Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: El cine teatro Payret de La Habana agoniza entre ratas y goteras
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 16/09/2017 21:15
payret_6.jpeg (1024×768)
El cine Payret de La Habana agoniza entre ratas y goteras
Tania Costa
El emblemático cine Payret de La Habana se muere. Del teatro en el que se presentaron la actriz francesa Sara Bernhardt, la bailarina rusa Anna Pavlova y la gran Rita Montaner sólo queda su fachada. De puertas para adentro es un amasijo de hierros, polvo, escombros, butacas destrozadas y ratas. El sótano, conocido en su momento de gloria como el cabaret Alhambra, es un charco de aguas albañales y aseos desmontados.
  
La escultura de Rita Longa a la entrada del cine permanece envuelta en un plástico negro, como si la ruina quisiera asfixiarla. De las paredes del cine de La Habana Vieja ya no cuelgan más que dos pósters antiguos de Lenin y el Che. Los dos miran perplejos el teatro lúgubre que les ha tocado custodiar.
 
Así estaba el Payret, al menos a inicio de este mes de septiembre, antes de que el huracán Irma pasara por La Habana. Ahora puede que su situación sea distinta porque cada vez que llueve el cine se inunda. "Cuando cae un aguacero se llena de agua. Los funcionarios de Salud Pública vienen a multar al administrador porque es un criadero de ratas, cucarachas y mosquitos. El techo está a punto de caer y las goteras son enormes. Llueve mucho dentro".
 
Así lo ha visto y lo ha narrado un artista cubano que pudo 'colarse' en el Payret y grabar tanto dos minivideos como tomar las fotos de esta noticia. "Espero que muchos cubanos, que como yo aman el cine y vibraron en esta hermosa sala viendo una película, no se queden callados y compartan mi dolor", afirma.
 
Las obras de remodelación del cine Payret comenzaron hace dos años, pero un día, sin más, los obreros dejaron de acudir a trabajar.
 
Cuenta Ciro Bianchi Ros que el hombre que construyó el Payret, el catalán Joaquín Payret, terminó sus días en una casa de la Sociedad de Beneficiencia de La Habana porque se gastó hasta el último centavo de su fortuna en inaugurar el teatro el 23 de enero de 1877.
 
Hacia 1948 el Payret fue remodelado y se centró en la proyección de películas españolas. Para entonces, ya era conocido como el templo de la opereta en La Habana. Después de 1959, convertido en cine, el Payret vio pasar por sus butacas a varias generaciones de cubanos. El artista que ha destapado su ruina recuerda con nostalgia que sentado en una de sus butacas vio varias veces las tandas corridas de 'Indiana Jones en el templo de la perdición' o 'La bella de La Alhambra'.
 
En esa sala él dirigió espectáculos y debates sobre el SIDA y contra la homofobia. Ahora el Payret de sus recuerdos está herido de muerte.
 
 
Resultado de imaxes para El cine Payret de La Habana agoniza entre ratas y goteras Tania Costa
 
 
payret_4.jpeg (1024×768)
 
 
Fuente CiberCuba                    


Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: BuscandoLibertad Enviado: 16/09/2017 21:47
                
Mi opinión:  - Como ha pasado con todo en Cuba, la falta de mantenimiento ha provocado el lamentable estado en que se encuentra... No creo que lo van a dejar así, ya que esta en una zona muy importante para el turismo que la dinastia Castro quiere explotar... Es más me parece que lo estan reparando y la obra a sido abandonada hasta nuevo aviso... Cuando se les ocurra continuara la reparación... A más tardar, 25 ó 50 años más,  para terminar el trabajo.., jajaja,... cualquier cosa puede pasar en Cuba...Por eso es que avece le llamo al régimen, desgobierno, les viene mejor ese titulo.. El degobierno tirano y despota que se ha robado todo en la isla, se procramaron autodueños de todos, hasta del pueblo sufrido.. que solo espera el pan, el circo y tambien la forma de escapar...En  fin cada rincon del Payret, es familiar para mi, casi fue mi segunda casa en un período de tiempo, asi que solo deseo que lo arreglen, pero antes lo que deben arreglar es todo el país,... mucho antes que la naturaleza acabe con todo..  El tan anelado y famoso disparo de nieve de Silvio Rodriguez, jamas se hizo realidad... 
 
