¿Qué pasará en una Cuba que amanezca un día con
Internet “A FULL”, como se dice en las calles de La Habana?
Cuando Cuba tenga Internet A FULL
Imaginemos por un instante que cualquiera de los muchos que ya poseen un ordenador o un teléfono celular pueda acceder a la web de manera libre, crear sus espacios, decir el precio de la vida, subir videos, fotos, interactuar, ser ciudadanos virtuales en un país que desde el nacimiento les negó derechos elementales.
Que eso suceda como una especie de “Día D” virtual para Cuba, una invasión de la fortaleza normanda antiweb del monopolio Etecsa, no es de extrañar. La Isla ha negado el menor resquicio a una total conectividad, y fenómenos como Internet en el celular o en los hogares son hoy leyendas folclóricas.
Muchas alegaciones salen de la boca de los funcionarios del militarizado Ministerio de las Comunicaciones, ninguna de estas convincentes, por lo cual debieron firmar la declaratoria universal que establece el derecho humano a la web.
Pero no se puede olvidar que en innúmeras reuniones los domadores del circo habanero han preguntado cómo atajar a tiempo “el potro salvaje de Internet”, o sea, poner sin poner, cambiar sin cambiar, mover el pudín sin que se caiga el merengue.
Para que no se noten los desmanes de la leyenda revolucionaria, ellos necesitan mantener al país en la sombra analógica de la Guerra Fría, monopolizar cada bit de información que salga sobre Cuba al ciberespacio, ser los “administradores web” del tema isleño. De lo contrario, el castillo de naipes se les cae en poco tiempo, la avalancha de flujo interno y externo de información se tragará a Cubadebate y Granma con sus maneras burlescas de dar mentiras a cuentagotas.
Pero imaginemos el “Día D”, la gente accedería a lo que quisiera, comenzará la verdadera alfabetización cultural del siglo XXI cubano. Atrás quedan la mente totalitaria y cerrada, la idea única, el prurito de que debatir es un pecado, la afrenta al honor humano de bajar siempre la cabeza ante el grito militar del jefe.
De buenas a primeras el circo está vacío, porque todos fueron a conectarse para contar sus verdades, las reales, las del agro sin productos y con precios desbordantes, las del monopolio de la vida cotidiana y la vigilancia sobrehumana de cualquier resquicio, el aplastamiento de la individualidad por un Estado monstruo y feudal. No podrán implementar una especie de policía que de manera inmediata reprima o encarcele, pues el mundo digital tiene las mil máscaras que el mundo físico no permite.
El fenómeno no es nuevo, la muerte del feudalismo aconteció, entre otras cosas, a manos de la imprenta, así parece que el deceso de esta especia de tardo medievalismo castrista será asistido por blogs, redes, páginas webs, etc.
Quien haya vivido dentro de la muerte cotidiana que es Cuba, conoce el impacto tremendo que tendría el “Día D” de la conectividad sobre una isla durmiente. Como el siervo de la gleba, los habitantes del feudo unipartidista no ven más allá del castillo de su Señor, ni leen otra cosa que no sea la Sagrada Escritura que emanan las fuentes llamadas “confiables”.
Solo hay que revisar ese engendro Ecured que se pretende enciclopedia y que quizás sea la peor de todas en la historia, allí en la parte de la blogosfera solo hayamos enlaces al blog del policía digital que la controla. El castillo manda sus edictos y no importa si son absurdos, se cumplen y se destruye todo lo que deba ser destruido.
En uno de sus últimos cortos, Eduardo del Llano narra cómo un hombre del siglo XXI cubano viaja a la década del sesenta de la pasada centuria, para creer en la ideología muerta del oficialismo. El personaje quiere salirse del universo nihilista donde vive, entrar en las utopías, aunque sea a manera de turismo político y se encuentra en un bar con Virgilio Piñera, quien aún en ese momento creía en la naciente Revolución.
Luego de una charla acerca de cómo sería el futuro y de la incredulidad del dramaturgo ante las terribles verdades referidas por el personaje de del Llano, este último opta por enseñarle en un celular las imágenes de las calles de La Habana en el 2015. “Me has destruido la FE”, declaró Piñera con las manos puestas en el rostro. Así mismo pudiera ser el desengaño sufrido por muchos, la epifanía que se nos sobreviene a todos con un “Día D” de la conectividad, sin que los dinosaurios militares nos controlen.
La fe que defienden unos cuantos, esa creencia en lo sobrenatural de un sistema que ya ofrece muy poco o nada y que aun así quiere pervivir, caería sin disparar un solo tiro, como cuando vino la noche para el socialismo real de la Europa del Este. Porque esa fe, como toda cosa del medioevo, es más un temor al poder del MÁS ACÁ, que un rechazo hacia el MÁS ALLÁ, se trata del dentro de… todo, fuera de….nada, como cuando se dijo que la Tierra era plana y que un viaje allende el Atlántico conducía al abismo y un universo dominado por fieras sobrehumanas.
Dentro del planisferio todo, fuera del planisferio nada, planifícate, entra en mi plan, haz el plan de trabajo, cumple con los planes. En ese aplanamiento sin plenitud se sume el cubanito de a pie que no tiene formas de salir del feudo, cuya vista apenas avanza más allá de las cúpulas del castillo del jefe.
El “Día D”, ese que la historia marca como el desembarco aliado en el frente occidental contra los nazis, sería el puntillazo para la fortaleza analógica de un sistema loco, que solo aspira a su viejo e inútil trono. Como en los tiempos de las viejas revoluciones, la luz desplaza a las sombras.
|