"No creo en la religión, prefiero creer en una persona que existe y me entiende".
Una mañana con los fans de Lady Gaga que estarán un mes acampando para verla Los fans de Lady Gaga empiezan a hacer cola para su concierto en Barcelona un mes antes
Por Jordi LLorca — ViceEl tiempo pasa rápido. Ahora leeréis libros de Bukowski y habréis ido a un cine independiente a ver la última de Sofia Coppola, pero hace poco más de un lustro todos teníamos en nuestras habitaciones cosas para avergonzarnos, como posters de High School Musical, y tarareábamos canciones de la Quinta Estación —¿os habíais olvidado ya de esa banda de música mexicana hecha por madrileños?—, o de algún otro artista aborrecible según el criterio exquisito que gastamos ahora. Joder, puede que incluso hace unos años hubiésemos pasado un número indecente de horas "en un andén de la estación, bajo un sol abrasador" —os ha venido la musiquilla y lo sabéis— para ver al grupo o cantante que más nos gustaba entonces.
Está claro que es distinto. Pasarse un mes durmiendo en la calle para estar en primera fila del concierto de Lady Gaga en Barcelona es subir el nivel, pero deberíamos comenzar a comprender y empatizar porque todos hemos estado más o menos "ahí". Por lo que si esperabas encontrarte un rollo hater sin más, será mejor que cambies tu actitud y sigas leyendo a fin de conocer y entender mejor a estos chicos y chicas que van a acampar durante 30 días para los conciertos de su diosa Lady Gaga del próximo 21 y 22 de septiembre en el Palau Sant Jordi.
9:00 am. Bienvenido al Camping Gaga 3.0 Nos acercamos Mònica, la fotógrafa que me acompaña en esta hazaña, y yo. Vemos como se alzan unas cabezas fisgonas. Pronto distingo a David, el Little Monster —así se llaman los fans incondicionales de Gaga— con el que hablé dos días antes para que no les pillara por sorpresa mi visita. Gafas de sol, chupetones en el cuello y cuerpos tirados sobre colchones inflables. Tiene pinta de que ayer hubo juerga, pero no me quiero adelantar.
"Buenas, soy Jordi y traigo el desayuno", exclamo. Si antes tenían curiosidad, ahora contaba con su atención. Porque cuando te has quedado despierto hasta bien tarde el día de antes —vaya, ya me he adelantado—, que venga por la mañana un tipo a hacerte preguntas no es que sea tu mejor plan. Tienen entre 17 y 24 años, serán una quincena de personas y muchos de ellos llevan más de una semana, aunque alternan alguna que otra noche en casa para asearse bien y descansar mejor.
Afirman que sus padres les dan permiso porque les entienden —han sido muy fans de Madonna o de los Beatles de jóvenes—, aunque hay varios de ellos que viven solos. "¿Pero estudiáis o hacéis algo?", les digo. Me responden que sí. Bachillerato, la universidad o un ciclo formativo.
Pronto se indignan: "Es que piensan que somos unos ninis y no es verdad. Yo estoy acabando la carrera y trabajo, como muchos de nosotros. Por uno que no haga nada ya nos juzgan a todos. Tenemos dos años para ahorrar entre concierto y concierto porque es lo que más nos gusta", dice Aroa. Más claro el agua.
Se organizan bastante bien. David me enseña la libreta en la que apuntan el orden y la asistencia. Porque para un Little Monster, "pillar valla en el concierto es lo mejor del mundo", me comenta Lorde. Pregunto a Aroa por cómo llenan tantas horas muertas y le interrumpe un: "vamos de cruising por la noche" y el grupo estalla de risa. Porque son así. Jóvenes extrovertidos con una sonrisa amplia en la boca.
9:30 am. Checo checo bien fresquito y el bullying Chisco, un joven vivaracho de pelo teñido y camiseta de Extremoduro, no tiene entrada. "Estoy esperando a que me regalen una a pie de pista", dice, aunque Lorde le replica: "tú lo que quieres es rabo". Se van tirando puyitas unos a otros pero sin maldad, como hace cualquier grupo de amigos. Chisco sigue a lo suyo, sentado en una silla de camping calzado con unos taconazos de quince centímetros: "Me hago la Gaga en la silla". Nos hace reír siempre que habla.
