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General: Los refugiados judíos y la industria del diamante en Cuba
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 13/01/2018 13:31
Fotos y recuerdos de los refugiados judíos en Cuba. Llegaron a la isla escapando de los nazis y su historia ha quedado olvidada. Sus testimonios son fundamentales para reconstruir tanto sus experiencias en Cuba como una pasaje de la historia de la isla, la industria de diamantes que se estableció en los años 1940 y que murió con su partida. 

 Los judíos y la industria del diamante en Cuba
Huyeron de los nazis y crearon una industria de diamantes en Cuba, de la que nadie parece saber nada
       POR SARAH MORENO
Venían apretados en barcos. Habían vendido hasta la camisa para conseguir visados y pasaportes y lo primero que veían a la entrada de la bahía de La Habana era El Morro. Tras la fortaleza y el faro estaba la esperanza, pero también lo desconocido.
 
Eran los judíos que venían huyendo de la Europa ocupada por los nazis. Entre 1933 y 1944, 12,000 refugiados llegaron a Cuba.
 
El documental Cuba’s Forgotten Jewels: a Haven in Havana rescata una parte de la historia de Cuba olvidada. En la década del 1940, miles de judíos llegaron a Cuba de Europa, huyendo del nazismo. En la isla encontraron refugio y crearon talleres para pulir diamantes. Allí emplearon y enseñaron esta laboriosa tarea a cubanos, pero con la partida de Cuba de los refugiados judíos, después de la II Guerra Mundial, todo quedó olvidado.
 
Todo era extraño y no hablaban el idioma. Atrás dejaban obras de arte, negocios prósperos –fábricas o pequeños comercios–, empleos profesionales, y lo más doloroso, familiares que nunca volverían a ver.
 
La vida de estos refugiados de la guerra en la isla es el centro del documental Cuba’s Forgotten Jewels, a Haven in Havana, que se estrena en esta ciudad durante el Festival de Cine Judío (Miami Jewish Film Festival), que se celebra del 11 al 25 de enero en Miami Beach.
 
La primera función ya está completamente vendida, pero para la segunda, el jueves 18, a las 7 p.m., en el Miami Beach JCC (4221 Pine Tree Dr.), todavía hay entradas disponibles. Contará con la presencia de las directoras del documental, Robin Truesdale y Judy Kreith.
 
Es precisamente por la constante mención de Cuba en los recuerdos de la madre de Judy, Marion Finkels Kreith, que las realizadoras comienzan a reunir los testimonios de otras personas que compartieron esa experiencia.
 
Judy cuenta que su mamá recordaba con frecuencia el trabajo que hizo en los años que vivió en la isla: pulía diamantes en una industria que en Cuba no existía y que crearon los judíos para sobrevivir.
 
“Era una situación en la que todos ganaban porque esa industria contrataba tanto a refugiados judíos como a cubanos”, recuerda Judy sobre las palabras que repetía su madre, que llegó a Cuba con 14 años.
 
Muchos judíos intentaron vender corbatas, cuenta uno de los entrevistados en el documental, pero no todos eran vendedores.
 
La industria del diamante, y especialmente la laboriosa tarea de pulirlos, sí era un negocio que conocían.
 
Después de salir de Tiscornia, el campo de detención adonde los enviaban para cuarentena, en un lugar apartado junto a la bahía de La Habana, comenzaba su vida de desempleados.
 
Con bocas a las que alimentar, los refugiados crearon su propio medio de vida. Surgieron entonces los talleres donde pulían los diamantes que salían de África y que llegaban a la isla a través de Nueva York, el destino con el que la mayoría de ellos soñaba.
 
Siguiendo la legislación vigente, los talleres debían emplear un 50 por ciento de cubanos. El resto eran refugiados.
 
“Hoy no existe en la isla evidencia física de esos talleres, ni signos de que esa industria existió, y esa fue nuestra única dificultad”, dice Truesdale, que comenzó a filmar el testimonio de Marion para un archivo familiar.
 
“Una vez que empezamos a entrevistar a otros sobrevivientes del Holocausto y a escuchar sus historias, supimos que este documental tenía que hacerse”, dice Truesdale, que tiene una carrera como realizadora de documentales.
 
Judy, coreógrafa y profesora de baile, que había visitado la isla en varias ocasiones para estudiar las danzas afrocubanas y populares, trabajó junto a Truesdale durante dos años y medio en el documental. En el 2015 se trasladaron a La Habana para filmar.
 
“Estábamos fascinadas y sorprendidas de que muy pocas personas en Cuba sabían sobre la industria del diamante que existió en los años 1940”, añade Truesdale.
 
Los testimonios se filmaron en Estados Unidos, la mayoría en Nueva York. Uno de los entrevistados es el hijo de Jack Grosbard, un empresario que trabajó junto a otros refugiados y más tarde abrió su propia fábrica. Se unió con un mecánico cubano y perfeccionaron la máquina que se usaba para pulir diamantes.
 
Como la mayoría de los refugiados se fueron después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la industria no sobrevivió. Ni los gobiernos republicanos posteriores ni tampoco el castrismo se interesaron por mantener un récord histórico de esa industria.
 
“La mayoría de la información la encontramos en los archivos del Jewish Distribution Committee (JDC) en Nueva York, que ayuda a judíos en todo el mundo”, cuenta Truesdale.
 
El resto de los testimonios se concentran en cómo se adaptaron a la cotidianidad en la isla.
 
“Me encantaban los plátanos, íbamos al mercado en la calle Paseo”, cuenta una entrevistada.
 
“Había un color, una vida, un frescor en el aire”, recuerda otra.
 
“La primera vez que me pagaron tomé una moneda y me fui a la playa de la Concha”, dice otro testimonio.
 
Pero quizás es el más curioso es el de Felicia Rosshandler, que no sólo se convirtió en “una teenager cubana”, como ella describe, sino que encontró un amor. Rosshandler se enamoró entonces de un joven Edmundo Desnoes. Ella se fue de Cuba y años más tarde se reencontró en Nueva York con el autor de Memorias del subdesarrollo, con quien comparte su vida desde hace décadas.
 
Sus experiencias las recogió en el libro Passing Through Havana, A Novel of a Wartime Girlhood in the Caribbean.
 
Los refugiados dicen no haber experimentado antisemitismo en Cuba. “Nunca oí que se dijera, ¿qué hacen aquí?”, recuerdan.
 
“Siempre estaré agradecida a Cuba por abrirles las puertas a mi madre y a otros judíos cuando otros países se las cerraron”, dice Judy.
 
“Nos considerábamos afortunados, perdimos todo, pero no nuestras vidas”, resume una testimoniante hacia el final del documental.
 
Y de seguro hay muchos en Miami que pueden identificarse con esas palabras.
 
       SARAH MORENO
 


     Fuente:  El Nuevo Herald


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