El estado de Washington, en la costa oeste de los Estados Unidos, es el décimo de ese país (sin contar a Washington D.C., la capital federal) en prohibir las “terapias reparadoras” o de conversión en menores de edad. Intervenciones que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas y contra las ya antes se han pronunciado numerosas organizaciones profesionales.
La ley (que puedes descargar aquí) es muy similar a las ya aprobadas en otros estados norteamericanos. Prohíbe el uso de las “terapias” reparadoras o de conversión en menores, así como toda publicidad o promoción de las mismas que las presente como un método útil para cambiar la orientación sexual o la identidad de género. Cualquier profesional sanitario (médico, psicólogo u otros) que lleve a cabo estas prácticas en menores o las publicite como efectivas se enfrentará a multas y a la pérdida de su licencia.
El 28 de febrero el proyecto final fue aprobado por la Cámara de Representantes del estado por 66 votos a favor (de los 50 representantes demócratas y 16 republicanos) y 32 en contra (todos ellos republicanos). El 3 de marzo recibió el visto bueno del Senado por 33 votos a favor (los 26 demócratas y 7 republicanos) y 16 en contra (todos ellos republicanos). Solo queda pendiente la firma por el gobernador Jay Inslee, un mero trámite en este caso, al tratarse de un demócrata con un historial muy favorable a los derechos LGTB.
El uso de “terapias” reparadoras o de conversión en menores de edad ha sido ya prohibido en nueve estados norteamericanos, además de en la capital federal. California fue el primero en hacerlo en 2012, no sin controversia. Le siguieron el también estado de Nueva Jersey (varios meses después), Washington D.C. (cuyo Consejo legislativo aprobó la norma por unanimidad en 2014) y los estados de Oregón, Illinois, Vermont, Nuevo México, Rhode Island, Nevada y Connecticut. Hay además varias ciudades que haciendo uso de sus competencias locales han promulgado normas similares. Y la legislatura de New Hampshire discute en estos momentos un proyecto similar.
En Europa, Malta fue pionera
En Europa la pionera ha sido Malta, que aprobó una ley en este sentido en diciembre de 2016. En España, mientras tanto, la prohibición de este tipo de intervenciones ha sido ya contemplada en varias normas autonómicas y es una de las disposiciones que prevé la futura ley en favor de la igualdad y no discriminación de las personas LGTBI, actualmente en discusión en el Congreso de los Diputados (aunque el PP intentó “colar” una proposición alternativa, en forma de enmienda a la totalidad, que por ejemplo contemplaba este aspecto).
En cualquier caso, merece la pena recordar que el Consejo General de la Psicología, órgano coordinador y representativo de los Colegios Oficiales de Psicólogos de todo el país, emitía hace ahora un año un comunicado en el que recordaba que las intervenciones que prometen “curar” la homosexualidad carecen de fundamento. No es ninguna novedad, pero en estos momentos en los que la promoción de este tipo de intervenciones parece reverdecer en nuestro país (casos recientes como el de la “terapeuta” Elena Lorenzo, las charlas de Jokin de Irala o de Richard Cohen así parecen indicarlo) toda aclaración es bienvenida.
“No” rotundo de los especialistas a las “terapias” reparadoras
A nivel internacional, ya en marzo de 2016 tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en contra de las terribles “terapias” reparadoras, intervenciones que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas (los riesgos incluyen depresión, ansiedad y comportamiento autodestructivo). Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser “honestos” con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.