartel, recuerda Bencomo.
 
El Don Félix y el cantinero
A unas cuadras del lugar donde se encontraba el Noa Noa, está la cantina Don Félix. Sobre la barra hay una foto de 1979 de una noche que Arnulfo Gómez Vargas, de 72 años, dueño y fundador del lugar, no olvidará nunca. En la imagen se observa a un Juan Gabriel muy joven, sentado en una de las mesas del lugar junto al cantinero Felipe, el único de los camareros que se atrevió a pedirle un retrato. Hoy muchos visitantes se acercan a este bar, que es incapaz de aplacar el olor a alcantarilla, solo por pisar el mismo suelo que su ídolo.
 
"Juárez era una ciudad cosmopolita, mucho más abierta que el resto del país, pero le tocó sufrir mucha discriminación homofóbica. Precisamente a esta zona era donde venían la mayoría de gais. El Noa Noa, por ejemplo, era heterosexual hasta las dos o tres de la madrugada, entonces, se transformaba con puros hombres hasta las 10 de la mañana", recuerda Gómez.
 
El refugio gringo de Vavy Lozano
Al cruzar el puente al que desemboca la avenida Juárez se encuentra ya El Paso (Texas). Y en un estudio de grabación alejado de todo, entre trailers acomodados como viviendas fijas, se refugia de los focos Luis Vavy Lozano. Quien fuera uno de los amigos más cercanos del artista, desmiente algunos de los mitos generados alrededor del Divo de Juárez. "Él nunca cantó en el Noa Noa, eso no es cierto, se lo inventaron después", apunta decidido. Hijo de la famosa cantante local de la época, Ana Lilia Arellano, insiste en que fue ella quien lo impulsó al estrellato, quien le hizo su primera prueba de canto y quien confió en él cuando nadie lo hacía. A ella recurrió Aguilera cuando salió de la cárcel de Ciudad de México, detenido por un supuesto robo, que nunca se comprobó. Y los tres viajaron juntos por el país. Vavy produjo la mayor parte de sus canciones y el disco que grabaron de la mano de Rocío Dúrcal. "Yo soy la música de Juan Gabriel, él ponía su voz, pero los arreglos y todo lo demás lo hice yo", señala Lozano queriéndose reivindicar frente a una parte de la historia que lo ha olvidado.
 
El "intérprete" de Juan Gabriel
En un restaurante de mariscos de El Paso, desde donde se ve la frontera y Juárez iluminada en el horizonte, Hugo Cortés se desliza delicadamente junto a un pequeño escenario. Se describe a sí mismo como "el intérprete" de Juan Gabriel, porque llamarse imitador podría ensuciar el nombre del Divo. Sus gestos, su voz aterciopelada a veces y rasgada otras, recuerdan como pocos a Juan Gabriel en sus mejores años. Acompañado de su esposa Lily, recorren el país y la frontera en una caravana acomodada como camerino. Ahí guardan como un tesoro unos botines de gamuza que usó el mismo Juan Gabriel vestido de charro en un concierto que dio junto a Rocío Dúrcal en el Teatro Degollado de Guadalajara en 1997. Una amiga cercana a Aguilera, cuando lo vio actuar, se los regaló. Cortés los usará en un homenaje por el aniversario de la muerte del artista. "Juan Gabriel nos dijo que debíamos sentirnos orgullosos de ser como somos. Nos enseñó a respetarlo y a admirarlo como él era", cuenta al terminar el show,
 
Sobre la avenida 16 de septiembre de Ciudad Juárez se encuentra la enorme casa que Aguilera compró para su madre, una mujer humilde que dedicó casi toda su vida a limpiar las mansiones de los ricos. En las rejas de la entrada están sus manos grabadas sobre el yeso, coronadas por ramos de flores y fotos de un Juan Gabriel pletórico. Cuando anochece, la fachada blanca e impoluta del Divo parece lo único que ha sobrevivido a los años más duros de Juárez. La única alma que, muerta, da vida a la calle.
 
