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General: "MASSIEL ES ÚNICA", También la única en ganar Eurovisión
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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: cubanolibre  (Mensaje original) Enviado: 05/04/2018 18:12
"MASSIEL,  LA ÚNICA"
En su primera entrevista por el 50 aniversario de su participación en el festival, la cantante cuenta en exclusiva a 'Vanity Fair' cómo el 'La, la, la' le ha perseguido durante todos estos años.
 
 'LA ÚNICA' 
Massiel: "Ganar Eurovisión me destrozó la vida"
SILVIA CRUZ LAPEÑA - Vanity Fair
Lenin custodia la casa de Massiel. Como votante del PSOE “de siempre”, ella habría elegido un nombre menos comunista para su mascota, pero el can llegó a su hogar con cinco meses y ya lo habían bautizado así. El jack russell tiene pedigrí, tanto que en la explicación sobre su origen aparece hasta el nombre de Manuel Prado y Colón de Carvajal, administrador privado del rey Juan Carlos I durante más de 20 años. Es algo que ocurre a cada instante con Massiel, que lo mismo habla de artistas que de políticos, nobles o estrellas de la televisión de ayer y de hoy, poniendo a convivir, al menos en su discurso, el presente con el pasado y la alta sociedad con la mediática.
 
Por eso, María de los Ángeles Santamaría de Espinosa es el epicentro español de la teoría de los seis grados, que dice que todos estamos separados de cualquiera por solo cinco personas. Lo es, porque si usted conoce a Massiel, esa distancia se reduce a dos. Digo “Sofía Loren”, ella abre su memoria y yo rozo a la italiana. “La conocí en el Hotel Plaza, donde mi padre era director artístico y ella se alojaba mientras rodaba una película con Frank Sinatra y Cary Grant”.
 
Massiel empieza a recordar y Lenin se sube al sofá buscando mimos mientras escucha cosas que quizá también él ya conoce. “Me aburre contar mi vida”, dice su dueña desde un sillón en el que coloca varios cojines porque le duelen las articulaciones y porque así toma un ángulo desde el que ve mejor. Padece degeneración macular y ha perdido visión, pero en pocos minutos demuestra que ni un ápice de vista.
 
VARIAS VIDAS
Massiel nació en Madrid, en 1947, y se recuerda como una niña repipi y una jovencita descarada. De esos primeros años rememora los trayectos en metro para ir a clases de canto: “Iba a Amor de Dios desde Antón Martín y me daba un poco de miedo y de vergüenza, porque me tocaban el culo”. Cuenta que fue una cría precoz a la que le cortaban el pelo para que pasara desapercibida. “Era muy llamativa: tenía los ojos expresivos, un melenón y la boca muy grande y llena de dientes”.
 
Bromea varias veces sobre su dentadura, como hicieron Forges y otros humoristas; pero lo encaja bien, porque “las caricaturas son para las grandes”. Tiene sentido del humor, aunque las bromas las hace ella. También dice muchos tacos, pero, quizá por el convencimiento con el que los expele, consigue que parezcan pertinentes.
 
Por la variedad de temas que aborda, nadie diría que la dueña de Lenin solo tiene el bachillerato; y aunque se considera cantante, en su casa hay más libros que discos. La periodista Mila Ximénez o la actriz Silvia Tortosa conviven en sus estanterías con estudios sobre Picasso y libros de arquitectura. Sobre la cómoda de su dormitorio, Momentos estelares de la humanidad, donde el austriaco Stefan Zweig narra instantes de la historia tan variados y dispares como los que componen el relato que hace Massiel de sus vidas. En plural, sí, pues La tanqueta de Leganitos parece haber vivido varias.
 
ALGO PASA CON SERRAT
Una de sus vidas empezó cuando en 1968 aceptó sustituir a Joan Manuel Serrat para cantar La, la, la en Eurovisión. “Luis Eduardo Aute siempre me ha dicho que llevo décadas pidiendo perdón por haber ganado”, cuenta y asiente. Por eso, aunque este 6 de abril se cumplen 50 años de aquel triunfo, no parece que Massiel tenga mucho que celebrar.
 
"Los Javis [Javier Calvo y Javier Ambrossi, los actores, guionistas, directores y profesores del programa Operación Triunfo] me han invitado a Portugal, donde se celebra este año Eurovisión. Iré, porque siempre he sido eurofan y porque es un show espectacular”. No se arriesga a asegurar que Amaia y Alfred vayan a ganar, pero sí que la triunfadora de Operación Triunfo tendrá una buena carrera. Se siente cómoda al hablar sobre el presente del festival, pero menos si habla de su experiencia. “Tendría que haber hecho como Julio Iglesias, quedarme cosechando éxitos en América. Ganar Eurovisión me destrozó la vida”, dice con su voz de mezzosoprano.
 
