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De: CUBA ETERNA (Mensaje original) |
Enviado: 06/10/2018 23:40 |
LA CONFIRMACIÓN DE KAVANAUGH DIVIDE A ESTADOS UNIDOS
El nombramiento de Kavanaugh culmina el giro a la derecha de la más alta instancia judicial estadounidense, crucial para la sociedad por sentencias como la del aborto o el matrimonio gay, y permite al presidente Donald Trump anotarse una importante victoria política a un mes de las decisivas elecciones legislativas.
Rabia en la Corte Suprema de Estados Unidos (caricatura Patrick Chappatte)
El Senado de EE UU confirma a Kavanaugh en el Supremo, pese a las acusaciones de abuso sexual
WASHINGTON — Un senado profundamente dividido votó el sábado para confirmar al juez Brett Kavanaugh en la Corte Suprema de Estados Unidos, lo que muchos consideran como una victoria del presidente Donald Trump. Así termina una dura batalla en Washington que comenzó como un debate sobre la ideología y la jurisprudencia y concluyó con investigaciones sobre conducta sexual inapropiada.
La votación, 50 a 48, fue interrumpida en varias ocasiones por los manifestantes y se pudo ver a los agentes de la policía del Capitolio que sacaban a rastras a las personas que gritaban, mientras los senadores se sentaban sombríamente en sus escritorios de madera. “¡Esto es una mancha en la historia de Estados Unidos!”, gritó una mujer, mientras terminaba la votación. “¿Lo entienden?”.
La postulación de Kavanaugh contó con el apoyo casi total del Partido Republicano, la senadora Lisa Murkowski de Alaska, fue la única que rompió con su partido y aunque votó en contra luego cambió su postura a “presente” como un gesto hacia su colega, el senador Steve Daines de Montana, quien asistió a la boda de su hija y habría votado a favor. El senador Joe Manchin III de Virginia Occidental fue el único demócrata que apoyó al juez Kavanaugh.
El resultado final no fue una sorpresa porque los senadores ya habían anunciado sus intenciones el viernes, después de que la nominación superó un crucial obstáculo procesal en una votación de 51 a 49.
Pero aunque la batalla por la confirmación del juez Kavanaugh ha terminado, muchas personas creen que tendrá graves repercusiones en el Senado, la Corte Suprema y la nación.
Mientras los senadores debatían el sábado, cientos de opositores a Kavanaugh se reunieron en la Corte Suprema. Más tarde, pasaron las barricadas alrededor del Capitolio y se sentaron en los escalones gritando “¡No, no, no!”, y los oficiales de la policía del Capitolio comenzaron a arrestarlos. Las mujeres y los sobrevivientes de agresiones sexuales en todo el país están furiosos porque sienten que sus voces no fueron escuchadas.
Dentro del recinto legislativo, las protestas estallaron cuando el senador republicano John Cornyn, de Texas, pronunció un discurso en el que hablaba de “tácticas mafiosas”, en referencia a los activistas y sobrevivientes de agresiones sexuales que durante las últimas semanas han enfrentado a los senadores republicanos en el Capitolio. “Estoy con los sobrevivientes”, gritó un manifestante. “¡Este es un proceso corrupto!”.
Incluso algunos de los futuros colegas del juez Kavanaugh han manifestado su inquietud ante el turbulento proceso de nominación. El viernes, en la víspera de la votación, las juezas Elena Kagan y Sonia Sotomayor expresaron su preocupación de que el rencor causado por su nombramiento afecte la reputación de la corte.
“Parte de la fuerza y la legitimidad de la corte depende de que la gente no la vea como ahora se ve al resto de las estructuras del gobierno de este país”, dijo la jueza Kagan en una presentación en la Universidad de Princeton. “En otras palabras, las personas piensan que la corte no está dividida políticamente, creen que no es una extensión de la política sino que, de alguna manera, está por encima de la refriega, aunque eso no suceda en todos los casos”.
Una vez confirmado, Kavanaugh inclinará la tendencia ideológica de la corte hacia la derecha con lo que se consolidará una mayoría conservadora. Remplazará al juez retirado Anthony M. Kennedy —un conservador moderado que durante mucho tiempo tuvo un voto decisivo en esa institución— y con 53 años es lo suficientemente joven como para servir durante décadas, por lo que podrá definir la jurisprudencia estadounidense durante una generación, o tal vez más tiempo.
El senador Mitch McConnell de Kentucky, líder de la mayoría, se expresó de manera tajante acerca de lo que los republicanos habían logrado el sábado. “Es la contribución más importante que le hemos hecho al país y la que durará más tiempo”, dijo McConnell en una entrevista.