Saco el tema de la compra y me cuentan que van a un Mercadona en bus o recolectan de casa todo lo que pueden. Su oasis es la cafetería de las Piscinas Picornell, justo al lado, donde ya les conocen por ir varias veces al día a cargar las baterías portátiles y tomar café.
Asimismo, me reconocen que apps como Glovo les salvan la vida ya que les traen cosas hasta el campamento en los momentos de necesidad.
Miro a su alrededor y pregunto por la higiene. ¿Se ducharán a lametones? Pues no. Van a la típica fuente de parque en bañador o bikini y se frotan como pueden. Yo hice algo parecido en San Fermín y fue divertido, excepto para la señora de 75 años que venía del mercado y me vio en bolas. Pero eso es otra historia.
El caso es que combinan la fuente con los baños de las piscinas, aunque lo peor es sufrir la menstruación en esas condiciones. Uno de ellos dice "pasas tantos días con ellas que puedes oler y afirmar: 'tía, tienes la regla'". Demasiada información.
Después de unos minutos dejo el tema de sus rutinas. Cada vez se abren más y les pregunto por qué diantres acampan durante un mes para tres horas de concierto. Me lo dejan claro. Clarísimo. Para ellos no es solo una cantante, sino es alguien que les ha enseñado a aceptar su identidad sexual y ha sido su apoyo cuando se metían con ellos en clase.
"No creo en la religión, prefiero creer en una persona que existe y me entiende", me dice David. Porque, aunque no paren de sonreír, algunos han sufrido acoso o bullying. Reconozcámoslo, en la adolescencia somos más crueles de lo que nos gustaría haber sido, por eso no es de extrañar que se refugiaran en alguien que haya pasado por lo mismo, como reconoció Gaga en los medios.
10:30 am. ¿Qué pasa con los haters y amigos? Nos levantamos y ponemos rumbo hacia la cafetería. De camino les pregunto sobre qué piensan de los haters. Tienen que soportar de todo por las redes sociales y me imagino que será bastante cansino.
"Seguro que nos van a poner a parir", me dice David. Aroa me da una respuesta clarividente: "Tenemos este vicio y no pasa nada. Si otros se meten coca, yo me meto música". Marcos abre un debate futbolístico: "¿Si en un Barça-Madrid no estuvieran las entradas numeradas, no se harían acampadas de varios días para pillar sitio?".
Porque si tienes la aprobación de la manada, cualquier conducta excéntrica se ve totalmente normal. Sale solo comentar otra vez el fenómeno fútbol. "Si fuera la acampada para la Final de la Champions League, saldríamos en Cuatro y seríamos unos campeones. Se pagan 2.000 € por una entrada y la gente no les insulta", me dice Joan bastante sulfurado. Sufren pitorreos, insultos y hasta amenazas: "Otros fans de Lady Gaga nos han dicho que nos van a reventar. No están bien".
Les animo a que dediquen una frase para que los haters les comprendan. Todos gritan "¡Que lo viviesen! Si estuvieran aquí no pensarían lo mismo". El tema sigue con otros ejemplos como "¿me explicas si alguien les pregunta a los del Arenal Sound por qué están tirados en el suelo? ¿o a los de los rallyes o la F1 que están plantados para unos segundos en una curva? Trabajamos y sacamos tiempo para esto. Solo queremos el mismo respeto". Aroa, David, Joan y Marcos, los veteranos y más Little Monsters, son los que más comentan.
Llegamos al bar, piden y nos sentamos en la terraza. Hablamos de los dramas de la acampada mientras alguno va al lavabo a "darse una ducha". "Es como un Gran Hermano, pero en low cost".
En la acampada se vive intensamente durante días y a veces reciben visitas de sus amigos. "¿Qué piensan sobre esto?", pregunto. La respuesta es clara y concisa: "¡Que estamos locos!". Todos nos reímos. Aunque la mayoría de sus allegados no son del mundillo Gaga, les entienden. "Tengo amigos que pasan 20 horas en el WoW [World of Warcraft]. Yo les respeto y ellos a mí, aunque a veces les choque".
