Los Beatles tardaron cinco meses en grabar el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, toda una eternidad en 1967, cuando los discos se hacían en un par de semanas. El derroche, sin embargo, valió la pena. El álbum, un LP con 13 temas atestado de sonidos de arpas, armónicas y una surtida orquesta, consagró a la banda como una de las mejores de todos los tiempos. El año pasado, medio siglo después de haber dado a luz, se editó una nueva versión para tocadiscos y causó furor: más de 72.000 copias fueron vendidas en Estados Unidos, la meca de la música, y significó todo un milagro para una industria, la del vinilo, que hace dos décadas parecía destinada al olvido.
Hipsters, melómanos, esnobs y nostálgicos, en general, han repuesto las agujas y han vuelto a girar al plato negro. Desde hace 12 años, el mercado no para de crecer. En 2017 se vendieron más de 42,3 millones de nuevos discos de vinilo en todo el mundo, un 36,6% más que en 2016, según las cifras de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, por sus siglas en inglés). Algunos usuarios están comprando copias que habían adquirido cuando eran niños o adolescentes, que luego fueron olvidadas y reemplazadas, primero por CD y después por el MP3, explica Concha Iglesias, socia responsable de los sectores media & entertainment y tecnología de la consultora Deloitte.
El resurgimiento del vinilo llega justo cuando el streaming (Spotify, Apple Music, Deezer, Napster, Tidal y otros) ha catapultado el consumo de música. En 2017, las ventas provenientes de los servicios de reproducción online superaron por primera vez a las físicas y a las descargas. Todo un hito en una industria que se veía amenazada hasta hace no mucho por el voraginoso avance de Internet y la piratería callejera. "El público ha encontrado en la música analógica, en el vinilo en particular, una manera de diferenciarse de ese consumo masivo", explica Jana Plotová, responsable de ventas y márketing de GZ Media, la firma líder mundial en la fabricación de este formato que ha experimentado los vaivenes de esta industria.
Nacida en República Checa en 1951, GZ Media vive un momento de ensueño: produce más de 24 millones de vinilos al año y registra ingresos por más de 95 millones de euros. Los años maravillosos de esta compañía (cuando todavía se llamaba Fábrica de Gramófonos) fueron a finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado, cuando abastecía todo el bloque del Este con vinilos. Por aquella época el formato estaba en su máximo esplendor. En 1981 se llegaron a vender en el mundo más de 1.000 millones de ejemplares, una cifra histórica, según la IFPI, que después fue menguando con la llegada de otras maneras de escuchar música. Sin embargo, los dueños de la firma checa mantuvieron algunas máquinas en funcionamiento.
Tocando fondo
La empresa tocó fondo a principios de la década de 1990, con unas 200.000 piezas fabricadas. El formato se mantuvo bastante fuerte en ciertos géneros como el heavy metal, punk e indie rock, dice Eric Mueller, presidente de Pirate Press, productora de vinilos en EE UU. "Esa base de clientes mantuvo la luz encendida", enfatiza. Pero no fue suficiente para GZ Media, así que entró al mercado de los compact disc y DVD, y se volcó al negocio de la impresión y el embalaje. Desde el 2005 ha aprovechado la nueva ola de los vinilos, pero no ha sido la única. "La industria del prensado opera a su máxima capacidad", aseguran desde la IFPI. Nuevas plantas se abrieron en todo el mundo en 2017, desde Canadá y Países Bajos hasta Corea del Sur y Japón, en respuesta a la creciente demanda, explican.
El repunte en la comercialización ha sido suficientemente relevante para que algunas compañías, como Sony Music, consideraran reabrir su oficina de grabación de vinilos, después de que echara el cierre en 1989, comenta Iglesias, de Deloitte. Hoy, los números del negocio son apetecibles. La venta de vinilos representa un 3,7% (631,4 millones de dólares) de todos los ingresos del mercado musical, y el formato ha copado el 12,2% de las ventas físicas de toda la música grabada en 2017, según la IFPI. "La gente ha regresado porque vuelve a descubrir sus cualidades sonoras, artísticas y de concepto, la suma de todas ellas lo hace imbatible y lleno de encanto", explica Antonio Guisasola, presidente de Productores de Música de España (Promusicae).
En 2017, los mayores consumidores de vinilos fueron EE UU (17,4 millones de unidades), Reino Unido (5,2 millones) y Alemania (3,3 millones). En España, según Promusicae, se vendieron cerca de 700.000 copias durante el año pasado, un 46% más que en 2016. "La expectativa es que el vinilo perdure", dice Iglesias. Sin embargo, no se prevén crecimientos espectaculares como en la última década. "Se mantendrá un mercado de nicho y valioso, con un precio medio de venta atractivo para los artistas y discográficas: 20 dólares por disco, equivalente a miles de reproducciones en streaming", destaca.
El consumidor actual lo tiene muy fácil para acceder a todo tipo de música desde cualquier dispositivo electrónico, subraya Guisasola. "Es una opción cómoda, que combina perfectamente con nuestras actividades diarias", agrega. Gozar de un vinilo, por el contrario, implica todo un ritual. "Se necesita un equipo de sonido fijo, hay sentarte frente a él y prepararse para escuchar las canciones que sonarán a través de los altavoces, al tiempo se admirará una portada y unos contenidos adicionales muy enriquecidos", dice el representante de la industria discográfica en España. "El vinilo es un disfrute exclusivo que va más allá de oír un puñado de canciones", concluye.
ÓSCAR GRANADOS