En Cuba no hay informes sobre la criminalidad y la prensa oficial carece de una crónica roja, como si el delito no existiera. Cerca del hotel Inglaterra un guía turístico independiente 'lee la cartilla' a los clientes. "No se metan en ningún pasillo o escaleras con desconocidos y mucho menos si ofrecen tabacos"
Modelos y también jineteros en venta
Turistas y nuevos ricos, imanes para los ladrones en un país no tan seguro
Marcelo Hernández | 14yMedio
Son las 11 de la mañana cuando dos alemanas se presentan en la Estación de Policía de Zanja y Dragones en La Habana. Un hombre les ha robado la cámara fotográfica en las cercanías del callejón de Hamel, una zona muy visitada por extranjeros. El oficial de guardia parece acostumbrado a estos casos y comienza a rellenar la denuncia por "un arrebato a turistas".
"Esto es todos los días así, en esta parte de la ciudad es el pan nuestro de cada día", comenta un uniformado que hace guardia a las afueras y está feliz de que esta semana el sol no lo castigue demasiado. "Cuando veo acercarse a un extranjero ya sé a lo que viene porque aquí, en Centro Habana y La Habana Vieja, se da mucho el robo a turistas y la estafa".
A poca distancia del casco histórico, la zona más turística de la ciudad y la más densamente poblada del país, la estación de Zanja y Dragones resulta un buen termómetro para medir los delitos que más se repiten cuando se combinan la miseria, la criminalidad y la oportunidad.
Cerca del hotel Inglaterra, frente al Parque Central, un guía turístico independiente "lee la cartilla" a los clientes. "No se metan en ningún pasillo o escaleras con desconocidos y mucho menos si ofrecen tabacos". Ante la mirada atenta de los extranjeros agrega: "no cambien dinero si no es en la Cadeca (casa de cambio), aguanten bien los bolsos y las mochilas".
La lección incluye también otros consejos para situaciones menos peligrosas. "Si alguien les dice que hoy es su cumpleaños y que por eso deben hacerle un regalo o pagarle una fiesta, exíjanle el carné de identidad para comprobar la fecha de nacimiento, hay que tener cuidado con quienes digan que van a llevarlos a ver el lugar del Buena Vista Social Club porque esa es una estafa muy común".
La lista de indicaciones se extiende y culmina avisando a los azorados turistas que deben acudir "cuanto antes" a la estación de policía si son víctimas de alguno de estos hechos. "No intenten enfrentar a nadie si les arrebata el bolso, no persigan a nadie que les haya robado hasta el interior de una casa o solar, mejor busquen un agente del orden".
Estas advertencias contrastan con las recientes afirmaciones del periodista norteamericano y planificador turístico especializado en la Isla, Christopher P. Baker, que considera a Cuba de "los países más seguros para la actividad turística", una clasificación que también recibió la semana pasada durante la edición 38 de la Feria Internacional de Turismo (Fitur), en Madrid, España.
"Es cierto que no tenemos muchos casos de turistas heridos con armas blancas, armas de fuego ni asesinados", comentó a 14ymedio un capitán de la policía que prefirió el anonimato, "pero los índices de robo con fuerza y estafa han crecido en los últimos años porque al país están entrando cada vez más visitantes".
El oficial cree que "debe hacerse una labor de mayor concientización para que las agencias y los guías alerten a los extranjeros de que no incurran en determinados errores como meterse en barrios que no son recomendables de noche, no ir por la calles con grandes sumas de dinero ni confiar en la primera persona que les sonría, tampoco deben llevar encima el pasaporte sino una fotocopia".
Las alemanas de la cámara arrebatada tuvieron que pasar por un largo interrogatorio por separado. "¿Cómo se veía el hombre? ¿Qué ropa llevaba? ¿Qué modelo era la cámara? ¿Por qué fueron a ese lugar a esa hora? ¿Tiene alguna prueba de que entraron al país con esa cámara?", fueron algunas de las preguntas a las que las viajeras se vieron expuestas. El día del robo salieron de noche de la Estación de Zanja y Dragones después de intentar identificar un rostro de un libro lleno de sospechosos.
Cuando regresaron a la casa de alquiler donde estaban hospedadas en Centro Habana respiraron aliviadas al percatarse de algo que no vieron en la noche de arribo a la ciudad: el enrejado de las puertas y ventanas, junto a un doble cerrojo en la entrada que la dueña cerraba con celo cada vez que entraba o salía.
Las viviendas que arriendan habitaciones a turistas, las familias que tienen algún pariente en el extranjero, los cuentapropistas más prósperos, los músicos que viajan al extranjero y los nuevos ricos cubanos también sufren la presión de los robos. El "vaciado" de una casa es una de las pesadillas recurrentes de esta emergente clase social.
"Entraron por la azotea y se llevaron el reproductor de video, el televisor pantalla plana y la olla arrocera", cuenta Ricardo, vecino de un edificio alto en Nuevo Vedado que pensó "estar a salvo" porque su apartamento estaba separado más de una decena de metros del suelo.
"Eran unos ninjas y se jugaron la vida para llevarse esas cosas", comenta la víctima. Ricardo denunció el robo, pero un año después "no han cogido a nadie preso". Cuando la policía llegó a la vivienda, tras cometerse el delito, había huellas dactilares de los ladrones en varios lugares porque se ensuciaron bastante las manos en la azotea.
"Cuando le dije a los policías que tomaran las huellas para cotejarlas con la base de datos se rieron y me respondieron que estaba viendo mucho CSI". Poco después Ricardo retiró la denuncia porque la policía comenzó a cuestionar la pertenencia de una computadora que los ladrones no se llevaron y que había armado con piezas compradas en el mercado negro. "Vieron eso y de inmediato pasé de víctima a victimario".
En diciembre pasado, el presidente del Tribunal Supremo Popular, Rubén Remigio Ferro, confirmó ante el Parlamento que los delitos que más se juzgan en la Isla siguen siendo los casos de "robo con fuerza, hurto, lesiones, portación y tenencia ilegal de armas, entre otros".
Remigio Ferro no dio cifras porque quizás no las tenía puesto que el Gobierno las ha ocultado durante décadas. En Cuba no hay informes sobre la criminalidad y la prensa oficial carece de una crónica roja, como si el delito no existiera.
MARCELO HERNÁNDEZ, DESDE LA HABANA CUBA
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