¿Sabes de dónde viene la conocida expresión ‘tener pluma’? A decir verdad, no existe una teoría unánime al respecto, por lo que se barajan varias posibilidades. La primera de ellas se refiere a las plumas con las que antaño se vestían las vedettes (por lo que se decía ‘tener pluma’ en referencia a la feminidad mostrada por ciertos hombres).
Otra teoría se remonta a la Guerra Civil española, donde había soldados fascistas italianos que ayudaban a Franco, que llevaban siempre plumas en el casco, y a éstos les caracterizaba utilizar perfumes. Otra iría más bien encaminada al paralelismo que hay entre comportarse de una forma afeminada y una pluma en sí, que tiende a ser extravagante, delicada, elegante, etc. Parece que todas las hipótesis se basan en lo mismo: el machismo transversal a toda la sociedad, donde se denigra y devalúa lo considerado como femenino, generando estereotipos y prejuicios.
Esta misoginia, también machismo, parece estar en la base de lo que conocemos como ‘plumofobia’, que no es más que el rechazo que se da (en muchas ocasiones dentro del propio colectivo LGTB) a personas que manifiestan ‘pluma’, es decir, que emiten comportamientos que socialmente son considerados del género opuesto.
Sobre tener o no tener ‘pluma’ se ha escrito mucho, todo ello muy en la línea de defensa de la misma y de activismo en contra de la propia ‘plumofobia’, pero… ¿tiene alguna ventaja o beneficio el hecho de tener ‘pluma’? Por supuesto que sí.
En primer lugar, las personas que tienen ‘pluma’ fueron los verdaderos pioneros del movimiento LGTB, ya que fue precisamente esta ‘pluma’ la que comenzó a darle visibilidad a nuestro colectivo. Normalmente se reprimen menos y se nutren poco de los estereotipos sociales, ya que mientras muchas personas intentan ocultar en cierto grado su orientación e identidad, éstas lo realzan comportándose básicamente como les apetece. A la gente con ‘pluma’, sobre todo a los hombres, les afectan menos las críticas.
En muchas ocasiones han sido señalados por su amaneramiento, pero éstos siguen actuando de la misma forma a sabiendas de que hay mucha gente que puede criticarles, por lo que están más inmunizados, y esto les prepara para luchar por sus derechos de una forma más inteligente.
Son esenciales para que el propio colectivo LGTB se haya forjado una identidad propia y son los encargados de que nuestra comunidad se pusiera en el mapa. Por otro lado, las personas con ‘pluma’ generalmente tienen una identidad mucho más estable, no como quienes tienen actitudes ‘plumofóbicas’, cuya concepción de los géneros es mucho más frágil. Las personas con ‘pluma’ han aprendido a reivindicar de una forma más efectiva sus derechos, ya que la misma ‘pluma’ ha sido en muchas ocasiones empleada como táctica de lucha activista.
En definitiva, la ‘pluma’ es la forma en la que individualmente decidimos expresarnos en los diferentes contextos de nuestra vida. Se puede ser gay de muchas maneras: con o sin ella. Lo que no se puede es ser ‘plumofóbico’, o no luchar por combatir este prejuicio.
PABLO MANGAS