#HAZTE LA PRUEBA
LA MEJOR FORMA DE PROTEGERTE ES EDUCANDOTE Y HACIENDOTE LA PRUEBA
La FELGTB reclama con urgencia un Pacto de Estado frente al VIH a fin de frenar el estigma y la discriminación. Además de fomentar el diagnóstico a tiempo y otras medidas de prevención combinada.
DÍA MUNDIAL DE LA PRUEBA DEL VIH
El 20 de octubre es una fecha para recordar lo importante que es realizarse la prueba del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y es por ello que la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) quiere recordar al colectivo LGTBI el valor que tiene para la salud conocer el estado serológico. La FELGTB pone este año en marcha la campaña “Márcate un día en el calendario. #HazteLaPrueba”, y recuerda que si se mantiene una vida sexual activa se recomienda, al menos, hacerse la prueba una vez al año para reducir el número de diagnósticos tardíos que, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad en su último boletín epidemiológico, ronda el 46%, informó la Federación a través de un comunicado de prensa.
La FELGTB reivindica la prevención combinada a través del uso del preservativo, el diagnóstico a tiempo, la eliminación de las barreras en el acceso al tratamiento y el inicio de la implementación de la Prep.
“No podemos quedarnos con los tres 90 de la campaña de ONUSIDA (90% de personas diagnosticadas, 90% tratadas y 90% con carga indetectable), sino que queremos trabajar por un cuarto 90 que aborde la calidad de vida y la no discriminación de las personas con VIH” ha expresado la entidad.
El coordinador del grupo de Salud Integral de la FELGTB, Toni Alba, ha afirmado que “de nuevo, volvemos a exigir el Pacto de Estado frente al VIH, el estigma y la discriminación. Es urgente un consenso político que dé respuesta al VIH, tanto a nivel preventivo y clínico como social”.
La FELGTB considera que es necesario seguir trabajando para concienciar e informar a la población LGTBI sobre las vías de transmisión de las diferentes ITS y continuar con la atención individualizada, empática y cercana que realizan las organización con su trabajo comunitario.
Desde el año 2003 cada 20 de octubre el mundo celebra jornadas de pruebas de VIH, a fin de fomentar el diagnóstico a tiempo de la Infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), causante del Sida.
Este día de la prueba surgió para sensibilizar a la población sobre la importancia de prevenir y diagnosticar esta infección. La realización de la prueba del VIH está considerada actualmente como una de las intervenciones preventivas más importantes para el control de la infección por el VIH,
La profilaxis preexposición reduce un 25,1% los nuevos diagnósticos de VIH en varones homosexuales en Nueva Gales del Sur Australia.
Importante estudio sobre la profilaxis preexposición el publicado en The Lancet HIV, y que muestra una caída de un 25,1% en el número de nuevas transmisiones del VIH entre hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres en el estado australiano de Nueva Gales del Sur tras la implementación de esta estrategia en dicho colectivo (aclaramos que el término «hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres» es un término meramente descriptivo que se utiliza en estudios de este tipo, dado que muchos hombres que se relacionan sexualmente con otros hombres no necesariamente se identifican a sí mismos como gais o bisexuales).
El estudio evalúa los resultados de un programa de implementación de la profilaxis preexposición (también conocida por los acrónimos PrEP y PPrE) en una cohorte de 3.700 participantes seronegativos reclutados entre marzo y octubre de 2016. La inmensa mayoría (3.676) eran hombres que mantiene relaciones sexuales con otros hombres. Para formar parte del programa debían ser sexualmente activos y admitir prácticas de alto riesgo, como por ejemplo ser receptores de penetración anal sin preservativo por parte de contactos esporádicos de los que desconocían el seroestatus o que eran seropositivos, combinar las prácticas sexuales con el uso de determinadas drogas o haber sido diagnosticados antes de alguna ITS rectal. Una vez reclutados, a los 3.700 se les facilitó la correspondiente medicación, y se les hizo un seguimiento de un año.