         JORGE CUBANET
 
    


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 17/09/2017 20:24
Fue uno de los primeros en proyectar películas y en la década del 30 del siglo pasado se le conocía como la Catedral del Cine Español, o el Coliseo Rojo, por el color de sus decorados. Fue reconstruido entre 1948 y 1951 y desde entonces no ha cambiado su imagen por fuera.
 
131216769.jpg (1024×768)
EL TEATRO PAYRET A 140 AÑOS DE SU INAUGURACIÓN, SU HISTORIA Y LEYENDA 
 
En una de las zonas más carismáticas y emblemáticas de La Habana Vieja, justo en el vértice del Parque Central y el Capitolio, se halla el Cine Teatro Payret.
 
En la historia de la Ciudad de La Habana, el teatro Payret ocupa un brillante capítulo que comienza en la época colonial, casi al final de la Guerra de los Diez Años, atraviesa el Reposo Turbulento y la Guerra de Independencia, conoce el nacimiento de una república dependiente de los intereses norteamericanos, vive el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959 y llega a nuestros días.

Han transcurrido 140 años desde su inauguración en 1877. En su escenario ha tenido lugar toda manifestación artística; en sus paredes ha quedado grabada  la historia de nuestro arte y nuestra sociedad.

En 1876 comenzó a construirse este hermoso inmueble. Su propietario fue el catalán Joaquín Payret, hombre que amaba las artes, especialmente el teatro y que mediante la actividad comercial amasó en menos de diez años la fortuna de medio millón de pesos.

Adquirió del Estado los terrenos donde levantó su teatro, en la concurrida esquina del Paseo del Prado, antes Alameda de Isabel II y San José. Sin embargo, Joaquín Payret transitó de la mano de la desgracia, porque se lanzaba a construir un teatro donde sobraban entonces algunos y estaba, además, en ayuno con respecto a los conocimientos requeridos para esta gran empresa.

Cuando las paredes del edificio alcanzaban ya cuatro metros, un huracán las derribó, y otro, estando a punto de concluirse la obra, echó por tierra la mitad de esta.

Eran los días en que su propietario comenzaba  a experimentar la escasez de dinero. En la esperada noche de la apertura se incendió una de las tuberías de gas que alumbraba el coliseo. El siniestro pudo ser sofocado, impidiendo que el inmueble ardiera por completo.

No obstante, el 21 de enero de 1877 abrió sus puertas por primera vez al público con el nombre de teatro “Payret”, aunque al año siguiente se le llamó “Teatro de la Paz”, después de firmado el Pacto de Zanjón. También se le conoció como “Coliseo Rojo”, por el color de sus decorados.

La función inaugural fue dedicada en provecho de la Casa de Maternidad y Beneficencia. Se presentó el Coro de la Caridad, integrado por cuarenta damas de la Sociedad Habanera y el notable músico y crítico Serafín Ramírez, quien ejecutó al piano algunas obras célebres de su repertorio.

El 23 de enero, con la presentación de la ópera de Gaetano Donizetti La Favorita,  muy apreciada por el público habanero, comenzó la vida verdaderamente teatral de este coliseo.

En octubre de 1878 se estrenó la ópera de Verdi La Fuerza del Destino, obra a la que se atribuyen augurios desgraciados. Fueron tales las desgracias ocurridas que al inmueble se le aplicó el término de jettatura, que implica lo que está maldito y sufre infortunios.

En 1882 hubo otro temporal. Las cañerías de desagüe se obstruyeron, la acumulación de agua fue tal que se desplomó una de las paredes maestras y se hundieron los pisos superiores sobre los de abajo. Como consecuencia fallecieron tres personas y diez resultaron heridas. Entre los occisos estaba Enrique Sagastizábal, copropietario del inmueble.

Debido a tantos infortunios, Joaquín Payret se vio sumergido en la crisis económica. No pudo pagar las contribuciones al Estado; la Hacienda Española le dio el golpe de gracia, sumiéndolo en la miseria. Tuvo que ser ayudado por la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Cataluña.

