CONGRESO INTERNACIONAL DEL SIDA
El Congreso Internacional del Sida presenta un amplio estudio que ratifica, una vez más, que si un portador no tiene carga viral detectable, no hay riesgo de contagio. La comunidad del sida hace un llamado urgente a los Gobiernos para que aporten más fondos, de lo contrario no se podrá llegar al objetivo de acabar con la epidemia en 2030.

Asistentes en la Conferencia Internacional sobre el Sida AIDS 2018
Seropositivo controlado y sin transmitir el VIH
Cómo se avanza contra el VIH con menos dinero
La manida frase de hacer más con menos se cumple literalmente en la lucha contra el sida. Aunque la financiación se ha mantenido más o menos estable en el último lustro, con ligeras caídas según algunos estudios, la trasmisión del VIH también ha ido bajando. El problema es que no lo hace al suficiente ritmo: alcanzar los objetivos que se había marcado la comunidad internacional para los próximos años es prácticamente imposible. Y los expertos, reunidos en el congreso internacional sobre la enfermedad, que se está celebrando esta semana en Ámsterdam, advierten de que un descenso en los fondos podría provocar un nuevo repunte y dar al traste con todos los avances que se han conseguido en las últimas décadas.
Un estudio publicado la semana pasada por Onusida revelaba que de los 14 donantes internacionales, ocho están recortando la ayuda. Y, si bien el dinero disponible para luchar contra la enfermedad repuntó el año pasado, esto fue por una mayor contribución de Estados Unidos, algo que no tiene visos de continuar. España, que durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero fue uno de los grandes donantes (el quinto), cortó el grifo en 2011. Desde entonces no ha aportado ni un solo euro a la lucha internacional contra el sida.
Vanessa López, directora de la ONG Salud por Derecho, se muestra esperanzada en que el nuevo Gobierno haga realidad un consenso parlamentario por el que todos los grupos solicitaban que España vuelva a contribuir al Fondo Mundial (que canaliza las donaciones contra sida, malaria y tuberculosis) con 30 millones de euros. “Está claro que una de las razones de que no vayamos a cumplir en 2020 el objetivo 90-90-90 [que el 90% de los portadores del virus conozca su condición, el 90% de ellos la trate y, de estos, el 90% tenga una carga viral ínfima que impida su transmisión] es la falta de financiación. Harían falta unos 6.000 millones de dólares adicionales en los países más afectados y lo preocupante es que hay una tendencia a la baja”, afirma.
Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen terminar con la epidemia para 2030, haría falta cubrir esta diferencia: entre los casi 21.000 millones de dólares que todo el mundo (donantes y gobiernos locales) aporta cada año y los 27.000 que los científicos calculan que serían necesarios.
¿Cómo se ha logrado ir progresando (aunque a un ritmo lento) con menos dinero? Con medidas más costo-efectivas. Las ha estudiado John Stover, de la ONG Avenir Health. Concluye que hay enormes diferencias de precio entre distintas medidas en función de los países; y que no se deben solo a causas como la diferencia de poder adquisitivo. Esto indica que hay margen para la mejora en aquellos que ponen más dinero que otros aprendiendo, por ejemplo, de sus vecinos. Aunque en cada lugar la situación es distinta y existen soluciones que funcionan en unos sitios y pueden no ser las más adecuadas en otros, el investigador ha encontrado algunos patrones. El asesoramiento a trabajadoras del sexo, la promoción del condón, la circuncisión masculina voluntaria, la expansión del tratamiento antirretroviral y los programas de sustitución de consumo de heroína por metadona han demostrado gran costo-efectividad en un buen número de países.
Con este último se consigue que los adictos eviten conductas de riesgo como compartir jeringuillas, que es responsable de uno de los mayores focos de expansión del virus, especialmente en Europa del Este. La ONG Harm Reduction International asegura que la financiación para medidas como esta solo es del 13% de lo que sería necesario para dar una buena cobertura.
En la línea de sacar el máximo partido al dinero, la mexicana Andrea Salas-Ortiz puso el ejemplo de su país, que dejó de recibir inversión del Fondo Global en 2013, tras la decisión de la institución de comenzar a retirarla en aquellos países de ingresos medios. Uno de los estudios que hizo el Instituto Nacional de Salud Pública, donde trabaja Salas, consistió en mapear la incidencia de la enfermedad y ver dónde se aportaba más inversión. Al comparar los dos mapas se dieron cuenta de que no casaban: buena parte del dinero iba para las grandes ciudades, mientras que la península del Yucatán, donde el foco de VIH es más preocupante, gozaba de menos recursos. Revertir esto es otra de las maneras de hacer más con menos.