Los resultados, en cuyo detalle e incidencias no entraremos (puedes descargar aquí el estudio para más información) tiene dos vertientes. Por un lado, el análisis de lo que sucedió en dicha cohorte, que según estimaciones de población constituiría de por sí un porcentaje significativo de la población de hombres homosexuales sexualmente activos que tienen prácticas de riesgo en Nueva Gales del Sur (cercano al 10%). En este sentido, solo dos de los 3.700 participantes iniciales habían contraído el VIH un año después, y en ambos casos se trataba de hombres que no habían seguido la PrEP correctamente. Uno de ellos no llegó a seguirla nunca, y en otro caso solo lo hizo durante los tres primeros meses. Con fecha posterior al final del año de seguimiento se conocieron tres casos más, en todos ellos personas que no seguían la PrEP en el momento estimado de la infección.
Por otro lado, y lo que nos parece el dato más relevante, la puesta en marcha del programa supuso una caída considerable de los nuevos diagnósticos de VIH en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. El número de diagnósticos cayó de 295 en los doce meses previos a 221 en los doce meses posteriores. Una caída del 25,1%, que contrasta con la estabilidad de las cifras en años anteriores, y que por cierto fue considerablemente mayor entre los nacidos en Australia (donde llegó al 48,7%) que entre los emigrados, lo que muestra cómo los determinantes sociales también tienen gran importancia a la hora de combatir la infección.
Los autores del estudio concluyen, sin lugar a dudas, que más allá de los resultados individuales la PrEP se traduce en una reducción de las nuevas infecciones por VIH a nivel poblacional. De hecho, el programa de implementación de la PrEP en Nueva Gales del Sur continuó desplegándose más allá de los 3.700 participantes iniciales, estimándose que en octubre de 2017 había llegado a cerca del 20% de la población diana.
La profilaxis preexposición
La PrEP consiste en que una persona no infectada por el VIH tome tratamiento antirretroviral de forma preventiva. En Europa hay un medicamento autorizado con tal fin: Truvada, una combinación de emtricitabina y tenofovir comercializada por el laboratorio farmacéutico Gilead, y que la Organización Mundial de la salud ha incluido en su lista de medicamentos esenciales con mención expresa a su posible uso con esta indicación. La Agencia Europea del Medicamento, además, dio luz verde en 2017 a la fabricación de un genérico.
Como cualquier otra medicación, la PrEP tiene contraindicaciones y potenciales efectos adversos, y no asegura en el 100% de los casos que uno no se pueda infectar. De hecho, ya han sido comunicados varios casos de «fallo». De cinco de ellos hablamos hace unos meses, mientras que el sexto se ha conocido hace pocos días. Pese a lo cual su eficacia es muy alta, por lo que los especialistas en la materia la consideran ya una de las principales herramientas de prevención en aquellos grupos especialmente vulnerables en los que es ya evidente que las estrategias clásicas (básicamente las campañas centradas en el uso del preservativo) no han dado el resultado deseado. Buena muestra de ello son las estadísticas de nuevas infecciones del Ministerio de Sanidad español. Durante el año 2016, último del que se han hecho públicas cifras completas, se notificaron 3.353 nuevos diagnósticos de VIH, prácticamente el mismo número que en el año 2015. En el 53,1% de los casos en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Lo peor: los nuevos diagnósticos tardíos siguen siendo casi la mitad.
Es por ello que son ya varios los países europeos cuyos Sistemas Nacionales de Salud han acordado (bajo condiciones diversas) su financiación, como Bélgica, Escocia, Francia, Luxemburgo, Noruega o Portugal. Otros países, en cambio, van más retrasados, y están todavía evaluando o a la espera de evaluar esta estrategia de tratamiento.
