Una de las metas de Fidel Castro luego de que las fuerzas revolucionarias resultaran vencedoras era ayudar en la emergencia de un “hombre nuevo”, una sociedad de individuos que verdaderamente estuvieran “emancipados de las garras del capitalismo”. Y para lograr esto, el régimen de Castro tenía que eliminar, o “reeducar”, a todas aquellas personas que representaran un riesgo para la emergencia de este “hombre nuevo”, entre éstas personas se encontraban los homosexuales, los “disidentes sexuales”.
Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal eran cineastas cubanos homosexuales que, aunque fueron fieles seguidores del movimiento castrista e incluso filmaron algunos documentales para la propaganda de esta revolución, tuvieron que huir (el primero a Francia y el segundo a España) luego de que, en 1965, Castro hubiera declarado que la homosexualidad “choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista”, y por lo tanto, debía de ser perseguido, “reeducado” o si no, eliminado para que no resultara una amenaza para el nuevo régimen.
“Nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las condiciones y requisitos de conducta que nos permita considerarlo un verdadero revolucionario. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista” dijo Castro en 1965, palabras con las cuales empezó una terrible persecución del gobierno hacia los homosexuales.
El régimen castrista entonces creó las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAPs), a donde se enviaban a todas aquellas personas que no cumplieran con las “buenas conductas” impuestas por las brigadas de moralidad del régimen. Homosexuales, hippies, hombres con el cabello largo, personas a las que les gustara el rock, todos iban a los UMAPs. Es justamente la experiencia de las personas que sobrevivieron a las UMAPs lo que, en la década de 1980, Almendros y Jiménez Leal con ayuda del escritor Reinaldo Arenas, decidieron retratar en su documental “Conducta Impropia“.
Los testimonios recabados fueron grabados principalmente en Nueva York, ya cuando aquellas personas que habían sobrevivido a las UMAPs habían podido escapar, o habían sido exiliadas de la isla. Dentro de los testimonios encontrados se puede encontrar el de José Mario, una de las primeras personas en ser confinadas a las UMAPs. En él, Mario contaba que en la entrada de los campos existía un cartel que decía “El trabajo los hará hombres”; el cual evocaba al Arbeit macht frei (“El trabajo los hará libre”), el letrero colocado en la entrada de los campos de concentración nazis.
En el documental, que aunque fue estrenado en 1984, hasta ahora lo podemos ver en diferentes canales de Youtube. Se relata cómo los detenidos en los campos eran obligados a sembrar tabaco o caña desde el amanecer hasta que caía la tarde. También eran obligados a construir las barrancas donde se ubicarían los nuevos campos, e instalar las cercas eléctricas que rodearían estos campos.
Pero no sólo era el trabajo lo que “los haría hombres”, también eran los experimentos realizados en las personas homosexuales los que pretendían curarlos. A partir de descargas eléctricas, terapia de hormonas, y otro tipo de torturas; dentro de los campos se trataba de condicionar negativamente a las personas homosexuales respecto a sus conductas “desviadas”.
Gracias a la presión internacional, en 1968 estos campos finalmente serían cerrados. Y aunque sólo estuvieron en funcionamiento tres años, se calcula que los campos albergaron alrededor de 35 mil víctimas, de las cuáles aproximadamente 500 terminaron en pabellones psiquiátricos, 75 murieron debido a las torturas, y 180 cometieron suicidio.
Además, al recuento de daños habría que sumarle todas las personas homosexuales que decidieron suicidarse por miedo a ser llevados a estos campos de trabajo.
Fidel Castro, como muchos otros dictadores, ha sido una figura controversial. Existen tanto personas que defienden sus actos, como las que las condenan; sin importar la opinión que se tenga sobre Castro y su gobierno, es imposible poder justificar este tipo de actos. Tampoco pueden caer en el olvido, porque olvidar la lucha de un grupo de personas sería olvidar que sus vidas enteras existieron, es por eso que no podemos olvidar, y tampoco podemos dejar que algo así vuelva pasar, un acto como este. Además, ¿qué la comunidad LGBT+ no ha sido de las más revolucionarias?