“Te van a crujir”, le dijo su padre cuando aceptó sustituir a Joan Manuel Serrat, a quien hace años llamaba “amigo” y ahora califica de “cínico”. Lo dijo en octubre y en el estreno del musical de La familia Addams, cuando le preguntaron qué le parecía la postura del cantautor en el conflicto catalán. No entró en detalles, tampoco ahora, pero algo está claro: no es un asunto político, es personal. Tras insistirle para que se explique, empieza a llorar y se refugia en su can. “¿Ves, Lenin? Por eso no doy entrevistas, porque me remueven recuerdos y me pongo triste”.
 
ENCASILLADA
Massiel actuó por última vez en 2012; lo hizo en el Teatro Español, donde debutó con 10 años bailando en La verbena de La Paloma. Mario Gas le dio el papel de Carlotta Campion en el musical Follies, de Stephen Sondheim, en el que interpretó I’m Still Here, un tema con el que demostró estar en plenas facultades.
 
“Me gusta descolocar. Con esa actuación lo logré y demostré que no habían podido conmigo”. No hubo crítico en España que no la elogiara, pero en el tono de los artículos se nota cierta sorpresa, como si Massiel hubiera quedado en la memoria colectiva como la intérprete de La, la, la y poco más. Ella lo sabe y eso le molesta.
 
En Sudamérica, donde la cantante fue número uno antes de participar en Eurovisión y ganó dinero en tres meses como para comprarle una casa a sus padres, hay tres generaciones de madres que bautizaron a sus hijas con su nombre. Eso, en cambio, no pasó en España. Un paseo por los alrededores de su casa basta para comprobar que apenas queda rastro de su obra posterior a La, la, la.
 
FNAC y El Corte Inglés solo disponen de Rosas en el mar, su primer álbum, obra de Aute. En tiendas de segunda mano como La Metralleta, en Madrid, hay un vinilo del mismo título. En La Gramola, también en la capital, ni eso. En esos, como en otros establecimientos, la letra eme la copa Marisol, y en el apartado de los intérpretes masculinos reina Julio Iglesias.
 
Massiel ha cambiado de estilo tanto como ha querido: incluso fue la reina de Egipto en el Antonio y Cleopatra, de William Shakespeare, que dirigió José Tamayo para el Festival de Teatro Clásico de Mérida; y en lo musical ha cantado rancheras, cabaret, protesta y hasta tangos de Astor Piazzolla.
 
Casi siempre eran temas difíciles, en las notas altas y en las graves, pero denle al play y comprobarán que los resolvía sin despeinarse. “¡Si lo más fácil que he hecho ha sido La, la, la!”, dice ella, que tiene un alto concepto de sí misma y a quien no hay que presionar para que haga autocrítica. “Yo no quería etiquetas, pero soy consciente de que esos cambios de registro han despistado al público, que no sabe dónde ubicarme”.
 
Esa confusión se produce desde el inicio. “Ay, Massiel, la gente no sabe dónde encuadrarte”, escribió Rosa Montero en 1976 y, al llamarla “nuestra folclórica intelectual”, la metió en uno de los pocos sacos donde la intérprete no había estado. “Le debí parecer muy racial y segura de mí misma, pero no tengo nada de folclórica”. Lo que no la llamó nadie fue cantautora, a pesar de que escribía algunas de su letras: El chisgarabís o Necesito silencio, compuestas con Cecilia, son dos ejemplos.
 
NI FOLCLÓRICA NI PROGRE
En aquella entrevista, Montero la llamó “progre”. “Eso lo sería ella, porque ‘progres’ son los del mayo del 68, y yo en esas fechas ya estaba más que concienciada. Tanto, que no quería ser franquista”. He ahí otra confusión que aún sigue desbaratando: la de negar que apoyara al régimen por haber cantado en Eurovisión.
 
"¿Sabe cuánto daño me hizo eso? No importaba que interpretara letras de Patxi Andion o Toma la piedra, deja la flor, que me escribió José Agustín Goytisolo, a quien conocí por Ágatha Ruiz de la Prada, y que cantaron hasta los presos de la Dirección General de Seguridad”. Para resarcirse, entró en el teatro por la izquierda, con A los hombres futuros —textos de Bertolt Brecht— y como compañero, Fernando Fernán Gómez. De ahí salió un disco que publicó José Manuel Caballero Bonald y que sufrió la censura. “Pero me dio fuerza, porque supuso el reconocimiento de la intelectualidad y de la izquierda”.
 
No temía hablar de política, tampoco ahora. Dice que no ha cambiado nunca el sentido de su voto y se le nota que no le gusta Podemos. A su líder, Pablo Iglesias, lo sermoneó públicamente por decir que Cataluña es soberana. “El juego de las banderas sirve para agrupar a la gente y aborregarla. Creo en la libertad de expresión, en ser bilingüe, en respetar la cultura de los pueblos… Pero también creo que las autonomías salen muy caras”.
 
