El escándalo Weinstein desató una avalancha de acusaciones que involucran a figuras como Kevin Spacey y Dustin Hoffman y además ya afectan a gobiernos y organizaciones mediáticas.
Kevin Sacey
Las denuncias de acoso sexual cambian el guion de Hollywood
Esta semana, Kevin Spacey, el reconocido Frank Underwood de la serie House of Cards, se disculpó por haber acosado a un niño hace años, y como para concitar alguna simpatía, se declaró un homosexual que necesita ayuda. El hecho ahondó el problema desatado por la ola de testimonios y denuncias sobre abusos sexuales contra un productor de Hollywood, que mostraron al sexo como una moneda de cambio en la industria del entretenimiento. Esa ola ahora es un tsunami que cada semana suma voces y denuncias desde diferentes ámbitos y latitudes.
En la historia de Hollywood han estallado escándalos sexuales, como los de Roman Polanski y Woody Allen, pero su impacto se limitó siempre al gremio y al inculpado. Por eso, este fenómeno que arrastra a más y más figuras y ha tocado hasta íconos como Dustin Hoffman no tiene precedentes y, por su continuidad, podría generar un escarmiento más duradero. La resistencia contra el acoso y el abuso sexual está en pie de lucha.
Más allá de Harvey Weinstein, con quien todo comenzó, otros miembros de la industria mucho menos poderosos, como el director James Toback, tienen más de 300 denuncias, entre ellas la de la actriz Rachel McAdams. El caso más reciente involucra al también director Brett Ratner, a quien seis mujeres denunciaron, entre ellas Olivia Munn, quien afirmó que este se masturbó frente a ella. Ratner rechazó de tajo las acusaciones, pero aun así Warner Brothers cortó toda relación con él. El efecto dominó también afectó al editor literario Leon Wieseltier y a Roy Price, el más alto ejecutivo de Amazon Studios, quien perdió su empleo por sus escándalos sexuales y por sepultar otras denuncias de acoso en su empresa. Al controvertido fotógrafo Terry Richardson, que trabajó con Beyoncé y Lady Gaga, lo acaba de vetar Condé Nast, una casa editorial que publica Vogue, Vanity Fair y GQ, y de la que era consentido incluso cuando abundaban rumores sobre cómo explotaba sexualmente a sus modelos. Marcas como Diesel y Valentino no demoraron en distanciarse del fotógrafo.
Los nuevos parias aparecen todos los días. Eso quedó claro cuando la escritora Anna Graham Hunter denunció a Dustin Hoffman. Hunter, una practicante de 17 años en 1985, coincidió con Hoffman en el rodaje de Death of a Salesman, y relató como este le hacía comentarios sexuales. Hoffman respondió pronto, se disculpó, contó que en esos años vivía una etapa de drogas y depresión que lo sacaban de sí mismo, y que esos actos no reflejan su verdadera naturaleza. Entonces surgió un nuevo testimonio de otra mujer que describió también la costumbre de lanzar frases picantes.
Y aún si en la Casa Blanca sigue gobernando el hombre que acuñó “Grab them by the pussy” (“cógelas de la vagina”), las ramificaciones llegaron a la arena política estadounidense y británica. El expresidente George H. Bush se vio comprometido por el testimonio de tres mujeres que aseguran que, desde su silla de ruedas y en presencia de su esposa, les tocó las nalgas. Y a Michael Fallon, hasta el miércoles secretario de Defensa del Reino Unido, no le quedó más alternativa que renunciar por “comportamientos cuestionables” hace décadas con varias periodistas. El diario The Telegraph plantea que es apenas la punta del iceberg de un escándalo mucho mayor y a punto de estallar en el establecimiento político británico.
Precisamente, en el Reino Unido acaba de nacer The Second Source, una iniciativa que congrega a mujeres periodistas de todo el mundo para combatir el acoso en los medios, pertinente por los numerosos casos en el gremio. Estos les han costado el trabajo a periodistas que parecían intocables como Mark Halperin de la NBC (acusado por 12 mujeres de acoso), y también a Michael Oreskes, editor en jefe de NPR, la respetada y exitosa radio pública estadounidense.