Juan Gabriel es un estado del alma
Era y es un sentimiento. Juan Gabriel, mucho más que una voz, un compositor o un símbolo, fue un estado del alma. A veces dulzón y cálido, otras roto y llorado. Pero siempre fiel a sí mismo, a un incendio melódico que a lo largo de seis décadas nunca se apagó y que es (y será) espejo de México.
 
Nacido el 7 de enero de 1950 en Parácuaro (Michoacán), Alberto Aguilera Valadez tocó las teclas del alma mexicana como muy pocos a lo largo de su historia. Y no fue fácil. En un país de sangre y tormento, Juan Gabriel parecía destinado a estrellarse contra el muro de los prejuicios. Frente a las canciones de pelo en pecho, su presencia felina, sus ademanes delicados, sus imposibles y vaporosas camisas, le hacían el candidato perfecto para el escarnio. Pero nada de ello le frenó. Con su música, un desbordante maridaje de guitarras y almíbar, logró quebrar toda resistencia. Por encima de tendencias políticas, más allá de regionalismos e incluso de gustos, hizo de sí mismo un sentimiento compartido en el que gran parte del país se reconocía. Sus conciertos eran acontecimientos masivos que duraban horas y concitaban olas de un entusiasmo ciclópeo. En esos momentos, excesivo y polícromo, era el rey.
 
El misterio de esa fuerza hay que buscarlo en su propia vida. Como tantas veces sucede, su estrella emergió de los escombros. Fue el menor de 10 hermanos de una familia campesina y pobre de Michoacán. Al poco de nacer, su padre enloqueció, y para rematar el cuadro, el pequeño Alberto, tras un agrio peregrinaje, recaló a los cinco años en una institución social, lejos de su madre y enfrentándose al mundo hostil del olvido. Ahí aprendió música y de ahí también escapó a los 13 años para regresar con su progenitora y vender burritos por las calles de Ciudad Juárez.
 
Pudo entonces haberse perdido para siempre en la corriente de los días. Pero el fuego de la música tiró de él. Compositor compulsivo, viajó por todo el país para ofrecer sus canciones. Quienes le conocieron en esa etapa inaugural le recuerdan como un joven bonachón y entregado, alguien dispuesto a lo que fuera por hacerse oír. Un idealista o una presa fácil, según se mire.
 
Paso a paso, bajo el nombre artístico de Adán Luna, se abrió camino. En las boîtes y salas de mal amanecer empezó a hacerse un nombre. El futuro parecía despejarse cuando le alcanzó la puñalada que le marcaría de por vida. En la Ciudad de México fue acusado de robo e ingresó en la penitenciaría de Lecumberri. 18 meses de cautiverio. Ahí terminó de fraguarse su alma de superviviente. Durante aquel tiempo nunca dejó de tocar. Entre barrotes, su pasión llamó la atención del propio director del centro, quien, tras revisar su caso, le ayudó a salir. En su expediente, nunca figuró condena alguna.
 
Una vez fuera, cambió de nombre y nació Juan Gabriel. Lejos de arredrarse, mostró a cuantos pudo su repertorio, tuvo apoyos, convenció a las discográficas. Ya demasiadas veces roto, se tornó indestructible. Y en 1971 logró su primer éxito. La canción, cómo no, se titulaba No tengo dinero. A partir de entonces, la fama nunca le abandonó. Y tampoco su historia, de la que jamás renegó.
 
Aún así, pese a los focos y su amor intenso a los escenarios, fue una personalidad reservada. El misterio de su sexualidad, el pánico a las entrevistas, su ocultamiento bajo el maquillaje de una felicidad fácil aumentaron su leyenda. Los que le trataron siempre han hablado de la existencia de dos Juan Gabriel diametralmente opuestos. El público y el privado. A la mayoría sólo les fue dado a conocer el primero. El segundo, el que murió de un infarto este domingo en California, aún tardará en emerger. Pero poco importa. Con el primero bastó. En sus baladas, boleros, rancheras, huapangos, rumbas, sones y salsas, Alberto Aguilera Valadez, más conocido como Juan Gabriel, hizo música de su alma. Y con ella, bailó México.
 
'Ha muerto un ícono gay, ha nacido su leyenda eterna'
 
FUENTE EL PAÍS

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 28/08/2017 18:50

 
   


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