"UN PARAÍSO BAJO LAS ESTRELLAS"
Tropicana el mundialmente famoso cabaré cubano, vio la luz un el 31 de diciembre de 1939, en La Habana, en la zona de Marianao, concretamente en el municipio Playa. Es conocido como "un paraíso bajo las estrellas", pues fue construido al aire libre en una zona boscosa aprovechando el fresco de los árboles, convirtiéndose en un cabaré completamente diferente a los tradicionales. Nat King Cole, Frank Sinatra, Pedro Vargas y artistas cubanos como Olga Guillot, Celia Cruz, Rosita Fornés y Benny Moré subieron a su escenario.
Rosita Fornés en La viuda alegre - Tropicana 1952
Tropicana, ‘mon amour’
MAURICIO VICENT -MADRID- EL PAÍS
La mítica sala de fiestas de La habana ha vivido 20 años de capitalismo y 59 de socialismo sin perder el paso. Ya no existe su casino, pero su espectáculo sigue siendo una referencia internacional cuando se celebra su 78º aniversario
Desde los albores del siglo a la entrada del municipio habanero de Marianao y lindando con la línea del ferrocarril Zanja-Marianao encontramos Villa Mina, hermosa posesión suburbana propiedad de Regino Truffín, ceñida por un lujurioso bosque tropical y marco de ensueño para un cabaret que es todo una leyenda en la historia de los espectáculos musicales del orbe y que un día fuese llamado “el night club más atractivo y suntuoso del mundo”; nos referimos al mítico cabaret Tropicana.
A finales de la década del 30, Mina Pérez Chaumont, viuda de Truffín decide el arriendo de la propiedad a un grupo de empresarios encabezados por Víctor de Correa quienes deseaban montar un night club. El coreógrafo y director de espectáculos Sergio Orta es quien sugiere el nombre de Tropicana, inspirado en la melodía homónima del compositor y flautista cubano Alfredo Brito, estrenada en el mismo lugar y con esta denominación es que se da a conocer a partir de las festividades de fin de año en 1940; justamente un año atrás la joven boite de nuit había abierto sus puertas la misma noche de San Silvestre. Correa, conocedor del giro por haber tenido negocios similares, logra hacer de aquella apertura todo un éxito; incluso su esposa, la tonadillera Teresita de España, figuró como atracción en los primeros espectáculos que allí se presentaron.
Rápidamente Tropicana conquista el favor de los más selectos y pudientes. El embrujo de la noche cubana, su firmamento estrellado, la tibia luna del trópico, la música caliente y lánguida, esas deslumbrantes mujeres (lo mejor de la mulatería cubana, así ha sido reconocido) y el exuberante jardín aportaban al visitante la sensación de estar en un mundo irreal de exótico esplendor.
La presentación de la revista musical Congo-Pantera, constituiría un hito durante la década del 40. Semejando la caza de una pantera en África se vinculó por primera vez el show a la vegetación circundante, los bailarines aparecen entre el rico follaje de las plantas, el uso de la luz sobre las mismas cobra importancia y la propia pantera interpretada por Tania Leskova irrumpía ante todos descendiendo de un majestuoso árbol. El director de esta producción fue David Litchin, que provenía junto con la Leskova del célebre Ballet Ruso de Montecarlo. En esta oportunidad también se contó con la participación del afamado músico cubano Chano Pozo.
El aporte artístico de populares figuras extranjeras como Josephine Baker, Tongolele, Xavier Cugat y Los Chavales de España tampoco se hizo esperar. Otro tanto ocurriría con cubanos no menos famosos, tal es el caso de Rita Montaner “la única”, lgnacio Villa “bola de nieve” y el propio Alfredo Brito. Por otra parte ya Tropicana se conocía como el “casino más hermoso del mundo”, más adelante “Montecarlo de las Américas”.
Al final de la década del 40 aparece en el ámbito Martín Fox, bolitero* proveniente del interior del país, le llamaban “el guajiro Fox”. Como gente nacida y criada tierra adentro adoraba la vegetación convirtiéndose en su más ferviente celador, no contaba con preparación alguna pero sí con audacia y sólidas relaciones con los grupos más solventes. Estas condiciones provocaron que en pocos años destronara a Víctor de Correa y que junto a Alberto Ardura y Oscar Echemendía conformara la trilogía empresarial que haría de Tropicana uno de los cabarets más famosos del mundo.