En 1884 el Estado se incautó de los terrenos. Seis años más tarde fueron subastados y adquiridos por el Dr. Anastasio Saaverio y Barbales. A su muerte  lo heredaron sus hijos. Después fue administrado por el esposo de Carlota Saaverio, Gilbert Pemberton, desde 1903 hasta 1912. En 1926 pasó a manos de los hermanos Rodolfo y Roberto Méndez Peñate.

El huracán de 1926 se llevó los techos del inmueble y en ese año asumió la administración Charles Pemberton y Saaverio. En 1935 fue arrendado por Don José Varcárcel, quien lo inaugura como cine, lo que le produjo considerables ganancias. En 1942, la millonaria Suseción Falla Gutiérrez lo adquirió por una considerable suma de dinero.

La construcción antigua era de cantería en su parte principal; algunas de las internas eran de ladrillos. Los techos eran de madera y planchas de zinc, sostenidos por una armazón de acero belga, la primera de este tipo que se colocó en La Habana. En la construcción se utilizaron también piedras de las murallas que defendían la capital cubana.

En 1951, el teatro demandaba una impostergable restauración. Sin tener en cuenta que estaba considerado como uno de los mejores y más bellos de América y estimado como Monumento Nacional, fue demolido por el comerciante asturiano José Sixto. Los diarios de la época sentenciaron jocosamente: “Lo que un catalán construyó, un asturiano lo derrumbó”.

En esta tercera etapa del teatro Payret quedó inaugurada la instalación cinematográfica que existe en la actualidad, aunque en ocasiones ha sido utilizada para eventos y representaciones teatrales. La nueva estructura presenta una arquitectura de severas líneas clásicas exteriores y un refinamiento modernísimo en su interior. En el vestibulo se encuentra una bella escultura de Rita Longa llamada La Ilusión, dentro y muy cerca del escenario se encuentra otra escultura llamada las las nueve Musas de las Artes Grecorromanas, también obras de ella.  Dispone de un gran auditorio con capacidad para más de 1.800 personas, en el que sobre todo se exhiben películas.
 
En su tiempo fue el cine más grande y lujoso de Centro Habana y uno de los más bellos de América. El Payret también a funcionado como sala de conciertos y el público que encontraréis es bastante heterogéneo.

Este teatro rivalizó en épocas anteriores con otros de la talla del Tacón (1838), el Albisu (1870) y el Irijoa (1884), dignificado en 1900 con el nombre de Martí.

A pesar de todos los problemas que enfrentó, en su escenario han tenido lugar las más diversas manifestaciones artísticas y otros eventos de gran importancia, tanto cubanos como internacionales. Se pueden citar: los Circos Pubillones y de Santos y Artigas, conciertos, conferencias, discursos, festivales, obras dramáticas, obras líricas, óperas, operetas, obras vernáculas, presentaciones de ballet, revistas, sainetes, zarzuelas y peleas de lucha libre.

Se han presentado en él artistas de fama internacional, como Antonio Aramburu, Andrés Bretón, Hipólito Lázaro, Albert Afrée, Titta Ruffo, Perelló de Segurola, José Mardonés, Lupe Rivas Cacho, Esperanza Iris —la Emperatriz de la Opereta—, Ermete Novelli, Zacconi, la gran actriz francesa Sarah Benhardt y la Compañía de Ballet Ruso de la genial bailarina Anna Pavlova.

Entre los cubanos, pueden nombrarse la gran actriz Luisa Martínez Casado y  la eximia soprano Chalía Herrera, la cual interpretó la ópera Patria de Hubert de Blanck, en la que aparecía el tema de la independencia cubana. La Sociedad Pro-Arte Musical ofrecía sus conciertos en este coliseo mientras que la Sociedad Cubana de Cultura lo utilizaba para sus conferencias.

Célebres figuras de la cultura y la política cubanas ofrecieron sus conferencias y discursos, entre ellos: José Silverio Jorrín, Enrique José Varona, Rafael Montoro, Fernando Ortiz y Fidel Castro Ruz. En 1925 quedó constituida, en esta sala teatral, la Federación Médica de Cuba.

Otros artistas renombrados que actuaron en este palacio fueron Rita Montaner —La Única—, Rosita Fornés, Rafael Pradas, Armando Pico, Gladys Puig, María Remolá, Candita Quintana, Blanquita Becerra, Antonio Palacios, Arquímedes Pous y Sergio Acebal.