SIN REDES, PERO AL DÍA
Massiel habla de política y de justicia social con la misma naturalidad con la que luce abrigos de piel o coge el metro y el autobús. Es la misma que en 1979 firmaba un manifiesto en el que 1.300 españolas confesaban un aborto para exigir su despenalización, pero que hoy habla así sobre el acoso: “No hay nadie más feminista que yo, pero el #MeToo me aburre mucho”. Dice que España es machista y cree que haber tenido a su padre como mánager la protegió de muchas situaciones desagradables. “Eso, y mi carácter. Yo era tremenda. Me tenían respeto, diría que incluso miedo”.
 
La dueña de Lenin es capaz de citar a Lauro Olmo, autor de La camisa, historia del barrio de Pozas –“Donde empieza la especulación de Argüelles”–, para luego hablar del Embassy o de aristócratas que la ayudaron cuando quiso anular su matrimonio por la iglesia. Y si nada de eso resulta contradictorio, es porque a los pocos minutos de hablar con Massiel queda muy claro que ella es su propio bando.
 
No usa las redes sociales, pero está al corriente de todo lo que sucede: “Ni con 1.000 euros al mes puede vivir alguien, porque cualquier apartamento vale 750 euros y hay que pagar calefacción, agua, luz... Por eso, no estoy de acuerdo con los sueldos vitalicios de los políticos”, comenta la mujer que tuvo un hijo con uno de ellos.
 
TRES BODAS
“Tres maridos tuve y a los tres envenené…”, dice en Lady Veneno, tema de Viva, disco del año 1975 en el que se escucha a la Massiel más mordaz. Al recordárselo, arranca a cantar, aunque para enseguida: “Yo también tuve tres maridos, pero no los envenené, los promocioné. Y a alguno tendría que haberlo matado”. Al hablar de los hombres, vuelve a su papel de mujer sin freno, la voraz, como si no le doliera ya ninguna de esas heridas.
 
“O Bertolt Brecht o yo”, le dijo su primer esposo, el médico Luis Recatero, una noche de 1970. “Lo llamé para decirle que se retrasaba el ensayo y que viniera a cenar”. Él le replicó que ella era su mujer y que su obligación era estar en casa y hacerle la cena. “Le dije que teníamos dos chicas de servicio para eso y a mí me temblaban las manos, no de miedo, sino de coraje”. Llevaba 11 meses casada, tenía 23 años y vivía en un país donde una mujer necesitaba permiso del padre o del marido para casi todo, pero ella colgó, pidió un abogado y nunca más durmió con Recatero.
 
El segundo matrimonio fue con Carlos Zayas, político del PSOE y padre de su hijo Aitor. Esa unión duró siete años y no hay rastro de acritud cuando lo nombra. Para la tercera, la apadrinó Gabriel García Márquez. El novio, el periodista Pablo Lizcano, sobre quien no quiere decir nada porque ya ha fallecido.
 
A Massiel es difícil cogerla por sorpresa. Aunque su afirmación de que ha tenido grandes amores suscita una pregunta que le comprime el rostro. ¿Incluye en ese grupo alguno de sus matrimonios? Tras el pinchazo, responde desviando la atención hacia una foto en la que se besa con el productor José Sámano. “No era Richard Gere, pero sí gracioso e inteligente. Solo había un problema: yo era tan famosa que algunas se pusieron como reto tirarse al novio de Massiel”. Ríe y da algunos nombres de actrices y cantantes, pero pide, por favor, que no se hagan públicos.
 
José Frade también marcó su vida. “Lo conocí la noche en que gané Eurovisión, me ofreció un contrato para que hiciera tres películas”. Estaba casado, pero en el primer rodaje se enamoraron. Para Massiel, Frade y Eurovisión son el punto de partida de varios de sus males venideros. Aunque tampoco en este asunto ahonda y por segunda vez rompe a llorar, provocando que Lenin se ponga en guardia.
 
Le ocurre algo parecido cuando menciona su sangre. “Cuanto menos hablemos de la familia, mejor”, dice seca, marcando una linde que no piensa atravesar. Lo dice acariciando al perro y cerrando el asunto con una frase que repite varias veces: “Es que soy gilipollas —afirma—. Me han utilizado muchas veces y me he dado cuenta, pero lo consentí porque quería a esas personas”.
 
Massiel es generosa al mostrarme su casa y sus fotos, la mayoría en blanco y negro. Dalí y Pablo Milanés están en el cuarto de baño; Marisol, la cantante italiana Milva y ella, en el Festival de Lugano, sobre una mesa del comedor; don Juan, padre del rey emérito, en una salita saludando a la cantante en el Casino de Estoril. “Fue una encerrona, pues salió en la portada del ABC después de que yo me negara a recoger en persona el Lazo de Isabel la Católica que me concedió Franco por ganar Eurovisión”.
 
SILENCIOS
Massiel también es espléndida al abrirse, aunque esta autora de frases rotundas da más información que titulares. La transmite con la cara, con los gestos y con la intención con la que subraya algunos nombres. Entre quienes le han hecho daño hay uno que no obvia. “Emilio Aragón, dueño de la productora del Qué me dices, donde cada día durante ocho meses emitieron un vídeo en el que yo bailaba y ellos decían que estaba borracha”.
 