HISTORIAAcababa de triunfar la revolución, Fulgencio Batista había huido y el trovador Carlos Puebla le daba vueltas al estribillo de una guaracha que arrasaría en Cuba en los años sesenta, “se acabó la diversión/ llegó el Comandante y mando a parar”. En aquel ambiente de júbilo miliciano y pistolones, los casinos de juego fueron los primeros en caer en enero de 1959, y el de Tropicana también. El interventor del cabaré se llamaba Rodobaldo, y el día que tomó posesión iba vestido de uniforme verdeoliva, una indumentaria que chocaba con el espíritu del lugar, donde ya por entonces habían actuado Nat King Cole, Josephine Baker, Carmen Miranda o la bailarina Tongolele.
Acodados en la barra del bar, algunos habituales de Tropicana hablaban entre murmullos a distancia prudencial de Rodobaldo, que sentado en un taburete lo observaba todo con cara de pocos amigos. En eso una puerta se abrió y entró dando saltitos el pianista Felo Berganza.
—¡Siiiiiiii! ¡Llegó La Fela!
Conocido por su pluma y sus bromas, Berganza era un mulato colorao, simpático y bembón, que aparecía a mitad del show entre las palmas tocando un piano blanco de cola. “Tatachán”, continuó con su coreografía, brincando de mesa en mesa hasta caer al lado de Rodobaldo. “¡Compañero!”, exclamó el comisario insultado. Felito Berganza arqueó las cejas y exageró todavía más el ademán en medio de la carcajada general.
—¡Coño! No me diga que usted también es maricón.
Con esta anécdota —contada por el músico Paquito D'Rivera en Mi vida saxual— terminaron 20 años de Tropicana capitalista, y empezó la larga travesía socialista de uno de los cabarés más famosos del mundo, de prestigio equiparable al del Moulin Rouge o el Lido de París, que este año (2018) celebra su 78 aniversario.
En realidad, su primer nombre fue Beau Site y su promotor fue el empresario brasileño-italiano Víctor Correa, que inauguró el cabaré la noche del 31 de diciembre de 1939 en los terrenos arrendados de Villa Mina, una imponente propiedad suburbana en la zona de Marianao, que poseía unos palmerales fabulosos y grandes árboles tropicales. Correa estaba casado con la cupletista Teresa de España, y fue ella la que protagonizó el primer espectáculo con el acompañamiento de la orquesta de Alfredo Brito, autor de las estrofas que un año después darían nombre al cabaré —“Tropicana/ diosa de amor/ eres tú, mi bien/ la que inspiró mi canción”— con las que desde entonces comenzaría siempre el espectáculo.
Desde el principio Tropicana fue un éxito. A la increíble vegetación tropical insertada en el contexto arquitectónico del salón, abierto a las estrellas, había que sumar la belleza de sus bailarinas (“lo mejor de las mulatas cubanas”, según la prensa de la época) junto a la calidad de su orquesta y de sus shows. En abril de 1941 se estrenó Congo Pantera, y a partir de ese momento su consagración fue absoluta. La revista evocaba la caza de una pantera en las selvas africanas y su coreografía era de David Lichine, de los famosos Ballets Rusos de Montecarlo. Durante el espectáculo los bailarines surgían dentro del follaje iluminado, y la pantera —la bailarina rusa Tatiana Leskova— acababa descendiendo al escenario desde un árbol perseguida por el cazador-percusionista Chano Pozo, que después daría forma con a Dizzy Gillespie al jazz afrocubano . Para horror del cercano Colegio de Belén, que presionó para cerrar el cabaré, Tropicana se convirtió durante tres meses en una selva con Chano y Mongo Santamaría haciendo sonar sus tambores subidos a los árboles.
En los años siguientes el aporte artístico de figuras como Xavier Xugat o los Chavales de España no se hizo esperar, mientras entre el público se hallaba lo más granado de la burguesía criolla y también del turismo norteamericano, incluido el mafioso Lucky Luciano, quien vivió en La Habana entre 1946 y 1947, hasta que fue descubierto y deportado.
