El otro ‘embargo’ que impide prosperar a los cubanos
Mientras el locutor informa, se escucha de fondo el tic-tac de un reloj en el viejo radio VEF-207 de la era soviética que reposa entre los sacos de azúcar blanca que al final dice 75008 Paris, France.
En la pequeña bodega de un barrio al sur de La Habana, desvencijada y con los anaqueles vacíos, que vende siete libras de arroz, cinco de azúcar y medio litro de aceite por la libreta de racionamiento a cada vecino de la zona, el dependiente escucha Radio Reloj para matar el tedio.
Una noticia sobre lo que el gobierno revolucionario fundado por Fidel Castro denomina ‘bloqueo’ -un embargo financiero y comercial de Estados Unidos al régimen cubano-, le sirve de pretexto al bodeguero para hablar con tres clientes que hacen sus compras.
“En Cuba culpan de todo al bloqueo. ¿Pero a quién se puede culpar por no producir la cantidad de azúcar que necesita el pueblo?”, se pregunta y a continuación dice: “Esos sacos de azúcar que tu vez ahí los importaron de Francia, supongo que deben elaborarla en un posesión francesa en el Caribe. Del carajo, que Cuba, la antigua azucarera mundial, tenga que importar azúcar de otros países”.
Su comentario desata diversas opiniones. Antonio, cirujano, reconoce que “el bloqueo impide comprar a precios más barato medicinas de última generación que se producen en Estados Unidos o porque ellos tienen la patente. También sucede con los equipos médicos. Hay que comprarlos en Asia o Europa, mucho más caros. Pero yo creo que existe un bloqueo más fuerte, y mucha veces es mental, entre los funcionarios del gobierno que impide que el país se desarrolle”.
Y pone de ejemplo el freno al trabajo privado, la prohibición a que los profesionales pueden ejercer en pequeños negocios o la torpe estrategia del régimen de apropiarse de hasta el 70 por ciento del salario de los médicos en prestación de servicio en el exterior.
Los interlocutores no se ponen de acuerdo cuál bloqueo es más efectivo. Si el de Estados Unidos al gobierno de Cuba o el del Estado cubano, que con sus innumerables prohibiciones obstaculiza la prosperidad económica.
Héctor, economista, considera que “el embargo existe, es real, e impide que bancos y empresas estadounidenses puedan otorgarle créditos financieros a Cuba. Según dice el gobierno, hay una verdadera cacería a la hora de importar productos con partes o patentes norteamericanas. Y multan con cifras millonarias a los bancos que prestan dinero al país. Las causas del bloqueo se conocen. Fidel confiscó empresas norteamericanas sin pagar compensaciones. Eso se debe negociar. Cuando éramos aliados de la URSS, que importábamos desde petróleo hasta electrodomésticos, nadie se acordaba del bloqueo. Si hubiéramos capitalizado esos recursos con buenas inversiones y no derrochándolo en las guerras de Angola y Etiopía, la situación financiera de la isla no hubiera estado al borde del colapso cuando se cayó el comunismo en Europa del este”.
Carlos, sociólogo, piensa que la palabra exacta para definir la política del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba es embargo. “Seamos honestos. Si tuviéramos dinero suficiente, pudiéramos comprar bienes en otros países que también lo producen, entre ellos China. Es risible que Estados Unidos sea la única nación que fabrica bienes. Es cierto que se encarecen las exportaciones, pero yo tengo otro enfoque”, afirma y tras una breve pausa añade:
“¿Si no existiera el embargo Cuba podría exportar miles de millones de dólares de Estados Unidos? ¿Viviría el pueblo mejor? Tengo mis dudas. El turismo, la locomotora que impulsa al resto de la economía, comenzó a expandirse a fines de los años 80. Tres décadas después, no ha traído progreso a la población. Se exportan entre ocho y once mil millones de dólares anuales en servicios médicos y tampoco la gente ve ese dinero. La plata que se ve y repercute directamente en la calidad de vida del pueblo es la que giran los familiares residentes en el extranjero. Yo estoy en contra del embargo, es una política estúpida. Le proporciona combustible al gobierno para justiciar sus burdos errores. Y de una forma u otra es el pueblo el que paga. Ya sea por culpa del embargo estadounidense o el bloqueo del gobierno cubano a los ciudadanos, que impide avanzar en el terreno social, político y económico”.
En la disidencia las opiniones se dividen. Algunos opositores apoyan el embargo y otros consideran que ha sido un fracaso. La mayoría de los países del mundo condenan el embargo comercial y financiero de Estados Unidos contra la dictadura cubana y muchos también reconocen que en Cuba se violan de manera flagrante los derechos humanos y la libertad de prensa y expresión.
Lo errado del embargo no justifica que la autocracia verde olivo prohíba a la oposición y no respete derechos políticos inalienables. Tampoco justifica el cerco a los emprendimientos privados por parte de las autoridades, que le dedican más tiempo y recursos a impedir el enriquecimiento que a combatir la pobreza poblacional que aumenta cada año.
El embargo es inaceptable, pero derogarlo depende del Congreso de Estados Unidos. Mientras, el régimen de La Habana nada puede hacer. Lo que sí puede hacer es mirar hacia adelante. Y tirar abajo prohibiciones que frenan el auge de la economía y la prosperidad de la gente en Cuba. En sus manos está suprimir ese otro ‘embargo’.