En España, existe un documento de consenso elaborado por el Ministerio de Sanidad y publicado con fecha de enero de 2018, en la que se propone una estrategia de implementación, centrada en grupos de varones homosexuales que tienen relaciones sexuales de alto riesgo, y en la que la medicación se prescribiría en unidades asistenciales específicas (hasta ahora, Truvada solo se administra en dispensación hospitalaria como tratamiento de la infección por VIH). Hay además en marcha un programa piloto, que está previsto se extienda hasta finales de este año. Esperemos que la decisión final no se demore mucho más allá, porque como el propio documento del Ministerio reconoce, las personas interesadas en la utilización de la PrEP la consiguen ya fuera del circuito sanitario formal y de manera no controlada (mediante compra online, por ejemplo, o compartiendo fármacos con personas infectadas en tratamiento) sin que se les realice seguimiento alguno.
La positiva evolución de varias personas con VIH tras someterse a trasplante de células madre arroja luz sobre posibles nuevas líneas de tratamiento
Estos últimos días nos hemos visto bombardeados en prensa con la noticia de la curación de varios pacientes con VIH a manos de investigadores españoles mediante trasplante de células madre. Las reacciones, cargadas de optimismo y emocionalidad, se han multiplicado en redes sociales. En dosmanzanas, dada la cuestionable calidad de la información científica que se difunde en muchos de los medios de prensa más leídos, hemos querido ser cautos y leer con atención el artículo original publicado en Annals of Internal Medicine. Y no nos queda otro remedio que rebajar el optimismo que la noticia ha generado, a pesar del gran valor de la investigación, que más allá de los casos tratados arroja luz sobre líneas de tratamiento complementarias a las ya existentes que en un futuro puedan conseguir la erradicación total del virus en el organismo. Intentaremos explicarlo de una forma comprensible, aunque no es sencillo.
En primer lugar, creemos conveniente repasar una serie de antecedentes. Allá por 2010 ya recogimos la historia del primer paciente con VIH «totalmente curado». Se trata de Timothy Ray Brown, un estadounidense afincado en Alemania que fue tratado de leucemia en 2007 mediante un trasplante de médula ósea. Para los que no estén muy familiarizados con la medicina, el trasplante de médula ósea es un procedimiento mediante el cual, mediante radioterapia y/o quimioterapia, «se mata» la médula ósea del enfermo (el tejido existente en el interior de los huesos, encargado de fabricar las células de la sangre) y se le transfieren al paciente células madre procedentes de la médula ósea de un donante compatible. Estas dan lugar a nuevas células sanguíneas que acaban por reemplazar a las propias. Entre estas células sanguíneas (y esto es importante para comprender toda la historia) se encuentran por ejemplo los linfocitos, claves en el buen funcionamiento del sistema inmunitario y diana fundamental del virus en el caso de las personas infectadas con el VIH.
En el caso de Brown, además, se utilizó un donante cuyas células, además de ser compatibles, poseían una mutación natural que las hace resistentes al VIH. Es una mutación bien conocida, que explica, por ejemplo, que haya un pequeño porcentaje de personas infectadas con el VIH que pese a no tomar medicación nunca llegan a desarrollar enfermedad (un dato que durante mucho tiempo alimentó peligrosos bulos). Se trata, en concreto, de una mutación en el gen de la proteína CCR5, que desempeña un papel fundamental a la hora de que el VIH penetre en los linfocitos.
Brown suspendió la medicación antirretroviral, y pese a los temores de que en algún momento el virus (quizá acantonado en otros tejidos que actúan como «reservorio») comenzara a replicarse y se detectara de nuevo, sigue en la actualidad sin rastro del mismo. A día de hoy, de hecho, se considera el único caso de erradicación del VIH en toda la historia de la pandemia.