Era el año 1996 y las imágenes se tomaron en la boda de Enrique Ponce y Paloma Cuevas. “Me dejó paralizada y había días que temía salir de casa. El daño profesional y personal que me hicieron no se lo perdono a Emilio”, dice mientras se sirve el quinto vaso de Solán de Cabras.
 
En su relato hay huecos y silencios muy elocuentes. Por ejemplo, no hay forma de que cuente por qué tuvo que montar su propia discográfica; no recuerda la fecha de su primera boda; mienta mucho a su padre, nada a su madre y poco a su hijo; y al preguntarle si es creyente, hace la pausa más larga en nuestras cuatro horas de conversación. “Una siempre tiene la esperanza de que haya algo”, dice, pensativa, desde un salón lleno de cuarzos rosas y amatistas que parecen amuletos.
 
Enseguida le vuelve la sonrisa y lanza otra retahíla de anécdotas, nombres propios y picardías, pero cuando le pido que me diga quiénes son los amigos que nunca le han fallado, Massiel se agarra a Lenin y vuelve al mutismo.
 
Todas las fotos  por Javier Biosca / Estilismo de Sara Bascuñán
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: cubanolibre Enviado: 05/04/2018 18:15


Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: BuscandoLibertad Enviado: 06/04/2018 19:00
 "Mi victoria en Eurovisión se ha engrandecido. Llevamos 50 años sin ganar"
 Nadie sabe que yo me retiré nueve meses a vivir a un pisito sola el año de Eurovisión.  No he celebrado bodas de oro con ningún marido y lo hago con el La, la, la.    Improvisar en el Festival de Eurovisión no siempre tiene consecuencias negativas. De hecho, la única victoria de España en el certamen europeo de la canción fue un tanto improvisada después de que, a siete días de que se celebrara la final, RTVE decidiera sustituir a Joan Manuel Serrat por Massiel. 
 
                                                                                                                                                                          Foto tomada de Vanity Fair 2018
              JUAN M. FDEZ
"Todo fue surgiendo, improvisando", reconoce la cantante con motivo del 50 aniversario de su épica victoria en el Festival. "Me hicieron un arreglo más ágil con Bert Kaempfert, el autor de Strangers in the night de Frank Sinatra. Y con ese arreglo con más marcha, con mi amigo Jorge Gonzalvez, montamos la coreografía".
 
En el fútbol se habla del Maracanazo y lo tuyo en Eurovisión fue un auténtico Massielazo...
 
La verdad es que lo compararon con el gol de Zarra. Me acuerdo de los titulares de la época. Yo hice un saque de honor en Inglaterra que coincidí con la Selección Española y debían estar Pirri, Zoco y tal, y recuerdo que los productores de Cantando la vida me dijeron que ese año sólo había ganado yo porque habíamos perdido en el tenis, en el fútbol. Y por eso se comparaba con el gol de Zarra. Lo que pasa es que pasó que no habíamos ganado nunca y seguimos no habiendo ganado nunca en 50 años y se ha engrandecido. No he celebrado bodas de oro con ningún marido y lo hago con el La, la, la. Ya me dijo Manuel Arcusa que me iba a perseguir toda la vida y eso que me he empeñado en hacer cosas difíciles y complicados.
 
Una canción que te llegó diez días antes…
 
¡Menos! Siete. Vine de México solita. Dejé a mi padre encargándose de suspender la gira que me había hecho el dueño de Televisa. Me dijo que me iban a crujir, que si ganaba me iban a matar y que si no ganaba, también. Me cogí un avión sin dormir y me vine con lo puesto y un maletín con vitamina B12, que me inyectaba cuando estaba decaía. Y me acuerdo que como venía sin dormir, estaba aterrizando el avión en Madrid y me estaba pinchando en el culo. Venía muerta de tres meses sin parar en México y había estado un mes en Cuba cantando gratis para ver la Revolución. Y allí se produce el boom de Rosas en el mar, que por eso hay tantas Massiel en América.
 
Llegaste hasta con acento…
 
Si es que llevaba meses fuera. Yo tengo muy buen oído y se me pegan los acentos. En México si les hablas como yo hablo, me decían que no les hablara golpeado o fuerte. Entonces pasé a ser melosona.
 
 
¿Qué pensaste cuando escuchaste el La, la, la?
 
No la escuché hasta que llegué a Madrid. Cuando lo hice, dije que no podía vestir de negro. Cuando me fui a México le dije a mi padre que iban vestidas muy excesivas y con todo el aire y que yo no podía ir así. Y entonces me dije de ir de negro con unos colgajos de una platería de la calle Pez y me puse un sonajero antiguo. Antes de Alaska yo ya usaba colgajos. Era una niña con recursos, pero sin pesetas. Y cuando de repente vine aquí y, vi esa canción, dije: ¡Nena, cambia el look! Y le di la vuelta. Esa cara alegre y tierna y el movimiento ese que les parecía insólito para la época. Y se me veían las piernas.
 