Pero el caso más sonado involucra a Bill O’Reilly, el rey del rating en Fox News hasta su despido hace meses. Se reveló que le pagó 32 millones de dólares a una de sus víctimas para hacerla firmar un acuerdo de confidencialidad, una cifra estratosférica que llevó a muchos a preguntarse qué pudo haber hecho. Estos acuerdos, que históricamente han blindado de consecuencias legales a perpetradores acaudalados (como Bill Cosby), quedaron tambaleando tras el caso Weinstein, pues dos mujeres que firmaron acuerdos de confidencialidad con él los rompieron para contar sus historias. Una de ellas, Zelda Perkins, aseguró a Forbes que a menos que alguien lo hiciera, “no podría darse el debate sobre lo atroces que son estos acuerdos y la presión que significan para la víctima. Pensé que la ley estaba para proteger a quienes la seguían, pero esto no tiene nada que ver con el bien y el mal, y todo que ver con el dinero y el poder”.
La semana pasada, el relato de Anthony Rapp amplió el foco de la problemática al evidenciar que los hombres también son víctimas. El actor puso en el ojo del huracán a Spacey, ganador del premio Óscar por American Beauty y estrella de House of Cards, por un episodio de 1986. Rapp contó que, cuando él tenía 14 años y Spacey, 26, hacían parte del elenco de una obra de teatro. Rapp asistió a una fiesta en el departamento de Spacey y fue a un cuarto a ver televisión. Spacey entró, lo tomó, lo acostó y se le arrojó encima.
Como si hubiera previsto la tormenta, Spacey respondió automáticamente. En un comunicado expresó que no recordaba lo ocurrido, pero que se disculpaba por un episodio de borrachera. Además, aprovechó la coyuntura para contarle al mundo que hoy era un hombre homosexual. La comunidad gay estalló en ira. Matt Lawson, de Vanity Fair, entre muchas otras voces, condenó el que Spacey mezclara su ‘salida del clóset’ con la disculpa por su acoso, pues la sola asociación de ambas circunstancias es dañina e injusta. Netflix emitió un comunicado tibio que decía que House of Cards, la serie bandera de su proceso de consolidación, llegaría hasta la sexta temporada. Pero tres hombres acusaron a Spacey de tocar sus genitales y sorprenderlos en la cama, por lo cual el servicio de streaming anunció que cancelaba la producción hasta nuevo aviso. Como Weinstein en su momento, Spacey anunció el jueves a través de su representante que buscará tratamiento. Ese mismo día llovieron nuevos testimonios. Un hombre aseguró que cuando tenía 14 años y Spacey, 24, este lo sedujo y luego trató de violarlo. “Hoy le diría a su cara depredador sexual y un pedófilo”. Por otro lado, 8 integrantes del equipo de producción de House of Cards denunciaron sus acosos.
El caso de Spacey ha desterrado otro gran escándalo que puede estallar y ha sido secreto a voces por años. En 2015, el documental An Open Secret exploró las redes de pedofilia en Hollywood, que involucran a varios directores, productores y mánager, pero no encontró ni ofertas ni distribución por los callos que levantaría en la industria. Ahora, vuelve a la superficie. Además, Corey Feldman (Goonies) ha venido amenazando con revelar los nombres de quienes abusaron de él, y recauda fondos para narrar en detalle los sucesos.
Así pues, en todo el mundo, la peor pesadilla de Woody Allen parece hacerse realidad. El director, polémico, perseguido por su propio hijo Ronan (argumenta que violó a su hermana mayor), advirtió que el torbellino de denuncias se podía convertir en una cacería de brujas. Hay una cacería, pero queda por determinar sus límites, su naturaleza y su impacto en las dinámicas de la sociedad.
En Francia, dos mujeres denunciaron al conocido experto en el islam Faryk Ramadán en el marco de una marcha de la campaña #meToo y, en Argentina, el presentador de radio Ari Paluch sufre el escarnio público. Una periodista radial aseguró en su cuenta de Twitter: “En Colombia tenemos más de un Harvicito acosador sexual... Yo diria que en cualquier lugar del mundo si habláramos las mujeres”.
Kevin Spacey sigue sumando acusaciones por acoso y abuso sexual
Ocho miembros del equipo de "House of Cards" y un ex estudiante de actuación apuntaron contra el actor.
Tras las acusaciones de acoso sexual vertidas por los actores Anthony Rapp y Roberto Cavazos contra Kevin Spacey, ocho miembros del equipo de la serie House of Cards también denunciaron abuso de poder por parte de la estrella, que creó un "ambiente tóxico".
Así lo contó el jueves a CNN un antiguo asistente de producción de la exitosa serie de Netflix, que Spacey coprotagoniza junto a Robin Wright. "Había un ambiente tóxico para los hombres jóvenes que tenían que interactuar con él como parte del equipo, el elenco o los extras", afirmó.