11:30 am. Chupetones y 'coreos' en la mesa de pimpón Se acerca el medio día y ya va siendo hora de hablar de sexo. Volvemos al Camping Gaga y veo la mesa de pimpón al lado. Están comparando las actuaciones de la Super Bowl de Katy Perry y Lady Gaga y les interrumpo.
"¿Por qué tanto chupetón?" Me dicen que es un juego que se va de las manos, pero no quieren entrar en detalles porque "lo que pasa en el Camping Gaga, se queda en el Camping Gaga". Comentan entre risas. ¿Practican sexo en un camping improvisado en la vía pública? "¡Bueno! Ahora somos pocos, pero cuando pasen días y esté todo esto lleno, va a ser la bacanal".
Me había fijado antes en sus rodillas peladas que, al parecer, se les ponen así por darlo todo bailando sobre la mesa de pimpón. "Si vinieras por la noche, fliparías", comenta Jhon. Como no tengo tiempo, les animo a que se suban y bailen algún tema de su idolatrada. Dejan a un lado la timidez, ponen música y empiezan a levantar las garras —Paws up, como ellos dicen—. Aunque solo David y Jhon se atreven, todos los demás siguen el ritmo con brazos y piernas.
Después hacen una V para mostrarme la "coreo" de Judas. Ahora entiendo mejor todo lo que me habían contado. Llevan su admiración a la máxima expresión como una liberación interna y no se esconden; bravo.
12:30 pm. Dramas y despedidas Se acerca el final de la mañana y pocas cosas me quedan ya por saber. Pregunto sobre cómo será el campamento a pocos días del concierto. Me cuentan que la última noche habrá más de mil personas, por eso es normal que las tiendas de campaña se usen para otras cosas. Marcos me afirma que "hay gente que viene a ver un amigo y se queda toda la noche para pillar cacho". Imagina tus campamentos de adolescente multiplicados por cien.
Sigo hablando con ellos y les pregunto sobre cómo van a ser sus vidas una vez hayan pasado los dos conciertos. Porque sí, la mayoría tienen entradas para las dos actuaciones del 21 y 22 de septiembre. Confiesan que será una especie de depresión porque no la volverán a ver hasta dentro de mucho. Aunque se quedan con lo positivo, ya que se apoyan y forjan grandes amistades.
Miro el reloj y ya es la 13:00 pm. Ha sido una mañana peculiar entre risas, Qechuas y camisetas de Lady Gaga. Pero, sobre todo —sobre todo—, he llegado a entender que, aunque acampar un mes pueda parecer una locura, no es tanto si lo comparas con estar a pocos metros de tu diosa Big Monster para gritar junto a ella una vez más un sórdido Born this way. Si sigues siendo un hater, es que no has entendido nada.
Los fans de Lady Gaga empiezan a hacer cola para su concierto en Barcelona un mes antes. El amor incondicional de los fans de Lady Gaga y las ganas por ver a su ídolo lo más cerca posible ha hecho que varios seguidores de la artista ya estén acampando a las afueras del Palau Sant Jordi de Barcelona. La artista ofrecerá dos conciertos dentro de su Joanne Tour los días 21 y 22 de septiembre, por lo que los seguidores de la artista van a pasar un mes a la intemperie esperándola a las puertas del recinto.
¿Qué serías capaz de hacer por tu ídolo? Algunos de los fans españoles de Lady Gaga lo tienen muy claro, conseguir verla desde la primera fila cueste lo que cueste. Por ese mismo motivo ya hay varios grupos de Little Monsters acampando en las afueras del Palau Sant Jordi, un mes antes de que la diva llegue a la ciudad condal con su Joanne Tour los días 21 y 22 de septiembre.
Los seguidores de la artista han empezado a publicar fotos en las redes sociales donde se puede ver su "campo base" con tiendas, colchones y comida para estar allí hasta la fecha del concierto.
Mientras que algunos se han animado al ver las imágenes a unirse al grupo, la gran mayoría les da ánimo desde sus casas. Y es que por muy fan que seas de Lady Gaga no siempre puedes permitirte tener un mes libre de responsabilidades para poder hacer cola.
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