El Mejunje fue la cuna del transformismo como arte en Cuba, abrió las puertas a todos los marginados de la sociedad santaclareña. El público abarrota este local edificado sobre las ruinas de un hotel y que hace más de tres décadas acoge expresiones culturales en Santa Clara.
Travesti cubana "Cindy"
Un mejunje es una poción de diversas hierbas medicinales
Una noche de transformismo y pasión en El Mejunje de Cuba
Vanessa y Cindy llegan temprano y se sientan frente al espejo, un ventilador de hélices desprotegidas esparce un vaho caliente en el pequeño camerino sin ventanas. Ajustan pelucas y maquillaje, es domingo por la noche: el momento drag queen en El Mejunje de Cuba.
Un chaparrón amenaza con aguar el show en un patio sin techo, pero no vamos a detener el espectáculo por respeto a ustedes, que son nuestro público, dice Charlimar, la presentadora. Lleva un vestido brillante, cabello rubio suelto y grandes pestañas postizas que enmarcan sus enormes ojos verdes, describe un reportaje de la AFP.
El público abarrota este local edificado sobre las ruinas de un hotel y que hace más de tres décadas acoge expresiones culturales en Santa Clara.
El Mejunje fue la cuna del transformismo como arte en Cuba, abrió las puertas a todos los marginados de la sociedad santaclareña. Aquí yo nací, cuenta Charlimar, nombre artístico de Dayán Marín, de 31 años.
Experto en diseño y decoración, descubrió el transformismo a los 18. Los inicios fueron duros, se lo mantuve escondido a mi mamá por seis años. Me vio por primera vez y hasta hoy me apoya, me ayuda a lavar los vestidos y en lo que me haga falta, explica.
Oyá, diosa yoruba de las tempestades, se apiadó y la noche transforma el patio de El Mejunje en un teatro iluminado desde el suelo con luces de colores.
Rodney (Vanessa Defins) tiene 21 años, trabaja en un hotel de lujo pero su pasión es el transformismo, como todos sus colegas, hace fonomímicas. Prefiere a las cantaoras españolas.
"He comprado tres puñales, para que me des la muerte". El cante lastimero inicia el show. Vanessa lleva una cabellera rojiza y el rostro con intensos trazos de delineador y pequeños brillantes sobre los pómulos. Me siento muy realizado, me gusta verme de vestido, es muy lindo transformarse", explica.
La morena Xiara irrumpe en la escena y desata la euforia de unos 300 asistentes. Premiada por sus performances, se enfunda en un enterizo brillante para representar a Beyoncé, Rihanna y Thalía: "Por lo que reste de vida, yo me la paso contigo, comiendo de tu boca el tiempo que me queda".
Ramón Silverio, de 69 años, creó El Mejunje en momentos en que los homosexuales eran hostilizados en Cuba, hechos por los que Fidel Castro pidió perdón y aseguró que no fue una política de Estado.
Luego ha sido la diputada Mariela Castro, hija de Raúl Castro, quien lideró una campaña de inclusión, que hoy se refleja en la posibilidad de reconocer el matrimonio homosexual en la nueva Constitución.
Ya no estamos en los 80. Estamos en el 2018, la vida cambia y nos llega el momento de ser felices nosotros. Muchos están en contra… Tengo mi pareja hace 13 años y vivimos juntos, explica Charlimar.
Las batallas nuestras hay que sacarlas de aquí para la calle. Así pudimos vencer todos los problemas, demostrando la calidad de lo que se hacía. El Mejunje cambió una ciudad y ha hecho mirar de otra manera al país, considera Silverio.
Hace dos años que lleva por las zonas campesinas espectáculos de transformismo y ahora promueve que la gente acuda a los debates populares del proyecto de Constitución para incluir el matrimonio gay.
Cindy Deville, con 18 años y un vestido amarillo brillante, recurre en su presentación a una canción de Manuel Alejandro, que parece resumir la demanda: "Si yo crecí como todos crecemos, jugando, jugando; si yo viví como todos, soñando, soñando; y conseguí lo que tengo luchando, luchando. ¿Por qué no puedo encontrar un amor, como tú o como aquel, si yo soy igual?".
Adela vive en una modesta casa en Caibarién, donde ha sido elegida tres veces como concejala. Caibarién es un municipio que se caracteriza por ser abierto a las preferencias sexuales. Aún siendo un municipio pesquero, dice. Emigró a Caibarién desde el ingenio azucarero Adela. Su padre no aceptó que fuese gay, así que lo denunció a la policía por otro motivo y acabó en prisión dos años.
Eran los primeros tiempos del triunfo de la revolución, en aquel entonces se cometía mucha crueldad, no podías ser gay porque eras marginado por la sociedad y el gobierno, recuerda.
Pero en Caibarién lo entendieron. Un agente de la Policía Nacional Revolucionaria me propuso para ser presidente del CDR, dice en alusión a los Comités de Defensa de la Revolución, figura que equivale a la junta vecinal (vigilancia y represión al pueblo). Luego llegó a ser delegado (concejal). Cuenta que incluso electores conservadores le dijeron: Prefiero al maricón antes que al dirigente ladrón.
Antes, Adela quiso ser soldado y se presentó en la escuela de cadetes, desconcertando a los instructores. Lo enviaron a la escuela de enfermería. Hoy trabaja en el área de electrocardiograma del policlínico de su barrio. Vive con su pareja, un jardinero de 27 años, con quien tiene varios años de relación.
Aspira a que puedan casarse, es un logro de la evolución de la raza humana. Recuerda que fue la diputada Mariela Castro, hija del expresidente Raúl Castro, la promotora de esta posibilidad.
Como concejal acudió a la Policía para que solicitasen a religiosos de su barrio la retirada de carteles que rechazaban el matrimonio homosexual.
Ya era tiempo para cambiar todo lo que tiene que ser cambiado, dice Adela, quien recuerda con alegría sus años de juventud como drag queen. Antes era un terremoto en el travestismo, ahora los tiempos han cambiado y nos vamos poniendo viejos. Pero hay Adela para rato.
La travesti Adela, peinando su peluca favorita en su casa en Caibarién
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