Calígula, los1400 días más siniestros de terror, del Imperio Romano
POR CÉSAR CERVERA
La historia de Calígula es una epopeya que se remonta miles de años atrás. En su corta vida, de sólo 29 años, experimentó una horrible tragedia, un profundo odio por el hombre que mató a su familia, un gran poder como emperador de Roma y, finalmente, una muerte brutal. Aunque su reinado como emperador duró sólo unos pocos años, las historias sobre Calígula han perdurado , convirtiendo su nombre en sinónimo de asesinato y libertinaje.
En los últimos años de su vida, su comportamiento fue tan extravagante y extremo que muchos creen que sufría de demencia. Algunos dicen que fue conducido hasta la locura por los acontecimientos vividos, mientras que otros afirman que pudo haber sido un enfermo mental o que sufría los efectos de alguna enfermedad.
Calígula fue el tercer emperador del Imperio Romano. Nació el 31 de agosto del año 12 d. C. en Antium (ahora conocida como Anzio, Italia). Sus padres fueron Germánico y Agripina la Mayor y tuvo otros cinco hermanos: Nerón, Druso, Agripina la Menor, Drusila, y Julia Livia. Su nombre completo era Cayo César Germánico, pero a la edad de tres años se le dio el sobrenombre de Calígula, que significa "pequeña bota", cuando acompañaba a su padre en las campañas: a los soldados les divertía verlo vestido con su diminuto uniforme militar.
Su padre, Germánico era sobrino e hijo adoptivo del emperador Tiberio. La muerte de Germánico en el 19 d. C. vino acompañada de rumores sobre la posibilidad de que Tiberio hubiese ordenado envenenarlo puesto que eran rivales políticos. Agripina la Mayor creía que Tiberio era responsable de la muerte de su marido, declarando públicamente que buscaría venganza. En respuesta, Tiberio encarceló a Agripina la Mayor, Nerón y Druso. La joven edad de Calígula lo salvó de la pena de prisión y fue enviado a vivir con Livia: madre de Tiberio.
En el año 31 d.C., Calígula fue llevado hasta la isla de Capri para vivir con Tiberio. Calígula fue adoptado por Tiberio, el supuesto asesino de su padre y se vio obligado a ocultar su odio por él. Pronto, Calígula y su primo Gemelo se convirtieron en los herederos al trono. Sin embargo, tras la muerte de Tiberio en el año 37 d. C., el aliado de Calígula, Marco, organizó todo para que éste fuera nombrado emperador. Poco después, Calígula condenó a muerte tanto a Gemelo como a Marco.
Calígula tenía sólo 25 años cuando se convirtió en emperador de Roma en el año 37 d. C. y en principio fue bienvenido al trono y un querido emperador. Concedió diversos galardones a los militares, eliminó los impuestos injustos y liberó a los que habían sido encarcelados injustamente. Organizó lujosas competiciones de carros, espectáculos de gladiadores y obras de teatro. Ordenó la recuperación de los huesos de su madre y de sus hermanos, que colocó en la tumba de Augusto. Calígula era muy alto y pálido. Su cabeza calva y su cuerpo muy velludo, a menudo eran objeto de bromas.
Pocos meses después de convertirse en emperador, Calígula cayó gravemente enfermo. Se sospechaba de un posible envenenamiento. A pesar de que se recuperó de su enfermedad, parece ser que fue, a partir de ese momento, cuando comenzó a realizar todo tipo de locuras. Comenzó a matar personas cercanas a él o, simplemente, las exiliaba. Hasta Tiberio Gemelo, su primo e hijo adoptivo, fue ejecutado. La abuela de Calígula, indignada por ello, también murió poco después. Con ella existe cierto desacuerdo histórico en cuanto a la forma de su muerte ya que algunos aseguran que se suicidó y otros insisten en que fue envenenada por Calígula.
Uno de los actos más atroces cometidos por Calígula fue autodeclararse dios. Ordenó la construcción de un puente entre su palacio y el templo de Júpiter, para poder reunirse con la deidad. Comenzó a aparecer en público vestido como varios dioses y semidioses como Hércules, Mercurio, Venus y Apolo. Según se informa, al reunirse con los senadores, comenzó a referirse a sí mismo como a un dios y se le reconoció como Júpiter en diversas ocasiones en distintos documentos públicos. Calígula mandó retirar las cabezas de varias estatuas de dioses en varios templos y las reemplazó con la suya propia.
Sí, Calígula fue un monstruo. De Tiberio se rumorearon un montón de perversiones en su villa de Capri; de Nerón, una actitud muy agresiva; de Claudio, cierta discapacidad; de Caracalla, despotismo y crueldad; de Comodo, odio y furia. Rumores, sospechas, difamaciones de un Senado apartado del poder.... cada emperador ha tenido que lidiar con su propia leyenda negra y hoy es difícil separar la realidad de la mentira. Pero, incluso quitando toneladas de exageración por parte de Suetonio y Casio sobre Calígula, lo que se vislumbra debajo es un psicópata obsesionado con el sexo y y un dirigente pésimo.