Según aseguró, primero Spacey le metió la mano en el pantalón cuando ambos viajaban en un vehículo y, después, cuando lo ayudaba a llevar sus cosas al set de rodaje, Spacey lo arrinconó en el tráiler, bloqueándole la salida, y empezó a manosearlo. Al decirle que no se sentía cómodo, el actor se marchó airado, relató.
"No me cabe duda de que este tipo de comportamiento depredador era rutinario para él, que mi experiencia es una de muchas y que Kevin tenía pocos o ningún remordimiento a la hora de explotar su status y su posición", añadió este empleado.
Al igual que él, los otros siete hombres vinculados a House of Cards hablaron en condición de anonimato por temor a represalias. Otro empleado que ha trabajado en la serie desde su primera temporada también afirmó que Spacey lo acosaba y tocaba de manera habitual, pero temía denunciar este comportamiento.
El pasado martes, Netflix decidió suspender hasta nuevo aviso la producción de la sexta y última temporada de House of Cards como consecuencia de las acusaciones contra Spacey, que da vida al ficticio presidente de Estados Unidos Frank Underwood.
Pero las malas noticias para Spacey no terminan ahí. Ayer, un hombre de mediana edad residente en la costa este de EE.UU. aseguró a la publicación digital Vulture que cuando tenía 14 años mantuvo relaciones sexuales con el actor, 10 años mayor que él. El hombre, que dijo preferir mantener el anonimato para no ser "devorado por los medios de comunicación", describió aquella situación como un "intento de violación".
"He arrastrado un nivel de culpa toda mi vida sabiendo que estas personas repiten sus comportamientos. No paran. No se trata de una sola vez. Sabiendo que continuó actuando así, me hizo avergonzarme", relató el hombre a la web.
Según continuó en su narración, ambos se habían conocido en 1981, cuando Spacey ejercía como profesor en una escuela de interpretación en Westchester County y el hombre era un estudiante de 12 años. Volvieron a coincidir en 1983, y entonces Spacey le dio su número de teléfono.
"Comenzamos una relación sexual en su apartamento en el Upper West Side (Nueva York), en la primera vez que acudí. Consistía básicamente en que le penetrara", indicó el hombre, que volvió a reunirse con Spacey "tres o cuatro veces más".
"Nos decíamos que nos queríamos. Y él me decía que había productores que estaban muy interesados en mí como actor y que me iba a conseguir audiciones. No me había visto actuar desde que yo tenía 12 años", declaró.
En las siguientes veces que se vieron, Spacey le dijo que prefería ser él quien llevara a cabo la penetración, pero el hombre se resistió. "Me empujó fuerte, me agarró y empezó a frotarse contra mi trasero. Me dolía muchísimo. Le dije que no repetidamente. Por suerte yo era fuerte y logré quitármelo de encima. Me deshice de él y me fui corriendo mientras lloraba", sostuvo.
Frente a la acusación, el abogado de Spacey la denegó por completo. Mientras tanto, con el rodaje de la nueva temporada de la serie suspendido, su representante ya había advertido el miércoles que el actor "se está tomando el tiempo necesario para buscar evaluación y tratamiento".
El padre de Kevin Spacey era nazi y abusaba de él, según su hermano
El hermano del reconocido actor dijo que su padre no tenía sentimientos. Pero el mismo protagonista de House of Cards dio otra versión sobre su padre en 2002 que no coincide con estas declaraciones.
Como si fuera un capítulo de House of Cards, que a propósito ha suspendido el rodaje de su sexta y definitiva temporada, ha pasado de todo. Netflix confirmó el martes que la producción quedaba en veremos debido a que Kevin Spacey, el actor que le da vida a Frank Underwood, fue señalado de acoso por otro actor, de nombre Anthony Rapp.
"Hemos decidido suspender la producción de la sexta temporada de House of Cards hasta nuevo aviso para tener tiempo para valorar la actual situación y atender cualquier preocupación de nuestro reparto y equipo", comunicó Netflix, productora de la serie.
Pocos días después de que el célebre actor estadounidense Kevin Spacey fuera acusado de agredir sexualmente a un adolescente en 1986, su hermano mayor, Randall Fowler, contó a 'The Daily Mail' el infierno que se vivía en la casa familiar, donde su padre abusivo le habría violado durante años cuando era adolescente.
