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General: Unai y Esteban, 2 refugiados gay forzados a huir de las pandillas en Honduras
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 06/07/2018 13:49
"LOS ROSTROS DEL OTRO ORGULLO  LGTB"
Unai y Esteban (Honduras), dos bailarines obligados a huir de las maras para poder 'volar'
Era un infierno, vivía con mucho miedo, vigilando que no te vean, pensando qué ruta voy a tomar, si me van a matar, si me van a violar. Eso no es vivir, cuenta Unai.  La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) recoge los testimonios de una pareja que tuvo que huir por las amenazas por su orientación sexual y ahora vive en España a la espera de que su caso se resuelva.


LA HISTORIA DE UNAI  Y  ESTEBAN DOS REFUGIADOS
HOMOSEXUALES FORZADOS A HUIR DE LAS PANDILLAS EN HONDURAS 
         Eldiario
Unai siempre ha sufrido el acoso de las pandillas en Honduras. Primero, cuando era un niño y las maras extorsionaban a su madre para que pagara dos veces por semana el llamado "impuesto de guerra" por su pequeña tienda de alimentación. Después, cuando creció y comenzaron a amenazarle por su orientación sexual.
 
Para estos grupos que controlan buena parte del territorio, en su idea de lo que "tiene que ser un hombre", relata el joven, no caben los homosexuales. Tampoco su pasión: la danza. El acoso constante obligó a Unai a abandonar sus estudios de baile e interpretación. Cada vez que salía de casa, recuerda, planeaba minuciosamente la ruta por miedo a ser asesinado o agredido.
 
"Era un infierno, vivía con mucho miedo, vigilando que no te vean, porque siempre te están observando… Pensando dónde voy a guardar el dinero o qué ruta voy a tomar, pensando si me van a matar, si me van a violar, si algún día se van a cansar de hostigar y van a pasar a la acción. Tuvimos que huir. Eso no es vivir", recuerda en un testimonio recogido por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
 
En el caso de su pareja, Esteban, las amenazas fueron a más. "No queremos volver a verte por aquí", asegura que le decían cuando, antes de tener que dejar de hacerlo, visitaba a Unai en su barrio. El acoso también venía a través de llamadas telefónicas. "Cambié de número varias veces, pero de una u otra forma, siempre lo tenían", comenta.
 
Un día, salía del ensayo cuando unos pandilleros entraron en el autobús en el que viajaba y, según su testimonio, le obligaron a bajarse a punta de pistola. Se lo llevaron a un lugar conocido 'el campo'. "Allí matan, violan y hacen de todo", sostiene Esteban. A él le dieron una paliza, lo suficiente para darse cuenta de que su vida corría peligro, de que tenía que marcharse de allí.
 
Hoy ambos viven en España a la espera de que se resuelva su petición de asilo. Mientras, han podido retomar sus estudios de interpretación. Según CEAR, que ha denunciado en varias ocasiones los retrasos y el "colapso" del sistema de asilo español, en los últimos cuatro años solo se han concedido 25 solicitudes de asilo a personas procedentes de Honduras, Guatemala y El Salvador, de las cerca de 3.400 peticiones presentadas.
 
Unai sabe que es difícil que, con estos datos, su caso se resuelva favorablemente, pero tiene una certeza: "No volvería a mi país, porque allá no se vive".
 
"El odio de las pandillas a los homosexuales es una forma de humillar y de sentirse superior a los que tenemos esta orientación sexual", explica Esteban. En un contexto marcado por la pobreza, en países como El Salvador, Honduras o Guatemala, la violencia de las maras afecta particularmente a las personas LGTB, para las que las amenazas son una realidad cotidiana.
 
"Es necesario recordar que todavía hay personas en todo el mundo que no solo no pueden festejar con normalidad el orgullo LGTB, sino que se ven obligadas a ocultar su condición o a huir de sus países debido al temor a ser asesinadas por ser, sentir o amar de una forma determinada", defiende Estrella Galán, secretaria general de la ONG.
 
