¿La nueva generación colabora con agencias independientes solo porque se gana más dinero que en los medios oficiales?.
El periodista cubano Abraham Jiménez, responsable del sitio web de información independiente “El Estornudo” Los jóvenes periodistas formados por el régimen
Ángel Santiesteban | La Habana | CubanetVuelvo a poner en el centro de atención los videos ofrecidos por Estado de Sats y el Foro por los Derechos y Libertades: “Respuesta a Miguel Díaz-Canel Mentiras y manipulaciones contra la Oposición”, en el que el vicepresidente, ese títere del clan Castro, asegura que los jóvenes periodistas deciden colaborar con agencias independientes porque les ofrecen más dinero que los medios oficiales. Sin dudas este alto funcionario del castrismo demuestra conocer muy poco de la realidad cubana.
Son muchas las veces que he conversado con periodistas jóvenes que colaboran con medios no oficialistas, que aseguran que en el centro de esas decisiones está la posibilidad de expresarse con libertad. “Estudié para ser periodista, no para repetir lo que me ordena un jefe de redacción, que a su vez recibe encargos de los ideólogos del Partido Comunista”. Otro joven me aseguró que continuamente es enviado a cubrir solo las noticias que el régimen escoge y que deben ser resaltadas, esas que desinforman y que hacen creer en supuestas victorias de la dictadura. “Es cierto que las agencias independientes nos pagan mejor, con un solo artículo ganamos mucho más de los que nos paga el Estado en todo un mes. Y lo peor es que éste nos obliga a mentir. El dinero es importante, no se puede negar; pero más importante es poder desarrollarnos en el ejercicio del periodismo”.
Todos recuerdan el último Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), cuando el propio Díaz-Canel aseguró que había que acabar con el secretismo, y que el periodista debía expresar las inquietudes de la población. “Aquellas solo eran palabras, bonitas en apariencia”, me asegura un joven recién graduado, que supone que fueron dichas para epatar a los televidentes, a los responsables de mantener informados a un pueblo engañado durante años.
“Una cobertura donde esté presente algún dirigente de alto rango -dice otro periodista recién graduado- permanecerá a la espera de que altos funcionarios del Partido la lean y aprueben”. Solo ellos pueden dar el visto bueno, solo estos hombres que muchas veces ni siquiera saben puntuar son los que revisan con mucho detenimiento los textos que escriben los profesionales de la noticia.
El Partido se ocupa muy bien en desacreditar cualquier iniciativa que se salga del marco que ellos decidieron, y por eso no atacan a los jóvenes que sueñan con poder ejercer el periodismo real, con el que se sientan útiles, y sin que tengan sobre ellos la mirada inquisitoria del oficialismo. En esos espacios alternativos no se ejerce la censura, y por suerte son retribuidos con un pago justo, lo que demuestra respeto por su trabajo.
Son muchos los que se asombran de los escasos talentos de viejos periodistas en los medios nacionales. Un recién graduado que estuvo insertado en Prensa Latina, asegura que esa plantilla está colmada de ancianos prehistóricos que parecen, más que trabajadores de la noticia, agentes de la Seguridad del Estado, entrenados muy bien en reconocer cuáles son las noticias que serán bien recibidas por la jefatura del país. “Ni siquiera son periodistas”, asegura una joven que hizo, o intentó, hacer su servicio social allí. “Estos dinosaurios de la mala información, han llegado al periodismo a través de cursos, pero sobre todo, son aceptados por los años de lealtad al régimen, luego de cumplir en diferentes países su rol de agentes de la Seguridad Cubana. Cuando ven llegar a sus redacciones a jóvenes graduados, no los ayudan porque temen perder sus puestos y porque desconfían de ellos. Esos dinosaurios temen a una vejez sin dinero, y por eso se procuran esos puestecitos en redacciones en el extranjero”. Ese es el premio a los que mejor se portan, y ellos intentan salir de este país a como dé lugar.
Los jóvenes periodistas buscan espacios reales de libertad, y por eso publican en esa prensa independiente. Y es entonces cuando reciben la inesperada visita de algún oficial de la Seguridad del Estado que los amedrenta, que les anuncia el rosario de calamidades que vivirán si continúan colaborando con “agencias enemigas”. Algunos prefieren abandonar el periodismo independiente, algunos tranzan y vuelven a emborronar cuartillas, a redactar las noticias que dicta el régimen, pero muchos son los que quedan enfrentando a esa demoledora y represiva maquinaria que es el Departamento Ideológico del Partido Comunista de Cuba.
ACERCA DEL AUTOR Ángel Santiesteban (La Habana, 1966). Graduado de Dirección de Cine, reside en La Habana, Cuba. Mención en el concurso Juan Rulfo (1989), Premio nacional del gremio de escritores UNEAC (1995). El libro: Sueño de un día de verano, fue publicado en 1998. En 1999 ganó el premio César Galeano. Y en el 2001, el Premio Alejo Carpentier que organiza el Instituto Cubano del Libro con el conjunto de relatos: Los hijos que nadie quiso. En el 2006, gana el premio Casa de las Américas en el género de cuento con el libro: Dichosos los que lloran. En 2013 ganó el Premio Internacional Franz Kafka de Novelas de Gaveta, convocado en la República Checa con la novela El verano en que Dios dormía. Ha publicado en México, España, Puerto Rico, Suiza, China, Inglaterra, República Dominicana, Francia, EE UU, Colombia, Portugal, Martinica, Italia, Canadá, entre otros países.
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