El primer director de orquesta fue Carlos Anckermann y Riera, padre del compositor Jorge Anckermann, quien llevó sus composiciones, junto a otros célebres, como Eliseo Granet, Rodrigo Prats, Gonzalo Roig y Ernesto Lecuona.

Entre las obras de fama internacional presentadas se encuentran: Rigoletto, Il Guarany, Los miserables, La dama de las camelias, La viuda alegre. Por la parte cubana aparecen obras de gran calidad, como La Zilia, La casita criolla, Titta Ruffo en La Habana, María la O, la Trancada del Gallego y otras.

Los sótanos de este inmueble sirvieron de cuartel de revolucionarios y arsenal de armas para luchar contra la dictadura de Gerardo Machado.

El teatro Payret fue de los primeros en presentar películas desde las primeras décadas del siglo y por los años 30 fue conocido como “La Catedral del Cine Español”. La función inaugural de su tercera etapa, en septiembre de 1951, estuvo a cargo de Antonio Palacios; la orquesta fue dirigida  por el maestro Rodrigo Prats. La película de estreno fue Pequeñeces, con Jorge Mistral, Aurora Bautista y Sara Montiel.

Luego del triunfo revolucionario de 1959 se rescató el arte escénico y lírico, aunque el teatro básicamente se ha desempeñado como una de las salas cinematográficas más visitadas. Entre los eventos que en él tienen lugar se pueden citar los festivales Boleros de Oro y el del Nuevo Cine Latinoamericano.

Debido a su utilización ha sufrido deterioro, por lo que fue restaurado en 1969 y en 1981. El paso del tiempo ha evidenciado nuevamente el desgaste máximo por su gran explotación, así como el maltrato que recibe de algunos de sus insensibles visitantes. Se debe tener presente que los años del “período especial” trajeron un deterioro más severo a este magnífico coliseo, debido a que la nación cubana transitó por agudos problemas económicos.

En el año 2008 reemprendió la restauración el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos con vistas al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Este histórico y legendario teatro, uno de los mejores de Cuba y de toda la América, merece que no sea sólo restaurado sino conservado para que pueda ser admirado y disfrutado tanto por nuestras generaciones como por las futuras.
 
s6301917.jpg (1127×845)
 
Fuente internet

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 18/09/2017 13:07
131216769.jpg (1024×768)
Cómo se construyó el teatro Payret
El catalán Joaquín Payret hizo en Cuba un patrimonio considerable y lo dejó todo en el teatro que lleva su nombre.
En el siglo XIX muchos españoles venían a Cuba a «hacer la América» o a morir de fiebre amarilla. La mayoría de ellos escapaba o sobrevivía a esa terrible enfermedad, no siempre necesariamente mortal, pero muy pocos construían aquí la fortuna que esperaban.
 
El protagonista de esta historia fue un caso excepcional. Llegó pobre, muy pobre, con gorra y alpargatas y escaso de equipaje. Todas las pertenencias de aquel mozo de 15 años de edad, ninguna de ellas valiosa, cabían en un pequeño hatillo. A la vuelta de pocas décadas, sobre 1875, sin embargo, se le calculaba al personaje un capital de más de medio millón de pesos. Terminaría perdiéndolo todo. Consumido por la pena, sin proferir queja alguna ante el infortunio y con el dolor de ver a su única hija, educada para reina, tener que ganarse trabajosamente la vida, el hombre de nuestra historia pasó sus días finales a merced de la Sociedad de Beneficencia de los Naturales de Cataluña. El catalán Joaquín Payret hizo en Cuba un patrimonio considerable y lo dejó todo en el teatro que lleva su nombre.
 
Convertir el oro en piedra
«Este mozo, como todos sus congéneres, lleno de esperanzas, pero mísero de recursos, pasó el doloroso via crucis de todos los que en aquella época se dedicaban al comercio, pero inteligente, honradísimo y perseverante, consiguió en menos de diez años establecerse por su cuenta, abriendo su café en el que supo labrarse el cimiento de un capital. Poco después aquel establecimiento se convirtió en uno de los más importantes de La Habana. Cerca de este abrió otro más tarde, amplió su esfera comercial con una carnicería, a las que siguieron varias más…», escribe Álvaro de la Iglesia en sus Tradiciones cubanas; cuadros viejos.
 