Trump, quien ha logrado que el poder judicial federal lleno de conservadores sea un sello de su presidencia, cumple una de sus promesas de campaña con la confirmación del juez Kavanaugh, en medio de una difícil elección de medio término. El mandatario ha usado el proceso de Kavanaugh para movilizar a su base; en un mitin reciente, entusiasmó a sus partidarios burlándose de Christine Blasey Ford, la investigadora académica que acusó al juez de intentar violarla cuando eran adolescentes.
Hasta que las acusaciones de Blasey se hicieron públicas, la confirmación de Kavanaugh parecía asegurada. Pero su caso, que primero se expuso en un artículo publicado en The Washington Post y que luego se conoció en detalle durante su testimonio ante el Comité Judicial del Senado, desató otras denuncias y provocó una investigación del FBI sobre la conducta del juez.
Kavanaugh negó vigorosamente las acusaciones durante su propio testimonio ante el Comité Judicial. El sábado, una de sus acusadoras, Deborah Ramírez, quien dijo que el juez le puso sus genitales en la cara durante una fiesta en un dormitorio de Yale, emitió una declaración en la que lamentaba lo que iba a pasar.
“Hace treinta y cinco años, los otros estudiantes de la sala optaron por reírse y mirar hacia otro lado, mientras Brett Kavanaugh perpetraba actos de violencia sexual”, escribió. “Mientras veo a muchos de los senadores hablar y votar en el Senado, siento que estoy de regreso en Yale, donde la mitad de la sala se está riendo y mirando hacia otro lado. Solo que esta vez, en vez de borrachos universitarios, son los senadores estadounidenses quienes deliberadamente ignoran su comportamiento. Así es como las víctimas son aisladas y silenciadas”.
Como sucedió durante la semana pasada, el debate del sábado giró en torno a la conducta del juez Kavanaugh durante su testimonio en el Senado y sobre los temas legales. En su audiencia en el Senado, Kavanaugh definió las acusaciones de Blasey como “un golpe político calculado y orquestado” y dirigió duras críticas a los senadores demócratas que lo interrogaron.
“Al principio del proceso tenía dudas y me temo que, al final, esas dudas persisten más que nunca”, dijo el senador demócrata Chris Van Hollen, de Maryland. “Cualquier esperanza de que el juez Kavanaugh es imparcial o que sea percibido como un juez imparcial fue destruida por su declaración durante la última audiencia”.
Pero el senador republicano Mike Lee, de Utah, dijo que quienes cuestionaban el comportamiento del juez Kavanaugh no vieron lo mismo que él. Lee sostiene que Kavanaugh “buscaba sinceramente defender su historial como servidor público, su conducta privada ante una gran adversidad, en circunstancias en las que él y su familia han sido arrastrados por el barro sin poder evitarlo”.
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HUMOR NEGRO EN UNA CASA BLANCA
Brett Kavanaugh ya es juez del Tribunal Supremo
Los republicanos consolidan la mayoría conservadora en el Tribunal Supremo
y amenazan muy seriamente el avance los derechos civiles de las personas LGTB en Estados Unidos
Brett Kavanaugh ya es juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Poco han importado las acusaciones de abuso sexual en el pasado. Poco ha importado la movilización progresista en su contra. Lo que cuenta en este caso es la Presidencia y el Senado, y el Partido Republicano recuperó el control simultáneo de ambas instituciones en las elecciones de 2016. Salvo conjunciones circunstanciales inesperadas, el sector más conservador de la sociedad estadounidense se hace con la rama judicial del Gobierno durante lustros, quizá décadas, y podrá modelar a su antojo la jurisprudencia en sentido restrictivo en materias como el acceso al aborto o el fin de la discriminación legal de las personas LGTB. La confirmacion de Kavanaugh supone posiblemente el éxito más importante de la presidencia de Donald Trump, cuya elección en 2016 se confirma como una auténtica tragedia para los derechos civiles de las minorías.
Tras la jubilación el pasado 31 de julio del juez Anthony Kennedy como miembro del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Donald Trump designó su candidato a ocupar la plaza, como es su atribución. Eligió a Brett Kavanaugh, un juez de 53 años, que fue designado por el entonces presidente George W. Bush para ocupar plaza en la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia, donde ya emitió conflictivos dictámenes en materia de empleo, medio ambiente o consumo, destacándose siempre por su conservadurismo y su apoyo a las grandes corporaciones. Durante su carrera, ha sido frecuentemente criticado por el partidismo de sus valoraciones, sin ocultar su apoyo declarado al Partido Republicano. Ya desde un primer momento su candidatura fue celebrada por grupos ultraconservadores y fuertemente LGTBIfobos como la American Family Association (AFA), la National Organization for Marriage (NOM), Americans for Prosperity (AFP) o Judicial Crisis Network. Desde el activismo LGTBI, sin embargo, se ha acogido con gran preocupación.