Fowler, de 62 años, reveló que su padre, Thomas Geoffrey Fowler, era un violento nazi y y abusaba sexualmente de ellos, mi padre maltrataba a toda la familia de manera tal que fue apodado por ellos como 'La Criatura'. Cuando Spacey y su hermano eran niños, el hombre se unió al Partido Nazi estadounidense y solía decorar la casa con elementos que hacía propaganda al nazismo e incluso recortó su bigote a imagen y semejanza de Adolf Hitler. También Randall contó que su padre lo retiró del club de Scouts porque el lider era judío.
Según su testimonio, el cabeza de la familia abusaba sexualmente de ellos.le golpeó y violó a lo largo de cuatro años desde que tenía 12 años, todo ello con el conocimiento de la madre. Su hermana, Julie, también habría sufrido palizas a manos de su padre y escapó de la casa cuando cumplió los 18.
Mientras tanto, Fowler asegura que su hermano pequeño Kevin Spacey "se encerró en sí mismo" ante la situación que reinaba en la casa y trató de no meterse en problemas.
"Kevin trató de rehuir lo que estaba pasando envolviéndose en una burbuja emocional" y "se volvió muy astuto e inteligente", según explica. Al mismo tiempo, Spacey intentaba distraer y "animar" a sus familiares realizando imitaciones de personas famosas.
De acuerdo con Fowler, su padre era una persona tan abusiva que él mismo evitó tener hijos por miedo a que "heredaran el gen de depredador sexual" de su progenitor.
Lo curioso es que Spacey describió a su padre de una manera muy diferente, como un hombre de clase media y normal, según una entrevista que dio en 2002 para Esquire.
Randall Fowler dijo que el sostén de la familia era su madre, quien trabajó en varias cosas, mientras que Thomas Geoffrey Fowler de vez en cuando encontraba trabajos como independiente. Además, Randall dijo que en varias ocasiones su madre se "disgustó" con su esposo por haber abusado de una niña que era pariente suya.
La cena era un sermón sobre la supremacía blanca y que supuestamente el holocausto era una mentira.
Randall contó al Dailymail que su padre le desabrochó los botones del pantalón y abusó de él, a pesar de los gritos de auxilio, su madre no pudo hacer nada porque Thomas Fowler había cerrado el cuarto con seguro. "Me sentí abandonado, papá cometió un abuso sexual conmigo".
Las denuncias de acoso sexual cambian el guion de Hollywood
El caso Weinstein ha abierto un punto de inflexión porque, por primera vez, las víctimas tienen credibilidad instantánea.
La historia se publicó online a las 3 de la madrugada del domingo 22 de octubre. Glenn Whipp, especialista de Los Angeles Times en Hollywood desde hace 20 años, citaba a 38 mujeres —31 con nombre— que aseguraban que el cineasta James Toback había abusado de ellas. “Empezaron a llegar correos de mujeres que habían leído la historia y no se lo podían creer, les había pasado lo mismo”, cuenta Whipp por teléfono. Solo un día después, tenía 200 testimonios más. En estos momentos, la lista va por 310.
Estados Unidos está teniendo una conversación nacional sobre los abusos sexuales en Hollywood. Pero no solo. Está trascendiendo EE UU y también Hollywood. Ya no es una conversación, es una catarsis. Quizá nombres como James Toback, Brett Ratner o incluso Harvey Weinstein no le dicen nada al gran público. Pero Kevin Spacey y Dustin Hoffman sí. Ellos son la medida de lo que está pasando. Las víctimas se están atreviendo a hablar no solo contra hombres poderosos económicamente, sino contra personajes de enorme predicamento social, adorados por millones de personas.
“Parece que hemos llegado a un punto de inflexión donde la gente ha encontrado el valor para hablar contra personas poderosas, que no es fácil”, opina Whipp. “Tienen la sensación de que alguien les va a escuchar. Antes se encontraban con indiferencia. Ahora la gente se toma esto muy en serio y con empatía. Los periodistas escuchamos y corroboramos las historias, y eso legitima a estas mujeres”.
Valga como referencia que, hace solo dos años, Bill Cosby mantenía cierto respeto en la industria. Su comportamiento sexual era un secreto a voces desde los setenta. Decenas de mujeres contaron sus experiencias con él. Una lo denunció. Y aun así no fue repudiado por la industria y los espectadores hasta julio de 2015, cuando se publicó una antigua confesión suya donde decía que compraba drogas para dárselas a mujeres y tener sexo con ellas. Solo entonces se canceló una gira que tenía planeada para ese año como si no pasara nada. Cosby cayó por su confesión, no porque decenas de mujeres revelaran que las había violado. Ese déficit de credibilidad de las víctimas es lo que se ha acabado con el caso Weinstein.