Pero el de Brown, obviamente, no es el único caso de persona con VIH que se ha visto obligado a someterse a un trasplante de médula. De hecho, el papel que el trasplante puede jugar en el tratamiento del VIH siguió despertando interés en la comunidad científica más allá de la mutación del gen CCR5. En 2014 nos hacíamos eco de la existencia de otros dos pacientes estadounidenses con los que se siguió el mismo procedimiento que en el caso de Brown, con la salvedad de que las células madre procedían de un donante que no poseía la mutación. ¿Qué sucedió? Durante un tiempo relativamente prolongado parecía que el virus también había desaparecido de sus cuerpos tras dejar la medicación, pero finalmente volvió a detectarse, por lo que se vieron obligados a retomar de nuevo el tratamiento antirretroviral.
Lo decíamos ya entonces, de hecho: «En cualquier caso, el VIH ha tardado en volver a detectarse pese a haberse suspendido la medicación antirretroviral, por lo que aunque no pueda hablarse de curación el tratamiento sí tuvo cierto éxito a la hora de controlar la replicación de los virus que quedan acantonados en el organismo. La noticia, pues, no deja de aportar enseñanzas a la lucha contra la infección por VIH, y muy especialmente en el caso de pacientes que desarrollan además cánceres sanguíneos».
Esta es, precisamente, la línea en la que trabajan los investigadores que acaban de publicar en Annals of Internal Medicine el artículo titulado Mechanisms That Contribute to a Profound Reduction of the HIV-1 Reservoir After Allogeneic Stem Cell Transplant, del que las primeras firmantes son María Salgado, investigadora de IrsiCaixa (Instituto de Investigación del Sida, impulsado por La Caixa y la Generalitat de Catalunya) y Mi Kwon (hematóloga del Hospital Gregorio Marañon de Madrid). Lo que han hecho en este caso es estudiar con profundidad la evolución de una serie de pacientes que ya desde el inicio del estudio habían sido incluidos en el IciStem, un proyecto colaborativo cuya finalidad es precisamente la de investigar el potencial del trasplante de células madre en el tratamiento de la infección por HIV.
En concreto, seleccionaron seis pacientes con VIH en tratamiento con antirretrovirales, y que además habían desarrollado diferentes tipos de linfoma (un cáncer sanguíneo derivado de los linfocitos) por los cuales se habían sometido a un trasplante de células madre que había conseguido la remisión del linfoma y al que habían sobrevivido más de dos años. Un término, «célula madre», que no debe confundir: no deja de ser un proceso equivalente al tradicional trasplante de médula ósea. La diferencia es que hace años las células madre capaces de dar lugar a todas las células sanguíneas se obtenían de la médula ósea del donante (lo que implicaba, entre otros inconvenientes, la necesidad de hacer una punción en un hueso del donante), mientras que hoy día la mayoría de estas células se obtienen directamente de la sangre periférica del donante (sin necesidad de acceder a su médual ósea) o son células procedentes de cordones umbilicales (siempre, claro está, que estas se encuentren a disposición de quien las pueda necesitar, como sucede con los bancos localizados en territorio español). Aprovechamos la oportunidad, por cierto, para destacar la importancia de que haya muchos donantes de este tipo de células: puedes informarte sobre el tema en la web de la Fundación Josep Carreras.
Estos seis pacientes, cinco españoles y un italiano, todos ellos varones de edades comprendidas entre los 34 y los 51 años, se trasplantaron en 2009, 2010, 2012, 2013 (dos) y 2014. En ninguno de ellos las células trasplantadas tenían la mutación del gen CCR5. Son, por tanto, casos distintos a los de Timothy Ray Brown y similares a los descritos en nuestra noticia de 2014. A diferencia de estos, sin embargo, después de recuperarse del trasplante habían mantenido el tratamiento con antirretrovirales. A partir de ahí se sometieron a diferentes pruebas y a un seguimiento.