“Pero esto no quiere decir que vayamos a conseguir los objetivos sin más dinero. En las previsiones para 2020 y 2030 ya está asumido que vamos a ser cada vez más eficientes”, subraya Stover.
Seropositivo controlado y sin transmitir el VIH Deambulaban por la Conferencia Internacional sobre el Sida AIDS 2018 muchas personas con camisetas moradas y un lema: U=U. No eran matemáticos con un axioma, sino activistas con un mensaje claro que, poco a poco, se va imponiendo entre las organizaciones de afectados y los sanitarios que les tratan: Undetectable=Untransmittable. En castellano, I=I, Indetectable=Intransmisible. Son los herederos del primer lema potente en esta infección, el ABC de "abstinencia, sé fiel (be faithful en inglés) y usa condones", con el que se intentó frenar la epidemia en los ochenta, un planteamiento que solo ha tenido éxito real cuando se añadió la D, dar medicación, que es justo en lo que se basa el mensaje I=I.
La idea que subyace parece obvia, pero ha costado que sea aceptada por todos: si una persona mantiene la concentración de virus circulante a un nivel indetectable en una analítica, eso quiere decir que tiene tan pocos patógenos en sus fluidos que no puede causar una transmisión efectiva en otra persona aunque tenga relaciones sin protección con ella. Y ese nivel de carga viral (el nombre oficial de la cantidad de virus en sangre o en otros fluidos) lo alcanzan la mayoría de las personas que están diagnosticadas, tienen acceso a la medicación y la toman de acuerdo con las pautas establecidas (básicamente, una vez al día).
La idea parece elemental, pero todavía se sigue investigando. En esta conferencia, se presentaron resultados del estudio Partner 2, en el que se han recogido datos de casi mil parejas de gais que tenían sexo anal y que eran serodiscordantes, es decir, que uno tenía el VIH (el seropositivo) y el otro, no (el seronegativo). Y el resultado, después de más de 77.000 relaciones desprotegidas, es que ha habido cero transmisiones entre ellos.
Este estudio sigue a otro, el Partner 1, que se centró en parejas heterosexuales también serodiscordantes que practicaban coito vaginal. El resultado fue el mismo (cero transmisiones), pero había dudas de si durante las relaciones anales, más agresivas para las mucosas, había mayor riesgo de transmisión. Se ha visto que no.
El congreso, que se celebró la semana pasada en Ámsterdam, tuvo varias sesiones sobre este aspecto de la no transmisibilidad del virus, porque no es solo relevante clínicamente. También tiene una importante carga psicológica para los afectados. Los estudios demuestran que el miedo a transmitir el virus afecta profundamente a sus relaciones. Y existe, además, un importante factor social, ya que el ser no transmisible ayuda a eliminar el estigma, tanto el autosentido como el de los demás.
En un taller paralelo al congreso, se discutieron estos asuntos y se clarificaron aspectos técnicos. Por ejemplo, la pregunta de cuánto tiempo ha de estar la carga viral indetectable para que el individuo no pueda transmitir el virus. Y la conclusión fue que eso sucede desde el momento en que es indetectable. Eso sí, el preservativo sigue siendo necesario para evitar otras infecciones de transmisión sexual.
A ese taller acudieron representantes de la Sociedad Española de Investigación en Sida, Seisida. Su presidenta, María José Fuster, señaló después que la organización está preparando un comunicado oficial al respecto porque cree que el mensaje de I=I aún es visto con miedo por algunos médicos y la Administración.
El otro hallazgo de mercadotecnia reciente en el campo del VIH es la estrategia 90-90-90, que se puede resumir en que el 90% de los infectados estén diagnosticados; que, de estos, un 90% reciba medicación, y que, de estos, el 90% consiga tener una carga viral indetectable. A estos tres 90, los activistas intentan añadir un cuarto: que el 90% de los afectados afirme que tiene una buena calidad de vida. Esto pasa por los otros tres 90, más la eliminación del estigma y el fin de la discriminación social y económica.
Precisamente Seisida presentó el martes un póster en el que medía la calidad de vida de los afectados mediante una encuesta. Fuster, que ha dirigido el trabajo, destaca que se miden 29 aspectos dentro de una escala internacionalmente validada, y que, en su conjunto, las mujeres dan peor que los hombres. Y que hay dos áreas de insatisfacción mayor: la situación económica, con casi un 20% que no recibe ningún ingreso, y la satisfacción con su vida sexual, un tema en el que hay gran diferencia entre hombres y mujeres.
PABLO LINDE Y EMILIO DE BENITO, ÁMSTERDAM JULIO DEL 2018

Su su muerte el 2 de octubre de 1985, abrio ojos al mundo al drama del sida
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