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UNIVERSO TRUMP
La felicitación del estadounidense a la victoria de su homólogo ruso se une al sinfín de elogios de los últimos años. Un exdirector de la CIA avisa que “quizá" Moscú tiene "algo personal" sobre el republicano.
Porque son un par de putones
¿POR QUÉ TRUMP NUNCA CRITICA A PUTIN?
Los asesores de seguridad de Donald Trump le habían escrito un mensaje claro y directo en el material de preparación de su llamada a Vladímir Putin: “NO FELICITAR”. Pero el presidente estadounidense obvió la recomendación y el martes felicitó a su homólogo ruso por su controvertida victoria electoral, ensombrecida por denuncias de irregularidades y el veto al principal líder opositor. Trump explicó a la prensa la esencia de su “muy buena llamada” con Putin y apostó por reunirse con él a corto plazo.
El mensaje de sus asesores, filtrado al diario The Washington Post, revela la dualidad en el Gobierno de Trump respecto a la relación con Rusia: la Administración lanza gestos de firmeza pero el presidente es conciliador.
El Gobierno del republicano ha entregado armas al Ejército ucranio, ha alertado de las ambiciones nucleares de Putin, ha sancionado a Moscú por su injerencia en las elecciones de 2016 y le ha acusado de estar detrás del reciente ataque químico contra un exespía ruso en Reino Unido. Sin embargo, Trump nunca ha criticado a Putin, tampoco ha admitido claramente que Rusia sea responsable de la intromisión electoral que buscaba ayudarle a ser presidente y se ha resistido a denunciar con contundencia la presunta responsabilidad rusa del envenenamiento de Sergei Skripal y su hija en la ciudad inglesa de Salisbury.
En la conversación del martes, Trump no inquirió a Putin sobre su victoria electoral ni el ataque a Skripal. Esa actitud ha recibido amplias críticas en EE UU y rompe con la ortodoxia diplomática de Washington y sus aliados, pero coincide con un patrón. En los últimos años, Trump ha mostrado su admiración por Putin, al que percibe como un líder fuerte que consigue sus objetivos. No ha habido reproche alguno a las violaciones de derechos humanos ni críticas manifiestas a la anexión de la península ucrania de Crimea.
Es una corriente que también ha ganado adeptos en los extremos del Partido Republicano. Pero que sorprende porque, como presidente, Trump ha criticado a los líderes de países aliados, como Alemania y Reino Unido, ha sido durísimo con enemigos, como Irán o Corea del Norte, e incluso cuando le ha convenido ha alzado la voz al presidente chino.
Las suspicacias por su afinidad rusa son enormes y acompañan a Trump desde que declaró su candidatura electoral en 2015. Se afianzaron cuando los servicios de inteligencia acusaron a finales de 2016 a Rusia de llevar a cabo una sofisticada estrategia de propaganda durante la campaña electoral en EE UU para ayudar a Trump a ser presidente. Un fiscal especial investiga si el entorno del republicano pudo coordinarse con la injerencia rusa. Antes de ser presidente, Trump aseguró haber tenido contacto con Putin a raíz de su viaje en 2013 a Moscú para la celebración de la gala de Miss Universo, pero luego lo negó.
Algunos ven sombras conspirativas. En una entrevista televisiva, el último director de la CIA, John Brennan, especuló este miércoles con que “quizá los rusos tienen algo personal sobre él”, en alusión a Trump. Brennan, un crítico habitual del republicano, dirigía la agencia de inteligencia cuando afloró en 2016 un informe de un exespía británico, contratado por la campaña de la demócrata Hillary Clinton, que aseguraba que Rusia tenía información comprometedora sobre Trump, incluidas noches con prostitutas en Moscú. Las acusaciones han sido desmentidas, pero sin duda alimentan las elucubraciones.
Los aliados de Trump, como fuentes gubernamentales citadas por medios estadounidenses, dan la visión opuesta. Aseguran que el Gobierno del republicano está siendo contundente con Rusia y que el presidente simplemente quiere cultivar una relación personal con Putin para abordar asuntos de interés mutuo. El propio Trump defendió este miércoles su llamada con Putin porque, argumentó, “llevarse bien con Rusia es una cosa buena” y que sus antecesores también lo han intentado. Esa misma frase la ha repetido decenas de veces pero nunca ha aclarado la mayor incógnita: ¿Por qué nunca critica a Putin?
CINCO AÑOS DE AFINIDAD CON PUTIN
Aunque incompleto, este es un repaso a los momentos más significativos en que Donald Trump se ha mostrado cercano a Vladimir Putin en los últimos años:
- En junio de 2013, Trump se pregunta en Twitter si Putin acudirá a la gala de Miss Universo en Moscú el próximo noviembre y si se convertirá en su “nuevo mejor amigo”.
- En agosto de 2015, a los dos meses de anunciar su candidatura a la Casa Blanca, Trump asegura que, como presidente, tendría una buena relación con el líder ruso. “Creo que me llevaría bien con Putin. Conozco a mucha gente. Tuve un gran evento en Moscú hace dos años y fue un éxito tremendo”, proclama en un mitin.