El resultado de esas pruebas ha sido que en cinco de los seis casos la carga viral ha permanecido indetectable tanto en sangre como en otros tejidos del organismo que normalmente actúan como reservorios del VIH (como ganglios linfáticos o el tejido linfoide del intestino). Este último dato es especialmente interesante: que la carga viral sea indetectable en sangre no es especialmente sorprendente, ya que hablamos de personas en tratamiento con antirretrovirales. Pero sabemos que el tratamiento antirretroviral no consigue eliminar totalmente al virus, que permanece acantonado en los reservorios. La persona con carga viral indetectable en sangre vive como si no tuviera la infección (de hecho no puede transmitir el virus a otras personas, ni siquiera aunque mantenga relaciones no protegidas) pero no está «curado». Si abandona el tratamiento, el virus acantonado en los reservorios tiene de nuevo campo libre para despertar, comenzar a replicarse y empezar un nuevo ataque.
Es más, en uno de estos cinco casos (el identificado en el estudio como IciS-28) también se produjo la desaparición de los anticuerpos que el propio organismo crea frente al VIH, lo que habla a favor de una desaparición total del virus.
En el sexto caso, sin embargo (el identificado como IciS-1) sí que se detectó carga viral en sangre. Curiosamente, de los seis este era el único caso en el que las células madre trasplantadas procedían de cordón umbilical, mientras que en los otros cinco procedían de la sangre periférica de los donantes. Una circunstancia que la propia investigación considera puede haber tenido que ver, junto a otras (por ejemplo, el hecho de que en ese paciente el reemplazo total de las células sanguíneas por células derivadas del donante —quimerismo completo— tardara varios meses más que en resto).
Además de todo lo previo, se transfirieron a ratones de laboratorio cuyo sistema inmune había sido suprimido linfocitos tanto de los participantes en el estudio como de una persona control, infectada con VIH pero no sometida a transplante, para ver si en este «medio ideal» virus acantonados en ellos comenzaban a replicarse. Se midió la presencia de material genético del virus en los ratones, y solo se detectó en los ratones a los que se les habían infundido linfocitos de la persona control.
Hasta aquí los resultados, pero…
¿Quiere decir esto que esos cinco pacientes están curados? No, siendo riguroso no se puede decir eso, ni siquiera del paciente que ha negativizado sus anticuerpos. Antes dsería necesario comprobar que tras la retirada de la medicación antirretroviral el VIH continua siendo indetectable en el largo plazo, algo que no se ha hecho en ninguno de los pacientes y que en este momento los investigadores evalúan si hacer, y cómo hacer. De hecho, podría suceder que su evolución fuese similar a la de los dos pacientes estadounidenses antes mencionados: que el virus acabe por reaparecer.
Si finalmente se comprueba que ha desaparecido por completo el virus, ¿quiere decir esto que el trasplante pasará a ser una opción más de tratamiento en personas con VIH, aunque no tengan una enfermedad de la sangre? No sería así, y debe decirse. Salvada la ya complicada circunstancia de que se necesita un donante compatible, hablamos de un procedimiento que cuenta con un riesgo de complicaciones muy elevado (incluyendo la muerte) y que obliga por sí mismo a seguir un tratamiento. Todo ello cuando con la medicación actual ya es posible mantener el VIH a niveles indetectables en la inmensa mayoría de los casos. El trasplante seguiría siendo una opción solo en casos tan específicos como los que forman parte del estudio del que hablamos.
Entonces, ¿la investigación es un bluf? En absoluto. Nos encontramos ante una investigación de grandísimo valor, pero no por lo que la mayoría de los titulares han transmitido. Las autoras del estudio estaban convencidas de que el propio trasplante de células madre desencadena una serie de mecanismos que como mínimo contribuyen a reducir de forma significativa el reservorio viral y que son independientes de la mutación del gen CCR5. Esta investigación refuerza esta hipótesis y puede ayudar a que se potencien e incluso se pongan en marcha nuevas líneas de investigación en este sentido, lo que puede aportar información valiosísima a la hora de encontrar una cura definitiva para el VIH.
En definitiva, un paso esperanzador, pero no deja de ser un paso. Así debe transmitirse. Lo contrario es sembrar falsas expectativas y jugar con las emociones de muchas personas.
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