La canción tampoco iba con tu estilo...
 
Nada de lo que pasó después tenía que ver conmigo. Todo fue explosivo, salido de madre, algo que yo no controlaba. Por eso, como no podía controlarlo, desaparecí.
 
Pero, ¿te gustó?
 
Cuando me llamaron por teléfono no me decían que había pasado con Serrat. Yo pensé que había tenido un accidente muy grave o que había muerto. Yo pregunté cómo era la canción y me decían que era muy buena. Y yo pensaba que, siendo de Serrat, claro que sería muy buena. ¡Cómo iba a pensar que el Serrat de Canço de matinada era el del La, la, la! Luego a mi me hicieron un arreglo más ágil con Bert Kaempfert, el autor de Strangers in the night de Frank Sinatra. Y con ese arreglo con más marcha, con mi amigo Jorge Gonzalvez, montamos la coreografía. Todo fue surgiendo, improvisando.
 
¿Pensaste en algún momento que ganabas?
 
Yo no. Iba en el taxi y mi padre se emocionaba al verme. Le pedía que si no ganaba, no pasaba nada, que sobre todo no llorara. Y me dijo: ¡Puedes hasta ganar!
 
¿Se gana dinero ganando Eurovisión?
 
Yo personalmente, no. Ganan los autores. Y luego si tú haces una gira maravillosa, ganas dinero. Pero como yo tuve una consecución muy complicada por mis cosas personales, mi vida familiar... Yo no aproveché el tirón. Nadie sabe que yo me retiré nueve meses a vivir a un pisito sola el año de Eurovisión. Si tienes un buen equipo de manager y te recorres Europa y América, ganas dinero. Yo había empezado demasiado pronto y no tenía el equipo. Y luego hubo muchos factores externos.
 
Toda esa otra parte ha quedado en un segundo plano…
 
Sí, pero de repente se ha convertido en un canción icónica El amor. Con esa canción se cierra una película que va representando a Irlanda a los Oscar protagonizada por Jorge Perugorría. Y luego en redes sociales, en Tu cara me suena… Y la gente ha descubierto a una mujer que cantaba muy bien en directo, que era yo. La mayor parte de las cosas que he hecho antes y después del La, la, la no tienen nada que ver. Aquello fue un hecho insólito. Yo desde pequeña era muy actriz y me acoplaba.


Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: BuscandoLibertad Enviado: 06/04/2018 19:09
Massiel: "Estoy harta de justificarme durante 50 años por haber ganado Eurovisión"
María de los Ángeles Félix Santamaría Espinosa, es el verdadero nombre de la exitosa cantante y actriz española Massiel, nació un de 2 de agosto de 1967, en Madrid.  La cantante está viviendo una etapa de retiro profesional. Alejada de la televisión, dedica su tiempo a disfrutar de su familia. Se cumple medio siglo del triunfo del 'La la la' en el Festival y la cantante ya no se corta: "Fue muy bonito, pero lo han querido ensuciar tanto..."

'MASSIEL, LA UNICA'                     
         POR EDUARDO ÁLVAREZ
«Estoy cansada de hablar de Eurovisión. Me aburre». Como una apisonadora y cara de pocos amigos, Massiel lanza la advertencia al periodista, que no puede evitar cierto pánico. La cantante llega a la cita tirando de su perrito Lenin -¿o es al revés?-, cerrada en banda a hablar del dichoso festival. «Eeeeh, pero, Massiel, si es que estamos preparando un especial con motivo del medio siglo que se cumple este 6 de abril de tu victoria eurovisiva». «No me hagas hablar de hace 50 años, yo era una niña, era otra vida. Yo además de Eurovisión he hecho una carrera muy larga».
 
No le falta razón a María de los Ángeles Félix Santamaría Espinosa, su nombre según la Wikipedia, a la que la artista remite cada cinco segundos al plumilla para despacharse las preguntas sobre el concurso. En su trayectoria hay canciones inolvidables como Rosas en el mar con la que despuntó con 19 años o la indescriptible Noa a noa, que no puede faltar hoy en un after a las tantas cuando uno se lo ha bebido todo y ha perdido el sentido. Massiel también ha hecho cine, teatro con grandes como Fernán Gómez y musicales como Follies, tras el cual, en 2012, decidió jubilarse.
 
De todo eso, claro, se puede hablar con La tanqueta de Leganitos. Pero es que son las bodas de oro del La, la, la, qué le vamos a hacer. Y aunque el triunfo eurovisivo parece pesar sobre la cantante como una maldición bíblica, aquella gesta la convirtió en un monumento nacional que ni ella misma, con todo su genio, puede derribar. Así que no nos queda otra que armarnos de paciencia y tirar de la lengua poco a poco a ver si al final nos sale una entrevista y todo. Evitándole al lector las interrupciones y enfados de la diva y de Lenin por las preguntas cansinas, nos situamos en 1968.
 
P. A menos de dos semanas de aquel Festival, usted recibe en México, donde estaba de gira, la llamada de TVE para sustituir a Serrat.
 
