Análisis:
Trump dice que respalda a la clase obrera, pero sus acciones lo desmienten
Michael Tackett y Jim Tankersley
WASHINGTON — El presidente estadounidense Donald Trump rara vez pierde una oportunidad para presentarse como el defensor de los estadounidenses “olvidados”, hombres y mujeres que se sienten ignorados o ridiculizados por parte de las élites y que creen, como Trump lo dice frecuentemente, que el “sistema está amañado” en contra de ellos.
“Jamás serán ignorados de nuevo”, dijo a principios de diciembre en un mitin en Pensacola, Florida. Sin embargo, esta semana, el presidente de Estados Unidos espera poder firmar con gran fanfarria un proyecto de ley fiscal cuyos principales beneficiados, no solo en términos de dinero sino también como un aumento porcentual en el ingreso, serán las corporaciones y los estadounidenses más adinerados. La propia familia de Trump se beneficiará de los recortes fiscales a las propiedades inmobiliarias corporativas, que serán mantenidos o extendidos, y sus herederos tienen motivos para celebrar el aumento a las exenciones para impuestos inmobiliarios: con este proyecto de ley, los hijos y nietos de Trump podrían heredar 22 millones de dólares libres de impuestos.
Además, el 14 de diciembre, la Comisión Federal de Comunicaciones estadounidense, dirigida por Ajit Pai, nombrado por Trump, revirtió la política de la era de Obama conocida como la neutralidad de red pese a las objeciones de grupos de consumidores y dueños de pequeños negocios en la web. Estos temen que, sin esa protección, los proveedores gigantes de servicios de internet les cobrarán a las empresas de internet a cambio de ofrecerles altas velocidades mientras que lentificarán la velocidad a la que se transmite el contenido de las empresas que no paguen o, incluso, las bloquearán. A los consumidores podrían cobrarles tarifas variables para tener acceso a internet, dependiendo de los sitios web que visiten.
Se prevé que en las próximas semanas el Departamento de Educación reduzca las protecciones para recién graduados de la universidad que deben repagar sus préstamos de colegiaturas a escuelas con fines de lucro y Trump también revirtió a principios de su gestión las reglas que forzarían a las empresas que buscan contratos públicos a revelar si han cometido violaciones a los estándares laborales.
“Si quieres decir que eres populista, más te vale estar listo para defender a quienes ganan menos, ya sea que sus empleos impliquen llenar una planilla de horarios o pasar una tarjeta por un medidor; que tengan salario fijo o dependan de propinas; que trabajen detrás de un escritorio, en la planta de una fábrica o detrás del mostrador de un restaurante”, dijo el senador Sherrod Brown, demócrata de Ohio. “Porque el populismo es para la gente… no solamente estos o solamente los otros, sino toda la gente”.
Sarah Huckabee Sanders, portavoz de la Casa Blanca, contrarrestó estas críticas y señaló las ganancias económicas del último año a nivel nacional como evidencia de que Trump había ayudado a los estadounidenses comunes y corrientes.
“Ha sido un gran año para la economía y la labor estadounidense que la impulsa, con pensiones que aumentaron un 39 por ciento y cerca de 160.000 empleos de manufactura añadidos desde que el presidente asumió el cargo”, dijo.
“El presidente Trump se ha enfocado en el trabajador estadounidense desde los primeros días de su administración, durante los cuales se retiró del Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica, firmó una orden ejecutiva en la que promueve la manufactura local en la construcción de oleoductos y detuvo las medidas creadas por el anterior gobierno que se extralimitaban en regulaciones y acababan con los empleos”.
Es poco probable que la opinión que los simpatizantes más leales de Trump tienen sobre él cambie radicalmente a partir de complejos desmantelamientos regulatorios o recortes fiscales que benefician a los ricos, según Kathleen Hall Jamieson, directora del Centro Annenberg de Políticas Públicas en la Universidad de Pennsylvania.
“Hay una diferencia entre el mundo en que viven las élites, el mundo en el que ponen mucha atención a las noticias y en el que están muy enterados de la discusión política, y el resto del país”, dijo. En vez de debatir minucias sobre la neutralidad de la red, añadió, lo más probable es que “el votante de Trump se pregunte: ‘Cuando vea mi cheque, ¿habrá más o menos dinero en él? ¿Mis vecinos tendrán empleo o no? ¿Mis hijos están consiguiendo trabajo?’”.
Sin embargo, el proyecto de ley fiscal podría tener un efecto político. Es probable que aumenten los impuestos para millones de contribuyentes de clase media, aunque quizá no será notorio hasta el año siguiente. Además, la estructura del recorte fiscal tiende a favorecer a los propietarios de grandes negocios por encima de quienes recogen los cheques, pues mientras que los recortes en impuestos para las corporaciones serían permanentes, los destinados a individuos tienen una fecha de vencimiento.
Trump sigue diciendo que el proyecto de ley afectaría a los ricos y ofrecería un enorme aumento para los estadounidenses promedio; el domingo escribió en Twitter: “Como candidato, prometí que aprobaría un enorme RECORTE FISCAL para las familias trabajadoras promedio de Estados Unidos que son la columna y el corazón de nuestro país. Ahora, estamos a unos días de hacerlo”.
Si el crecimiento económico, alentado por el recorte fiscal a la empresas, llega a verse en los cheques de los trabajadores, eso reivindicaría las promesas de Trump. De no ser así, la ley hacendaria que las encuestas de por sí muestran como algo muy poco popular podría serlo aún menos.
“Desafortunadamente, con demasiada frecuencia, el presidente ha roto promesas que le hizo a los trabajadores de Ohio en la campaña”, dijo el senador Brown, “y se ha aliado con Mitch McConnell para llegar a acuerdos a puerta cerrada con los intereses especiales de Washington en mente”, añadió, refiriéndose al líder de la bancada republicana en el Senado de Estados Unidos.
Los mítines de Trump, como el que organizó recientemente en Florida, son muy concurridos por simpatizantes que compran los boletos de entrada con anticipación; rara vez se pronuncian ahí las voces disidentes. Trump sabe quién es su público y casi siempre retoma al mensaje de que es el guardián de la clase trabajadora.
No obstante, otros sí ven una gran brecha entre la lista de los “ganadores” en la era de Trump y el ciudadano promedio al que prometió ayudar.
Mike Walden, un hombre jubilado de Ohio que condujo un camión durante más de treinta años, visitó Washington la semana pasada para intentar cabildear a favor de las pensiones. No votó por Trump, pero ha votado por republicanos como su senador estatal, Rob Portman. Walden dijo que el presidente ha hecho poco por ayudar a los trabajadores de su sindicato.
“Resultó electo presidente porque habló de los problemas de la clase obrera”, dijo Walden. “Pero no hemos oído que diga una palabra acerca de eso ahora”.
“¿Dónde está su actitud de ‘estoy a favor del hombre trabajador’? No la veo por ningún lado”, dijo Walden, y agregó: “¿Qué ha hecho por el hombre trabajador? No estoy totalmente en su contra. Es el presidente de Estados Unidos. Pero al mismo tiempo, no es justo que resulte electo gracias a la clase trabajadora y después nos dé una puñalada por la espalda”.