Para que el nombramiento del candidato presidencial fuese efectivo, debía ser corroborado por el Senado. En una primera fase, Brett Kavanaugh se sometió al escrutinio de los senadores. En la sesión del 6 de septiembre, de la que en su momento dimos cuenta, el juez fue interpelado por la senadora demócrata Kamala Harris, que entre otras cuestiones le preguntó su opinión sobre la sentencia del Tribunal Supremo que hizo efectivo el matrimonio igualitario en todo el territorio de los Estados Unidos. Kavanaugh evitó dar una respuesta directa e hizo referencia a otra reciente sentencia del Supremo sobre un pastelero que discriminó a una pareja del mismo sexo: «En Masterpiece Cakeshop, que creo que es relevante para su pregunta, el juez Kennedy escribió en la opinión de la mayoría: ‘Los días de discriminación contra gais y lesbianas estadounidenses o de tratar a los gais y lesbianas estadounidenses como inferiores en dignidad y valor han terminado’».
Tras ese circunloquio, se produjo el siguiente y revelador diálogo:
—Senadora Harris: «Han terminado. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?».
—Juez Kavanaugh: «Ese es el precedente con el que el Tribunal Supremo estuvo de acuerdo…».
—Senadora Harris: «Señor, le estoy pidiendo su opinión. Usted es el candidato en este momento, por lo que, como prueba de su capacidad para servir en tribunal más alto de nuestro país, le hago una pregunta muy específica. O está dispuesto a responder o no, y si no está dispuesto a responder, podemos seguir adelante. ¿Cree que Obergefell [el caso que dio origen a la sentencia sobre el matrimonio igualitario] fue decidido correctamente?
—Juez Kavanaugh: «Todos los jueces han declinado, como cuestión de independencia judicial, responder preguntas sobre esa jurisprudencia. Siguiendo el precedente establecido por la jurisprudencia, todos han declinado».
Posteriormente, el candidato fue interrogado por el senador demócrata Cory Booker, que también quiso saber su opinión sobre el matrimonio igualitario y la discriminación de las personas LGTBI. El senador estaba interesado en saber su «opinión moral» sobre las leyes que permiten despedir a una persona debido a su orientación sexual, que están en vigor en la mayoría de los estados, o acerca de si los ciudadanos LGTBI deben temer porque sus matrimonios con personas del mismo sexo vayan a quedar invalidados. El juez se escudó en que había casos pendientes sobre discriminación laboral para no emitir una opinión, por lo que el senador Booker cambió de táctica.
Kavanaugh formaba parte del equipo del entonces presidente George W. Bush cuando este propuso enmendar la Constitución para impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo. El senador Booker quiso saber cuál fue su opinión entonces al respecto. El juez respondió que no recordaba, y que, además, desde 2004 las opiniones acerca de ese asunto habían cambiado mucho, en clara referencia al cambio de criterio al respecto del posterior presidente Barack Obama. El senador entonces quiso saber su opinión actual, y se produjo el siguiente diálogo, no menos esclarecedor que el anterior:
—Senador Booker: «Pero usted tendrá una opinión. No necesito a Obama o a Cheney, tan solo, ¿me quiere dar su opinión sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo?»
—Juez Kavanaugh: «No recuerdo…».
—Senador Booker: «No le estoy preguntando por su opinión de entonces, le estoy preguntando por su opinión de ahora. ¿Recuerda su opinión actual sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo?».
—Juez Kavanaugh: «Bueno, el Tribunal Supremo en Obergefell…».
—Senador Booker: «Señor, su opinión. No he conseguido su historial. No sé si ha llevado a cabo matrimonios entre personas del mismo sexo. No sé si ha acudido a un matrimonio entre personas del mismo sexo».
—Juez Kavanaugh: «Soy juez, aplico la ley».
—Senador Booker: «¿Ha celebrado un matrimonio gay? ¿Ha presidido uno? ¿Ha oficiado un matrimonio gay?».
—Juez Kavanaugh: «No lo he hecho».
—Senador Booker: «¿Pero no quiere decirme su opinión sobre este asunto?».
—Juez Kavanaugh: «Aplico la ley».
Esta constante elusión de las preguntas referentes a los derechos de las personas LGTBI desagradó profundamente a los defensores de los derechos civiles. Chad Griffin, presidente de Human Rights Campaign, opinaba al respecto que «la negativa de Brett Kavanaugh a responder preguntas muy básicas y muy directas sobre el histórico fallo del Tribunal Supremo que establece la igualdad matrimonial en todo el país es alarmante y completamente inaceptable. La decisión de Obergefell es una ley establecida. Si este candidato no puede ni siquiera afirmar eso o corroborar la igualdad fundamental de las personas LGTB y de nuestras familias, no se le debe otorgar ni se le debe garantizar un nombramiento de por vida para el máximo tribunal de nuestra nación».