R. A mí cuando me llaman no me dicen lo que ha pasado con Serrat. Me preguntan que cuándo podía regresar a España, lo más urgentemente posible. Como tenía unos amigos comandantes de aviación, logré que me metieran en el primer avión que salía hacia Madrid horas después. La primera idea del Dúo Dinámico [autores del La, la, la] y del mánager de Serrat fue que le sustituyeran ellos. Jugada perfecta. Pero el Dúo Dinámico no era de la misma casa de discos y se había invertido en una promoción muy fuerte durante meses, con Serrat por Europa. La discográfica dijo que ni hablar. Entonces, el director general de TVE, Rosón, ordenó: 'Que traigan a Massiel' [ella sí compartía compañía con el catalán].
 
P. Usted tenía apenas 20 años, pero ya había triunfado en festivales como Viña del Mar. Tablas no le faltaban.
 
R. Yo venía de actuar tres meses en Latinoamérica. Y había cantado gratis antes en Cuba, para conocer cómo era la Revolución, con los nativos de allí, con lo que tuvieran: una guitarra, un coco, sobre un tanque... Antes de Eurovisión a algunos les parecía roja, porque había ido a Cuba. Luego a esos mismos les parecía buena porque había ganado el festival...
 
P.La renuncia de Serrat por no poder cantar en catalán ocasionó un terremoto. La paradoja es que, 50 años después, el independentismo le tacha de anticatalanista. ¿Cómo lo ve?
 
R. No quiero hablar nada de Serrat. Que te cuente Ramón Arcusa [del Dúo Dinámico] lo que dijo en televisión del dinero que le dio la Banca Catalana para no ir a Eurovisión. Así me voy yo también al exilio. Si Serrat fuera tan catalanista, al minuto cero de no ir al festival, no habría grabado a Machado. Habría hecho como Llach, que sólo ha cantado en catalán. Creo que Serrat sólo es catalanista según le conviene a sus intereses comerciales. Si no, será un señor normal. Y un artista muy bueno, a destacar. Muy buen cantante y muy buen autor.
 
P. Por cierto, ¿cómo ve usted el problema catalán?
 
R. Yo estoy a favor de la integración de todos los pueblos de España bajo una misma bandera. Nunca estoy por el retroceso.
 
P. Volvemos a la noche de aquel 6 de abril del 68, en el Royal Albert Hall de Londres. Su actuación fue impecable, emocionante.
 
R. Era la más moderna de la edición, eso es innegable. Yo no puedo hablar bien de mí, conozco el país. Pero, coño, cuando lo ves, era obvio... Es un cúmulo de cosas: una niña con un vestido muy moderno, una manera de mirar, una dulzura al cantar, unos movimientos muy estudiados por mi parte... Pero en el ensayo general, el Dúo Dinámico, los ánimos que me daban... Decían a todo el que les quisiera oír: 'Tenía que haber venido Karina, que es muy comercial'. Claro, ellos no habían visto ni el traje que me iba a poner... Ellos pensaban en la Massiel del Aleluya, del Rufo el pescador... reivindicativa, con unos graves muy fuertes, vestida de negro. No se daban cuenta de que yo oí el La, la, la e hice clack; trabajé una interpretación de actriz. Pero te quiero decir que ésa era la negociación y la confianza que había: ninguna.
 
P. Su victoria fue vivida con euforia en España.
 
R. El triunfo fue muy bonito. Pero lo han querido ensuciar tanto... Y llevo 50 años teniendo que pedir perdón por haber ganado. Estoy harta, no estoy dispuesta a seguir haciéndolo. No quiero justificarme por haber ganado. Lo odio. ¡Son 50 años de aguantar gilipolleces! Y tener que estar callada...
 
P. La repercusión internacional de Eurovisión era enorme. Y el régimen franquista no tardó en intentar patrimonializar la victoria. Para empezar, le concedieron el Lazo de Isabel la Católica en cuestión de horas...
 
R. A mí vino el delegado del marqués de Santa Cruz a comunicármelo a Londres... Supongo que sería lo normal, igual que le darían una medalla a Fernández Ochoa tras ganar Sapporo. No lo sé... Nunca fui al Pardo a que me la impusieran. Yo he tenido un par siempre... No quería la foto de Franco condecorándome. Tras el festival, tardé en volver a Madrid porque me quedé haciendo televisiones por Europa. Y, durante todo ese tiempo, el régimen trató de venderme como una victoria de ellos. Empecé a verlo desde fuera y a cabrearme por la manipulación. Y dije: 'Yo al Pardo no voy'. En el ABC publicaron: 'Pongo a los pies de Su Excelencia, el jefe del Estado, mi triunfo...'. Yo leí eso... Era como si fuera la que ponía mecha al cañón, me cagué en todo. Faltaba que me abriera de piernas. Yo quería que se dijera que yo eso no lo había dicho. Pero a ver quién coño ponía una rectificación diciendo que Massiel nunca le ha puesto un telegrama al jefe del Estado. Con eso me quedé, como una estampita pegada en la frente. Es una de las gilipolleces que se me achacaron. Entonces pensé: que encima tenga que ir al Pardo a la foto con el anciano poniéndome la medalla... Dije: hasta aquí podíamos llegar. Las consecuencias fueron desmedidas. No hay nadie que haya ganado Eurovisión y luego haya estado un año vetada en televisión, que entonces sólo había una...
 
