“Al morirse mi mamá yo seguí la promesa que seguirán mis hijos”
San Lázaro vuelve a movilizar a sus creyentes
Augusto César San Martín y Rudy Cabrera
Josefa Romero Suárez lleva los 56 años de su vida venerando a San Lázaro en una figura de barro de unos 15 centímetros de alto, que viste con tela de saco, adornada con visos de tul morado. Cada 17 de diciembre la estatuilla del santo es ubicada en un nuevo altar para la celebración que realizan Josefa y los devotos del barrio.
La creyente explicó a CubaNet las causas de su devoción, y la de otros participantes de la velada.
“Cuando yo nací tenía una enfermedad fulminante, mi mamá viajó desde Holguín hasta la iglesia de San Lázaro y le pidió que, si yo me salvaba, ella todos los años recogería dinero por las calles para hacerle una fiesta cada 17 de diciembre. Al morirse mi mamá yo seguí la promesa que seguirán mis hijos”.
Cuando se inicia el último mes de año, Lázara de la Caridad, de 65 años, adorna el altar de San Lázaro ubicado en una esquina de la sala de su casa. Días antes recibe un trozo de tela morada para coserle una capa al santo, tallado en una madera de unos 7 cm de largo, que ella asegura tiene su misma edad.
“Tengo un amigo que le pidió a San Lázaro mejorar su vivienda y viajar, el milagroso le concedió las dos cosas, y él prometió, hasta su muerte, que cada año le haría una capa mejor”, dijo Lázara.
La mayor procesión de Cuba
Todos los años la fe que desata San Lázaro en los cubanos queda confirmada en las estadísticas del Santuario, con más de un millón de creyentes que lo visitan durante el año, y los más de 80 mil que participan en la procesión durante el mes de diciembre. Vinculado al catolicismo en la figura de San Lázaro Obispo, la religiosidad popular lo venera en Lázaro, el mendigo que aparece en el Evangelio de San Lucas, mientras el sincretismo cubano lo resume en Babalú Ayé, señor de la tierra y las enfermedades.
La peregrinación religiosa más grande que se lleva a cabo en la isla se realiza a través de la carretera de Managua, de 4 kilómetros y medio, que separa el poblado de Santiago de las Vegas del templo católico ubicado en el caserío El Rincón. Pero esta no es la única demostración de los creyentes cubanos en el “milagroso San Lázaro”, como le llaman; tampoco la muchedumbre que se concentra en el Santuario durante la principal jornada. La víspera del 17 es el punto.
Desde que la religiosidad popular dejo de ser abiertamente perseguida, en diciembre los creyentes visten alguna prenda púrpura. Hasta mediados del mes en las calles de la isla se pueden ver los devotos vistiendo prendas que se identifican con el santo como es tejido de yute, que indica flagelación corporal. Otro número significativo peregrinan en las calles arrastrando piedras en señal de sacrificio y pidiendo limosnas como signo de mendicidad.
Un santo de pueblo
A pesar de que la Iglesia católica se esfuerza por identificar la celebración con San Lázaro Obispo, las figuras del mendigo bíblico y el sincrético Babalú Ayé son los elegidos por la religiosidad popular, dejando sus huellas de humo en el único día que fumar habanos dentro de la iglesia no es pecado.
Más allá de los milagros que los cubanos atribuyen a San Lázaro, los creyentes se identifican con el santo que sufrió en carne propia la enfermedad, la pobreza y el martirio. A esto se debe que las principales peticiones sean la salud y la prosperidad, sobre todo cuando se cierran las puertas a los esfuerzos. Esta identificación se asocia además al elevado grado de sacrificio y penitencia en las promesas de los devotos, caracterizadas por la flagelación, martirios o las privaciones.
El pelo negro y larguísimo de Niurka era su mayor vanidad desde los 15 años, cuando se negó a cortarlo. A los 35 años prometió a San Lázaro que, si liberaban a su hermano, prisionero político en Cuba, renunciaría a su presunción.
“Cuando mi hermano fue excarcelado me corte el pelo para siempre, me olvide que algún día fue mi orgullo”, dijo Niurka a CubaNet.
Este año las autoridades religiosas del Santuario desplegaron un dispositivo de seguridad para prohibir la toma de imágenes dentro del Templo. No obstante, los lentes de las cámaras ya comenzaron a captar la peregrinación de San Lázaro en toda la ciudad, donde no pocas promesas extremas dejan laceraciones en la piel en la piel de los devotos y arrestos policiales a los pagadores de promesas que recorren las calles habaneras, como son los casos del artista Luis Manuel Otero Alcántara y Yenier Samuel, quien comienza su peregrinación en noviembre.
El sacrificio espontáneo que mueve a los creyentes cubanos hacia El Rincón describe el nivel de quienes creen, cuando hay esperanzas. Sobre todo, cuánto están dispuestos a ofrecer si se cumplen sus expectativas.
La Habana, Cuba - 2017