Esteban cuenta que de pequeño solía soñar con volar. Sus padres le respondían: "Pero hijo, eso es imposible, las personas no volamos". Hoy, dice, lo logra a diario gracias a la danza. La misma por la que tuvo que sufrir el acoso y abandonar su país. Pero no lograron cortarle las alas.
                                               
Unai y Esteban, los rostros del otro Orgullo: el de los refugiados LGTB
 
Uno encontró en la danza las "alas" para volar a otros mundos, y el otro una "fuente" donde ir a refrescarse, pero las amenazas de las maras hondureñas por su homosexualidad truncaron el sueño de estos dos jóvenes hondureños; ahora tratan de cumplirlo en España, donde han pedido asilo.
 
Aunque empezó a trabajar con 8 años al mismo tiempo que trataba de sacar adelante sus estudios, Unai era un "niño feliz"; pero a partir de 2013, cuando las pandillas comenzaron a extorsionar a su familia, "la cosa empezó a empeorar", relata el bailarín en un testimonio proporcionado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
 
Pese a que su madre pagaba regularmente, el acoso y las amenazas no cesaron, y ello por la única razón de que era un homosexual que cursaba estudios de interpretación a la par que Psicología en la Universidad, que tuvo que dejar.
 
"Se vive con mucho miedo, no, no se vive. Siempre con sentido de alerta, con un estrés constante de no saber qué es lo que va a pasar, de no saber quién va a llegar, quien te va a insultar o amenazar de muerte. Es 'bullying' pero a un nivel extremo de llegar matar a las personas por la intolerancia", rememora.
 
Ya de niño, Esteban "quería volar", aunque sus padres le advertían de que "eso es imposible". Y fue en el teatro y la danza donde encontró una forma de hacerlo: "Para mí es como que me da alas y vuelo a otros mundos contando historias, metiéndome en personajes y adueñándome de sus vidas en ese momento que estoy en el escenario", afirma.
 
Cuando comenzaron las extorsiones a la familia de Unai, las maras le interceptaron un día y le preguntaron por qué iba tanto "a ese barrio", qué "es lo que tenía con esa persona", y le amenazaron.
 
"A mi pareja y a mí nos pedían que cediéramos a sus peticiones, que era ir a acompañarlos a un lugar que le llaman 'el campo'. Se conocen porque ahí matan gente, violan y hacen de todo. Nos querían llevar ahí", explica el joven.
 
Como no quiso acceder a sus exigencias, le golpearon; siguió recibiendo llamadas telefónicas aunque cambiaba de número, hasta que una tarde saliendo de un ensayo, le pararon y, tras una discusión, le dieron una paliza que le llevó al hospital.
 
"El odio de las pandillas a los homosexuales es una forma de humillar y de que ellos se sientan superiores a los que tenemos esta orientación sexual", subraya Esteban, que achaca este odio también a que "la sociedad es muy machista".
 
La paliza que recibió y el miedo constante a ser asesinados o violados les obligó a escapar de su país y decidir venir a España, donde aguardan la tarjeta roja que acredite su condición de refugiados.
 
Sin embargo, Unai es consciente de la dificultad de que eso ocurra, ya que en los últimos cuatro años únicamente han sido concedidas 25 solicitudes de asilo procedentes de Honduras, Guatemala y El Salvador, de las cerca de 3.400 presentadas, aclara Cear.
 
No obstante, mantiene la esperanza y hay algo que tiene claro: "No volvería a mi país, porque allá no se vive".
 
Mientras, estudia junto a su novio interpretación, porque para este artista hondureño "la danza es algo magnífico". "Es como mi fuente donde puedo ir a refrescarme, donde puedo canalizar mi energía, olvidarme de algunas cosas o crear a partir de lo que siento. Y hacer algo de arte", concluye.
 
       Fuente: Eldiario
Periodismo contra la discriminacióny celebrando la diversidad


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