P. Hace años se empezó a correr el bulo de que su victoria pudo ser un amaño.
 
R. Ese tema me produce tal asco... No puedo entrar para no alimentar ese bulo. Al año siguiente, para poder hacer aquí el festival hubo que abrir las cárceles y sacar a todos los presos políticos sin delitos de sangre. Y muchas ciudades en Europa no tenían delegación, y hubo que ponerlas. Con eso te lo digo todo. Ese bulo es un retrato de lo que es España, un país lleno de envidia. Si no teníamos ni delegaciones políticas en países de los que se habla por compra de votos ni participaban...
 
P. Usted ha tenido una carrera muy dilatada de enorme éxito.
 
R. Yo he tenido una trayectoria de mucha lucha, no de un éxito fácil. Porque yo no me dejé. Hay cantantes que ganan millones y millones, pero siempre parece que cantan la misma canción. Yo era una chiflada que siempre quería conocer autores nuevos y hacer canciones cada vez más difíciles, para aprenderlo y disfrutarlo yo. Lo contrario de lo que hay que hacer. Soy una superviviente.
 
P.¿Cómo ve la España actual en el terreno político?
 
R. Veo a España muy jodida. La llegada de algunos partidos pretendidamente de izquierdas, que dicen ser más de izquierdas de lo que son y que en realidad son pura demagogia, tratan de que los residentes de los barrios se enfrenten a las fuerzas del orden, como ha ocurrido en Lavapiés, donde todo ha sido pura manipulación. ¿Es que Lavapiés ahora sólo es de los de Senegal? Que esos partidos y las familias de los manteros acusen a los vecinos del barrio por protestar, porque ven cómo se están quemando contenedores junto a sus casas... Lo de la corrupción del PP es asqueroso, pero nos estamos volviendo locos...
 
P.¿Qué le parecen las redes sociales, las usa?
 
R.No, ninguna. Meryl Streep dijo que si querías ser feliz no tenías que leer lo que dicen de ti...
 
P.¿Tiene algún proyecto laboral a la vista?
 
R. Que ya te he dicho que me he ju-bi-la-do.
 
P.¿Y qué le parecen nuestros representantes de este año?
 
R. Un dúo estupendo. Cantan muy bien, son músicos... Amaia tiene mucha fuerza. Alfred menos, pero es muy voluntarioso. La pareja funciona, la canción es muy Disney, muy tierna, vende su historia de amor... Pero en Eurovisión no se sabe nada hasta el mismo día...
 
P. Si pudiera retroceder 50 años, con todo lo que después le ha pasado, ¿volvería a Eurovisión?
 
R. Yo en aquel momento creí que era la oportunidad más grande para darme a conocer... Pero todo lo que pasó en mi familia, en mí, lo que me hicieron, lo que me dijeron, lo que me dolió, a lo que tuve que renunciar en lo económico, afectivo, familiar... fue tan duro, tan duro, que ni los Episodios Nacionales tendrían espacio para contarlo. No lo he podido olvidar ni 50 años después. Ir a Eurovisión es un chollo, y además gané. ¿Pero qué sucede? Que luego viene el país, y se te echa encima. Y luego viene la familia, y te oprime... Y luego tú quieres volar, y no te dejan. Y quieres respirar, y tienes que respirar como se lleve según los cánones de la época. Y entonces te quieres tirar por el piso 25 de la Torre de Madrid. Y dices: ¿para qué coño habré venido, si estaba mejor en América?
 
La grabadora lleva más de una hora en marcha y la apisonadora Massiel ha soltado titulares para más de una entrevista. El alivio que provoca en el periodista es inversamente proporcional a la vehemencia in crescendo de la artista, que sigue advirtiendo que está hasta la coronilla del La, la, la. Lenin se da cuenta y acude al rescate de su dueña, que da por concluida la sesión. Genio y figura. Menos mal que aún creemos que no todo está en la Wikipedia.
 
Massiel más allá del ‘La, la, la’
Qué mareo siento cuando me abrazas y me amas con tu cuerpo tierno”. Era 1983, cuando en España aún no se decía la palabra cougar, y una exultante Massiel de 35 años cantaba y contaba con el escote generoso y los ojos entornados el romance con un marinero “joven amor de mi barco velero” al que pedía: “No me abandones nunca por un barco nuevo”. De esa imagen apenas queda nada en la memoria colectiva, siempre corta, de la mujer que hace 50 años ganó Eurovisión y hoy cuenta en una entrevista incluida en el número de abril de Vanity Fair que el éxito del “La, la, la” le destrozó la vida.
 
