Un papá sostiene a su bebé
El atractivo irresistible de los hombres con hijos
Pasearse por un parque con un cochecito de bebé o con un niño pequeño de la mano puede aumentar de forma inesperada el atractivo de un hombre. Si se hace caso del tópico, a las mujeres les cautivan los varones atentos con su progenie o con la de otros, que parecen ser responsables, cariñosos y dan imagen de «padrazos». El motivo de esta atracción, no tan difícil de comprobar en un parque infantil, quizás se encuentre en nuestras raíces evolutivas más profundas.
Resulta que a los gorilas de montaña que viven en Ruanda les pasa algo parecido. Los machos hacen algo bastante inusual entre los mamíferos: ayudan a cuidar a todas las crías del grupo social, independientemente de si son los padres o no. Antropólogos de la Northwestern University se propusieron averiguar por qué y descubrieron que los machos más «paternales» tienen mayor éxito reproductivo.
«Los gorilas de montaña y los humanos son los únicos grandes simios en los que los machos desarrollan con frecuencia fuertes lazos sociales con las crías, lo que nos puede ayudar a comprender cómo los varones humanos pueden haber iniciado el camino hacia nuestra paternidad más compleja», explica Stacy Rosenbaum, autora principal del estudio.
Los hallazgos son contrarios a la forma en que generalmente pensamos en los gorilas machos: enormes, competitivos y en grupos cuya reproducción es dominada por un único macho alfa. «Los machos pasan mucho tiempo con grupos de crías, y quienes se acicalan y descansan más con ellos terminan teniendo más oportunidades reproductivas», afirma Christopher Kuzawa, coautor de la investigación. «Una interpretación probable es que las hembras están eligiendo aparearse con los machos basándose en estas interacciones».
Desde hace mucho tiempo, los científicos saben que los gorilas de montaña compiten entre sí para obtener acceso a las hembras y tener más oportunidades de apareamiento, pero estos nuevos datos sugieren que pueden tener una estrategia más diversa. La investigación sugiere una ruta alternativa por la cual los comportamientos paternos podrían haber evolucionado en nuestra propia especie.
«Tradicionalmente hemos creído que una estructura social específica, la monogamia, ayuda a asegurar que los hombres cuiden a sus propios hijos. Nuestros datos sugieren que existe una vía alternativa por la cual la evolución puede generar este comportamiento, incluso cuando los machos pueden no saber quiénes son sus descendientes», subraya Rosenbaum.
Esto plantea la posibilidad de que algo parecido haya ocurrido en el establecimiento inicial de comportamientos paternos en ancestros humanos distantes.
En la actualidad, los investigadores investigan si las hormonas podrían ayudar a facilitar estas conductas masculinas entre los gorilas, como ocurre en los seres humanos. «En los hombres, la testosterona disminuye cuando se convierten en padres, y se cree que esto ayuda a centrar su atención en las necesidades del recién nacido», explica Kuzawa, quien es coautor de un estudio sobre este tema publicado en 2011 en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences». ¿Podrían los gorilas que están particularmente involucrados en la interacción infantil experimentar disminuciones similares en la testosterona? «Debido a que esto probablemente obstaculizaría su capacidad para competir con otros machos, la evidencia de la testosterona baja sería una clara indicación de que deben estar ganando algún beneficio, como atraer parejas. Alternativamente, si no baja, esto sugiere que el alto nivel de testosterona y el cuidado infantil no tienen que ser mutuamente excluyentes en los gorilas de montaña».
Los investigadores esperan explorar estas nuevas preguntas comprobando si el nacimiento de nuevos bebés influye en los niveles de testosterona de los machos, una investigación que debe prolongarse en el tiempo.
Para la también autora principal del estudio, Tara Stoinski, de la Fundación Dian Fossey para los Gorilas, el trabajo destaca la importancia crítica de los estudios de investigación a largo plazo. Como explica, «Dian Fossey fue por primera vez a estudiar estos gorilas de montaña en la década de los 60 con la esperanza de mejorar nuestra comprensión de la evolución humana. Más de 50 años después, la investigación continua sobre esta población sigue brindando información, no solo sobre una especie en peligro crítico, sino también sobre lo que significa ser humano»