El cura Forcano:
"La Iglesia está en contra del sexo anal, pero yo no"
Benjamín Forcano es un creyente insurgente, un cristiano intelectual que reivindica las rebeldías de Jesucristo y la importancia de la ciencia. Confía en el ser humano. Y en el amor. Edifica sus tesis a partir del Concilio Vaticano II, con fidelidad tatuada al Evangelio, sí, pero también al hombre moderno. En los ochenta lanzó un ensayo proponiéndole a la Iglesia una nueva ética sexual y se vio sumergido en un proceso extraordinario de diez años.
Dijeron que sus ideas eran “perturbadoras” para los feligreses, pero sus lectores se levantaron en armas: a ellos les había liberado de complejos. Les sacudió los tabúes: habló por fin del aborto, de la pasión homosexual, de las relaciones prematrimoniales, del divorcio y de la masturbación. Con Dios mirando siempre. Es “profeminista”, el sacerdote Benjamín, y claro como una mañana. Austero, ágil y didáctico. Él está del lado del empobrecido, del silenciado, del oprimido. Está en la calle, sin oropeles, metido en la vida hasta el barro.
Vivió usted un proceso extraordinario con Roma por su libro Nueva Ética Sexual, publicado en el 82. Revolucionario.
Así es: hubo un proceso contra la doctrina que yo expresaba en mi libro, un proceso que acabó, eso sí, con la exclusión de la congregación claretiana, por decreto de Roma.
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¿Siente usted que ha sido censurado?
Sí, censurado sí. El libro tiene ya 37 años, ¡remóntate! Salió y hubo dos años de pacífica circulación. Circuló por las escuelas y los padres, los movimientos familiares, los teólogos… y todas las críticas fueron positivas. No hubo ninguna acusación, al revés: elogios. Pero hay un momento en el que alguien acusa a Roma y es cuando me viene a mí una comunicación de parte del cardenal Ratzinger que era entonces el prefecto para la Doctrina de la Fe, llamado antiguamente el Santo Oficio. La comunicación dice que abren un proceso extraordinario contra mí porque la doctrina que yo expongo puede haber “perturbado” a los fieles de la Iglesia. ¡Esto a los dos años! Yo pensé: caramba, ¿cómo saben ellos, estando en Italia…?
Y encargó a un equipo sociológico una encuesta de lectores.
Eso es. Se hizo en 1981. Llegó a casi 400 lectores de toda España. Hay un porcentaje de 40 años para arriba que ha leído el libro, pero la mayor parte es de 40 años para abajo.
Es precisamente el sector que la Iglesia tiene más pendiente conquistar: los jóvenes.
(Silencio al respecto). Pues eso: de 400 respuestas, solamente 4 dicen que les ha perturbado. A 17 les deja indiferentes. Y el 94% no sabes la de elogios. “Excelente”, “me ha liberado”, “me ha quitado complejos”, “me ha hecho feliz”, “me ha fortalecido”… Y luego la Sociedad Española de Sexología: 54 médicos y psicólogos hicieron una valoración del libro. Abrumadoramente a favor de su contenido.
Su libro se llama Nueva Ética Sexual, pero lo cierto es que la Iglesia nunca ha ahondado en la ética sexual. No había una ética sexual previa a la suya, no había una reflexión muy elaborada, sólo un tabú: se ha entendido el sexo como un modo de procrear y de hacer familia.
A ver, tú ya has visto el índice: yo ahí trato todos los temas que no se habían tratado mucho. Evidentemente la Iglesia, la institución eclesial, llevaba un retraso de siglos hasta que llegó el Concilio Vaticano II en 1962. Había inmovilismo, desfase, especialmente en la cuestión de la moral sexual. Yo estudié la especialidad de Teología Moral en Roma y mi primer destino fue ahí, en Roma. Al poco tiempo escribí este libro. Lo escribí siguiendo las pautas y los decretos del Vaticano II. Se trataba de prestar atención a la moral contando con los descubrimientos de la ciencia y con una nueva base Bíblica.