Desde el inicio Tropicana estuvo vinculado al negocio del juego, primero tímidamente y después a lo grande, cuando casino y cabaré pasaron a manos del guajiro Martin Fox a finales de los años cuarenta. Fox contrató al arquitecto Max Borges para remodelar las instalaciones, instaló la famosa araña del escenario y mandó colocar en la entrada la Fuente de las Ninfas, hasta hoy imagen de Tropicana junto a la escultura de una bailarina de ballet clásico, obra de Rita Longa. También introdujo una segunda orquesta, la de Armando Roemu, quien en 1948 trajo a Bebo Valdés como pianista a aquella big band de lujo que llegó a tener cinco saxos, cuatro trompetas y tres trombones.
En 1952, año del golpe de Estado de Batista, hizo su aparición el coreógrafo Roderico Neyra, Rodney, que revolucionó el show con rompedoras revistas como Omelen Ko, La viuda Alegre, Primavera en Roma o Casa de té. Fue la época dorada de Tropicana, cuando Nat King Cole, Pedro Vargas, Sarah Vaughan y artistas cubanos como Celia Cruz, Olga Guillot, Benny Moré, Rosita Fornés y Bola de Nieve pasaron por su escenario. Spencer Tracy, Ava Gardner y Errol Flyn fueron algunos de los que disfrutaron de sus shows por aquel entonces, cuando las ruletas giraban sin cesar hasta que llegó el Comandante y mandó a parar.
En 1959 el casino fue cerrado y el cabaré pasó a manos del gobierno revolucionario, que lo mantuvo funcionando. Tropicana siguió creando revistas de calidad, pero el turismo norteamericano fue sustituido por viajeros rusos que llegaban calzados con toscas sandalias y calcetines blancos. En los ochenta, el saludo inicial de Tropicana se hacía en ruso, en inglés y en español:
—El colectivo Tropicana les saluda y les da la bienvenida...
Por aquella época ya las mallas de muchas bailarinas estaban rotas, algo de lo que se dio cuenta Felipe González cuando visitó Cuba en 1986 y asistió con Fidel al espectáculo. El propio Castro recordaría después que cada vez que la derecha quería criticar a González publicaba la foto del expresidente rodeado de mulatas bajo el título de “En francachela con el dictador”.
Tropicana vivió milicianamente todos los avatares de la revolución, la invasión de Bahía de Cochinos, la Crisis de los Misiles, el éxodo del Mariel y la caída del campo socialista, y cuando las cosas se pusieron críticas el cabaré también dio un paso al frente. En los noventa el Gobierno pidió crear en todos los centros de trabajo Destacamentos de Respuesta Rápida (sic), para salir al paso a las manifestaciones “contrarrevolucionarias”. “En Tropicana también se crearon, pero la verdad, a uno le daban ganas de hacer chistes gusanos para que aquellas mulatas te cayeran arriba”, bromeó un músico de entonces.
Por suerte el cabaré sobrevivió tanto a la crisis como a la ideología, y hoy los espectáculos que ofrece, con sus 50 bailarines, 40 modelos, 11 cantantes y 25 músicos, siguen siendo una referencia mundial. Unos 150.000 turistas visitan Tropicana cada año, pero ahora sus gerentes esperan que vuelvan los norteamericanos si las tensiones con Estados Unidos disminuyen y las relaciones se restablecen. El espíritu de Nat King Cole regresa y el del “colectivo Tropicana” hace rato se ha esfumado. Vaya, que hacia más socialismo no vamos.
Algunos artistas que actuaron en El Tropicana
1952: Bajo la administración de Martin Fox y con coreografía y dirección de Rodney, se presentan las producciones Goyescas, Prende la vela y La viuda alegre, con las actuaciones de Rosita Fornés, Armando Bianchi y Zoraida Marrero, así como Orquídeas para Ud., con la participación de Zoraida Marrero, Miguel Ángel Ortiz y Ma. Teresa Tolón.
1965: Se presentan las producciones Tu música en Tropicana, con música de Meme Solís y las actuaciones de su propio cuarteto, Omara Portuondo y el pianista Felo Bergaza; y el espectáculo f, con la actuación de Rosita Fornés y el cuarteto de Meme Solís. Dirección de Joaquín Riviera.
Cuarteto D’Aida: (1955) intergrado por:
Moraima Secada y Leonora Rega)
Martha Strada (1972- Los romanos eran así)
1996-Norma Duval, vedette española
Olga Guillot en Tropicana 1955 |