Uno de esos establecimientos fue el muy famoso café El Louvre, en la esquina de Prado y San Rafael, que Payret terminó vendiendo al arquitecto Juan de Villamil, teniente coronel retirado del ejército español, que adquirió además el Hotel Americana. Unificó el comprador ambas entidades en un solo edificio al que puso por nombre Hotel Inglaterra. Villamil fue el constructor del gasómetro de La Habana y poseía en Luyanó extensos terrenos en sociedad con su sobrino, Urbano González, dueño del Hotel Pasaje, que ocupaba el espacio que cubre ahora la Sala Polivalente Kid Chocolate, y futuro constructor y propietario del hotel Sevilla.
 
La información, empero, es contradictoria en esto. El ya citado Álvaro de la Iglesia asevera que Payret se deshizo, de la noche a la mañana, de sus cafés y carnicerías para invertir el dinero en la compra del terreno y la construcción del edificio del teatro, que se inauguraría el 23 de enero de 1877, mientras que Guillermo Jiménez, en su libro Las empresas en Cuba sostiene que no fue hasta 1886, cuando ya el teatro tenía casi una década de inaugurado, en que Payret vendió El Louvre a Villamil.
 
De cualquier manera el catalán, que al parecer quiso imitar y seguir los pasos de su coterráneo Pancho Marty y Torrens, constructor del Teatro Tacón, hoy Gran Teatro —inaugurado en 1838— desconocía hasta lo elemental acerca del giro en que se estaba metiendo. No fueron pocos los que auguraron su fracaso. Los que le vieron levantar y acrecentar con tanto esfuerzo su fortuna, no se ocultaban ni se mordían la lengua para proclamar que Payret convertiría el oro en piedras. En opinión de muchos escogía un camino equivocado cuando, en aquellos días de la Guerra de los Diez Años, podía volverse cada vez más rico vendiendo galletas con gorgojos y harina podrida al Departamento de Guerra de la Colonia o especulando con el oro, que se cotizaba por las nubes en las madrigueras de la calle Mercaderes, donde tantos españoles, indiferentes a la suerte de su ejército, comerciaban su «patriotismo».
 
La inauguración del Coliseo, que en 1878 fue bautizado como Teatro de la Paz para aludir a la Paz del Zanjón, fue todo un éxito. Esa noche Payret vio coronado sus sueños. Una verdadera apoteosis para el infatigable catalán que veía colmado su sacrificio. Se presentó en escena la ópera Favorita, interpretada por el gran tenor asturiano Lorenzo Abruñedo, quien arrebató al público al cantar, afirmó la crítica, «como no es posible cantar mejor en el mundo», pese a que sus paisanos, entusiasmados por su presencia en La Habana, llevaron de rumba en rumba al artista y le hicieron beber tanta sidra que lo pusieron afónico.
 
Superar el Tacón
El derribo, a partir de 1863, del cinturón de piedra que durante siglos protegió la villa habanera dio paso al fomento del reparto Las Murallas. En 1875 se habían creado condiciones favorables para la compra-venta de los terrenos y diez años más tarde estaba ya ocupada toda el área que se urbanizó en el siglo pasado. Se construyeron allí palacios como el de Balboa —ocupado ya en la República por el Gobierno Provincial y ahora por la dirección de ETECSA, y el de Villalba, frente a la Plaza de las Ursulinas, sede, en 1898, del Gobierno autonomista; la Manzana de Gómez, y hoteles como el ya mencionado Pasaje. Expresa Carlos Venegas en su obra La urbanización de Las Murallas; dependencia y modernidad que otra gran línea de inversión en el reparto la constituyeron los edificios de recreación y servicios públicos, entre estos los teatros. Además del Payret, se edificaron en la zona el Albizu —en San Rafael, a 50 metros del Parque Central— el circo-teatro Jané, en la esquina de Dragones y Zulueta, y frente, el Irijoa, actual Martí.
 