Nosotros hemos vivido durante 15 siglos pendiente de un modelo antropológico, ético, que viene de antaño. Es decir: estamos fijados en la patrística con los Santos Padres, en la Edad Media, con lo que decían los teólogos de la Edad Media, hasta Trento. El Evangelio tiene unos grandes principios fundamentales para guiar la conducta sexual, y esos principios no cambian. Pero el Evangelio no aborda pormenorizadamente la cantidad de cuestiones que van surgiendo, porque no es un tratado de psicología. Así que llega gente de la cultura romana, de la cultura helénica, de otras partes, y entonces con su filosofía y su sabiduría, aunque acepta el mensaje de Jesús, tratan de terminar de regular la sexualidad pero no ya con el Evangelio, sino en conformidad con su manera antropológica de valorar al ser humano.
La sexualidad fue enfocada, dice usted, de forma dualista.
Sí. Se contrapuso el espíritu a la materia. El espíritu: lo bueno, lo magnífico. La materia, el cuerpo, era lo deleznable, lo vil, lo tal y cual. Y junto con el tema del cuerpo está la mujer, que era también la culpable del pecado y todo esto. Es un ser inferior, postergado y sometido al varón. ¡Esa visión discriminatoria no proviene del Evangelio! Se han ido acumulando normas, normas, normas… esas leyes, esos preceptos nos asfixian, nos oprimen. La Iglesia se ha quedado parada ahí, y no quieren cambiar por fidelidad al Evangelio… pero eso no pertenece al Evangelio, sino a una creación contingente y temporal que va surgiendo en cada época de acuerdo con la situación y con lo que piensa la gente.
O sea, que el Evangelio no es machista.
¡Claro que no! Es la concepción procreacionista: se dice que el matrimonio es un contrato entre un hombre y una mujer que otorga el uso mutuo de los cuerpos para procrear. ¡Es una agencia de procreación, el matrimonio! Y no solo eso: el placer, en sí mismo, dicen, ¡es pecado! 15 siglos afirmando que no se puede buscar el placer sexual por sí mismo. Y hoy sabemos que la relación sexual dentro del matrimonio la mayor parte de los días es infecunda, no puede ser siempre procreativa. ¡Pues nada, no se puede! ¡Es pecaminoso! 15 siglos atormentando a la gente con que el placer es indigno.
Está usted abierto a la ciencia. No le es incompatible con la fe.
Pues claro. La realidad humana está condicionada por las investigaciones y los descubrimientos científicos. No podemos cerrarnos a la ciencia. Todas esas normas anteriores que decían, por ejemplo, que la masturbación era pecado mortal… es absurdo. ¿Por qué? Porque se partía de un presupuesto científico falso, creyendo que al masturbarse el varón ya perdía lo que era un ser humano en potencia, porque el varón aportaba la semilla y la mujer era simplemente el terreno que asumía esa semilla. La masturbación era un homicidio, fíjate tú.
Pero, ¿y para la mujer? ¿Estaba permitida la masturbación?
Como la moral estaba hecha por varones celibatarios, apenas se habla de la mujer. Pero eso ya es otro capítulo. Pero es que el Vaticano II le dio una vuelta a todo esto. Dijo, por ejemplo, que el matrimonio es una comunidad de vida y de amor, no una agencia de procreación. Hay muchas parejas que no pueden tener hijos y por supuesto tienen razón de ser. Se trata de vivir en pareja con un proyecto de amor.
¿Quiere usted hacer la revolución sexual?
Es que no se puede hacer la revolución sexual, porque la sexualidad no es objeto de nada. Se puede hacer la revolución personal. La sexualidad pertenece a la persona como una dimensión que le configura. No hay ninguna “crisis sexual”, hay una “crisis personal”. Así que la mejor educación sexual es la mejor educación personal: tenemos que educar en el amor, en la responsabilidad, en la justicia, en la solidaridad y en el respeto al otro. Esa persona, cuando tenga ocasión de tener una relación sexual con otro, no hará sino repetir esas actitudes. Cuando hay un fracaso, desengaño amoroso, violación, infidelidad matrimonial, divorcio… es que ha habido crisis interpersonal. ¡Estamos hechos para amar y ser amados! Ama al prójimo…
Todos somos iguales en dignidad. Tú tienes que reconocer que tienes una vida singular, única, pero idéntica a tus semejantes. No puedes considerarte superior ni inferior a nadie. Ni el Papa, ni el Rey, ni nadie: somos todos seres humanos. Eso es lo que dice Jesús de Nazaret.
