La versión española del diario estadounidense HuffPost recién ha publicado su propia visión acerca de por qué es importante la visita que realizará los días 22 y 23 de noviembre próximo el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, a La Habana.
A juzgar por la nota, existen varias razones que confieren importancia al encuentro bilateral entre los mandatarios de Cuba y España en la Isla. Todas ellas se refieren a las expectativas de la parte española -en este caso de los empresarios del país europeo presentes en Cuba y de su propio Gobierno- y en ningún caso a los beneficios que deberían esperar los cubanos como resultado de este intercambio entre ambos gobernantes.
Esto podría ser hasta cierto punto razonable, habida cuenta de que cuando se trata de reuniones entre políticos cada quien defiende sus propios intereses. Los discursos hipócritas solo funcionan dentro de los salones de protocolo.
Así, en el empeño de magnificar esta visita, el HuffPost echa mano del manido recurso utilizado por tantos otros diarios extranjeros: falsear la realidad cubana recreándola desde la estereotipada visión de quien desconoce absolutamente el escenario sobre el que se mueve la acción. O de quien, deliberadamente, elige ignorarlo. Esto explica la referencia a "la nueva Cuba, la que desde abril no tiene a un Castro en el Gobierno, la que apuesta por el aperturismo hasta con Estados Unidos, su adversario clásico".
Una Cuba "nueva" y en plena transición, descrita como un espacio de aperturas de todo tipo y de la cual España ahora lamenta haber tomado distancia con relación a otros países "que se le han adelantado", pese a que -y así lo señala el ministro de Exteriores de ese país, Josep Borrell- España tiene "relaciones históricas, culturales y humanas tan fuertes con esta Isla", lo que convierte en un contrasentido que los españoles "no tengan nada que decir ni nada que aportar".
En esto último, hay que admitirlo, lleva algo de razón el señor Borrell: no parece que hasta ahora los españoles hayan aportado mucho a los cubanos.
Así, súbitamente, este viaje de Sánchez adquiere un sentido "no sólo político sino también histórico y cultural". Y, de paso, "puede servir de avanzadilla y allanar el camino a una posible escala real en noviembre de 2019", fecha en la que "se celebrará el quinto aniversario de la fundación de La Habana".
Obviando el pequeño error del medio estadounidense -digamos "errata"- de disminuir tan drásticamente la edad de la capital cubana (que lejos de cumplir cinco años ya se acerca al medio milenio de su fundación), nada parecería más contraproducente que contar con la condescendiente presencia de sus majestades españolas en la celebración de tan relevante fecha. No solo por lo ajenos que resultan los abolengos monárquicos a los informales plebeyos cubanos, enemigos naturales de la etiqueta, sino porque ya sin ello resulta suficientemente humillante la impotencia de asistir durante los últimos 30 años a la recolonización de la Isla a través de las inversiones españolas, mientras los nacidos en esta tierra se ven privados de ese derecho que de manera natural les corresponde. No resulta muy delicado que se acentúe de manera tan incisiva nuestra condición de neo-súbditos después de más de un siglo de alcanzada la independencia.
Entre tanto, La Moncloa ha declarado que el objetivo del viaje del jefe de Gobierno español es "intensificar las relaciones entre ambos países y sus intercambios económicos y comerciales". No por gusto el HuffPost asegura que esta visita será "como agua de mayo" para los empresarios españoles en Cuba. Es de suponer que durante su visita Sánchez se reunirá con empresarios o representantes de las numerosas empresas españolas presentes en Cuba, entre ellas nueve cadenas hoteleras, debido al "alto componente económico que se quiere imprimir a la visita".
Por otra parte, la nota asegura que, "según datos del ICEX (la Red de Oficinas Económicas y Comerciales de España en el Exterior), Cuba fue con 899 millones de euros en 2017 el segundo país receptor de exportaciones españolas en el Caribe".
La nota añade que "España mantiene relaciones comerciales y de inversión con Cuba de una gran tradición, como demuestra el hecho de que es el país con más empresas mixtas y más sucursales implantadas en el país, con una destacada presencia en el sector del turismo y los servicios". Un dato que, sin embargo, acusa una asimetría en los beneficios de dichas relaciones, puesto que no se refleja en modo alguno en un aumento de la capacidad de consumo de los cubanos.
Finalmente, la quinta y última razón de importancia de la anunciada visita de Sánchez a La Habana, son los aproximadamente140.000 ciudadanos españoles residentes en Cuba, a los cuales HuffPost se refiere en términos de "colonia española".
Se trata, ni más ni menos, de los cubanos que han adquirido la ciudadanía española en virtud de la Ley de Memoria Histórica -más conocida como Ley de nietos- y a los que más exactamente habría que llamar "españoles de conveniencia", no solo porque la ciudadanía española resulta útil para ciertos efectos prácticos, en especial las facilidades de viajar haciendo uso de un pasaporte que abre las puertas a numerosos destinos sin necesidad de solicitar una visa, sino porque los "cubañoles", tratados habitualmente como comparsas menores e indeseados en el Consulado de España en Cuba, son reconocidos como compatriotas por las autoridades españolas según les convenga. Ahora parece ser el caso, de manera que como por arte de magia se han transmutado en "una gran comunidad española".
De esta manera HuffPost afirma que "Sánchez tendrá un hueco para verse con la colonia española en Cuba", lo que significa que se reunirá con aquellas sociedades españolas que han sido reconocidas y aupadas por las autoridades cubanas en función de sus propios intereses políticos y económicos.
Y mientras los más entusiastas se frotan las manos y hacen planes para repartirse los beneficios del nuevo relanzamiento de relaciones entre España y Cuba, La Habana no ha otorgado el mismo relieve al hecho. El diario oficial Granma apenas publicó simultáneamente una breve nota en la sección Hilo Directo, anunciando la próxima visita de Sánchez, sin mucha alharaca.
¿Acaso los jerarcas de la casta del Poder insular, que sí conocen exactamente cuán tensa está la vibra social en Cuba, prefieren mantener un perfil bajo? O para decirlo de manera más castiza: aquí el horno no está para empanadillas.
MIRIAM CELAYA, WEST PALM BEACH, OCTUBRE 2018