Las acusaciones de abuso sexual no detienen su confirmación
El proceso de confirmación de Kavanaugh en el Senado no terminó sin embargo ahí. De forma inesperada vieron la luz al menos tres acusaciones de abuso sexual contra Kavanaugh. La más sólida de ellas fue la que protagonizó la profesora universitaria Christine Blasey Ford, que acusó al juez de haber abusado de ella en 1982, cuando ella tenía 15 años y él 17 (y se encontraba borracho).
Ford llegó a declarar ante el Comité Judicial del Senado, pero la ausencia de pruebas más allá de su propio testimonio (la otra persona presente durante el supuesto abuso, un amigo de Kavanaugh, aseguró no recordar ya nada de lo sucedido aquella noche) y el cierre de filas de los senadores republicanos dejaron en vía muerta la acusación. El FBI acabó de darle la puntilla, al concluir, tras una investigación de solo una semana (durante la cual ni Kavanaugh, ni Christine Blasey Fold ni las otras mujeres que lo acusaban fueron interrogados) que no existían pruebas que la sustentasen.
Finalmente, Kavanaugh fue confirmado por el Senado este sábado. De los dos únicos votos dudosos entre los republicanos, los de las senadoras Susan Collins y Lisa Murkowski (sobre el papel reacias a votar a un juez que seguramente contribuirá a aumentar las restricciones al aborto), Kavanaugh recibió el «sí» de Collins y la abstención de Murkowski. Esta última, senadora por Alaska, en realidad tenía intención de votar «no», pero finalmente llegó a un compromiso con otro senador republicano, Steve Daines, que ayer sábado quería asistir a la boda de su hija, para abstenerse de votar y de esa forma no obligarlo a acudir a Washington. Por parte de los demócratas Kavanaugh recibió un solo voto, el del Joe Manchin, un demócrata conservador que dentro de un mes opta a la reelección como senador por Virginia Occidental, un estado en el que Donald Trump obtuvo en 2016 casi el 70% del voto popular. Su voto, en cualquier caso, era irrelevante. Kavanaugh fue confirmado finalmente por 50 votos a favor y 48 en contra, y ya es juez del Supremo tras haber jurado su cargo en una ceremonia
La nueva composición del Tribunal Supremo
Kavanaugh sustituye como juez del Supremo a Anthony Kennedy, cuyo voto ha sido el que en la mayoría de ocasiones desempataba entre conservadores y liberales. En este sentido, y pese a sus credenciales conservadoras en otras materias, Kennedy ha destacado por ser un firme defensor de los derechos civiles, significándose especialmente en cuanto a los derechos de gais, lesbianas y bisexuales. Las cuatro grandes sentencias del alto tribunal que abrieron el camino de la igualdad de derechos de ese colectivo lo tienen a él como ponente.
Con la sustitución de Kennedy por Kavanaugh, un conservador duro, el Supremo queda constituido como sigue: el bando liberal está formado por Stephen Breyer, Ruth Bader Ginsburg, Sonia Sotomayor y Elena Kagan (estas dos últimas propuestas por el presidente Barack Obama). El bando conservador lo integran John G. Roberts (actual presidente del Supremo y con voto de calidad), Clarence Thomas, Samuel Alito, Neil Gorsuch (que también fue nombrado por Donald Trump tras ganar las elecciones presidenciales, en este caso después de la sucia maniobra de los republicanos, que al controlar ya el Senado se negaron durante todo el año 2016 a cubrir esa vacante con el candidato designado por Obama) y el propio Kavanaugh.
Por supuesto que a lo largo de los próximos años pueden acontecer circunstancias inesperadas que den la vuelta a la situación, pero conviene tener en cuenta que Ruth Bader Ginsburg, considerada la jueza más progresista del Supremo, cuenta ya con 85 años de edad y un estado de salud delicado, lo que hace prever que su retiro sea también próximo y deba nombrarse otro sustituto (aunque ella misma ha sugerido que su intención es permanecer en el puesto al menos otros cinco años). Y que tras Ginsburg, el juez de mayor edad es Breyer, también de la minoría liberal, que cuenta con 80 años.
El temor a que un Tribunal Supremo de holgada mayoría conservadora, con la visión más restrictiva de la Constitución y reacia a defender los derechos civiles de las minorías, sea quien tenga que decidir sobre cuestiones fundamentales durante lustros, quizá décadas, es ya una realidad. Por mencionar solo un ejemplo, entre los casos que el Supremo debe decidir en próximos meses se encuentra el caso Zarda, cuya resolución determinará muy posiblemente si el Titulo VII de la Ley de Derechos Civiles, que prohíbe la discriminación laboral por motivos de raza, color, religión, sexo u origen nacional, impide también la discriminación laboral por razones de orientación sexual (lo explicamos con detalle en esta entrada de marzo). A día de hoy, con Kavanaugh en el Supremo, el pesimismo es mayúsculo.
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