¿Y qué pasa con el sexo por placer fuera del matrimonio: es pecado?
Pues habría que analizar caso por caso. El placer buscado por el placer, egoístamente, pues es un fallo, es un fracaso. ¿Utilizar a otra persona para tener sexo…? Eso no es humano.
Si se hace con amor, está bien.
El amor supone… entregarse. Entregarse con lo más íntimo de tu vida a otra persona no se hace a la ligera. “Oye, con éste, tal”. No, no. Cuando tú estás en disposición de darte a otro es porque algo en común tenéis, porque tenéis un proyecto de vida.
Dios no contempla entonces eso de salir por Malasaña una noche y tener sexo esporádico.
¡Hombre, no…! Salir por Malasaña para tener sexo no me parece humano. No me parece responsable, no me parece correcto. Yo he vivido tantas situaciones… yo me podía haber aprovechado y no. He estado en lugares donde se me ha acercado una persona. Me acuerdo una vez en Costa Rica, estaba escuchando a un cura que hablaba contra Somoza, todavía, y se me acercó una muchacha guapa y me invitó a ir. Ella no sabía que yo era cura. ¡Pero yo no puedo permitirme…! Le di unos dólares y luego la seguí. Y entablé conversación a fondo con ella. La atendí, la escuché. Ella seguramente me confundió con un yanqui. Y yo entendí por qué ella…
No era prostituta por convicción. No era por amor, sino por necesidad. Tenía un hijo y no tenía trabajo. Me estuvo contando todo. La repugnancia que sentía cuando se acercaban a ella borrachos, jóvenes, viejos… entendí todo. Lo que dice Jesús: las prostitutas os adelantarán en el reino de los cielos. Yo lo digo hoy así, igual: os adelantarán. No ocurre lo del capricho, lo de la elección propia. No ocurre casi nunca.
Al final las feministas abolicionistas y la Iglesia van a tener cosas en común.
¡Pues claro! Eso es una degradación de la persona. Hay que buscar cómo resolver los problemas de esta gente para que puedan tener trabajo y no tengan que prostituirse. ¿Creer que la prostitución es libre, voluntario…? ¡Por dios! Lo he vivido de cerca en Colombia… es terrible.
También defiende usted el uso del preservativo.
Hombre, es que… ha habido situaciones donde había posibilidad de transmitir el SIDA. Todo ese planteamiento anterior, ya te digo, no nos sirve. Hemos avanzado. ¿Quién nos dice a nosotros que en el siglo XV ya acabó el conocimiento de lo que es el ser humano y que esas norma son las que tienen que regular para siempre nuestra vida?
Pero, ¿por qué la Iglesia se sigue negando al uso del preservativo para prevenir infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados?
Pues porque se ha considerado que todo lo que se relaciona con la sexualidad es pecado. Cuanto más lejos de la sexualidad, más cerca estás de dios. Se ensalza la castidad, el celibato, como un camino superior al camino del matrimonio. ¡Falso! ¡Fal-so! El placer está integrado en el ser humano.
Ahora se intenta decir que “bueno”, que hay que respetarlos, pero se mantiene todavía que las relaciones y los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Perversos. ¡Porque se parte del presupuesto que no hay más tipo para ser que el varón o la mujer tal cual los hemos conocido! No. Hay más formas de sexualidad. Aquí ha habido toda una ética falsa que ha considerado que esto estaba prohibido, porque la homosexualidad, dicen, cierra el acto a la vida.
Entonces la Iglesia está en contra del sexo anal.
Sí, claro que lo está, pero yo no. Porque, ¿quién te dice que la sexualidad tiene que acabar siempre en vida? ¿En la prole? ¿Si hay un 8% de matrimonios estériles? No tendrían razón de ser. Es una comunidad de vida y de amor, no de procreación, como se decía.
Oiga, y qué hay del poliamor. De las relaciones de amor entre más de dos personas.
