Juegos de Poder
Pelearse con los amigos y congraciarse con los enemigos
De la jauría de perros que mató a su tío, a la amante resucitada: leyendas y verdades de Corea del Norte. Tras la muerte de su padre, el «Querido Líder» Kim Jong-il, en diciembre de 2011, el actual caudillo ha hecho una profunda limpia en las Fuerzas Armadas para consolidar su poder.
OJO CON EL BOTÓN
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Los desertores norcoreanos en EE.UU.: «¿Para qué una cumbre si no se habla de derechos humanos?»
ABC.esLos detalles no están claros y suelen llegar exagerados, pero la impresión general es clara: el joven dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, mantiene desde que ascendió al poder una purga constante en las filas de las Fuerzas Armadas de Corea del Norte. Desde el país más hermético del mundo son frecuentes las noticias de altos cargos del ejército que aparecen muertos o que son ejecutados por orden del caudillo coreano. La última desaparición es la del jefe del Estado Mayor, el general Ri Yong-gil, que fue ejecutado la semana pasa como han informado este miércoles las agencias de noticias Yonhap y Reuters, que citan diversas fuentes conocedoras de la situación en Corea del Norte.
Tras la muerte de su padre, el «Querido Líder» Kim Jong-il, el actual caudillo ha hecho una profunda limpia en las Fuerzas Armadas para consolidar su poder. Según la información de los servicios secretos surcoreanos, Kim Jong-un ha ejecutado en los últimos tiempos a 15 oficiales militares de alto rango. Además del hasta ahora jefe del Estado Mayor, entre ellos destaca el anterior ministro de Defensa, Hyon Jong-chol, que fue ejecutado tras desobedecer las órdenes de Kim Jong-un y quedarse dormido en un desfile.
En el caso de este último ejecutado, Ri Yong-gil, los cargos que han llevado a su ejecución han sido por corrupción, pero las fuentes consultadas por Yonhap apuntan a que se habría opuesto al reciente nombramiento de varios altos cargos del Partido de los Trabajadores en importantes puestos militares. Su sucesor podría ser Ri Myong-su, un antiguo ministro de Seguridad Pública.
Ejecuciones públicas y brutalesNo obstante, lo inquietante de estas muertes son las leyendas que circulan en torno a las circunstancias de sus ejecuciones. A Hyon Jong-chol le habrían despedazado con un cañón antiaéreo ante cientos de testigos. Y en lo referido a ejecuciones salvajes, la más famosa es la que habría afectado al tío de Kim Jong-un. A finales de 2013, durante una importante reunión con otros cuadros del Partido, el joven dictador mandó detener a su tío, mentor y número dos del régimen, y luego ordenó su ejecución tras humillarlo públicamente vertiendo todo tipo de acusaciones contra él. El aparato de propaganda del régimen le llamó «escoria humana» y dijo de él que era «peor que un perro». Según informó el diario «Wen Wei Po», un periódico de Hong Kong afín al régimen chino, pereció devorado por una jauría con 120 perros hambrientos. Rebotada por el diario en inglés «Straits Times» de Singapur, tan truculenta noticia corrió como la pólvora en la nueva era del periodismo de internet sin contrastar fuentes. Unos días después se descubrió que dicha historia no era más que un bulo que había comenzado en una página «web» satírica china, Pyongyang Choi Seongho.
Con las ejecuciones en Corea del Norte nunca se sabe dónde empieza la ficción y dónde la realidad. A su amante, la cantante Hyon Song-wol, se la dio por muerta en agosto de 2013, supuestamente bajo las balas de un pelotón de fusilamiento. Al menos hasta que la joven apareció viva y en buen estado en una concentración de artistas celebrada en Pyongyang en mayo del año pasado.
Los desertores norcoreanos en los Estados Unidos
ABC — Grace Jo vicepresidenta de la asociación de refugiados norcoreanos en EE.UU., pertenece a su pesar, a un club muy exclusivo. Hay cerca de 5.000 norcoreanos entre los 325 millones de estadounidenses, una comunidad mínima, si se compara con casi cualquier país del mundo. Ella es una de las 214 personas que tienen estatus de refugiado en EE.UU. Y una de las pocas que puede hablar sin tapujos y sin esconderse en el anonimato: no le queda familia en Corea del Norte, así que nadie sufrirá represalias por lo que diga.
Jo tiene 26 años y vive en Maryland, después de haber escapado en 2008 junto a parte de su familia de las torturas, la persecución y el «gulag» de Corea del Norte. Habla por teléfono con ABC casi a la vez que Donald Trump y Kim Jong-un aparecen ante las cámaras y se dan un apretón de manos. Es un momento histórico para su país de origen y para el que le ha acogido, pero Jo lo vive con un optimismo «a medias».
«Es bueno que Kim se abra a hablar con el presidente de EE.UU. Lo malo es que sabemos que el Gobierno de Corea del Norte nunca abandonará las armas nucleares. Solo tratan de ganar tiempo y dinero. Necesitan que se suavicen las sanciones internacionales», asegura.
Jo considera que en antes Trump estaba haciendo un buen trabajo con su posición de fuerza frente a Pyongyang. Ahora no le gusta escucharle decir que Kim «hará algo grande para su pueblo», en un país descosido por la pobreza y la represión, en el que han muerto millones de personas por las hambrunas en las últimas décadas. Para todo aquel que sufre al régimen norcoreano, la cumbre no servirá de mucho porque se ha dejado fuera los derechos humanos, asegura. «La desnuclearización es muy importante, claro. Pero también lo son los derechos humanos», exige. «¿Para qué se celebra una cumbre si no se habla de derechos humanos?»
Para Jo, la comunidad norcoreana comparte la idea de que Pyongyang no renunciará a las armas nucleares, porque es la único que les da una posición de fuerza en cualquier negociación. Conoce bien esa postura como vicepresidenta de la organización Norcoreanos en EE.UU. «Todos pensamos de forma similar al respecto» asegura. Lo mismo dice de la estrategia de Corea del Norte de limpiar la imagen de Kim, que ha pasado de ser un excéntrico y peligroso dictador a un avezado diplomático. Parte de ello, según Jo, se debe también al nuevo Gobierno de Corea del Sur, liderado por Moon Jae-in, cuyos encuentros con Kim en la frontera de ambos países contribuyeron al cambio en la percepción del dictador. «Es una operación propagandística», asegura. «Quizá Kim tenga sus propios planes y su mentalidad haya cambiado, pero el régimen y la elite de Corea del Norte nunca permitirá un cambio político de forma pacífica».
En esa línea, Trump ha beneficiado a Kim con la cumbre, que ha dado un baño de respetabilidad al líder comunista. La línea que EE.UU. debería seguir, según Jo, es «mantener el máximo nivel de sanciones. Sin dinero, el régimen pierde su poder. Con o sin sanciones, la gente norcoreana sufre igual. Pero el cambio político nunca se producirá si el régimen sigue teniendo recursos».
Javier Ansorena
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