Massiel empezó su carrera musical interpretando las letras que su amigo Luis Eduardo Aute quería escribir pero no cantar, otras compuestas por Patxi Andion, actor y cantante destacado en la Transición, rancheras y hasta textos de Bertolt Brecht. A este autor, cuenta ella, le debe que la izquierda y la intelectualidad la tomaran en serio después de haber sido tachada de “niña del Régimen” por haber ido a Eurovisión en lugar de Joan Manuel Serrat.
 
Los letras del alemán, todas de gran carga política, las tradujo Lauro Olmo para la obra de teatro que la madrileña protagonizó junto a Fernando Fernán Gómez en 1971 y que llevó por título "A los hombres futuros". El disco fue una producción de José Manuel Caballero Bonald y la censura le escatimó canciones que aparecían en la obra. Un ejemplo fue “Balada de la comodidad” donde Massiel, ávida lectora, decía “con libros estaré alegre aunque no coma”. Lo que sí sale en ese álbum en el que Massiel derrocha voz y conciencia es “Balada de Maria Sanders”, tema en el que gritaba como una fiera: “La carne sube en los suburbios y el asesino está aquí”.
 
ENTRE DOS AGUAS
Massiel también le ha cantado mucho al amor. “Porque hoy quiero matar /lo poco que me queda de ti /porque aún puedo soñar /que alcanzo las estrellas sin ti”, decía en “Voy a empezar de nuevo”, que aparece en el disco Sola en libertad (1984). La letra parece inofensiva, pero hay que tener presente la fecha y las costumbres: ella se había separado de su marido en 1971, el público lo sabía y por eso, dichas por ella, las letras sonaban a otra cosa. Massiel reconoce que siempre se ha movido “entre dos aguas” y quizás eso explique por qué hasta la letra más pacata suena en su boca a desafío.
 
Lo mismo ocurre con esta: “Me desmadré por ti, me castigué por ti, me reprimí por ti, me deprimí por ti, me arrodillé por ti…”, canta una Massiel en plenitud de facultades vocales allá en el año 1986 en un tono delicado y casi victimista, pero en el rictus de los labios y en el arqueo de las cejas lo que está diciendo de verdad la Tanqueta de Leganitos es “Ja, ja, ja”. Ella lo confirma: “Yo no he cambiado nunca nada por nadie”, contestó tajante en la entrevista tras preguntarle por esta canción que sin dudar se puso a tararear muerta de risa.
 
Dice que le aburre el #Metoo pero que se siente más feminista que nadie y que lo ha demostrado en su carrera y en su vida. Algunas letras así lo indican, la del marinero es un ejemplo, pero hubo más: “Libertad sin mi pareja / libertad cuando me dejas / libertad, fuera tus rejas…” canta in crescendo una mujer que dice haber tenido grandes amores (no necesariamente los de sus matrimonios), que se dice apasionada y a la que también se la ha escuchado cantar rancheras. En una de ellas decía: “Lo que pasa es que me gusta el agua clara / y quiero oír por esa boca que ya estoy sustituida”. Se titula “Corazón de hierro” aunque ella, se puede ver en Youtube, aseguraba en los conciertos que el suyo es “de puritita mantequilla”.
 
CON CECILIA, CONTRA LOS PLAYBOY
El repertorio de Massiel ha sido variado pero la mayor parte ha caído en el olvido. Hoy es difícil encontrarlo en las tiendas aunque el sello Ramalama ha hecho varias recopilaciones en las que se refleja la variedad de estilos y la capacidad interpretativa de la artista nacida en Madrid en 1947. “El ‘La, la, la’ es lo más fácil que he cantado en mi vida”, dice desafiante en un intento de realzar el resto de su curriculum. “No es que la gente se olvide, es que hice todo eso hace mucho tiempo, y lo hice todo demasiado pronto”, opina.
 
La faceta que menos se le conoce es la de cantautora, corta pero en su línea de mujer atrevida para los tiempos que fueron los años 60, 70 y 80 en España. Un ejemplo son las letras que escribió a cuatro manos con Cecilia, por ejemplo “Chisgarabís”. En ella, ambas amigas se ceban con un rol muy denostado cuando lo encarna una mujer y aplaudido cuando lo hace un hombre. Es el del que “corre camerinos como un picaflor / usa trampolines como un escalador”.
 
En él habla del arribista, del hombre fatal, del que busca encamarse con señoras importantes para prosperar: “Que sale con famosas / también juega al golf / y es todo un playboy”. Massiel recuerda cómo y cuándo se gestó la canción y por la cara que pone al preguntarle por ella, no hay duda de que se le viene a la mente el nombre de más de un señor.
EDUARDO ÁLVAREZ & SILVIA CRUZ LAPEÑA               

Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: Chiquin Enviado: 10/04/2018 13:00
Hay un error en uno de los articulos la fecha de naciemiento dice 2 de Agosoto del 1967 en vez de 1947.  Ooops.


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