La muerte de Tiberio se celebró con alegría en las calles y en el Senado, sin que nadie recordara el dicho que mejor malo conocido que bueno por conocer. Especialmente, porque el verdadero defecto del difamado Tiberio es que no se preocupó por su sucesión a pesar de que en sus últimos años empezó a albergar dudas sobre la idoneidad de que el nuevo Emperador fuera su sobrino Cayo Calígula, de 23 años. Cuando consultó con sus astrólogos asumió, según decían las estrellas, que el ascenso de Calígula era inevitable hiciera lo que hiciera. Por ello, decidió no hacer nada.
*Una primera impresión muy equivocada
Nacido con el nombre de Cayo Julio César Germánico, el heredero imperial era el tercero de los seis hijos supervivientes del matrimonio entre Germánico y Agripina la Mayor, nieta de Augusto. El nombre de Calígula era, en verdad, un apodo que le pusieron los soldados cuando acompañó siendo un niño a su padre en las campañas de Germania. Le apodaron «Calígula» («Botita»), lo que años después le irritaría enormemente, porque iba vestido con una versión en miniatura del traje de legionario.
*Cuando falleció Tiberio, Calígula no ejercía ningún puesto oficial y su experiencia política se limitaba a un cargo menor
Como explica David Potter en su libro «Los Emperadores de Roma» (Pasado&Presente), el primer problema de Calígula es que «nunca había tenido que demostrar su virtus en un entorno de carácter colectivo». Educado en la villa de Capri, los principales compañeros de formación del romana habían sido hijos de reyes extranjeros enviados a la capital del imperio a modo de garantía. En definitiva, Calígula vivió su infancia y adolescencia en una burbuja, rodeado de príncipes orientales con una forma distinta de comprender el poder y con sus hermanas como mejores amigas. Ya entonces surgieron rumores de que había mantenido relaciones sexuales con ella
Cuando falleció Tiberio, Calígula no ejercía ningún puesto oficial y su experiencia política se limitaba a un cargo menor. El pueblo ignoró la completa falta de experiencia del nuevo Emperador porque recordaba a su padre con cariño y, sobre todo, porque su primera medida fue abolir los procesos de traición, un mecanismo legal que había permitido a Tiberio perseguir a sus enemigos con impunidad. El tiempo iba a demostrar que no podían estar más equivocados en su entusiasmo.
La primera señal de que Calígula vivía de los golpes de efecto tuvo lugar con la ejecución de Macrón, prefecto de la Guardia pretoriana y sospechoso de haber matado a Tiberio. Según el historiador Filón, el Emperador se hartó un día para otro de su antiguo amigo: «Ahí llega el maestro de quien ya no necesita lección alguna... ¿Cómo se atreve alguien a enseñarme a mí, que antes aun de ser engendrado fui modelado emperador, cómo se atreve un ignorante a enseñar a quien sabe?».
Sin el hombre en las sombras que ejecutaba a sus enemigos, al tiempo que controlaba su inestabilidad, empezaron los meses más oscuros del Emperador. Calígula se presentó como un dios al que había que adorar en vida, a diferencia del Divino Julio César o Augusto, y comenzó una vida de extravagancias. Los autores clásicos quisieron ver en el origen de estas prácticas una explicación médica y un kilómetro cero.
*Un psicópata al frente de Roma
A los pocos meses de haber accedido al trono, en el otoño del año 37 d.C., Calígula sufrió lo que probablemente fue una crisis nerviosa o una encefalitis (una inflamación del cerebro causada por algún tipo de infección). Suetonio menciona que durante su infancia ya había registrado graves problemas médicos, con un ataques de epilepsia periódicos que en la edad adulta se convirtieron en desvanecimientos. Apenas dormía más de tres horas al día y pasaba las noches deambulando por las galerías del palacio, «esperando e invocando la luz». Su aspecto externo era aterrador y, tras su crisis nervioso, todo se acrecentó.
«Era de elevada estatura, pálido y grueso; tenía las piernas y el cuello muy delgados, los ojos hundidos, deprimidas las sienes; la frente ancha y abultada; escasos cabellos, con la parte superior enteramente calva y el cuerpo muy velludo», describió el historiador clásico sobre su aspecto físico, añadiendo que dado su abundante pelo por el cuerpo estaba penado con la muerte usar la palabra «cabra» en su presencia.
En este sentido, el diagnóstico moderno del origen de los problemas es mucho más profano. Para los psiquiatras actuales, Calígula presenta el perfil de un psicópata, alguien carente de remordimientos o empatía que se cree por encima del bien y del mal. En «Los doce Césares», Suetonio pone en boca del Emperador una frase que le anuncia como por encima del resto: «Recuerda que todo me está permitido, y con todas las personas».
