CUBA - MERCADO NEGRO - 2018
Los comercios clandestinos, que se abastecen tanto del negocio de "las mulas" como del desfalco en entidades estatales, son los sitios donde la población tiene acceso a alimentos básicos y a artículos de primera necesidad.
Venta clandestina de ropa en algún lugar de Cuba
Los cubanos sobreviven por la existencia del mercado negro Especial Diario Las Américas “En la pescadería especializada del Mónaco [bajo administración estatal] van a vender paquetes de croquetas, camarones y filetes de pescado Albacora”, comenta en el portal de la bodega un vecino de La Víbora, barriada ubicada en el sur de La Habana.
Tres días antes se había corrido la voz, pero los rumores se cumplieron a medias. Un camión del MINCIN (Ministerio de Comercio Interior) descargó decenas de cajas plásticas con paquetes de unas insípidas croquetas que unos aseguran son de pescado, otro de pollos y algunos afirman que han sido elaboradas con harina integral.
“Socio, esas croquetas son un salvavidas para muchas familias. Yo compré diez paquetes -cada uno contiene cinco croquetas- y te digo que lo mismo sirven pa’ el desayuno con pan o pa' la comida con arroz y una tajada de aguacate. No son sabrosas, no saben a nada, pero cuestan 5 pesos (alrededor de 0.25 centavos de dólar) y to' el mundo las puede comprar”, dice Sergio, trabajador de servicios comunales.
La cola en la pescadería del Mónaco era de una cuadra. “Parecía que iba a cantar Gente de Zona. Los que queríamos adquirir camarones y filetes de pescado regresamos a la casa con la jaba vacía, pues solo vendieron croquetas de averigua”, señala Josefa, ama de casa.
En este verano de tórrido calor, donde los ventiladores se han convertido en un objeto inservible, por aire caliente que despiden, muchos habaneros opinan que el desabastecimiento en las tiendas por divisas y agromercados estatales ha aumentado considerablemente.
“Mercados en pesos convertibles que habitualmente estaban bien abastecidos, como el de Tercera y 70 y Palco, en Miramar, están pelaos. El otro día estuve por ahí y solo tenían paquetes de perros calientes, carísimos, aceite de oliva a casi 15 chavitos (cuc), que nadie compra, y enlatados que cuestan un ojo de la cara. Nada de carne de res, picadillo ni pescado fresco. Tampoco queso barato ni yogurt”, asegura Mayra, cuentapropista.
Mientras los agromercados visitados por el recién estrenado primer secretario del Partido Comunista en La Habana, Luis Antonio Torres Iribar, están rebosados con hasta 28 productos diferentes, según la televisión nacional, el resto sigue con sus tarimas sucias, vendiendo boniato, yuca, frijoles, guayabas a punto de podrirse y plátanos frutas manchados de negro.
“Es un descaro, tu caminas toda los agros de la capital y están más o menos igual, con solo diez u once productos, casi siempre de mala calidad, llenos de tierra y te los venden a precio de oro. La libra de tomate está a 25 y 30 pesos. Un melón pequeño cuesta 40 pesos y la libra de bistec de cerdo ya anda por los 55 pesos la libra. Hay que cazar el agro donde vayan Díaz-Canel, Valdés Mesa y todos esos pinchos pa’ ir comprar”, apunta Yoan, albañil particular.
Niurka, licenciada en Ciencias Sociales, subraya que “si los cubanos solo utilizaran el mercado estatal, el déficit, tanto en la alimentación, como aseo u otras compras del hogar fueran mayúsculos. Pero todos sabemos que existe otra posibilidad: el mercado negro. Es ilegal, no está regulado ni está prohibido, y sobrevive en un limbo jurídico. Sitios como Revolico, Porlalivre y otros que funcionan en internet, son el germen del futuro comercio electrónico en Cuba”.
Sobre el acelerado crecimiento del comercio online en la Isla, Emilio, especialista en redes informáticas, pone tres ejemplos: “El pasado 2 de agosto, en la portada de Revolico, se informaba que tenían más de medio millón de anuncios de compra o venta. En un año, Bachecubano recibe más de 74 millones y en un día, a Porlalivre entran casi 11.000 usuarios”. En su opinión, los más 600 accesos públicos de wifi, las cientos de salas de internet y los 37.000 usuarios del servicio Nauta Hogar, "han propiciado un aumento vertiginoso de la compra-venta por internet. Y las cifras prometen crecer. Tengo información de primera mano de que antes de finalizar el mes de agosto, estará funcionando internet en los teléfonos móviles". [En el momento de publicarse este reportaje, ya se había realizado una prueba gratuita del servicio de internet en los celulares, sin que haya sido previamente anunciada a los usuarios]
Carlos, sociólogo, está convencido de que si en Cuba no hubiera existido un eficiente de mercado negro, es decir una economía paralela a la estatal, "al gobierno le hubiera sido muy difícil controlar el descontento social. Debido a la típica ineficiencia de sistemas como el cubano, la economía subterránea es pieza clave. El régimen ha maniobrado con mucha astucia. En determinados momentos reprimen la economía subterránea, pero en otros viran la cara hacia otro lado, porque ese mercado complementa y sustituye al desabastecido mercado estatal.
Aunque en los mercados administrados por el Estado, tanto en divisas como en pesos, usted no encuentra carne de res, pescado fresco ni mariscos, en el mercado negro, si tiene buenos contactos y la billetera abultada, encuentra personas que se lo llevan hasta la puerta de su casa y hasta le ayudan a guardarlo en el congelador. “A mí todos los meses me traen queso blanco, carne de res, carnero, mariscos y pescados de calidad como bonito, casteros y emperador”, confiesa Armando, músico.
Y es que desde hace seis décadas, cuando Fidel Castro tomó el poder a punta de carabina y prometió edificar un paraíso terrenal, el desabastecimiento, las colas y las penurias materiales se han convertido en el pan de cada día para la inmensa mayoría de los cubanos.
“Incluso con dinero no siempre consigues las cosas. Es como si estuvieras lidiando con un toro: si tienes aceite, no tienes nada que freír, o viceversa. No creo que en Cuba haya alguien que no haya recurrido al mercado negro. Es imposible sobrevivir sin entrar en la ilegalidad. Técnicamente, todos los cubanos violamos las leyes establecidas”, señala Reinier, taxista particular.
Cuando Emily, madre de dos niñas, quiere comprar ropa y aseo de cierta calidad, se va hasta La Cuevita, en San Miguel del Padrón, porque "en un mercado particular que allí han montado hay de todo. Lo que no está en las mesas de los vendedores, se vende por debajo del tapete. Son mercancías que compran las mulas en los pulgueros de Cancún o Panamá, pero de mejor calidad y más baratas que las que vende el Estado en sus tiendas por divisas”.
Mientras Leandro puede comprar a 5 cuc un desodorante Gillete, jabones Palmolive a 2 cuc y champú Head&Shoulders a 11 cuc, a otros, como Sergio, trabajador de comunales, su miserable salario solo le alcanza para comprar paquetes de desabridas croquetas en las pescaderías estatales.
“El día que quiten la libreta, una pila de gente se va del aire”, afirma Sergio en la cola de la pescadería del Mónaco. En Cuba los que tienen acceso a divisas o grandes cantidades de moneda nacional, viven diferente.
El resto, además de soportar la fastidiosa narrativa del socialismo castrista, debe contemplar cómo cada día el gobierno que prometió una vida digna para los humildes, cada año tiene menos que ofrecerles.
Y créanme, que de discursos no vive el hombre.
|