Eso es una frivolidad absoluta, a mi modo de ver. Esto en el mundo de los poderosos se da cada día. Unas fiestas… y tratan de querer justificar lo injustificable. Van de fracaso en fracaso. El placer no da la felicidad. El único peligro que tiene el placer es absolutizarlo, creer que es la total felicidad, pero no. Malo. Así que claro, por no absolutizarlo, lo han condenado. ¡Y eso tampoco! El placer es hermoso, es bonito, pero no va sólo de “vamos a pasarlo bien y luego ahí te quedas”. La vida no es eso. Así no tiene sentido.
Hay que ser claros: el celibato tiene razón de ser cuando es libre. No cuando es impuesto. Hace muchísimos años que venimos diciendo todos los teólogos que todos los apóstoles eran casados. Y Pedro, el primer Papa, era casado. Jesús no, por lo que sabemos estuvo soltero y fue célibe, porque se entregó en cuerpo y alma a predicar el reino de Dios.
¿No tuvo Jesús ninguna relación con María Magdalena?
¡No! Tuvo gran amistad, pero no: eso está comprobado. Yo tengo ahí seis volúmenes (señala la estantería). Hay quien escribe con gran frivolidad de esto. Ninguno de los evangelistas hace mención a eso, y sería raro. Bien, pero el celibato no tiene que ser por obligación, porque es excesivamente neurotizante. Y viene todo lo que estamos viendo: la pederastia… bueno, no se arreglaría del todo el tema de la pederastia evitando la represión sexual, porque no se da solamente en el ámbito eclesial, pero indudablemente apunta a una de las causas que fomentan esto. Cuando aceptas una ley en contra de tu voluntad estás reprimido, estás frustrado, estás amargado. Y eso puede tener una salida terrible, delictiva, que es satisfacerte como puedas.
¿Y por qué la Iglesia no limpia como tiene que limpiar ese tipo de casos de abusos a menores?
Ahora lo está haciendo el Papa como nadie.
¡Bueno! El Papa Francisco ha sido valientísimo. Fíjate que ahora ha convocado para febrero a todos los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para tratar este tema. Él ha sido el primero. Fíjate lo que le ha caído encima. Y la oposición que tiene. Lo de Chile ha sido sin precedentes. Y a él le mintieron los obispos de Chile y le dijeron que sí, que se hablaba de eso, pero que era difamación… que eran habladurías de la gente. Entonces la gente hizo críticas al Papa, pero era porque no estaba bien informado. Y el Papa se enteró. ¿Qué hizo? Nombró una comisión para que le informaran y llamó a las principales víctimas y los tuvo siete días con él. ¿Qué hizo el Papa? Llamar. Y dimitió todo el episcopado chileno.
Durante mucho tiempo, por no decir siempre, ha habido mucho silencio dentro de la propia Iglesia. Unos encubrían a los otros. Dentro de colegios de curas, residencias, etc.
Claro, lo encubrían o lo trasladaban a otra parte. Sí, sí. Porque antes la Iglesia tenía jurisdicción para ser ella la que dictaminaba. Ahora no.
Qué me dice usted del tema del aborto. Mire que Pablo Casado quiere prohibirlo otra vez.
Vamos a ver. Se ha considerado que hay vida humana desde que se unen los dos cigotos, el espermatozoide y el óvulo. Ahí dice la Iglesia que hay una persona en miniatura, desde el inicio. Ahora, desde la biología molecular, no. Porque no. Si no hay unas condiciones posteriores que acojan ese óvulo fecundado (que son las hormonas de la madre, el nicho y todo lo demás), ese ser no progresa, se frustra. Y la naturaleza frustra mucho. Es decir: el embrión pasa por diferentes fases, y no es ser humano hasta los 60 días. Dos meses.
Hasta entonces no tiene sustantividad humana. Y eso es según la ciencia, sobre esto la Iglesia no puede decir nada, no tiene una palabra propia. San Anselmo decía que había vida humana desde el primer momento. Santo Tomás decía que no. La ciencia dice que hasta los dos meses, no existe la estructura somática del ser humano. Todos los métodos anticonceptivos son lícitos siempre y cuando frenes el proceso de la evolución del embarazo antes de los dos meses. Ahí no hay atentado.
Lorena G. Maldonado, España 2018