Este 1ro de enero el opositor independiente Daniel Llorente cumplió ocho meses de haber sido arrestado por echarse a correr, enarbolando la bandera de Estados Unidos, frente a Raúl Castro al comienzo del desfile del pasado primero de mayo, en la Plaza de la Revolución.
El activista, intervenido inmediatamente durante su desplazamiento por agentes vestidos de civil, fue arrestado y trasladado a la estación policial de Zapata y C, donde recibió una segunda paliza, pues la primera se la propinaron en la Plaza, según explicó el propio Llorente.
“Recuerdo que cuando me arrestaron en la Plaza me metieron detrás de una ambulancia que había allí, y con mi mismo cinto me amarraron las manos en la espalda, entonces uno de ellos me pisó la cabeza y otro me intentaba asfixiar. Cuando le dije que me estaban asfixiando, me dijeron que eso era lo que querían precisamente, matarme. Después me montaron en un carro y me siguieron dando golpes hasta que llegué a la estación de la policía, que gracias a un policía que intervino, dejaron de golpearme, incluso hasta me robaron dinero que traía en la billetera”, apuntó Llorente.
Durante casi un mes cuenta que permaneció encerrado en 100 y Aldabó, hasta que el 29 de mayo fue trasladado al Hospital Psiquiátrico de la Habana, donde permanece encerrado en la sala Adolfo J. Giral junto a convictos recluidos allí por asesinato.
Confiesa que en un principio las autoridades lo habrían acusado de resistencia y desorden público, pero el día 30 de mayo fue visitado en el hospital por el instructor a cargo de su caso, quién le dio a firmar un documento donde quedaba claro que lo habían exonerado de estos cargos.
“El instructor se apareció aquí con un papel que decía libertad inmediata por los delitos de resistencia y desorden público, y yo se lo firmé, pero automáticamente me dijo que debía quedarme allí encerrado por una medida ‘predelictiva’ que me había impuesto el tribunal, por eso es que digo que yo soy un secuestrado de Raúl Castro, porque yo no tengo que estar aquí”, afirmó.
Según describe, así se lo confirmaron cuatro especialistas que lo visitaron en la segunda quincena de junio, designados, según Llorente, por el propio Ministro de Salud Pública para estudiar su caso.
“Les dije: Ustedes no van a decir la verdad porque ustedes trabajan para la Seguridad del Estado, y sin embargo, ellos me contestaron que no tenían ninguna razón para mentir con respecto a mi caso, ya que solamente eran médicos, incluso plasmaron en su informe que no había razón ninguna para que yo estuviera en este hospital”, aseguró.
Así también dice Llorente que se lo ha explicado la doctora Marien Guerra Guerra, quien lo ha atendido durante todo este tiempo de su encierro en el Psiquiátrico.
“Ella me ha asegurado que si dependiera de ella me hubiera dado de alta el mismo día en que yo llegué a este lugar, porque yo no tengo ningún problema psiquiátrico, lo que como evidentemente no tienen ningún argumento para mantenerme encerrado, entonces quieren hacer creer que yo estoy loco, pero no lo han logrado”, dijo.
Refiere además que la mencionada doctora ha enviado la petición al tribunal para que lo saquen de allí, pero la institución se lo ha negado en dos ocasiones.
Basado en estos argumentos, conversamos con la subdirectora del Hospital Psiquiátrico donde está recluido Llorente, en busca de una explicación.
“Nosotros prestamos asistencia médica a los pacientes que están en esa sala, pero no tenemos jurisdicción sobre ellos, incluso nosotros no somos ni los que ingresamos a los pacientes en esa sala, que está dentro del hospital, pero es un servicio regional; en esa sala manda medicina legal y el tribunal, lo único que nosotros hacemos es sugerir cuando el paciente está en condiciones de irse, pero si se va o no, lo decide el tribunal, porque no están en la cárcel pero son condiciones similares”, confirmó la subdirectora.
La misma además agregó que para visitar a Llorente se necesita estar en una lista, y que para incluir cualquier nombre debe ser aprobado por los controles del Ministerio del Interior.
“La persona que quiera venir a visitarlo tiene que entregar su nombre a la doctora de esa sala, ella lo entrega a las autoridades para que verifiquen, y ellos son los que deciden, aunque solo pueden ser familiares de primer grado de consanguinidad”.
Este reportero pudo comprobar que estas medidas de seguridad solamente son llevadas a cabo de manera estricta contra Daniel Llorente, quién solo tiene permitido que lo visite su hijo Eliecer Llorente, así lo informó un custodio de sala bajo condición de anonimato por miedo a represalias.