LA DUALIDAD MONETARIA
PARTE EN DOS LOS CARNAVALES DE LA HABANA
Zunilda Mata | 14yMedioLas largas colas anunciaban este domingo donde se vendía la cerveza dispensada en los carnavales de La Habana, el producto más buscado por los clientes de pocos recursos. En su último fin de semana, la dualidad monetaria se hizo sentir con fuerza en la fiesta popular más importante de la capital cubana.
"No se acepta moneda nacional", rezaba un cartel en un kiosco con bebidas enlatadas, algunas importadas y otras nacionales. Las autoridades han preferido mantener divididas las ventas según la moneda en que se efectúa (peso cubano o peso convertible), una decisión que generó múltiples molestias.
"Ha sido una decisión de la Empresa de Carnaval y la Dirección Provincial de Cultura de La Habana", aclaró el empleado de un kiosco bautizado con el nombre del barrio de Mantilla. "Nosotros solo hacemos lo que nos dicen y aquí solo podemos vender en pesos cubanos".
"Tuve que comprar el pollo frito en un kiosco y la cerveza en otro porque uno era en moneda nacional y el otro en chavitos", lamentó Sandra, una habanera de 37 años que llevaba años "sin poner un pie en el carnaval porque no vale la pena". Este domingo decidió aventurarse pese a que el evento le resulta peligroso.
Las riñas son frecuentes en los festejos habaneros que se han ganado una reputación de conflictivos y riesgosos, a pesar de la estricta vigilancia y las normas que prohíben portar armas blancas. En los últimos años la presencia de familias con niños ha disminuido notablemente como consecuencia de la violencia.
La división por monedas recuerda a los primeros años de la dolarización de la economía cubana, en la década de los 90, cuando los festejos populares quedaron partidos entre las pobres ofertas en CUP y las más variadas en dólares o pesos convertibles. Con los años, sin embargo, la venta se fue unificando y en los últimos carnavales se podía pagar indistintamente al cambio de 1 CUC por 24 CUP.
La medida de separar la venta en CUC y CUP contrasta con el progresivo avance en la red de comercios minoristas de la aceptación de ambas monedas. "En casi cada tienda se puede pagar en una o en la otra moneda, pero cuando llegas al carnaval funciona de otra manera, esto no hay quien lo entienda", lamentaba un frustrado cliente.
A diferencia de la enlatada, la cerveza dispensada, la bebida más barata en oferta, se vendió en pesos cubanos a un precio de 9 CUP el vaso. "Es la única posibilidad de tomar una cerveza a este precio porque el resto del año no se vende dispensada en CUP en ningún lugar", apunta Sandra.
Las críticas también recayeron en la poca variedad de la comida ofertada. "En todos los kioscos hay lo mismo, cerdo asado, pollo frito o pan con lechón", detalla Randy. "Si te pones de suerte te puedes encontrar una mazorca de maíz pero nada más, este carnaval no evoluciona gastronómicamente, siempre es lo mismo".
Cerca de Randy, unos extranjeros intentaban explicar a un vendedor que querían un poco de picante para agregar a unas brochetas de cerdo cocinadas al carbón e insertadas en un trozo delgado de madera de pino. "No, no tenemos ninguna salsa ni con picante ni sin picante", respondió tajante el empleado.
La falta de lugares para disfrutar sentado los festejos también fue uno de los puntos más criticados. Solo el área de las gradas y los palcos tenía asientos. A diferencia de otros años, donde también se instalaron cafeterías o zonas gastronómicas con mesas, en esta ocasión todo el consumo de bebidas y alimentos se despachó en kioscos y barras.
En la zona del Parque Maceo las familias tomaron los bancos, pero en otras áreas los participantes tuvieron que quedarse todo el tiempo de pie. "En una buena parte del trayecto no hay acceso al muro del Malecón porque han puesto los kioscos ahí o han colocado barandas para que la gente no pase", explicó un jubilado.
Los guardias de seguridad justificaron la medida como una manera de "controlar mejor la situación en una sola área", precisó un agente. "No es lo mismo tener gente a un lado y a otro de la calle por donde desfilan las carrozas y las comparsas que poder mantenerlos de un solo lado".
La inusual escena de un muro del Malecón completamente vacío se repetía en los alrededores de la calle 23, una zona muy concurrida y con varios kioscos de comida y bebida.
Unos pocos vendedores privados se aventuraron con sus chucherías, especialmente para niños. "Hay muchos controles para no dejarnos vender en estas áreas porque dicen que le hacemos competencia a los kioscos estatales", explicó Michel, un comerciante de rositas de maíz y maní tostado.
A pocos metros de su carrito de ventas, en una entrecalle de la avenida Malecón, decenas de policías se preparaban para entrar en los festejos. Cerca de las 7 de la noche cada uno recibió una caja de cartón con algo de arroz, un pedazo de cerdo y papas fritas. "Coman rápido que ya está cayendo el sol", gritó un oficial.
Los uniformados devoraron la comida a toda velocidad y se fueron incorporando en grupos a la zona de los festejos, donde en las largas filas frente a los kioscos la gente seguía indangando si aquello era una cola para comprar en CUP o en CUC.
ZUNILDA MATA, DESDE LA HABANA 2018