Esta conversación nacional sobre el abuso por parte de hombres poderosos tiene, sin embargo, un elefante en la habitación que parece inmune a las denuncias. Es precisamente una estrella de la telerrealidad y el hombre más poderoso del mundo, Donald Trump. El presidente de EE UU está grabado en vídeo presumiendo de que “cuando eres una estrella te dejan hacer lo que quieras”, como “agarrarlas por el coño”. Es la definición misma del comportamiento que ha destruido la carrera de Weinstein o Roy Price en horas. Trump recibió 63 millones de votos un mes después de que se difundiera esta grabación.
Inundada de llamadas
La abogada Gloria Allred lleva 40 años ejerciendo y está especializada en abusos sexuales. Es la más famosa de EE UU en este tipo de casos y estos días está inundada de llamadas. Allred niega que esto no tenga consecuencias para Trump. Sobre todo porque ella lleva la denuncia que tiene más posibilidades de meter al presidente en problemas por este asunto. Allred representa a Summer Zervos, una concursante de The Apprentice que denunció a Trump en plena campaña por manosearla y propasarse con ella en 2007, en lo que iba a ser una reunión de trabajo. Un relato parecido al de los testimonios contra Weinstein. Un juez de Nueva York tiene que decidir si obliga al presidente a demostrar quién tiene razón. Allred es al comportamiento sexual de Trump lo que el fiscal Robert Mueller es a la trama rusa.
En el caso de Hollywood, ante la pregunta de si esta ola de acusaciones puede tener un lado oscuro, que se puedan destruir vidas con una declaración anónima a los medios, responde que “por supuesto que puede pasar”. “Pero es más probable que sean verdad. Las personas que denuncian tienen que defender lo que dicen. Y en cuanto a las vidas destruidas, también se han destruido las vidas de muchas víctimas, psicológicamente y físicamente”, afirma.
Hay otro factor que previene contra las acusaciones sin base: la justicia en EE UU es muy cara. “La persona corre el riesgo de ser denunciada incluso si la acusación es verdad”, afirma Allred. “Por ejemplo, Ratner ha dicho que va a demandar a la primera mujer que le acusó. Va a tener que defenderse, contratar a un abogado. Le puede costar miles o cientos de miles de dólares”, haber acusado a Ratner.
No se puede minimizar el valor necesario para salir en los medios acusando a alguien de acoso sexual, incluso en la actual situación. Además, Whipp añade que por el momento se están viendo “patrones de comportamiento que han durado años. Hasta ahora, los acusados son personas que abusaron de su poder durante mucho tiempo y los afectados son muchos. Siempre hay potencial para acusaciones injustas, pero el periodismo está siendo sólido”.
Los casos conocidos tienen un denominador común: son personas que se aprovechaban de una posición de poder sobre otros en situación de inferioridad, que no eran estrellas. “Esas son las que tenían que ser protegidas”, opina Whipp. “Ese es el cambio que había que hacer. Crear ambientes de trabajo en los platós que sean seguros y en los que haya una decencia básica”.
Scott Frank tiene una especialidad curiosa. Antropólogo de formación, se dedicó a estudiar comportamientos humanos en Hollywood. “Es como cualquier otra tribu”, dice por teléfono. Ahora trabaja en la industria como asesor. “Parece que hay un cambio de mareas de verdad en las últimas dos semanas”, admite. Pero añade que “no fue interno”. “La industria del cine no eligió ser mejor. Fue el periodismo el que levantó el escándalo y el que abrió las compuertas. Y una vez que se abrieron, se abrieron de verdad”.
Para Frank, la autenticidad del cambio se nota en dos aspectos. Primero, “las víctimas quieren hablar, y cuanto más hablan, más credibilidad tienen”. Pero la clave, según Frank, es que “la gente está perdiendo el empleo por esto”. “Si la gente habla mal de ti y te critica, no pasa nada”, como ocurría con Cosby. “Pero si pierdes tu trabajo, la gente ve que tiene consecuencias reales. Hollywood es una cultura de miedo e incertidumbre, nadie sabe si va a tener trabajo el mes que viene. Si cala la idea de que si te pillan haciendo esto no vuelves a trabajar, hará que la gente se lo piense antes de hacerlo”. Ese será el final de verdad del acoso normalizado.