- En julio de 2016, cuando ya es oficialmente candidato republicano y se considera que Rusia está detrás del reciente robo de correos del Partido Demócrata, Trump pide a Moscú que encuentre los correos de Hillary Clinton que fueron eliminados de su servidor privado cuando era secretaria de Estado. El republicano no solo insta a un país rival a lanzar un ciberataque contra EE UU sino que reitera su deseo de acercamiento a Moscú: “Trataría a Putin con firmeza pero no hay nada que prefiera más que ser amigos con Rusia, lo contrario de ahora”
- En septiembre de 2016, el republicano elogia de nuevo al político ruso porque es un “líder” más fuerte que el presidente Barack Obama. “El hombre tiene un control muy fuerte sobre un país”, subraya.
- En una entrevista en febrero de 2017, ya como presidente, Trump reitera su respeto por Putin cuando el periodista lo describe como un asesino: “Hay muchos asesinos. ¿Te crees que nuestro país es tan inocente?”.
- En julio de 2017, Trump y Putin celebran su primera reunión bilateral en los márgenes de la cumbre del G20 en Alemania. Durante la cumbre, celebran otro encuentro no previsto. Trump, según EE UU, presionó a Putin sobre la injerencia rusa.
- En noviembre de 2017, ambos líderes vuelven a verse. Mantienen una reunión informal en los márgenes de otra cumbre en Vietnam. Trump pregunta a Putin sobre la injerencia electoral y dice creer la negación del líder ruso, lo que desata una tormenta en EE UU por contradecir la conclusión de sus servicios de inteligencia. “Él dice que no se entrometió. Cada vez que me ve, dice ‘No hice eso’. Y yo creo, realmente creo, que cuando me dice eso lo dice en serio”, afirma Trump. Al día siguiente, el republicano rectifica y asegura que él cree a sus agencias de inteligencia.
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Donald Trump, el hombre que alardeó del tamaño de su pene durante un debate, quiere que la educación sexual se limite a promover la abstinencia. Dejar que una activista proabstinencia tome decisiones sobre los fondos federales de planificación familiar pone en peligro la salud y la vida de los jóvenes
Con Trump, regresa la abstinencia como fórmula de educación sexual
La ironía es casi perfecta: Donald Trump, el hombre que alardeó del tamaño de su pene durante un debate y al que una actriz pornográfica está demandando, quiere que la educación sexual se limite a promover la abstinencia como método anticonceptivo y de prevención de enfermedades. Así es, estamos en el mundo al revés.
La página web Politico informa que Valerie Huber, una activista con un largo historial en el movimiento por la educación en la abstinencia sexual que trabaja para el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés), tomará decisiones sobre los fondos federales de planificación familiar.
Huber, a la que en 2006 suspendieron de su puesto en el Departamento de Salud de Ohio por una investigación de la comisión estatal de ética, es fundadora de la National Abstinence Educators Association (Asociación Nacional de Educadores en la Abstinencia), que luego se convirtió en Ascend (el cambio de nombre formaba parte de una estrategia general del movimiento proabstinencia para parecer más creíble).
Esto viene después de que se filtraran un memorándum de la Casa Blanca y unas directrices del HHS con los planes de la Administración para educar a los adolescentes en los "métodos de reconocimiento de la fertilidad", también llamados métodos del calendario, en lugar de en el uso de anticonceptivos. De alguna manera esperamos que los adolescentes, que apenas terminan sus deberes a tiempo, eviten los embarazos haciendo un seguimiento de sus períodos menstruales.
Si bien es cierto que últimamente sobran las razones para indignarse por las decisiones de la Administración de Trump, la idea de que regrese la educación sexual basada en la abstinencia no puede obviarse.
Hace casi diez años escribí un libro sobre la educación sexual proabstinencia. Las mentiras que los "educadores" financiados por el Gobierno federal decían a los estudiantes de todo el país iban desde lo inexacto hasta lo sencillamente asombroso.
Hablé con jóvenes a los que se les enseñó que podían ser arrestados por tener relaciones sexuales prematrimoniales. A otros les advirtieron de que las píldoras anticonceptivas terminarían con su fertilidad. En Montana, dijeron a los estudiantes que los condones podían provocarles cáncer. Un libro de texto ampliamente utilizado enseñaba que el sida se transmitía por contacto con la piel. Otro decía que una chica que ha tenido sexo ya no es "fresca".
Estas clases no se limitaron a proporcionar información sanitaria incorrecta. También promovieron roles de género anticuados, como decir a los estudiantes que los niños están predispuestos para la ciencia, mientras que las niñas están orientadas hacia los "sentimientos", o que a las niñas no les gusta el sexo tanto como a los niños, por lo que deben "pisar el freno" antes de llegar a situaciones íntimas.
Mientras escribía mi libro, jóvenes que habían sido víctimas de violación me hablaron personalmente de este tipo de lecciones. Creían que la agresión sexual se debía a que no hacían lo suficiente para detener a su atacante o a que lo "tentaban".
Esta fue una generación de estudiantes a los que su país les falló. Jóvenes a los que se les dio información falsa y peligrosa sobre su salud y que tuvieron que desaprender todo lo que les enseñaron sobre el sexo.
Durante la Administración de Barack Obama empezamos a reparar parte de los daños. Por fin las tasas de embarazo adolescente bajaron y el uso de anticonceptivos aumentó. Ahora no podemos darnos el lujo de retroceder.
Lo cierto es que la mayoría de los estadounidenses quiere que sus hijos reciban información precisa y completa sobre el sexo para que estén más seguros. El 93% quiere que se les enseñe tanto sobre la abstinencia como sobre el uso de anticonceptivos.
Lo que los adolescentes aprenden, o no, sobre el sexo afecta literalmente a su salud y a sus vidas. No pueden permitirse que les mientan.
Traducido por Francisco de Zárate
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