En este sentido, el primer Emperador, Augusto, se había cuidado mucho para presentarse como alguien moderado e igual al resto, mientras que Tiberio, a pesar de su choque con el Senado, había procurado un perfil bajo. En contraste con sus «humildes» antecesores, Calígula se reveló como un monarca asiático en su forma de vida desmedida. Según Dión Casio, «empezó a gastar en caballos, gladiadores y en otras cosas semejantes sin ningún freno, y vació en poquísimo tiempo el dinero atesorado, que era mucho», esto es, cerca de tres mil millones de sestercios.
*«Recuerda que todo me está permitido, y con todas las personas».
Con parte de este dinero se hizo construir en Roma una mansión en el Palatino, cuyo vestíbulo era el mismísimo templo de Cástor y Pólux, así como una serie de construcciones junto al lago de Nemi. Allí atracó dos navíos gigantes, de 70 metros de longitud, auténticos palacios flotantes donde organizaba algunas de sus fiestas más desmesuradas. En las bacanales eran frecuentes las agresiones y perversiones contra las invitadas.
Y es que la vida sexual del Emperador es el elemento más conocido, y a la vez fabulado, de la biografía de Calígula. Se le acusaba de acostarse con las esposas de sus súbditos, de relacionar el sexo con el dolor físico y de tratar de convertir su palacio en un gran burdel. Durante su breve reinado tuvo cuatro esposas y un sinfín de amantes. A Livia Orestila la violó en su propia ceremonia de esponsales y se casó con ella para repudiarla al cabo de unos días.
De sus relaciones homosexuales se suele mencionar, entre los más conocidos, al histrión griego Mnéster y a su primo Emilio Lépido. Este último ejerció un papel protagonista a nivel político hasta que, a finales del 39, el Emperador le acusó de encabezar un complot contra él y ordenó su ejecución. Lépido reconoció antes de morir que había tenido relaciones sexuales con el Emperador y que tenía el vientre dolorido de la pasión que en ellas había puesto, lo que insinuaba que había ejercido él el papel activo en el acto sexual. En este sentido, los romanos, más tolerantes que los griegos con los homosexuales, daban mucha importancia a quién ejercía el papel de activo y quién el de pasivo en la pareja, tanto a nivel sexual como social. La pasividad era sigo de debilidad.
*El caballo que quería ser senador
Cuando saltó esta primera conjura contra el Emperador, Calígula reveló otra de sus monstruosidades al deleitarse con la tortura de cada uno de los conspiradores. Observar cómo torturaban a otros era algo que le gustaba hacer desde tiempos de Tiberio. Advertido por esta primera conspiración, Calígula quiso demostrar que era un hombre cabal dirigiendo una campaña militar en Britania. Sin embargo, la invasión fue pronto abortada y el Emperador ordenó a los soldados que recogieran conchas de la playa para justificar que había sido Neptuno quien malogró el ataque.
Las conchas debían ser en Roma la prueba de la gran batalla librada entre su imperial deidad y el dios de los mares, pero lo fue de la locura de Calígula. De vuelta a la ciudad, escandalizó a todo el mundo al anunciar que quería nombrar senador a su caballo Incitatus.
Un gran número de senadores y miembros del ejército romano prendieron una nueva conjura ante las extravagancias y violencia crecientes de Calígula. El 24 de enero del año 41 d.C, un tribuno de la guardia de corp imperial apuñaló a Calígula cuando estaba absorto en la contemplación de un espectáculo teatral. El cerebro de la trama fue un oficial pretoriano llamado Casio Querea, que planeó el asesinato usando el cryptoporticus, es era, el túnel subterráneo que unía los palacios del Monte Palatino.
Haciendo caso a Suetonio, el pretoriano organizó el asesinato para vengarse de Calígula por burlarse a diario de su voz afeminada, llamándolo Príapo o Venus o dándole la mano para que la besara con actitud exagerada. La participación de los pretorianos en la conspiración sentó un precedente que condenó a Roma a un largo tiempo de inestabilidad.
Pero, ¿son ciertas todas las perversiones que se relatan de Calígula? Para Suetonio y Dión Casio, no cabe duda de que fue un monstruo cruel. Pero siempre es importante desconfiar de las intenciones de los que escriben la historia. Lo único comprobable del caso de Calígula es que, en efecto, se comportó de forma despótica, despreció al Senado y descuidó sus responsabilidades como gestor. Eso convirtió sus extravagancias, fueran exageradas o completamente ciertas, en el lugar de trabajo predilecto para los propagandistas, casi siempre miembros de la casa ecuestre, que querían advertir a futuros dirigentes de lo inadecuado de apartar a los senadores del poder. Escribir sobre los vicios sexuales en una sociedad que felicitaba la moderación era la mejor forma de despreciar a los gobernantes a ojos del pueblo.