Apunta Venegas que Joaquín Payret quiso, en el edificio de su teatro, llegar lejos en lo a las innovaciones se refiere. En primer lugar, para evitar un peligro de incendio, importó de Bélgica una armadura de hierro. Su llegada a La Habana y su colocación en el edificio del teatro, atrajo la atención de la vecinería, pues para levantar las piezas de la cubierta, algunas de seis toneladas de peso, tuvo que emplearse el equipo del Arsenal de la Marina. Como, a diferencia del Tacón, era un espacio bastante cerrado, se instaló un sistema de ventilación que dio una temperatura regulada a la sala. Otra innovación fue la esquina en chaflán del edificio, lo que facilitaba el giro de los carros en las zonas más transitadas.
 
Payret visitó los mejores teatros de Europa y América para tomar ideas que introduciría en el suyo. Encargó su construcción a Fidel Luna, uno de los maestros de obra más prestigiosos de La Habana, que había participado en el ensanche de Barcelona, proyecto en que fue uno de los auxiliares del ingeniero Idelfonso Sardá. Ambicionaba, dice Venegas, superar al Tacón, no solo en el número de las localidades —contaba con 50 butacas más—, sino en cuanto a innovaciones y adelantos tecnológicos; hacerlo emblema del progreso y los adelantos de España en América, como aspiraba la camarilla colonial, un teatro hasta entonces sin paralelo tanto en la Isla como en el resto del continente.
 
Con el viento en contra
La mala suerte persiguió tanto al teatro como a su dueño. De nuevo la información se contradice en este punto. Carlos Venegas, en su libro citado, expresa que años después de la inauguración del edificio, su esquina achaflanada se derrumbó a causa de una inundación, lo que provocó que los cubanos simpatizantes de la independencia se burlaran de los sueños del elemento integrista con relación a aquel «teatro de cartón».
 
Álvaro de la Iglesia, en cambio, dice que el derrumbe ocurrió cuando estaba a punto de concluir la construcción del edificio y un furioso huracán echó por tierra la mitad de la obra. Precisa el memorialista que el desastre ocurrió cuando al propietario empezaba a escasearle el dinero. «La bien cimentada reputación de Payret hizo que fueran en su auxilio varios capitalistas de La Habana, el capitán general le facilitó soldados y presidiarios para remediar las consecuencia del derrumbe, y el pueblo entero le demostró, por todos los medios, sus simpatías», escribe De la Iglesia.
 
Otros autores son del criterio de que tras el derrumbe el teatro nunca volvió a abrir. Payret en definitiva lo perdería cuando dejó de pagar impuestos y contribuciones. Dice De la Iglesia que el golpe de gracia se lo dio el Departamento de Hacienda, que se apropió del edificio. Joaquín Payret, digno de mejor suerte, quedó sumido en la miseria y todos le volvieron la espalda. Hacienda vendería el inmueble al doctor Anastasio Saaverio, que lo reedificó y lo puso a funcionar en 1890.
 
Suerte parecida tuvieron los teatros de la zona. Ricardo Irijoa, propietario del teatro del mismo nombre, quebró y se vio inmerso en una miseria desesperante. El Albizu, ya en los años 20 del siglo pasado, fue destruido por un incendio. El fabricante de tabacos Miguel Jané y Ollé no demoró en quedar arruinado. Aunque la temporada inaugural fue exitosa, su circo-teatro no pudo mantener la calidad de su cartel y pronto perdió el favor del público. En 1889, ocho años después de su apertura, cedía su espacio a la iglesia bautista Gethsemaní, que todavía lo ocupa. Se trata de una obra de notable construcción. En ningún otro edificio habanero se convirtió el hierro en un elemento estructural tan visible y decorativo.
 
Después…
Famosos cantantes de ópera pasaron por la escena del Payret. Allí se presentaron la trágica francesa Sarah Bernhardt y la bailarina rusa Anna Pavlova. A comienzos del siglo XX operó bajo la firma del circo Santos y Artigas y obras del Teatro Alhambra que en el coliseo de Consulado y Virtudes eran propias solo para hombres, se vieron en el Payret por toda la familia. Muy buenas zarzuelas subieron a sus tablas, pero fue, sobre todo, el templo de la opereta en la capital cubana, donde la tiple mexicana Esperanza Iris pudo lucirse a sus anchas. Después de 1948, fecha de una nueva reconstrucción, se dedicó a la exhibición de películas españolas.


Primer  Anterior  2 a 4 de 4  Siguiente   Último  
Tema anterior  Tema siguiente
 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados