Lo que he aprendido al trabajar como escort lesbiana
PUBLICADO EN ESPAÑOL, VICE
Todavía estaba en la universidad cuando perdí mi trabajo de medio tiempo en un asilo de ancianos. Sabía que cualquiera que fuera mi siguiente trabajo, tenía que ser flexible y darme a ganar mucho dinero en poco tiempo. Así fue como terminé trabajando como acompañante. Antes, ya había trabajado como bailarina de burlesque en Amsterdam, así que no era ajena a la industria del sexo y siempre me había sentido atraída por todo lo que la rodeaba.
Dado que soy gay, quería trabajar para una agencia donde sólo tuviera sexo con mujeres. Pero en ese tiempo, sinceramente, no sabía si existían las agencias de escorts exclusivas para lesbianas. No me habría molestado trabajar para una agencia regular, pero sabía que no tenía mucho que ofrecerle a un hombre: no me atraen los hombres y nunca he tenido relaciones sexuales con uno, así que hacerlos pagar por tener sexo conmigo me parecía un poco injusto, y estoy muy segura de que tampoco me habría sentido cómoda.
Resultó muy difícil encontrar una agencia sólo para mujeres en los Países Bajos, pero finalmente me encontré con "The Naughty Woman", una firma fundada por dos lesbianas. Cuando llegué a sus oficinas, hablamos sobre mis sentimientos hacia la industria del sexo, sobre la protección de mis límites y los de las clientas, y me preguntaron si sabía cómo funcionaba un strap-on. Antes de darme cuenta, ya tenía un nuevo trabajo.
Mi primera clienta fue una mujer que estaba en Amsterdam por negocios. Estaba muy nerviosa, pero cuando noté que ella era un poco tímida, rápidamente cambié mi actitud para ayudarla a sentirse a gusto. Pasamos una hora juntas, ese fue justo el tiempo que necesitaba para darme cuenta de lo mucho que disfrutaba mi nuevo trabajo.
Hasta la fecha, he estado trabajando como acompañante durante más de un año. Mis clientas son bastante diversas sexualmente: he tenido clientas lesbianas y bisexuales, pero también heterosexuales que siempre han fantaseado con tener sexo con otra mujer, y que jamás se atreverían a entrar en un bar gay y simplemente ligar con una chica.
Hay una cosa que suele sorprenderme de mis clientas heterosexuales: parecen inspirarse en el porno lésbico, el cual no creo que realmente se parezca en nada a la realidad. Por ejemplo, las mujeres heterosexuales que nunca han tenido sexo gay, regularmente quieren probarlo todo a la vez. En un momento quieren comerte, y al siguiente ya están paradas ahí con un strap-on.
El mito más persistente es la idea de que la posición de las tijeras es la actividad principal durante el sexo lésbico; ése definitivamente no siempre es el caso. Además de eso, el sexo lésbico por lo regular tiene un patrón distinto al sexo heterosexual: generalmente es más lento, comienza con un masaje y un poco de besos antes de ir quitando gradualmente la ropa. Lo más importante es que nada es obligatorio. Si cambias de opinión a mitad de camino, está bien. Trabajando como acompañante, rápidamente aprendí la importancia de la comunicación, tanto antes como durante el sexo. Quiero que mis clientas se sientan lo más cómodas posible. De hecho, eso es lo que hace que el trabajo sexual me resulte tan atractivo: le ayudas a alguien a descubrir una nueva forma de intimidad desde su posición de control.
Algunas de mis clientas están tratando de descubrir su identidad sexual, mientras que otras me ven porque tienen preguntas sobre la masturbación o sus cuerpos. Yo recomendaría que cualquier persona que tenga dudas sobre su preferencia sexual experimente primero con algún acompañante, simplemente porque ellos le darán todo el tiempo y espacio que necesite para descubrir lo que le gusta. He tenido clientas que, después de nuestra sesión juntas, me han dicho que ahora necesitan analizar más a fondo su preferencia sexual.
Curiosamente, también he tenido clientas que nunca han tenido sexo pero que quieren practicar antes de terminar en la cama con alguien que tenga expectativas. Mi clienta más joven, por ejemplo, sabía desde mucho tiempo atrás que era lesbiana, pero seguía siendo virgen, simplemente porque no sabía cómo tener relaciones sexuales. Mi clienta de mayor edad tenía una historia similar. No salió del closet hasta que tenía 89 años, así que vino a verme porque finalmente quería saber cómo es tener sexo con una mujer.
Hay otra clienta a la que nunca olvidaré. Ella había sido violada previamente, y después de que me contara lo que le que había sucedido, descubrimos gentilmente nuestros cuerpos. Traté de hacerla sentir cómoda y le expliqué que no debía sentir que tenía que hacer algo que no quisiera. Al principio, noté que le costaba trabajo establecer límites, pero después de hablar con ella, comenzó a responder a mis preguntas, lo que nos permitió descubrir lo que le gustaba y lo que no. Realmente la vi abrirse durante nuestra sesión, lo cual la convirtió en una experiencia encantadora para las dos.
Ser parte de un momento tan sensible y especial en la vida de una persona es un honor increíble. Podría resultar inesperado, pero esas pocas horas pueden ser una experiencia realmente intensa para ambas partes, ya que las verdaderas emociones de las personas tienden a manifestarse durante el sexo. Puede ser una experiencia muy profunda.
Comparado con lo que escucho de las escorts con clientes hombres, las mujeres no parecen ser muy demandantes con respecto a la apariencia. Por lo general, sólo le dan un vistazo rápido al breve texto introductorio junto a nuestros nombres en el sitio web, pero si lo desean, siempre pueden pedirnos que les enviemos una foto o que usemos algo específico en nuestra sesión, como lápiz labial rojo o lencería de encaje negro.
Mi trabajo me encanta por su intimidad, pero aún debo enfrentar muchos prejuicios. Todos mis amigos y familiares saben lo que hago para vivir y están bien con ello, pero de vez en cuando me encuentro con algún conocido que piensa que está bien bombardearme con toneladas de preguntas increíblemente personales. Sin embargo, como lesbiana, hasta cierto punto estoy acostumbrada a eso, pero el hecho de que también sea acompañante hace que las personas piensen que literalmente pueden preguntarme cualquier cosa que quieran, como cómo hago para que las mujeres lleguen al orgasmo, si uso juguetes sexuales, y cuál es mi tarifa por hora.
Por otro lado, realmente no puedo culparlos, al parecer la sexualidad femenina todavía nos asusta como sociedad. Tampoco me sorprende que muchas mujeres duden en visitar el distrito rojo buscando pagar por sexo, ya que usualmente hay hombres que las abordan y les preguntan si pueden filmarlas o verlas teniendo sexo. Desafortunadamente, algunas personas todavía ven el sexo lésbico como algo exótico y raro. Es importante para nosotras terminar con ese estigma sin perder la emoción que lo acompaña.
Durante un tiempo traté de hacer una diferencia entre "Velvet", mi personaje como trabajadora sexual, y la persona que soy en mi vida privada; pero cuanto más pensaba en ello, más claro me quedaba que ambos personajes ya se habían fusionado en la misma persona. Eso solía molestarme a veces, y me preguntaba si tal vez mostraba demasiado de mí misma a mis clientas. Pero al final, me di cuenta de que no tenía por qué mantener estos dos mundos separados. Soy quien soy, y Velvet es parte de eso.